Naghieli S. Amarista Ruiz
Resumen: En el siglo XXI la tecnología está cambiando todo. El arte se ha transformado, los artistas usan herramientas de creación asociadas a los avances informáticos, científicos y tecnológicos, cambiando el sentido y la forma del objeto artístico. Surge así el Arte Interactivo, que no sólo aporta una innovación técnica en las piezas sino que además transforma irremediablemente la relación obra-espectador, ofreciendo nuevas posibilidades y un evidente cambio de paradigma en el ámbito artístico. Este trabajo expone un análisis comunicacional de la interactividad en el arte y cómo esto influye en la relación tripartita artista-obra-espectador.
Palabras claves: Interactividad, arte, espectador, nuevas tecnologías.
* * * * *1. Planteamiento
En la actualidad, la tecnología y el Internet se han convertido en herramientas importantes para el mundo, dominando los medios de comunicación y hasta modificando el comportamiento de las personas que los utilizan. No solamente proporciona una conexión, sino además ha generado redes sociales que constituyen un poderoso medio para llegar a numerosos usuarios en tiempo real.
Vemos a las personas conectadas las veinticuatro horas del día, investigando, chateando con la necesidad de ver, leer y escuchar todo en tiempo real, de apretar botones y que aparezca lo que necesitan automáticamente, definitivamente esto transforma completamente a la cultura. El panorama nos sitúa ante usuarios impacientes que no pueden esperar, que necesitan respuestas rápidas, interactividad.
Este fenómeno está íntimamente relacionado con la utilización de las nuevas tecnologías que han transformado a la sociedad, a la comunicación y a la percepción de la realidad, no quedando exentas de ello las manifestaciones artísticas. Las herramientas de creación ahora se asocian a otros procedimientos, abriendo las posibilidades para el artista, que ya no necesita un pincel para pintar o un rollo de película para fotografiar, sino una computadora y una tarjeta de memoria. Así, la tecnología ha hecho del arte un híbrido que no se desliga de lo tradicional, pero que incursiona en nuevos medios para crear y presentar sus obras.
La corriente artística que se definió como Arte Interactivo, es ahora un concepto. Sin embargo, debe aclararse que su cualidad principal no es nueva. La relación interactiva espectador-obra se da en el arte tradicional, solamente desde un punto teórico y mental. Ahora las piezas en el Arte Interactivo actuales y realmente interactivas tienen como motor principal la tecnología, el artista plástico utiliza herramientas digitales en el proceso creativo y el espectador se convierte en inter-actor, pero no mentalmente, sino que su participación se hace física, teniendo la facultad de cambiar visiblemente la obra.
Para lograr la interactividad se establece una relación de diálogo. Se cambian los procesos de comunicación donde el usuario realiza una acción que es recibida por receptores – sensores piezoeléctricos, cámaras o altavoces- que traducen este estímulo en códigos numéricos. Esta información es procesada por un programa que será el emisor – a través de cornetas, luces, pantallas- que completará la comunicación, dándole una respuesta al espectador, logrando un intercambio dinámico de información.
Primeramente existe el concepto anteriormente mencionado, que no incluye lo digital, teorizado concretamente por Umberto Eco en su libro Obra abierta, donde propone una idea implícita de interacción –no digital- sino mental, partiendo de la contemplación pura, sin participación física.
El autor define la apertura de primer grado, en laque el objeto artístico es creado para que el espectador pueda comprenderlo a través de una sucesión de elementos comunicativos. No obstante, la intencionalidad del autor, se ve condicionada por los paradigmas del que observa la pieza. Desde un punto de vista sociológico, Eco sostiene que lo que se ve no se aprecia puramente llegando de manera directa a lo que es sino que se filtra por conocimientos y experiencias previas. Así:
En el acto de reacción a la trama de los estímulos y de comprensión de su relación, cada usuario tiene una concreta situación existencial, una sensibilidad particularmente condicionada, determinada por cultura, gustos, propensiones, prejuicios personales, de cómo la compresión de la forma originaria se lleva a cabo según determinada perspectiva individual 1.
Esta sería una relación espectador-obra relevante, mas no sería una concepción de interactividad real. La definición que logra aproximarse a la concepción de interactividad de esta investigación es la apertura de segundo grado, también propuesta por Eco, en la que se completa la obra, pero desde la manualidad y producción, el sujeto colabora en el hacer de la obra.
La estética de la recepción planteada por Robert Jauss y Wolfgang Iser, puede tener correspondencia con la idea de Eco. Ha sido el punto de partida para muchas investigaciones y a pesar de que está ideada inicialmente para el caso de texto-lector, esta teoría ha sido aplicada a otros ámbitos. Es una especie de manifiesto de la literatura, en el que se reivindica el rol activo del receptor y su intervención en la obra 2. Plantea precisamente, una nueva visión de la relación que tiene el texto con la recepción, contrario a concepciones clásicas, renacentistas, formalistas, entre otras que dejan por fuera al receptor. Se da paso entonces a una nueva teoría, cuyas bases son que la obra es sólo un texto si no es leída e interpretada por el lector, siendo este un co-creador a través de la lectura e interpretación.
Adolfo Sánchez Vázquez escribe el libro De la estética de la recepción a una estética de participación 3, donde desglosa la teoría de Jauss e Iser –expone sus antecedentes y argumentos-, y partiendo de ésta elabora una idea propia enfocada al arte.
Paul Waelder cita a Sánchez Vázquez que describiendo la teoría de Jauss indica:
Subrayaremos que, para él (Jauss), sin la actividad del receptor no hay obra, y que ésta sólo se constituye en su encuentro, interacción o diálogo con el texto […] Así, pues, no hay un valor o sentido objetivo de la obra, sino sólo como resultado del encuentro del lector o receptor con el texto […] (es) la estructura del texto la que hace posible la intervención del receptor. Y para ello recurre a los conceptos de “indeterminación” y “espacio vacío” que toma de Roman Ingarden. El lector llena estos espacios vacíos, determinando lo indeterminado, en un proceso que Ingarden llama “concreción”) […] La obra de arte, en consecuencia, no es el texto producido por el autor […] sólo es obra de arte por la actualización (o concreción) que el receptor lleva a cabo sobre él. 4
Es decir, sin la participación del receptor, el texto no tiene sentido. Al abordar una obra, el sujeto posee un horizonte de expectativas, identificado por Jauss como “la suma de conocimientos e ideas preconcebidas que determinan la disposición con la que el público de cada época escoge, y por tanto valora, una obra literaria”.5 De ese modo, la percepción del sujeto estará condicionada por factores completamente individuales.
Este tema se aplica al Arte Interactivo haciendo una analogía entre los espacios vacíos. Si bien lo referido en la estética de la recepción representa al ámbito de la literatura, Sánchez Vázquez elabora la estética de la participación, específicamente referida al arte, no vista desde la completación mental solamente, sino también desde la intervención física del sujeto en la obra: “Si el arte es una práctica productiva peculiar, una forma de praxis, un proceso que desemboca en un producto con un cuerpo material, sensible, la intervención del receptor no puede reducirse a un aspecto puramente significativo, ideal o valorativo”,6así justifica el autor el estudio de la participación material y real, una ampliación desde la recepción e interpretación como consecuencia del uso de nuevas tecnologías electrónicas, informáticas y digitales, a partir de los años sesenta. Sánchez Vásquez desarrolla:
Y teniendo presente el desarrollo técnico tan avanzado de la sociedad actual, reconocíamos que, en ella, “se puede extender la relación entre el espectador y la obra utilizando positivamente los medios técnicos modernos…”[…] Ya una serie de logros artísticos, desde los años sesenta a los ochenta, venían a mostrar las posibilidades que los avances de la tecnología ofrecían para elevar y extender la participación creadora del receptor (nombre cada vez más inadecuado), difuminando la imagen del artista como creador exclusivo de obras que el espectador habría de contemplar pasivamente. 7
De esta forma, se describe la relación de la estética de la participación con el Arte Interactivo, ya en la actualidad, con el acceso a tantos avances tecnológicos, la realidad se transforma y el artista crea a través de interfaces y elementos que incitan a la intervención del espectador, convirtiéndolo en co-creador de la obra.
Ahora, esta participación activa del espectador en las obras no es nada nuevo y tampoco es propio de lo digital o de las computadoras. Antes de incluir la tecnología, existieron movimientos artísticos que se valieron de otros recursos para hacer partícipe al público. Esta intencionalidad se dio en piezas de Max Ernst por ejemplo o de Duchamp, incluso hubo artistas que utilizaron la tecnología como László Moholy-Nagy, entre otras iniciativas tecnológicas o no que tocaban lo interactivo.
A pesar de estos antecedentes, es en la actualidad cuando la palabra interactividad es utilizada para denominar diversos procesos, sistemas y proyectos digitales, así surge la publicidad interactiva, el aprendizaje interactivo, entre otros. Sin embargo, en el arte hay muchas piezas que se denominan interactivas y no lo son, técnicamente sus características digitales y sistemáticas encajan en el concepto, pero en su realización y desenlace no cumplen las expectativas.
Giannetti hace una salvedad con respecto a “lo que es interactivo y lo que no”, Internet es considerado como un medio de altos niveles de interactividad por sí solo. No obstante, esto no es cierto, por ejemplo, un click no es interactivo si no hay una transformación; la interactividad “tiene que ser siempre una comunicación en doble vía, una verdadera participación del usuario en el contexto de la obra. Por lo tanto, la obra debe, de alguna manera, poder responder a este envío de comunicación e información del usuario.” 8 Es cierto, que el dominio de la interactividad está asociado a lo tecnológico, pero no debería ser así, porque entrar en esa categoría significa una participación real, donde los roles de emisor y receptor no existen realmente, ya que pueden intercambiarse en una comunicación bilateral. La autora lo ejemplifica:
Está claro, por ejemplo, que la gran mayoría de CD-ROM, aunque se vendan como interactivos, no lo son. Hay un feedback del usuario, pero, como sabéis, un CD-ROM es un sistema cerrado. Por lo tanto, la información es absolutamente cerrada. Hay algunos CD-ROM que si son instalados en el disco duro, podrían abrir un espacio de diálogo con el usuario, pero son muy pocos. Con Internet pasa lo mismo. Siempre se piensa que Internet tiene la máxima interactividad hoy en día, y yo diría que tiene la mínima. La “interactividad” se resume en enlazar y abrir ventanas, y esto no es realmente interactividad. 9
De modo que todo lo que se conoce popularmente como interactivo es importante examinarlo, ya que es un término que se ha puesto de moda y es utilizado, muchas veces, sin mayor reflexión, sólo por el hecho de ser digital o estar en la Web.
Lourdes Cilleruelo, también critica el tema de llamar a la navegación una acción interactiva, diciendo que son “conductas implantadas”. “Las posibilidades son previamente programadas por el artista […] La tarea del espectador-usuario se limita a escoger entre aquellos caminos previamente diseñados y especificados”.10 Son procesos que se dan al azar, pero el control lo sigue teniendo el artista a través del diseño de la pieza.
Pau Waelder cita en una de sus investigaciones un fragmento de las palabras del jurado del premio de Arte Interactivo, en la edición de Ars Electronica de 1997, que explica la transformación del arte gracias a la interactividad:
El término “interactividad” está vinculado a significados generales y esto ya no es ideal para definir obras de arte, que a menudo tienen niveles complejos de interacción. La interacción en estos trabajos (los premiados) toman lugar entre la gente; entre la gente y las máquinas; entre máquinas y máquinas, por lo que surgen interrogantes acerca de muchos asuntos relativos a la manera en que se define la calidad del arte. Pensando en «máquinas» y estética no sólo se cuestiona la originalidad y la singularidad, cosas que se han discutido desde hace algunos años en el media art, sino también la intención del artista, la autoría y los momentos de decisiones tomadas por el hombre y la máquina. Las obras de arte se han convertido en complejas «máquinas» en las que el usuario individualmente no tiene mucho control de la obra, pero coopera, obstruye y dirige.11
Esta definición esclarece un poco el concepto de interactividad. Cuando determina que “ya no es ideal para definir las obras de arte” es porque las piezas han ido evolucionando hacia un territorio más especializado, donde las formas y los sistemas han avanzado para el desarrollo de proyectos distintos, que siguen propiciando la interacción digital, pero de formas más complejas.
Existe una clasificación que expone Cilleruelo, utilizada para el net-art, donde se establece una disimilitud entre los entornos navegables y los interactivos. Los primeros tienen una estructura que no es modificable, ofrecen alternativas de navegación pero limitadamente. Los interactivos en cambio deben ser dinámicos, cambiar de aspecto, generando nuevas experiencias. Tienen un “carácter colectivo” que permite su modificación sea por un humano o una máquina, pero siempre transformándose tanto en el contenido como en la organización. “La estructura no jerárquica permite que cualquier componente algorítmico o humano pueda intervenir, modificando y añadiendo sus propias ideas a la obra”12 Es decir, este tipo de entornos interactivos, tiene una composición interna abierta, que da la posibilidad de que cualquiera pueda transformar la pieza a su antojo.
Cilleruelo cita a David Rokeby para definir los entornos interactivos:
Son aquellos que no sólo son capaces de ofrecer una respuesta, sino que además también poseen la virtud de reflejar la conducta del espectador, hecho que determina el grado de interacción. […] Una interacción no es significante a menos que la obra disponga de mecanismos que posibiliten un intercambio enriquecedor para ambas partes, es decir para la obra y para el espectador. 13
Claudia Giannetti coincide con esta afirmación. La autora habla de una participación intuitiva del espectador y reafirma que eso es lo que hace distinta la experiencia, el diálogo que se genera cuando una obra posee interactividad digital. Al aproximarse a una pieza, muchas veces el sujeto no tendrá instrucciones o no las entenderá hasta experimentar y buscar la participación, es en ese proceso que se conforma el proceso interactivo.
2. ¿Espectador = Interactor?: aparece un nuevo rol
Varios de los conceptos utilizados en torno a la interactividad, son enfocados hacia el ámbito científico o pedagógico, pero no desde el punto de vista del arte. En el Arte Interactivo es preciso concretar términos como usuario, espectador, obra, entre otros, ya que tanto el papel del espectador, como el de la pieza, sufren una transformación importante.
La interactividad en función del arte tiene diversas definiciones, algunos investigadores colocan en un mismo grupo a todos los trabajos creativos que tengan como herramienta aparatos digitales; no obstante, no siempre son interactivas. Según Geller Hernández:
El Arte Interactivo queda referido a los trabajos de los artistas que utilizan los sistemas informáticos, sus recursos, los programas y sus dispositivos de entrada y salida, para generar operaciones de doble sentido, de trascendencia significativa, entre estos elementos y el público, o entre el público a través de los elementos. 14
Estas características técnicas son de primordial importancia, ya que a pesar de que algunas piezas son menos interactivas que otras, tienen como premisa la utilización de dispositivos de entradas y salidas que propicien la participación activa del espectador. De hecho se podría decir que a través de esta tecnología abierta al público, es que el artista logra que la obra se desarrolle.
Waelder, define el Arte Interactivo desde este punto de vista:
Las obras de Arte Interactivo establecen una relación dialógica entre espectador y obra de manera que son las acciones del primero las que dan forma a esta última, hasta el punto en que la obra no “existe” si no hay un espectador interactuando con ella. Típicamente tienen forma de instalación, en la que el visitante genera un input por medio de su presencia (detectada por sensores), o bien accionando dispositivos dispuestos a tal efecto. La obra crea unas condiciones básicas para su funcionamiento, pero es la acción del espectador la que proporcionará un resultado único en cada ocasión. 15
Esta definición del autor está asociada directamente con la estética de la participación antes mencionada, es tan importante el espectador que la obra no existe sin su intervención. Pero, no siempre el artista logra este objetivo. Y en este punto es elemental resaltar la relevancia de la interfaz, que es la conexión usuario-máquina, si no funciona bien, permitiendo que el espectador envíe datos que la maquina pueda procesar, interpretar y responder –generalmente con texto, imagen o sonido-, la comunicación no fluye y la obra fracasa, porque, en todo caso, si la máquina no procesa los datos que introduce el usuario o no es capaz de dar una respuesta que éste entienda, antes de que pueda completarse el proceso, el receptor desistirá por falta de entendimiento.
Waelder comenta que estas oportunidades de interacción se dan en lo que él llamaría “espacio sensible”, en el cual se encuentran una serie de dispositivos, de cualquier naturaleza, 16 que propician la intervención del espectador, para que se forme como consecuencia un “espacio de respuesta”, que es el que refleja el resultado de esa participación, donde el usuario ve, escucha o siente el efecto de sus acciones.
Esta relación se traduce en un ciclo en el que el usuario mantiene una relación dialógica con la obra, un proceso de comunicación complejo, que según los tipos de interfaz, tienen mayor o menor interactividad. El espectador es invitado por la obra a ser partícipe del proceso creativo; no obstante, la obra debe ser lo suficientemente amable –a nivel de programación y dispositivos- para que el receptor se sienta incitado a ser emisor también.
Claramente existe un proceso desde que el sujeto comienza a utilizar el sistema, hasta que el sistema responde. Se determinaría de esta forma: El usuario comienza a teclear por ejemplo, luego inicia la actividad, la computadora inicia la respuesta, posteriormente la completa. Durante el desarrollo de las acciones existe un tiempo para el pensamiento y planificación del usuario y otro para la respuesta. Los tiempos de respuesta no se dan igual que en un modelo de comunicación normal, el ser humano tiene una estructura y velocidad de pensamiento distinto al de una máquina, esto se traduce en tiempos específicos, que hay que tomar en cuenta al analizar la relación entre la obra y el espectador.
Colocando la interfaz como factor fundamental, es importante analizar al espectador desde la percepción que éste puede tener sobre la pieza, técnicamente debería tratarse de una relación humano-máquina simple, despojada de cualquier contexto como tal; sin embargo, al igual que lo que ocurre con el arte tradicional, el que observa la pieza lleva consigo un bagaje de información cultural, social que contextualiza el placer estético. Lo que llamaba Jauss el Horizonte de expectativas.
La obra de arte interactiva significa un paso desde la teoría estética clásica, centrada en el objeto de arte, hacia una nueva teoría que tiene como punto de referencia principal el observador, el público, el usuario. El proceso predomina sobre la obra; en consecuencia, el objeto desaparece en el proceso electrónico. Se genera una relación absolutamente temporal, dinámica y cambiante, que sustituye la idea de espacio y forma permanentes y estáticos del objeto de arte en la estética clásica 17
En esta transformación, cobra importancia el proceso interactivo y la pierde la obra como tal. Es un cambio en la visión que le da prioridad a la interactividad y al desarrollo de la comunicación dinámica entre la obra y el espectador. Sánchez Vásquez habla de la relación entre el sujeto creador, el objeto producido y la recepción de ese producto:
A lo largo de la historia de las ideas estéticas […] la atención a los términos de la relación tripartita ya antes señalada (artista-obra-receptor) no sólo ha sido desigual, sino incluso inexistente para uno de sus términos: el receptor. Y así podemos comprobar que unas estéticas, como las románticas, psicologistas o sociológicas, han concentrado su atención en el sujeto creador, ya sea éste individual o colectivo, en tanto que otras –las formalistas, estructuralistas y objetivistas- sólo tienen ojos para la obra, desprendida de su creación y recepción. Y cuando unas y otras fijan su mirada en el receptor, sólo le asignan un papel pasivo, ya sea -respectivamente- el de reproducir lo que el artista ha puesto en la obra, ya sea el de descubrir lo que ésta encierra en sí misma, al margen de las intenciones del autor o de sus efectos en el receptor. 18
Con el Arte Interactivo se desdibujan los límites entre los roles, la visión se redirige hacia la interactividad. Dyaz y Aragoneses señalan otra consecuencia de esta transformación: “el artista que decide añadir cierto grado de interactividad en su obra, de algún modo está perdiendo protagonismo a favor del o de los espectadores”.19 No sólo cambia la obra sino la intencionalidad del arte en sí. El artista como genio desaparece, dando paso a una concepción más participativa. Ahora el proceso creativo no está basado en el creador viéndose a sí mismo y sus ideas, sino que necesariamente tiene que dirigir la mirada hacia quien va a ver, utilizar y manipular la pieza.
Por esta razón, el artista debe estudiar al usuario, para poder crear un mediador que genere resultados satisfactorios, sólo conociéndolo logrará crear una comunicación bidimensional. Así lo señala Gustavo Zalamea en Arte y localidad, modelos para desarmar:
De la participación receptiva a la activa. El Arte Interactivo concentra obligatoriamente su atención en la observación del comportamiento (o patrones de comportamiento) de la persona que interactúa. El público pasa de ser observador a ser observado; de ser un espectador a ser un usuario. En esta interacción, el desplazamiento no debe ser tomado simplemente como un mero efecto, sino como una posibilidad que amplía el radio de acción de los participantes. Los participantes gestionan, definen y perfilan nuevas situaciones 20.
Pau Waelder llega a una serie de características conclusivas del Arte Interactivo bastante acertadas. Parafraseando sus argumentos, la obra interactiva crea una relación de diálogo con el espectador y emplea como herramienta creativa las tecnologías electrónicas o digitales basadas en interfaces técnicas que condicionan la interacción de la obra y por esta razón cada pieza tiene una interfaz particular. El espectador adopta un papel activo en el proceso y pasa de ser observador a convertirse en operador, interactor 21 o usuario, ya que sin interacción la obra no existe sino en potencia, cuestionando de esta manera los conceptos tradicionales de producción y recepción de la obra de arte, así como la noción de autoría de la misma. 22
La interactividad transformó el arte. Ya no es esa obra inmaculada, intocable, sólo alcanzable a través de la contemplación, ahora necesita del espectador para existir y propicia una cercanía, contraria a la distancia impuesta por los sistemas de museos. Ahora es un objeto que debe ser utilizado, manipulado y transformado por el público. Las piezas de Arte Interactivo nunca estarán listas, siempre estarán transformándose, ya que el artista proporciona posibilidades que las personas explorarán logrando hasta situaciones imprevistas. Ahora el artista invita al espectador a crear con él, reinventando la obra con cada interacción.
El Arte Interactivo es importante para la historia, no sólo porque forma parte de la Era de la Información en la que vivimos, sino que además constituye un cambio de paradigma. La manera de ver el arte se ha transformado, con la interactividad se han abierto caminos para el espectador y se han estrechado las distancias. Las piezas que pertenecen a este movimiento, al utilizar una base digital, posiblemente tengan dificultades al pasar el tiempo, como la obsolescencia, tener que cambiar de sistemas operativos, porque los medios van cambiando, etc.; sin embargo es un obstáculo que obliga al artista y a su obra a reinventarse constantemente y esto da paso a más innovaciones y procesos creativos, es una cadena interminable de posibilidades.
Ante la transitoriedad, la única manera que tiene el arte de sobrevivir es la adaptación a la situación actual, donde lo artístico se tecnifica y lo tecnológico se humaniza. No puede mantener el sentido tradicional, tiene que amoldarse al inevitable destino del desdibujamiento de las fronteras disciplinarias.
Notas
1. U.ECO, Obra abierta. Barcelona, 1992, p. 33
2. Es importante resaltar que se refiere siempre con obra a las piezas literarias y no de arte como tal.
3. A. SÁNCHEZ VÁZQUEZ, De la estética de recepción a una estética de participación. México D.F, 2005
4. P. WAELDER. Arte interactivo: nuevas estrategias en la relación dialógica entre el espectador y la obra de arte.Barcelona, 2008,p. 25
5. D. VIÑAS PIQUER, Historia de la crítica literaria. Barcelona, 2002,p. 499
6. S. MARCHAN FIZ, Real/virtual en la estética y la teoría de las artes. Barcelona, 2006,p.20
7. S MARCHAN FIZ, ob.cit.,p. 24
8. C. GIANNETTI, “La producción de contenidos culturales: arte, patrimonio, canales de difusión,” en Institut de Cultura: Debates Culturales. Sesión 6, Barcelona, 2002, p.1, consultado el 20 de julio, 2011, http://www.uoc.edu/texto
9. C. GIANNETTI, Ob.cit.
10. L. CILLERUELO. Arte en Internet: Génesis y definición de un nuevo soporte artístico. País Vasco, 2000. p.220. Consultado el 20 de agosto, 2011, http://www.ehu.es/arteytecnologia/lcilleruelo/textos/arte_de_internet.pdf
11. P. WAELDER. Ob.cit.,p.22.
12. L. CILLERUELO. Ob.cit.,p.237
13. L. CILLERUELO. Ob.cit.,p.216
14. G. HERNÁNDEZ. El Arte Interactivo de inmersión como experiencia lúdica. Venezuela, 2008, p.39
15. P. WAELDER. Ob.cit.,p.12.
16. Podría tratarse de cualquier cosa, desde un teclado, mouse, botones, sensores de movimiento, palancas, sacos de boxeo, tablas digitalizadoras, pinceles, micrófonos, etc.
17. C. GIANNETTI, El espectador como interactor. Mitos y perspectivas de la interacción, p. 2: Conferencia pronunciada en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela CGAC, 23.01.2004
18. S. MARCHAN FIZ, Real/virtual en la estética y la teoría de las artes. Barcelona, pp. 17-18
19. A. DYAZ Y J. ARAGONESES, Arte, placer y tecnología. Madrid,1995, p.43
20. G. ZALAMEA TRABA. Arte y localidad modelos para desarmar. Bogotá, 2006, p.313
21. El término interactor (que proviene del teatro) nos permite definir este nuevo perfil de espectador. Acuñado para este tema por Claudia Giannetti.
22. P. WAELDER. Ob.cit., p.23
Referencias Bibliográficas
Adolfo Sánchez Vázquez, De la estética de recepción a una estética de participación, (México D.F: Relecciones, 2005)
Waelder Pau, “Arte interactivo: nuevas estrategias en la relación dialógica entre el espectador y la obra de arte”.(Memoria de investigación, Universitat de les Illes Balears, 2008)
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Marchan Fiz Simón (comp.), Real/virtual en la estética y la teoría de las artes,(Barcelona: Paidós-Fundación Carolina, 2006)
Giannetti Claudia, “El espectador como interactor. Mitos y perspectivas de la interacción” (Conferencia pronunciada en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela CGAC, Galicia, 23 de Enero, 2004)
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Hernández Geller, “El Arte Interactivo de inmersión como experiencia lúdica”.(Trabajo de ascenso, Universidad Central de Venezuela, 2008)
Dyaz Antonio y Aragoneses Julián, Arte, placer y tecnología, (Madrid: Anaya Multimedia, 1995)
Zalamea Traba Gustavo, Comp. Arte y localidad modelos para desarmar, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2006)