María Belén Riveiro
Resumen:
El presente artículo se inscribe en un proyecto de investigación que se centra en la literatura argentina y en escritores que comenzaron a publicar en las últimas décadas y a quien la crítica llama “nueva narrativa argentina”. En este caso tomaremos una serie de libros para indagar en ellos el modo en que representan el pasado, específicamente el de la dictadura militar de 1976 y sus consecuencias. A su vez, analizaremos los modos en que generan grietas en los discursos imperantes hasta el momento.
Palabras clave: Literatura argentina, “nueva narrativa argentina”, campo literario, representación, dictadura 1976.
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1. Introducción
“Creo que hay un drama histórico que no se ha debatido lo suficiente y que esa negación se transfiere a las generaciones más jóvenes” afirma el epígrafe de El ignorante, el poema de Juan Terranova. De manera coincidente, en el ámbito de la crítica literaria, Elsa Drucaroff, sostiene que en la posdictadura argentina “[…] nacen obras generacionalmente marcadas por la urgencia de semiotizar el mundo de un modo que hasta ahora no había sido semiotizado en nuestra literatura. Un mundo con un pasado impensable, incognoscible, vuelto tabú” (Drucaroff, 2011, 26).
En la última década, en el campo literario argentino, tanto la crítica como los propios escritores nos llaman la atención acerca de una ruptura entre el pasado y el presente; hiato desde el que se escribe una serie de textos literarios que reformulan y reconstruyen las representaciones sobre el pasado reciente 1. Nosotros tomamos como objeto de estudio estos textos literarios en tanto documentos que reflexionan sobre lo social y que pueden tanto reproducir representaciones como construir conceptos originales y productivos.
El nuestro se trata de un corpus de escritores contemporáneos argentinos que publicaron sus libros entre 2004 y 2013 2. Las trayectorias personales y profesionales de los escritores presentan diferencias, aunque comparten el hecho de que en sus libros aparecen narradores en primera persona con características similares a las de los escritores y que relatan una historia desde el presente pero que se retrotrae constantemente al pasado, para cuestionarlo en gran medida. Este "desfasaje" entre la coincidencia de la temática y la diversidad de las trayectorias expresa un fenómeno que consideramos que permea a la sociedad en general, por lo que se vuelve relevante para ser estudiado 3.
El corte temporal resulta relevante en tanto estos escritores se vuelven herederos de más de dos décadas de profundo y profuso debate acerca del pasado reciente. En ellas se rastrea algunas fisuras en las representaciones del pasado, como la marcha del 24 de marzo de 1996 y los hechos de diciembre de 2001 cuando aparece una mención constante de los “30.000 desaparecidos”, por lo que aquella figura abstracta y “angelizada” se comienza a vincular con la confrontación y lucha sociales (Feierstein, 2011). Por otro lado, en 2003, el Congreso Nacional declaró nulas las leyes conocidas como de Punto Final y Obediencia Debida. Ello permitió reabrir causas a quienes participaron del genocidio. Además, dentro de la crítica literaria encontramos que tanto la década de los 90 como la crisis de 2001 marcaron una inflexión en el modo como se venía narrando el pasado. Saítta encuentra un corpus de novelas que se publican desde mediados de la década de los 90 y que "(...) se preguntan y reflexionan sobre cómo recuperar desde otro lugar la memoria y la identidad colectiva. Es en este conjunto de libros donde, creo, se abre la posibilidad de que cierto diálogo entre la literatura de hoy y la tradición literaria nacionales, entre la literatura de hoy y el resto de los discursos sociales, sea reestablecido" (Saítta, 2004, p.25). Hernaiz resalta la importancia de la crisis de 2001 para ciertos escritores 4. A su vez, Dalmaroni (2004) registra que se comenzaron a publicar libros que les daban voz a los militantes de los 60 y 70 para que cuenten sus historias de movilización política anteriores a la dictadura. Es en esta coyuntura en la que identifica la aparición de textos literarios que denomina "nuevas narrativas de las memorias del horror", es decir, aquellos que proponen discursos sobre el pasado reciente que rompen con representaciones que estaban circulando.
Nuestro objetivo será rastrear en estas narrativas los diversos modos de representar el pasado y las posiciones desde las que se lo hace. Por ello indagaremos en los efectos de lo que conceptualizaremos como prácticas sociales genocidas y las grietas que se introducen a los modos en que se elabora el trauma. En el presente trabajo, comenzaremos por explicar el marco conceptual del que partimos para dar cuenta de cómo al comprender lo sucedido como un genocidio podemos aprehender las consecuencias que encontramos en el presente, y que, veremos en este trabajo, se condensan en los textos del corpus. Luego exploraremos las problemáticas que aparecen en nuestro corpus y las representaciones que ellas construyen. Por último, delinearemos algunas conclusiones.
2. Una manera de comprender el pasado: las prácticas sociales genocidas
El concepto de genocidio se construye en la modernidad en relación con el aniquilamiento de la población armenia y circula en los ámbitos de derecho internacional luego del período nazi. Raphael Lemkin fue el teórico que acuñó el término y que inspiró la definición de la Convención para la Sanción y Prevención del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas (Art. 2º, 1948). Feierstein (2011) toma los desarrollos de Lemkin para plantear a las prácticas sociales 5 genocidas como una tecnología de poder, es decir, un modo de estructurar relaciones en una sociedad, construir la identidad y la alteridad.
Para comprender el caso específico de la Argentina se propone el concepto de genocidio. Feierstein realiza una periodización de las prácticas sociales genocidas cuyo último escalón es la realización simbólica: “Las prácticas sociales genocidas no culminan con su realización material (es decir, el aniquilamiento de una serie de fracciones sociales vistas como amenazantes y construidas como ‘otredad negativa’), sino que se realizan en el ámbito simbólico e ideológico, en los modos de representar y narrar dicha experiencia traumática” (Feierstein, 2011, 237). En relación con ello, sostenemos que cada construcción del pasado posee diversos efectos en el presente y que el hecho de retomar ciertos sucesos o actores y de olvidar otros no es indiferente: "Hay una lucha política activa acerca del sentido de lo ocurrido, pero también acerca de la memoria misma (...) La 'memoria contra el olvido' o 'contra el silencio' esconde lo que en realidad es una oposición entre distintas memorias rivales (cada una de ellas con sus propios olvidos). Es en verdad 'memoria contra memoria'" (Jelin, 2002, 6).
A su vez, partiremos de Paul Ricœur (2010), quien propone el vínculo entre la narrativa histórica y el relato de ficción, por lo tanto elide la escisión entre los estudios de la historiografía y la crítica literaria. De este modo, esta propuesta se vuelve sumamente productiva para nuestro estudio en tanto tomamos como objeto un texto literario a fin de indagar en los efectos que los procesos históricos tienen en él y también aquellos que la narración produce en la construcción de la memoria.
Partiendo de este supuesto indagaremos en las diversas dimensiones que encontremos en los textos y que se pueden interpretar ya sea como constatación de la realización simbólica de las prácticas sociales genocidas como intentos por romper con ella, por crear grietas. En principio, uno de los aspectos que nos interesa destacar como ruptura con el pasado y con los efectos de las prácticas sociales genocidas es la posición desde la que se enuncia. Hay ciertas posiciones que cuentan con mayor legitimidad para presentar determinados discursos, por ejemplo, aquellos que poseen un vínculo familiar con los desaparecidos. Sin embargo, lo sugerente del corpus es que incluye escritores que son contemporáneos de la generación de hijos pero que no son hijos de desaparecidos, como Terranova y López. De este modo, se resalta cómo la necesidad de reapropiarse del pasado, de tender puentes, interpela no solo a quienes poseen una relación familiar con los desaparecidos o con la "generación de los padres" sino también a un conjunto social más amplio.
3. Empezar a narrar: la persistencia del pasado
“(…) no me interesa construir nada con la obligación de lo previo”
(López, 138) 6.
En el corpus que trabajamos rastreamos una tensión entre la generación de los padres y la de los hijos, quienes escriben hoy. En todos los textos, aunque de diferentes maneras, surge la necesidad de narrar esta problemática, quizás como condición para poder encontrar lo propio. Se parte del presente de los narradores pero constantemente emerge la necesidad de retrotraerse al pasado, a la vida de los padres. En un cuento de Bruzzone también parece evidente esta persistencia del pasado. Mota, hijo de desaparecidos, se había comprado una camioneta con el dinero de la indemnización por la desaparición y muerte de sus padres y con ella decidió hacer un viaje hacia el lugar donde habían sido vistos por última vez. El protagonista en un momento desiste de ese viaje y quiere romper con su pasado, acción que consuma en el fuego, pero fracasó en ese intento lo que lo deja en la intemperie: “Mota sentía la ausencia que se siente frente al espectáculo del fuego, esperaba que las llamas alcanzaran el tanque y anticipaba una explosión magnífica que diese por terminado su estúpido viaje a Córdoba y la tontería de haberse comprado el camión. Pero entonces empezó a llover y comprendió que el fuego se iba a apagar (…) los recorridos para él ahora estaban cerrados” (Bruzzone i, 34). ¿Qué caminos estaban cerrados? ¿Ello supone que los nuevos recorridos son aquellos que tienen que construir desde su presente y no con los “instrumentos” de generaciones anteriores –como lo simboliza la camioneta del padre?
Hay una tensión con discursos que se reifican y obstaculizan la posibilidad de reapropiarse y cuestionar el pasado: "No me llevo del todo bien con los discursos, los clichés semánticos, los golpes bajos, las consignas precocidas, la figura inflada de los héroes mártires. A veces, cuando se grita '¡Presentes!' por los desaparecidos, se me estrujan el alma y las tripas, de sentirme tan sola. Quisiera gritar: '¡Ausentes! ¡Ausentes, ahora y siempre!' (…) No quiero llenar agujeros, por respeto a ellos y a la ausencia misma. No alcanzan las fotos que los recuerden. Ni el acto, ni la baldosa (…) ni nada, porque hay días en que absolutamente nada llena este vacío, esta derrota, esta muerte miserable que nos tocó conseguir, sin laureles, coronas ni glorias" (Urondo, 197). ¿Por qué "no alcanza"? ¿Lo que se reivindica como resistencia por las generaciones de militantes se vuelve “opresor” para los más jóvenes? Parece tratarse de discursos que en general no responden a las búsquedas de estos escritores: "¿Le habían encargado preparar el terreno y él vivía como un hippie para despistar a sus posibles perseguidores? Podría ser, pero nadie iba a dar testimonio de ello. Las preguntas eran pura especulación. Y como nadie iba a responderlas, pensaba Mariana, ¿para qué formularlas?" (Hacher, 135).
4. La búsqueda de una voz propia
"El punto es lo que vos querés, cómo vas recortando el mundo para que tu propia parte quede definida. Quizás lo más difícil allá abajo es encontrar la propia voz, en medio de tanto ruido"
(Semán, 273)
Uno de los problemas que aparecen en los diversos textos de nuestro corpus no es sólo qué contar sino cómo contarlo. De ahí encontramos diversos modos de construir el relato: un poema extenso (Terranova), una crónica por un narrador que no es el protagonista de la historia (Hacher), la narración intercalada de documentos de otros sujetos (Pron), los posts cotidianos y breves de un blog (Perez), la división entre la recopilación de documentos del pasado, el relato de las vivencias cotidianas y la producción más "poética" (Urondo), la novela estructurada en tres dimensiones que suponen espacios y tiempos diferentes (Semán), los cuentos o la novela que comienzan de una manera realista para derivar en la ciencia ficción o en la novela policial (Bruzzone).
En relación con lo anterior, encontramos la hipótesis de Sarlo (1987) sobre la producción literaria durante la dictadura. La teórica señala que esos textos cuestionaban tanto el orden de la representación como el orden de lo representado y que se constituyeron en discursos críticos frente al discurso autoritario que imponía un sentido único. En consecuencia, en los textos se vislumbra la profusión de sentidos así como de diversos modos de narrar. Es por ello que podemos trazar un vínculo entre estas narrativas y las que estamos estudiando. Salvando las distancias con respecto al discurso autoritario, encontramos que otros discursos se pueden reificar de tal modo que los modos de dialogar con ellos se pueden asimilar con los de los textos con los que trabaja Sarlo. Así se entiende la diversidad de los géneros que se trabajan. Sarlo afirma: “La literatura intentó, más que proporcionar respuestas articuladas y completas, rodear ese núcleo resístete y terrible que podía denominarse lo real” (Sarlo, 1987, 25). Nosotros podríamos argumentar que los textos de nuestro corpus también “rodean” una cuestión sobre la que no se reflexiona: cómo narrar desde el presente teniendo en cuenta los efectos del pasado sin adoptar acríticamente discursos sobre dicho período.
El modo de narrar se imbrica con la posición que toma el narrador: "(...) comprendí por primera vez que todos los hijos de los jóvenes de la década de 1970 íbamos a tener que dilucidar el pasado de nuestros padres como si fuéramos detectives y que lo que averiguaríamos se iba a parecer demasiado a una novela policial que no quisiéramos haber comprado nunca, pero también me di cuenta de que no había forma de contar su historia a la manera del género policial, que hacerlo de esa forma sería traicionar sus intenciones y sus luchas, puesto que narrar su historia a la manera de un relato policial apenas contribuiría a ratificar la existencia de un sistema de géneros, es decir, de una convención, y que esto sería traicionar sus esfuerzos, que estuvieron dirigidos a poner en cuestión esas convenciones, las sociales y su reflejo pálido en la literatura" (Pron, 170). Por ello, ciertos autores se sienten que la posición de hijos es “aprisionada”: "Sólo te conozco en la tortura, en el dolor de imaginar que te torturaron. Picana, golpes pentotal colgado, escribo. Las aristas de los vidrios que forman tu imagen siempre terminan clavadas en mi carne, escribo, mártir, una joven San Pantaleón de los 90 de pelo corto como mi hermano o como mi padre, hondamente hijo antes de H.I.J.O.S." (Perez, 26). ¿Cómo dejar de ser meramente “hijos” sin "traicionar" a los padres?
No obstante, esta búsqueda de diversas voces propias y originales repara en todos los casos en remontarse a un discurso anterior: los fragmentos de la investigación del padre sobre el homicidio del hermano de una desaparecida en la novela de Patricio Pron, la carta del padre desaparecido en la crónica de Sebatián Hacher, los legajos y ciertos "protocolos" que inserta Mariana Eva Perez en su libro, los documentos (cartas, testamentos, entrevistas) que cita Urondo, y el formato de poema de Allen Ginsberg en el poema de Terranova.
Indagar en los modos de narrar, en los discursos que se reproducen y en las maneras de distanciarse de ellos lleva a cambiar el foco hacia el narrador. Jelin (2002) como Feierstein (2011) destacan la relación entre la memoria y la identidad. 7 En este sentido, una de las propuestas más singulares es la de Semán quien se diferencia de los textos comentados ya que no utiliza formas o documentos del pasado sino que relata una historia que va desde el presente al pasado, desde acompañar los últimos días de vida de la madre enferma hasta el campo de detención donde torturan al padre. En este trabajo se le da la voz al torturador y se lo hace dialogar con los secuestrados, el propio padre del narrador de la novela. No solo eso sino que también se indaga en la "humanidad" de los represores -enloquecen, se suicidan- y en los efectos que el genocidio tuvo también en ellos y en su familia. De este modo, Semán desarticula la categoría de hijos –que, aunque se haya elidido el sintagma, evoca la idea de “hijos de desaparecidos”- cuando pasa el foco hacia otro hijo sobre el que no se suele reflexionar, personaje que también desarrolla desde su relación filial. Estamos refiriéndonos al hijo de Capitán, el represor, quien al final de la novela mata a su padre. Así, Semán fragmenta en tres partes, tres tiempos y tres espacios y entre diversos personajes (militares, militantes, familiares de ambos) la historia como trabajo de elaboración a fin de discutir y de complejizar la unilinealidad de ciertas explicaciones y de ciertas posiciones que restringen los efectos del genocidio a algunos segmentos de la sociedad. La identidad que se reivindica supone separarse de la reducción al vínculo filial. Quizás esa relación se modifique cuando se cambien las concepciones que se ponen en relación. Es decir, redefinir el pasado, reconstruir la figura de los padres, habilita construir una nueva identidad de los hijos y crear las condiciones de posibilidad para que expresen algo diferente, para hacer de lo heredado algo propio.
5. ¿Quiénes son los padres?
"(...) amarlo hasta los huesos en su descomunal imperfección y no en la chatura de los héroes"
(Semán, 197)
Como mencionamos la construcción de la identidad de los narradores es un problema en el corpus que estamos analizando. En general, se parte de ubicarse exclusivamente como “hijos” o como “detectives de los padres” para discutir con esa posición, lo que supone redefinir la concepción del pasado, de su herencia, de sus padres. Por lo tanto, nos preguntamos cómo es que se conceptualiza a estos actores, a esta "generación" que luchó contra la dictadura y muchos de los cuales se encuentran desaparecidos.
Lo que hallamos en principio es que este movimiento genera fricciones. Encontramos que en los diversos textos hay un punto de partida que se plantea como disruptivo con respecto a cómo se viene configurando la figura de los padres, desde la ironía que utiliza Perez hasta la afirmación de que "[u]na aspiración de restaurar glorias antiguas (...) a Mariana le suena rancia" (Hacher, 9). Sin embargo, en la búsqueda que se emprende ciertas caracterizaciones no logran romper con discursos que venían circulando. Cuando el narrador de la novela de Pron transcribe el discurso del padre sobre los desaparecidos que dio en el sepelio de Burdisso construye una imagen "angelizada": "A Alicia la secuestraron y desaparecieron porque formaba parte de aquella generación que tuvo que luchar para que volvieran las libertades a la patria. Para que personas como Alberto y como todos nosotros pudieran vivir en un mundo sin miedo y sin mordazas. Sin aquellos jóvenes como fue Alicia, no podríamos decir hoy lo que pensamos" (Pron, 148).
A su vez, en la crónica de Hacher aparece la voz de la hija que le resta relevancia política a la militancia del padre: "-¡Un Paulo Coelho montonero!" (Hacher, 80). Lo anterior genera efectos, uno de los más claros es la imposibilidad de pensar como proceso social complejo el período de la dictadura. No aparecen sujetos sociales en coyunturas específicas sino abstracciones que portan características ambiguas e impregnadas de las ideas de víctimas inocentes o ingenuas o, por el contrario, de héroes o ángeles. Esto lleva a caracterizar al período como un paréntesis, una excepción dentro de la historia. Además, produce una desconexión total con el presente: “Yo vi a mi generación perpleja/ cuando descubrió en libros de texto/ Que antes de la dictadura,/ no había problemas para conseguir trabajo.// Yo vi a mi generación perpleja/ cuando supo que a tres años de la carnicería/ Festejaban la primavera camporista” (Terranova, 61). También genera angustia y desolación, que fundan la atmósfera del poema de Terranova, de no poder explicar cabalmente ni encontrar respuestas a las problemáticas actuales: “La ‘realización simbólica’ es el modo por el que opera esta ‘confusión’. La derrota es resignificada como lógica, como inmodificable, como final evidente de toda confrontación con el orden hegemónico. La lucha entonces se comprende desde la ‘equivocación’: fue un error, un disparate, una locura” (Feierstein, 2011, 379).
De todos modos, los textos de nuestro corpus poseen una tensión en su interior y mientras, como vimos, reproducen ciertas imágenes de militantes "ingenuos" también abren grietas con respecto a esta representación ya que las mismas imágenes se reproducen en un tono irónico o de crítica. En el poema de Terranova se expresa esta tensión en la forma de oposiciones: “Desde los míticos y reales Fords Falcon verdes” (Terranova, 51), “Los torturaron pero yo los desprecio” (Terranova, 50). Otra de las grietas frente a las representaciones anteriores la encontramos en la forma de violencia –que mencionamos con anterioridad: “Generación asesina” (Terranova, 55), así denomina Terranova a los grupos que vivieron y lucharon contra la dictadura. Otro de los modos en que se rompe con estas representaciones acríticas sobre la generación de los padres es el cuestionamiento de las decisiones políticas que se tomaron: "(...) las herramientas principales de construcción de poder de la organización fueron la palabra y la discusión, cuyo potencial de transformación es, como sabemos, ínfimo" (Pron, 197). También hallamos que la reconstrucción de la vida cotidiana de los padres es un modo de "desacralizar" el pasado. Perez caracteriza a su padre como travieso en la escuela" (Perez, 69). Ello resulta fundamental ya que uno de los efectos del genocidio es “hacer invisible la humanidad de las víctimas” (Bauman, 1997, 34) y la vuelta a la cotidianeidad permite rescatar esta dimensión. En relación con ello, encontramos la propuesta de Sarlo (2005) acerca de un nuevo espíritu de época que denomina “giro subjetivo”: se valora la reconstrucción de la subjetividad, el acento en los detalles cotidianos y personales y la memoria como identidad no fundamentalmente pública.
Estos recursos parecen abrir la posibilidad de construir un punto de vista propio: "Paty apareció. La Paty de Martín. Sobre esta Paty modelé la mía. La dejé bella, despistada, divertida, ligerita; le agregué inteligencia, vocación y dotes de madre, de las que me hablaron otros. Perfecta, y no era una fantasía [las bastardillas pertenecen al original]" (Perez, 141).
6. Algunas reflexiones finales
"No hay reclamo ni pase de factura, solamente una ironía punk en lenguaje capitalista"
(Urondo, 177)
De Ipola (1997) al analizar el campo intelectual de los 80 entrevé que el espacio que parecía haber para la revisión de los 70 no se concretó. Por ello se reemplazaron unos valores por otros o se hicieron sobrevivir los anteriores, lo que llama "doble discurso". De ahí que se haya producido un "legado trunco" entre las generaciones que vivieron durante la dictadura y aquellos que tienen la edad de sus hijos.
Este “legado trunco” se vuelve dificultoso de apropiar por lo más jóvenes. De ahí también surge la dificultad de abordar estos temas: "No quería preguntarle todo lo que había para preguntar -qué era La Isla, qué estábamos haciendo ahí nosotros, los muertos y los vivos, todos-, en parte porque pensaba que una respuesta demasiado obvia le quitaría el encanto a todo, pero en buena parte por todo lo contrario, por un terror paralizante, miedo a alguna verdad que no pudiera tolerar, o a que no hubiera salida de La Isla" (Semán, 237). Así como también emerge la violencia como reacción frente a lo que aparece como otro que no se puede aprehender.
Por ello creemos que los textos trabajados más que construir su propia versión de la historia lo que realizan es poner en evidencia que ciertas heridas permanecen abiertas y que las suturas fueron provisorias e impuestas y, en muchos casos, que ellas poseen efectos negativos en la actualidad porque esconden dolores que sí siguen teniendo efectos. La violencia con la que se critican determinadas decisiones del pasado o discursos acerca de él no residen centralmente en juicios de valor acerca de lo que se debería haber hecho sino en el cuestionamiento de mantener el mismo discurso del pasado que no responde a las preguntas del presente: "'Nada es comparable. No es nuestro tiempo ni nuestras opciones. Vos escribirás tus cartas, tendrás tus flaquezas, nunca las de él (...) Somos capaces de cosas peores, por causas mucho menos pasionantes" (Semán, 195). La propuesta parece ser no seguir indagando en las mismas discusiones del pasado, sino preguntarse por el presente y hallar allí las huellas de la historia, desde esta posición actualizar el legado.
Estas tensiones que venimos rastreando parecen necesarias para llegar a una conciliación crítica con el pasado que está por construirse: "Se van, tus viejos se van. Se van yendo, son parte tuya (...) Tu historia es lo que hagas con eso, es tu presente" (Semán, 274). Por ello, las preguntas que nos planteamos aquí son: ¿qué particularidades posee este grupo de escritores para compartir los desarrollos que estudiamos? ¿Con qué otros discursos se contraponen? ¿Conforman una generación? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad específicas para que surjan este tipo de discursos?
Notas:
1. Cabe aclarar que, en general, cuando los autores se refieren al “pasado reciente”, en este contexto, es para nombrar el período por el que transcurrió la Argentina desde la última dictadura de 1976.
2. Bruzzone, Felix; 76; Tamarisco, Buenos Aires, 2008; Bruzzone, Felix; Los topos; Mondadori, Buenos Aires, 2008; Hacher, Sebastián; Cómo enterrar a un padre desaparecido, Marea editorial, Buenos Aires, 2012; López, Julián; Una muchacha muy bella, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013; Perez, Mariana Eva; Diario de una princesa montonera; Capital intelectual, Buenos Aires, 2012; Pron, Patricio; El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia; Mondadori, Buenos Aires, 2012; Semán, Ernesto; Soy un bravo polito de la nueva China; Mondadori, Buenos Aires, 2011; Terranova, Juan; El ignorante; Tantalia, Buenos Aires, 2004; Urondo Raboy, Ángela; ¿Quién te creés que sos?, Capital intelectual, Buenos Aires, 2012.
3. Si bien resulta muy sugerente el estudio del contexto y las trayectorias personales que constituyen las condiciones de posibilidad para construir determinados discursos, nos centraremos en el análisis textual del corpus. Las preguntas acerca de si estos escritores pueden conceptualizarse como una generación y sobre las razones por las que pese a sus diferencias coinciden en expresar sensaciones y representaciones similares quedan planteadas para estudios posteriores.
4. "(...) la necesidad de la apertura del debate sobre las formas de la militancia y la política de los 70, encontró su punto más potente en lo que va de la irrupción novedosa de la masividad asamblearia como modalidad del activismo político hasta el debate sobre el no matarás que se inicia con la carta de Oscar del Barco, pasando por el beligerante poema largo de Juan Terranova, El ignorante, y la clara ruptura que significó la película Los Rubios en términos de estéticas, memorias y políticas" (Hernaiz, 2006).
5. Concebirlo como “prácticas sociales” supone que se trata de una construcción social e incompleta; lo que nos conduce a la necesidad de reflexionar sobre el presente como modo de lucha frente a la realización del genocidio.
6. En el presente trabajo las citas correspondientes a los textos del corpus consistirán del apellido del autor y de la página de la cita –en el caso de Bruzzone, autor de dos textos del corpus, lo diferenciaremos según el año de publicación con un “i” y un “ii” seguido del apellido.
7. Zylberman argumenta que en el caso de los directores cinematográficos que son hijos de desaparecidos y realizan documentales contando la historia de sus padres sucede algo similar al caso que estamos estudiando: "(...) estos realizadores no sólo emprenden un camino cuestionador sobre la militancia; lo que estos autores efectúan con sus films es afirmar un yo. Antes que hacer un ejercicio de memoria, estos films le permiten indagar a sus realizadores sobre su propia identidad. Al narrarse en sus films, al autonarrarse, crean y, a la vez, reafirman su identidad, su identidad narrativa” (Zylberman, 2011, 112)
Corpus
Bruzzone, Felix; 76; Tamarisco, Buenos Aires, 2008.
----- Los topos; Mondadori, Buenos Aires, 2008.
Hacher, Sebastián; Cómo enterrar a un padre desaparecido, Marea editorial, Buenos Aires, 2012.
López, Julián; Una muchacha muy bella, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013.
Perez, Mariana Eva; Diario de una princesa montonera; Capital intelectual, Buenos Aires, 2012.
Pron, Patricio; El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia; Mondadori, Buenos Aires, 2012.
Semán, Ernesto; Soy un bravo polito de la nueva China; Mondadori, Buenos Aires, 2011.
Terranova, Juan; El ignorante, Tantalia, Buenos Aires, 2004.
Urondo Raboy, Ángela; ¿Quién te creés que sos?, Capital intelectual, Buenos Aires, 2012.
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