En un principio, la discusión en torno a la sustentabilidad de la actividad turística giró en torno a la dimensión ambiental, luego, y de forma progresiva, abarcó temas más amplios: sociales, económicos e incluso, políticos.
El turismo puede desencadenar efectos no previstos y, en muchos, casos opuestos a los deseados. La sustentabilidad de la actividad debe analizarse de forma integral, contemplando las diversas implicaciones e interrelaciones entre los sistemas sociales, ambientales, económicos y políticos de los lugares de destino.
En particular, no deben olvidarse las formas, enfoques y visiones en que se concibe y se pone en marcha la actividad turística, ni los efectos combinados y acumulados que las actividades que lo conforman están en capacidad de causar. En algunos casos un impacto puede causar
Desde la perspectiva del enfoque que se privilegie, el concepto de sustentabilidad social puede incorporar elementos claves pero controversiales relacionados con temas como:
Equidad, Desarrollo Social, Gobernabilidad, Democracia y Participación.
En principio, se considera que el Turismo Sostenible, desde la perspectiva social, debe orientarse a equilibrar los costos y beneficios del desarrollo de la actividad entre los actores involucrados y generar oportunidades para la comunidad anfitriona (la población local y regional), de manera que se maximicen los impactos positivos y se eviten, o reduzcan al mínimo, los impactos negativos; y, si esto no se logra, puedan ser compensados de forma adecuada.
Desde la perspectiva de la equidad se busca que los beneficios e impactos generados tengan un efecto positivo sobre:
Desde la perspectiva económica la actividad debe, de forma efectiva, dinamizar la economía, encadenar procesos productivos, vincular y complementar la oferta de bienes y servicios, fortalecer circuitos, crear y ampliar clústeres de manera que no se produzca o se reproduzcan los modelos de enclaves con características y patrones insostenibles de uso, manejo, extracción de recursos, producción de desechos y exclusión socioeconómicas y culturales, entre otras.
La actividad debe desencadenar un efecto multiplicador sobre las economías mejorando los niveles, calidad y alternativas de empleo; estabilizando y elevando los ingresos de los pobladores rurales. Al jugar un rol importante en la multiplicación de las oportunidades laborales y productivas, el turismo debe contribuir, como un todo, al mantenimiento y retención de amplios grupos de población en los espacios rurales, por lo general expulsores netos de población.
Desde la provisión de bienes y servicios el turismo requiere del mejoramiento permanente y ampliación de la calidad y cobertura de la infraestructura educativa, salud, servicios públicos, comunicaciones y equipamientos sociales, por eso es importante a la hora del desarrollo de productos étnoturisticos poner atención a los siguientes criterios:
En primer lugar: el tamaño o escala de la actividad (número de turistas y frecuencias de las visitas); en segundo lugar, y muy relacionados con el anterior, las características del producto turísticoque se ofrezca en términos de las especificaciones de los bienes y servicios ofrecidos (por ejemplo ecoturismo vs. Turismo de lujo); y, en tercer término, la tecnología y recursos utilizados para garantizar la provisión de infraestructura, equipamiento, bienes y servicios ofrecidos a los turistas.
Estos tres elementos tienen una incidencia directa sobre las características de la demanda e intensidad en el uso y consumo de recursos naturales renovables y no renovables (agua potable y energía); la producción de desechos, vertimientos y emisiones y la producción de olores molestos; la contaminación del suelo y el agua, como auditiva y visual, entre otros elementos que en últimas instancias incidirán sobre la capacidad natural de los ecosistemas para auto regenerarse.
En cuarto lugar, y no por eso menos importante, la ubicación.Éste es otro elemento clave dadas las características específicas del lugar que se pretende sea el de destino. Lo anterior, procurando prever cúal es la fragilidad y sensibilidad de los atractivos, en principio esas condiciones impondrían límites respecto a la capacidad de carga y vulnerabilidad de la diversidad cultural y biológica del lugar frente a las actividades turísticas. Es posible, incluso, que aún el ecoturismo no sea una alternativa viable en un área protegida de características únicas. En síntesis: el tamaño y escala de la actividad, la tecnología utilizada, la ubicación y características únicas del lugar de destino y los posibles efectos acumulados y combinados de las actividades turísticas, determinan la gravedad y magnitud de los impactos, así como la posibilidad de que en un momento dado se tornen irreversibles.
Es importante no olvidar que al análisis de sustentabilidad en cada una de las dimensiones descritas, deben agregarse los impactos diferenciales de las actividades y servicios específicos puestos a disposición de los turistas, en especial en lo que toca a bienes y servicios dirigidos al entretenimiento, esparcimiento o la recreación.
Por otra parte, un proyecto debe poner atención específica en la sustentabilidad Socio económica y cultural, la cual se dedica a establecer y prevenir la ocurrencia de los impactos negativos en las comunidades que la actividad económica generada por el turismo y sus actividades conexas puedan concebir. A estos elementos corresponden los cambios en la estructura social y productiva, los cambios en hábitos y modos de vida, costumbres de las comunidades locales y de toda el área de influencia del proyecto turístico.
Entre los impactos económicos negativos más relevantes podemos destacar:
Según datos de Schulte (2003)1 , del precio pagado por el turista en cada desplazamiento, entre el 11 y 12% se queda en la agencia que vende los servicios, el 30 a 35% en la empresa aérea, del 38 al 45% en el hotel y del 9 al 11% en el mayorista operador del tour; sólo del 2 al 4% se queda en manos de la agencia operadora de destino, y sólo el 20% de los gastos realizados en el país (es decir, apenas el 7% de los gastos totales de viaje) llega a la población local bajo la forma de salarios, compras de productos o remuneraciones por prestación de servicios; el restante 80% permanece en las capitales y centros económicos nacionales o internacionales.
Los impactos culturales tienen que ver con los cambios bruscos en las costumbres, tradiciones y formas de vida de las comunidades anfitrionas. Son procesos de transformación que las homogeneízan y las ligan de forma cada vez más estrecha a la economía de mercado, que alteran formas ancestrales de relación e intercambio, formas de solidaridad, uso del tiempo y concepción del trabajo, sueños, deseos y aspiraciones. Estos efectos tienen un impacto más relevante sobre grupos étnicos en los que se evidencia una transformación de la orientación colectivista de la comunidad hacia una individualista.
Se pueden generar también procesos de urbanización y homogenización de los ámbitos rurales que, posteriormente, conducen a la pérdida del atractivo de todo aquello que incorpora lo rural como alternativa de vida, de esa manera, al perder valor son despreciados o reemplazados y en lugar de ser aprovechados como recurso se generan procesos de erosión o extinción irreversible del atractivo.
Además de los mencionados, se han identificado otros muchos impactos significativos, acumulativos y correlacionados sobre la diversidad cultural, biológica, la salud pública, el patrimonio arqueológico y cultural, tanto de carácter tangible como intangible.
1 (Schulte: 2003: 30).
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