1.2.2. El Periodo Científico de la Contabilidad.
Este periodo está comprendido entre 1840 hasta nuestros días.
El siglo XIX se denomina como “El siglo de los contrastes” porque en él se asiste a un importante esfuerzo para elevar la contabilidad a la altura de una técnica realmente científica; pero donde también fueron innumerables los autores que se destacaron por la mercantilización de la contabilidad con publicaciones de muy escasa valía, tanto técnica como en teoría.
El siglo XX, conocido como “el siglo de la organización científica”, toma una nueva orientación con una serie de importantes estudios, que se desarrollaron a partir de la primera guerra mundial, donde la técnica contable sigue buscando el camino de prestar los servicios que razonablemente pueden esperarse de ella por las nuevas disciplinas de la organización científica y la economía de la empresa, lo cual obliga a considerar la contabilidad desde un ángulo nuevo, ya no como una técnica autónoma como pensaban algunos autores y no pocos contemporáneos. De otra parte se desarrolla una poderosa corriente de pensamiento contable, desde teorías que germinaron hace más de dos siglos y que aún hoy continúan encontrando adeptos, que han estimulado el nacimiento de múltiples ramificaciones, que cada vez hace más difícil trazar unos claros límites de separación entre autores y doctrinas, así como aplicaciones de la contabilidad a nuevos campos (social y ambiental), y nuevos conceptos como “la contabilidad pura”.
La contabilidad entra a desempeñar un importante papel de contribuir a dotar a la empresa de una racionalidad científica, con el objeto que esta importante célula económica y social, pueda cumplir con su cometido propio de lograr la máxima eficacia y utilidad, y para la sociedad en general el mejoramiento continuo de las condiciones de vida de la población, donde el crecimiento vaya de la mano de la equidad y la justicia -responsabilidad social -, en donde la gestión ambiental constituya uno de los pilares básicos para satisfacer las necesidades actuales, incluso la viabilidad de pervivencia en el futuro – sostenibilidad ambiental -.
Son variadas las clasificaciones de las teorías contables, que del periodo científico, se hacen y asumen los diferentes estudiosos:
1.2.2.1. Vlaemminck (1961, 235 – 373) hace la siguiente clasificación:
Cuadro 1 Clasificación del Pensamiento Contable Científico según Vlaemminck
Siglo XIX o Siglo de los Contrastes: |
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Siglo XX o Siglo de la Organización Científica: |
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Fuente: elaboración propia.
1.2.2.2. Las corrientes doctrinales contables que identifica el profesor Montesinos (1978) citado por Harold Álvarez (2001, 15) son:
1.2.2.2.1. Doctrinas jurídico.-personalistas,
1.2.2.3. El profesor Leandro Cañibano identifica tres programas a partir de la reflexión teórica de Paciolo en 1494 (Álvarez 2001, 27):
1.2.2.3.1. Programa legalista (1494 – 1914),
1.2.2.3.2. Programa Económico (1914 – 1960),
1.2.2.3.3 Programa Formalizado (1960…)
1.2.2.4. Harold Álvarez (2001, 29 ) menciona que el Profesor Jorge Tua para describir el proceso de formulación doctrinal y de regulación contable en Estados Unidos de América, aplicó para la reconstrucción histórica del quehacer contable esta metodología, identificando dentro del Programa Formalizado tres subprogramas:
1.2.2.4.1 Subprograma de búsqueda,
1.2.2.4.2 Subprograma Lógico,
1.2.2.5. Finalmente el Profesor Álvarez (2001, 33) menciona que 1986 el Profesor Richard Mattessich en su artículo “Un examen científico aplicado para un estructura metodológica”, muestra el progreso en materia de investigación contable, a partir de los planteamientos epistemológicos de Lakatos, Balzer, Stegmuller y Bunge, donde examina como las ideas de estos autores pueden ser aplicadas de manera significativa a la moderna teoría contable y al análisis de la información, agrupando la reciente actividad investigativa contable en tres tradiciones o programas:
1.2.2.5.1. Tradición Investigativa de Gerencia
1.2.2.5.2. Tradición Investigativa de Valuación –Inversión
1.2.2.5.3. Tradición Investigativa de Información - Estrategia
1.2.2.1. Clasificación de Vlaemminck.
1.2.2.1.1. Desarrollo de la técnica: Retomando la clasificación planteada por Joseph-H Vlaemminck (1961, 235 – 373) se pueden señalar respecto al desarrollo de la técnica dos escuelas:
1.2.2.1.1.1. La escuela unicontista se conoce como la teoría de una sola serie de cuentas, la del propietario .
Esta teoría considera a las cuentas, desde el punto de vista de la separación de la empresa y el propietario, donde la teneduría de libros por partida doble consiste en que todo capital empleado en el comercio es un capital confiado a la empresa que lo administra, del cual esta debe rendir cuentas, es decir, dónde está, en qué manos y en qué forma se encuentra, cómo y en qué momento ha aumentado o disminuido. El comerciante se encuentra situado, de cierto modo, por fuera de la empresa a la que pertenece, teniendo una cuenta donde figuran las cantidades que aporta y todas las que retira del capital. La cuenta de capital, por tal razón es acreedora, enunciando un pasivo, pues expresa el capital confiado y que debe ser restituido. (Vlaemminck 1961, 251– 258)
1.2.2.1.1.2. Las teorías matemáticas se desarrollaron a finales del siglo XIX y XX, de manera inicial en Francia y Bélgica, cuyos autores2 trataban de dar una base científica a la contabilidad, relacionándola con una ciencia principal, buscando una forma racional de presentar el juego de las cuentas relativas a los productos del trabajo y a las transformaciones del capital, es decir, las cuentas de la coordinación racional de la producción, la distribución y el consumo de las riquezas privadas y públicas. Concluyen que la contabilidad es una rama de las matemáticas 3 y que ha de clasificarse en las ciencias exactas.
Esta concepción contable está relacionada también con la economía, tal como lo consideran los autores del Plan de Cuentas Internacional adoptado en las Jornadas Internacionales de la Contabilidad celebrado en Paris en 1953, quienes pretenden apoyar su doctrina en el registro de los movimientos de valores en las empresas y las comunidades, de acuerdo con el desarrollo exacto del ciclo económico.
Esta complementación muestra como a pesar que muchos autores utilizan las notaciones algebraicas o fórmulas matemáticas se adhieren o se integran con otras escuelas contables.
1.2.2.1.2. Desarrollo científico de la contabilidad:
1.2.2.1.2.1 Siglo XIX o siglo de los contrastes: la evolución de pensamiento contable Italiano vuelve a resurgir en el siglo XIX 4 con un grupo de autores de talla excepcional, superando a sus colegas franceses. Para algunos historiadores dicho pensamiento alcanza su pleno desarrollo en 1840 con la obra del “Padre de la contabilidad Italiana” Francesco Villa, considerando a partir de allí que la contabilidad inicia una nueva era en su historia y se convierte en una verdadera ciencia. Villa comienza por delimitar el alcance de la contabilidad, donde la teneduría de libros y la aritmética es la parte mecánica de la contabilidad que no se puede considerar como ciencia. Considera que el conjunto de principios económicos – administrativos aplicados al arte de llevar las cuentas o libros, conocer su naturaleza, normas, leyes y costumbres, es lo que hace un auténtico contador capaz de juzgar el resultado de una administración.
El historiador Federigo Melis en su obra Storia Della Ragioneria (1950) citado por Vlaemminck (1961, 272) agrupa a los autores de este periodo en tres Escuelas: La Lombarda (Francesco Villa), La Toscana (Francesco Marchi y Giusepppe Cerboni) y La Veneciana (Fabio Besta).
1.2.2.1.2.1.1 La Escuela Lombarda (Francesco Villa). Considera el control como el objetivo de la contabilidad y le reconoce como campo de acción la organización de la empresa y la administración del patrimonio.
El tratado Francesco Villa está integrado por tres partes: la primera por los conceptos económicos- administrativos, la segunda por la teneduría de libros y sus aplicaciones más usuales y la tercera por la organización administrativa y la revisión de cuentas.
Más de medio siglo antes de los trabajos de Taylor, de Fayol y sus escuelas, Villa en sus ‘Elementi di amministrazioni e contabilitá’, realiza un estudio sobre el problema de la división del trabajo, de la previsión, de la organización y del control, al considerar a la contabilidad y a su instrumento (la teneduría de libros), como parte integrante de la organización y de la gestión administrativa de las empresas.(Vlaemminck 1961, 272 – 274)
1.2.2.1.2.1.2. La Escuela Toscana: Esta dominada por la teoría personalista de las cuentas.
Francesco Marchi plantea en su obra de 1867 ‘Cinquecontisti’, que todas las cuentas son personales y expresa que son cuatro clases de personas las que tienen interés en la empresa: los consignatarios (sustancia de la empresa), los corresponsales, el propietario y el administrador. Considera que las cuentas están abiertas a las tres primeras categorías, que son verdaderamente los deudores por todo lo que tienen en el Debe, y acreedores por todo lo que tienen en el Haber de la empresa. 5.
Marchi se destaca también por la aplicación que hizo de su método a la contabilidad pública italiana.
En 1886 Giuseppe Cerboni en Roma publica su obra fundamental donde expone la teoría y el sistema conocido como la Logismografía, que se cree la más moderna expresión de la teoría personalista. Considera que toda operación administrativa produce relaciones de cargo y abono entre las personas naturales o jurídicas, susceptibles de ejercer derechos y contraer obligaciones por sí mismas o por su representación, que poseen interés o desarrollan una acción en la empresa, es decir, se diferencia de Marchi en cuanto al grado o el carácter de esa responsabilidad.
Esta teoría personalista es al mismo tiempo jurídico-administrativa, es decir, considera la entidad económica “empresa” desde el ángulo de las relaciones jurídicas resultante de la actividad de las personas que están encargadas de la gestión y la administración y de las terceras personas interesadas en ella: propietario, administradores, agentes y corresponsales. El propietario es la persona o el conjunto de personas a las que incumbe la responsabilidad total y definitiva de los resultados.
Se concluye que la Logismografía implica la serie de relaciones jurídicas y económicas que vinculan al propietario con la empresa, la cual tiene, a su vez, derechos y obligaciones. Aquí se desborda el campo del derecho, integrando la concepción jurídica al fenómeno económico que le es correlativo.
La organización contable de una empresa basada en la teoría Logismografía busca registrar la expresión directa de los hechos administrativos, donde los abonos y los cargos del propietario corresponden a cargos y abonos iguales de los agentes o depositarios y corresponsales o deudores de la empresa (azienda). El administrador es aquella persona que ha recibido el mandato para administrar las diferentes actividades y operaciones que tiene la finalidad de conservar el patrimonio, mejorarlo y obtener el máximo rendimiento con el mínimo costo.
Otros de los principales propagadores de las ideas de Cerboni fue Giovanni Rossi1845 – 1921, quien igual que Michele Riva, F.A. Bonalumi, Giovanni Massa, Vincenzo. Gitti y E. Mondini conformaron la Escuela Cerboniana también conocida como la Escuela Logismografica. (Vlaemminck 1961, 274 - 282)
1.2.2.1.2.1.3. La Escuela Veneciana: su fundador es Fabio Besta 1845 – 1922, quien se aparta por completo de Cerboni y retoma a Villa, analizando su teoría económica y construye su Teoría Materialista basada en el valor del elemento patrimonial representado por la cuenta. Esta escuela encabezada por Besta se le ha llamado también como “Histórica” al recurrir al método histórico.
Publica sus obras desde el siglo XIX, pero la principal La Ragioneria es presentada en tres volúmenes entre 1909 a 1910. Para Besta la contabilidad como técnica científica le corresponde el control económico, considerándola una ciencia de aplicación concreta o material, en tanto ciencia de control, considera que ocupa un lugar entre las ciencias morales, lo cual Villa lo considera uno de los objetivos principales de la contabilidad.
La Statmografía de Emanuele Pisani se define como el sistema de la partida doble, en forma sinóptica, que se basa en el balance entre los hechos estáticos (situación económica que informa acerca del capital neto y las modificaciones) y los hechos dinámicos (situación administrativa que indica el movimiento de los valores del debe y el haber durante el ejercicio) y la situación final es el balance de resultados, que es el diferencial entre este tipo de hechos o sea los resultados económicos administrativos, donde se condensan los hechos modificados. En el libro de los “Balances Sintéticos” presenta las operaciones administrativas en su conjunto en tres balances: el balance de la situación económica, el movimiento administrativo – gestión- y el balance de resultados económicos- administrativos. En el libro de “Balances Analíticos” desarrolla los “Balances Sintéticos” con detalle. Pisani utiliza también el cuadro de contabilidad y las minutas de las cuentas, a imitación de la Logismografía.
Pisani establece un interesante enlace entre el balance y el presupuesto: en el libro de balances sintéticos inserta un balance de ingresos y gastos previstos, y en el balance de resultados económicos-administrativos una cuenta o balance de resultados administrativos. (Vlaemminck 1961, 282 - 286).
Pisani dice Melis, citado por Vlaemminck (1961, 284), se encuentra entre el pensamiento de Besta en cuanto se refiere a la teoría de las cuentas y de Cerboni en lo que atañe a coincidencias respecto al método de registro.
En España en el siglo XIX no existe una línea definida en la evolución del pensamiento contable y sus inquietudes nacen de traducciones de las obras francesas e italianas.
Surge en España la contabilidad demostrativa de Bonifacio González Ladrón de Guevara, que ataca con dureza la partida doble en general y a la Logismografía, que tiene no pocas coincidencias, casi un siglo después, con E.T. Jones.
Otros autores españoles que figuran con importantes escritos son: Manuel Víctor De Christantes y Cañedo (Tratado de cuenta y razón, o cuentas del español Jeremías, inventor del método de llevarlas en partida doble, 1838) importante por el empleo que hace de la más pura permanencia del inventario y partidario del empleo de la partida doble en el Estado. José María Brost (Curso completo de teneduría de libros o modo de llevarlos por partida doble,1825, entre otros) partidario de las cinco cuentas generales, que personifica para explicar el juego de cuentas, incluyendo un apéndice de la aplicación a la Hacienda Pública. Francisco Castaño Diéguez (la verdadera contabilidad o sea curso completo, teórico y práctico de teneduría de libros por partida doble, 1863) cuya obra ha servido de guía a la juventud mercantil y para la difusión de la contabilidad en la península Ibérica. Emilio Oliver Castañer (Consultor del tenedor de libros, 1884) y Antonio Torrents y Monner (Tratado completo teórico- práctico de contabilidad mercantil, industrial y administrativa 1885, y Tratado de teneduría de libros, 1895), fijando en diez el número de cuentas generales o “matrices” que sirven de modelo para un grupo determinado, de las cuales se derivan directamente tantas cuentas auxiliares que sean necesarias, las cuales se pueden desarrollar mediante subdivisiones de dichas cuentas.(Vlaemminck 1961, 287 – 300)
A manera de conclusiones se ha presentado una estrecha síntesis de la literatura contable del siglo XIX o “Siglo de los contrastes”, que corresponde a la necesidad de explicación de las nuevas dinámicas económicas del capitalismo a partir del simple hecho del registro y control de la nueva empresa capitalista y su propietario, en la búsqueda de alcanzar la ganancia, tipo de empresa que empieza a desarrollarse como tal a finales del siglo XVIII.
El análisis de tendencias de la teoría contable del este siglo se hace compleja, al hacer que muchos autores en la búsqueda de la realidad cubierta por las cuentas, se conjuguen con otras preocupaciones: preguntarse por la función de las cuentas o de la contabilidad, o sobre la naturaleza de las cuentas o de lo que estas representan, lo cual hace que simultáneamente muchos autores de la época se puedan clasificar en varias tendencias teóricas.
En la diversidad de teorías se abordaron múltiples fenómenos que la contabilidad debe de abarcar, clasificar y expresar en valor monetario, tales como los fenómenos jurídicos, financieros, económicos, administrativos y fiscales, entre otros, lo que nos permite observar una segunda relación con la economía, pero sin ser esta la preocupación central y única de esta disciplina.
Los autores de la literatura contable del siglo XIX continúan prestando atención a la heterogeneidad de los hechos contables registrados en cifras monetarias bajo el título de una cuenta en la que intentan poner en evidencia realidades concretas o abstractas , o descubrir tras el valor de las cuentas de un balance los caracteres comunes que le permitan justificar la presentación técnica de los elementos contables, ensanchando así el horizonte de la simple teneduría de libros, lo cual explica la aparición de las distintas escuelas cuyo problema central es el señalado; más no tenían estos autores como preocupación central la naturaleza de la evolución de la contabilidad y los medios empleados en la codificación de los factores obtenidos para conocer la realidad viva de la empresa, y la interacción de las fuerzas que actúan en la misma.
Es importante reconocer que en esta literatura del siglo XIX muestran unas claras tendencias a elevar su nivel técnico-científico, básicamente en las escuelas italianas, pero también cayendo otros autores en la sustentación de la pura técnica de la teneduría de libros, mientras otros tantos caen en cuestionados procesos de mercantilización de manuales.
1.2.2.1.2.2. La Contabilidad en el Siglo XX o Siglo de la Organización Científica:
1.2.2.1.2.2.1. La Teoría Personalista: En el siglo XVI apareció un procedimiento didáctico que consistía en ver en la cuenta a una persona ficticia cuando no se trataba de una cuenta personal, recurso pedagógico que se conoció como “teoría” de la personificación, equivocación al señalar a un método de enseñanza como una teoría contable.
La Teoría personalista es una teoría explicativa de la naturaleza de la cuenta, donde todas las cuentas se abren realmente a las personas.
Esta tesis tiene sus antecedentes en Degranges y en la contabilidad Cerboniana. Al ocuparnos de la Logismografía del siglo XIX, se reseñó el aspecto jurídico de las primeras cuentas de personas del siglo XII.
Esta teoría personalista es por consiguiente al mismo tiempo jurídico-administrativa. Por esta razón se encuentra en la próxima teoría jurídica del siglo XX una filiación personalista, donde autores como Vicente Montesinos, citado por Álvarez (2001, 15), la clasifica dentro de la corriente de las Doctrinas Jurídico – personalistas.
Uno de los autores más moderno y representativo de esta teoría es el francés Gabriel Faure, referenciado por Vlaemminck (1961, 314), al expresar que “toda cuenta, cualquiera que sea su título, está abierta en realidad a una persona, la cual se encuentra encargada precisamente de la administración, de la gestión, del manejo, de la custodia, o del entretenimiento (sic) de una parte del patrimonio .Se trata de la teoría personalista en su forma avanzada de la función… (de los agentes de la empresa)…. Participa a un tiempo de la teoría jurídica y de la que se ha dado en llamar administrativa. El verdadero substrato de la cuenta, aunque esta solo sirva para registrar un movimiento de valor, es la persona responsable de ese valor”
Otros autores destacados son H. Deschamps sostuvo una teoría Personalista que difiere de la de Faure, en su distinción entre la personalidad de la empresa y la del propio comerciante; el belga Laurent Lefébvre quien adopta la división en cuentas generales y particulares de Degranges6 .
En conclusión, como lo expresa Álvarez (2001,15) esta corriente está basada en la “Teoría de la Personalización”, a través de la cual se pretende explicar el funcionamiento de las cuentas considerando que todas ellas representan obligaciones del propietario. Plantea que esta doctrina que fue perfeccionada por la Escuela de Toscana, que con la obra de Giuseppe Cerboni, avanza hacia una doctrina de las responsabilidades personales entre los administradores de la organización económica. Harold Álvarez considera que los axiomas, y los corolarios con que se pretendió establecer unas especies de leyes del comportamiento entre los actores empresariales y la información contenida en la contabilidad, no resiste un examen epistemológico riguroso, pero tiene el mérito de ser el primer precedente que intenta cumplir con requisitos formales en la edificación de teorías científicas en el campo de la contabilidad.
Vlaemminck (1961, 321 – 323) menciona los escritos de algunos autores y sus reflexiones sobre las relaciones derecho y contabilidad:
El autor francés A. Beaumont (1920) busca en el Derecho los fundamentos de toda contabilización. Cita a Robert Lefort (1927) cuando pregunta “¿Cómo explicar el balance de situación, idea compleja, sin remontar a su sustancia que se encierra en tres términos: valor, derecho, persona? Pues bien, estos tres términos pueden resumirse en uno solo, el derecho”
Igual hace con Pierre Garnier que consideraba que la contabilidad era el álgebra del derecho. Así mismo menciona a Charpentier y Hamelin que atraídos por los supuestos puntos de contacto, afirmaban que lo que se debe contabilizar son los derechos considerados en sus relaciones de valor.
Esta reflexión fue cuestionada por autores como Ch. Penglaou al no encontrar correspondencia entre derecho y contabilidad en conceptos como patrimonio, empresa, actividad mercantil, contrastados frente a la teoría de la universalidad de derecho y a la universalidad de hecho, no encontrando el suficiente apoyo desde el derecho a la completa explicación contable, así como frente a la justificación jurídica de las cuentas de capital y de pérdidas y ganancias, encontrando que no hay coincidencia, afirmándose de manera concluyente que la contabilidad no vive de manera exclusiva en la esfera del derecho.
Como se indicó con anterioridad Cerboni escribió sobre La Logismografía, cuyo significado es el de una descripción razonada de las cuentas que considera la entidad económica “empresa”, desde el ángulo de las relaciones jurídicas resultantes de la actividad de las personas que están a cargo de su gestión y administración y de las terceras interesadas en ellas. Este planteamiento es criticado por Montesinos, citado por el profesor Álvarez (2001, 17), al afirmar que “cualquier actividad económica está inmersa en un marco jurídico de referencia, la estructura de tal ámbito condiciona los procesos objeto de la contabilidad, así como de los profesionales contables que la ejecutan. En tal sentido muchos de los planteamientos cerbonianos no responden a las necesidades disciplinares ya que son ficciones que no reflejan la realidad factual en la que está inmersa la contabilidad. Por ello surgen, al margen de dichos planteamientos, trabajos que se agrupan en diversas líneas, como la mencionada “Teoría del Propietario” que luego deriva en la reconocida tendencia denominada “Teoría de la Entidad”, que tiene su origen en la separación de empresa y propietario.”
Plantea Vlaemminck (1961, 325 - 327) que los ensayos para fundamentar una doctrina de la contabilidad con la ciencia económica o al fenómeno económico no es reciente en su historia: el húngaro Joseph Szarka (1822) 7, el frances Coffy (1833) 8., el italiano Crippa (1834)9 , el padre de la contabilidad italiana Francesco Villa (1837) 10, el fundador de la Escuela materialista veneciana Fabio Besta (1891)11 cuyos tres volúmenes edito entre 1909 a 1910, concepción que se desarrolla en el siglo XX por Vittorio Alfieri y los demás seguidores de Besta.
Vlaemminck menciona que algunos autores como Jean Fourastié (1948) consideraron la contabilidad como un método de observación económica, donde el registro se efectúa con motivo de cada movimiento de valor.
Precisa Vlaemminck (1961, 327) que “se hace difícil precisar la demarcación entre estos autores y los que agrupamos en la escuela administrativa o de la economía de la empresa. En efecto, si los primeros se fijan en el concepto económico de valor para fundamentar sus explicaciones, lo cierto es que también recurren a la idea de empresa considerada desde el punto de vista económico. Ahora bien, como la empresa sirve precisamente de fundamento a la doctrina “administrativa” de la contabilidad, se produce en ocasiones una imbricación o solape que hace realmente arduo el trabajo del que pretende delimitar las diferentes escuelas”.
De igual manera señala que numerosos autores se adhieren a la teoría económica de las cuentas, perteneciendo a otras escuelas, y solo recurren a la economía para expresar el objeto de la contabilidad: por ejemplo, Gabriel Faure de la teoría personalista de las cuentas dice, citado por Vlaemminck (1961, 331), “Hacer contabilidad es tanto como dedicarse a una clasificación de cifras que permitan describir los acontecimientos económicos que afectan a una empresa y exponer adecuadamente los resultados”. Jean Fourastié (1945) define la contabilidad como el registro en unidades monetarias de los movimientos de los valores económicos para facilitar la gerencia (gobierno) de las empresas financieras, industriales y comerciales. Por consiguiente para los historiadores del pensamiento contable se hace difícil catalogar los autores que deben ser incluidos en la escuela económica, si no se supera la confusión que existe entre los objetivos de la contabilidad, la naturaleza de las cuentas y la expresión monetaria de las mismas.
Entre los autores más sobresalientes que pertenecen ciertamente a la Escuela Económica de la Contabilidad se pueden citar a los franceses René Delaporte y J. Dumarchey
René Delaporte (1936) declara que no hay cuentas de cosas, de personas o de cualquier otra clase, considera que la cuenta es de valores, que de manera aritmética y estadística expresa las cantidades y su valoración, cuentas que son del activo y del pasivo, que unas y otras representan los valores poseídos por la empresa, los valores jurídicos de créditos y obligaciones y finalmente los valores de resultados (beneficios o perdidas del capitalista).
Delaporte incluye en el término valor todo aquello que se relacione con la empresa, tales como bienes, servicios, derechos reconocidos… concepto que algunos críticos como Charles Penglaou, citado por Vlaemminck (1961, 335) considera muy amplio al abarcar todos los fenómenos de la empresa, y no ofrece criterios seguros para una fácil delimitación de la investigación contable.
La obra de Delaporte tiene también aspectos de la doctrina administrativa al insistir acerca de los puntos de contacto entre la organización y la gestión de la empresa y la elaboración de la técnica contable.
J. Dumarchey (1914) con su obra ‘La Teoría Positiva’, considerada como un extraordinario resultado del pensamiento contable del siglo XX, autor que considera que la contabilidad pertenece al grupo de las ciencias económicas y sociales, estudiando los vínculos que existen y debieran existir entre contabilidad y economía, vínculos estrechos que tiene que estar, ya que la contabilidad no puede referirse más que a cuestiones de producción, distribución y consumo de las riquezas.
Dumarchey parte del valor para explicar mediante un proceso matemático-económico el fenómeno de la contabilidad en su forma de partida doble, definiendo la cuenta como toda clase de unidades de valor que adoptan diversas formas: dinero, muebles, inmuebles, herramientas, créditos, entre otras, que es lo que denomina cuenta del Activo de la persona propietaria, y en la cuenta del pasivo incorpora las unidades de valor que se deben a otros por esa misma persona. El número de unidades de valor restantes forman parte de la cuenta Situación Neta. El Balance seria la expresión de la relación que existe entre el Activo, el Pasivo y la Situación Neta de una persona.
El autor Dumarchey al examinar el balance en un momento dado incorpora el punto de vista estático, siendo su balance dinámico cuando examina la sucesión de este en otros tiempos. Lo anterior lo hace relacionar también con la escuela que estudia la organización y la administración de la entidad económica privada o sea la escuela alemana de Schmalenbach sobre la economía de la empresa
Críticos como Charles Penglaou, citado por Vlaemminck (1961, 338) considera que Dumarchey no ha situado a la contabilidad en su entorno también de fenómenos jurídicos, administrativos, financieros, entre otros.
Otros autores como Marcel Pauwels (1947) consideran que la contabilidad tiene que desempeñar, ante todo, una función económica y las operaciones que registra son modificaciones de valor, las cuales no siempre son de carácter jurídico. En conclusión, tanto en la finalidad de la teoría como respecto a las realidades registradas por las cuentas, permite incluir a Pauwels en la teoría económica, sin que prescinda de los demás fenómenos que guardan relación con la técnica de las cuentas.
Jean Bournisien (1919) señala que la contabilidad tiene por objeto la medida de los valores económicos y su aplicación al patrimonio de las personas, con lo cual el autor no se limita a la tesis económica, sino que también recurre a la noción de gestión de la empresa. Vlaemminck (1961, 332- 333).
En las conclusiones de las Jornadas Internacionales de la Contabilidad en Paris en junio de 1953, en las que se pretendió fundamentar en la economía la concepción contable de un Plan de Cuentas Internacional, esta propuesta internacional, sustentada a todos los prácticos y teóricos de esta técnica, se adoptó a partir de las siguientes bases doctrinales:
“1. El registro de los movimientos de valores, en las empresas o las comunidades –públicas y privadas-, de acuerdo con el desarrollo exacto del ciclo de la economía (sic).
2. Servir para la enseñanza en general, partiendo de una definición lógica de los movimientos económicos (?), así como facilitar la formación profesional.
3. Una técnica contable que reúna las operaciones en grandes grupos de cuentas –de acuerdo con la clasificación decimal- que se correspondan con grandes unidades económicas” Vlaemminck (1961, 328).
Como se puede apreciar el concepto de valor es esencial para todo teórico que pretenda descubrir, tras la heterogeneidad de las cuentas, un elemento catalizador que las reduzca a una unidad de orden económico. Tal como lo observamos atrás en el breve análisis de las Doctrinas económicas, en la Economía se han originado diferentes teorías frente a la noción de valor: del valor – trabajo, del valor – utilidad y de las teorías marginalista y neo-marginalista, entre los muchos matices sobre este concepto económico.
El francés J. Dumarchey, citado por Vlaemminck (1961, 329), advierte de los peligros que pueden derivarse al asumir los movimientos de valores de una manera simplista y poco discutible, sin diferenciar valor de precio y su expresión en moneda, sin tenerse la suficiente preparación científica en el terreno económico por parte de los prácticos en contabilidad.
Vlaemminck considera que los movimientos económicos consisten en grandes fluctuaciones, de ritmo estadísticamente analizable, que hacen suceder a periodos de expansión, tiempos de regresión, ciclo económico que la doctrina contable no puede asumir como único, pues este es solo uno de los muchos movimientos discernibles en la economía, que se diferencia del circuito económico de producción, distribución, cambio y consumo de los bienes, en una abierta crítica a la conclusión y propuesta del Plan Internacional de cuentas, pues no puede afirmarse que exista coincidencia entre las cuentas expresadas en unidades monetarias con la realidad económica. Esta observación plantea que la expresión de orden económico de la contabilidad no permite una explicación del fenómeno contable más amplio, inmerso en una realidad más compleja que está íntimamente ligado al derecho y la administración, entre otros.
Vlaemminck considera, que igual sucede con la aplicación de las nociones de empresa y de capital. Respecto a la empresa piensa que no puede asumirse solo desde el aspecto económico: como la organización en la que el empresario aplica a cambio de ingresos, los factores productivos a la producción de bienes y servicios destinados al cambio y con ánimo de obtener un beneficio, pues considera que esta visión es una amputación de la realidad para el análisis de la explicación contable de la misma, tal como se analizará cuando se desarrolle, en el presente trabajo, el concepto empresa en la Teoría Administrativa de la Contabilidad y en su posterior desarrollo en la Teoría de la Contabilidad Integral .
Igual sucede para la contabilidad cuando se le asigna la función esencial de expresar las vicisitudes del capital (aportaciones iníciales, ampliaciones posteriores, resultados de las ganancias o pérdidas que lo alteran aumentando o reduciendo su masa) y que se conocen mediante la medición de sus oscilaciones. Pero afirma Vlaemminck que el capital como concepto económico no proporciona un conocimiento contable completo, por ejemplo frente a concepciones jurídicas y administrativas del patrimonio.
Señala Joseph-H Vlaemminck (1961, 331), citando un aparte de un artículo suyo publicado el 1953, que “Nuestra crítica de la teoría económica de las cuentas no excluye el que consideremos a la contabilidad como extraordinariamente importante desde el punto de vista económico. Nosotros mismos hemos escrito que “la contabilidad suministra a la ciencia económica una parte de los datos que ésta, dentro de su cometido, ha de interpretar y reducir a síntesis que, a su vez, engendraran hipótesis explicativas…La contabilidad es una valiosa técnica al servicio de la economía. Concreta los hechos y, por ende, suministra una base firme a numerosas discusiones económicas. Los progresos de la economía están condicionados al tiempo por las ideas y por los hechos”
1.2.2.1.2.2.4 La investigación de la contabilidad pura: Esta escuela de investigación contable surge en el segundo cuarto del siglo XX, plantea la necesidad de liberarnos de todas las construcciones teóricas que surgieron desde la aparición de la técnica clásica de la partida doble, constituyéndose en un método de observación de los hechos contables. Plantea Vlaemminck (1961, 340) como uno de los seguidores de esta corriente de pensamiento, que lo que hay que hacer es desprendernos de un cierto número de prejuicios que subyacen en dichas construcciones.
Recomiendan en primer lugar delimitar el campo del proceso contable para investigar la esencia de las cuentas y las realidades que existen tras de ellas, para lo cual hay que recurrir a una primera operación del proceso contable que consiste en una selección, lo cual supone previamente la observación de los hechos sobre los cuales se ha de operar la investigación.
Estos hechos nunca se presentan aislados, el medio es muy diverso, pues puede ser una empresa industrial, comercial, financiera o de otro tipo, que comprenda toda la escala de personal o puede ser una explotación agrícola o un minúsculo taller artesanal en el que el propietario trabaje solo, puede que el medio corresponda a la hacienda pública y que sea un municipio, la rama judicial o el ejército o puede estar constituido por una universidad, una escuela, una iglesia entre otros.
De esta observación y de este análisis resultará la selección sobre aquellos hechos que constituyan datos contables, es decir todo aquello que pueda ser expresado mediante una cifra. Esta concepción genera la necesidad de darle solución a un primer problema de valoración, frente a lo que se ha llamado capital humano, pues como lo ha puesto de manifiesto Jean Daric (1945) en toda empresa existe una inversión en instalaciones y equipos y en “inversión” humana. Expresa que realmente la vida de la empresa no se reduce al buen funcionamiento de sus máquinas, el rendimiento dependerá siempre, en gran parte, de la compenetración y desarrollo de los participantes, capital humano que cuenta con diferentes modelos para su contabilización. Este nuevo proceso de selección, plantea Daric, es clave si se comprende que los contadores durante mucho tiempo han contado los hechos numerables que les parecía conveniente apuntar en cada época y en medio de su actividad.
El segundo criterio es el conocimiento del medio en el que se produce el hecho contable, lo cual según los partidarios de esta escuela, facilitará una visión más clara de las ventajas que se derivan de contabilizar tal o cual grupo de fenómenos, pues la ciencia de la empresa, en su más amplio sentido será factor determinante en la elaboración de una doctrina contable satisfactoria y de los progresos de la técnica de la cuenta. La contabilidad pura conduce lógicamente a una integración de esta técnica con la organización científica y la economía de la empresa. (Vlaemminck 1961, 339 - 344).
De las premisas planteadas del proceso contable se desprende que no es de incumbencia del mismo, la transformación en expresión monetaria de las cantidades encontradas y anotadas. El autor Jean Sigaut, citado por Vlaemminck (1961, 345 y 346) dice: “Si llegamos a desligarnos del concepto de valor para pasar al de cantidad, cualquier fenómeno numerable podría ser contabilizado y debería serlo si su registro de acuerdo con los métodos de la partida doble, fuera susceptible de facilitar al jefe de la empresa información provechosa”. La contabilización de materiales y de movimientos de mercancías mediante contabilidades de cantidades y no de valores, sería de gran utilidad interna para la empresa, proceso de evolución de esta contabilidad cuantitativa que no deja de ser lento, ante la creencia en la contabilidad del valor, y la no reflexión por parte de los contables de otras formas de contabilización en la empresa, tal como se van a mencionar adelante en la Teoría Administrativa de la Contabilidad. La noción de valor aparece como inseparable de la contabilidad.
El proceso contable, como se ha visto, ha aislado los hechos numerables y ha conservado solo aquellos que en función de la utilidad para la gestión de la empresa deben formar parte de un sistema coherente de contabilidad y es aquí donde comienza la técnica contable propiamente dicha, pues se trata de elaborar un mecanismo para que estos hechos expresados numéricamente puedan ser codificados, sistematizados e incorporados en una construcción que responda a las necesidades de gestión de la entidad en el seno de la cual se elabora la contabilización.
Eugéne De Fages de Latour (1924), considerado un autor que pertenece a esta escuela contable, trata de definir la contabilidad no por sí misma como sus predecesores, sino recurriendo a ciertos procedimientos científicos, comparando la práctica contable con distintos procesos tomados de las ciencias naturales. Este autor recurrió a las ciencias biológicas y naturales, mientras otros como J. Froidevaux lo hizo con una representación tomada de la física, pero sin apartarse ambos del campo de la partida doble, lo cual hace preguntarse si estos autores conciben la contabilidad pura o simplemente la contabilidad por partida doble pura.
La elaboración de la técnica contable no debe estar solo dirigida hacia las actividades de la empresa con el exterior, con vistas a determinar los costos y beneficios de estas actividades o de la transformación de unidades monetarias de ciertos elementos patrimoniales, lo cual parece perfectamente racional;también debe desarrollarse un sistema dirigido hacia la fase interna de la empresa donde los elementos patrimoniales por ejemplo puedan llevarse a una unidad cuantitativa de acuerdo a su naturaleza, contabilidad-cantidad que según los autores debe responder a la gestión en el interior de los servicios prestados en la empresa.
Afirma Vlaemminck que “No ha sido pues, las necesidades de la empresa las que han impuesto objetivamente al contador (…) llevándolo a contabilizar ciertos hechos. Si desde luego hemos afirmado que la contabilización en su aspecto técnico registra fenómenos numerables en función de la utilidad de la gestión de la empresa, nos hemos dado a la palabra “gestión” el estricto sentido científico que hoy se le atribuye. La idea simplista que predominaba era que una empresa estaba bien administrada si el resultado del ejercicio era ganancia. Por este motivo la técnica estaba enteramente dedicada a la determinación del beneficio.
Habría de esperarse a que apareciera la disciplina científica que tiene como finalidad la organización racional, para que la noción de utilidad subjetiva de contabilización de cierta series de hechos, cediera el paso a necesidades determinadas objetivamente y deducidas mediante un análisis sistemático y racional de la empresa, de su organización y de su funcionamiento” Vlaemminck (1961, 351).
Los autores de esta escuela, de manera teórica, buscaban adaptar sus ideas a los hechos, y no intentar forzar a los hechos para someterlos a su teoría, ya que en esta tendencia predominante se terminaba desnaturalizando el hecho contable.
1.2.2.1.2.2.5 Contabilidad y organización científica: En el siglo XVII, el autor italiano Venturi, cabeza de la escuela florentina de la época, había basado sus estudios en la administración de la “azienda” y manifestaba la preocupación constante por lograr una gestión racional del patrimonio y fijar las reglas de su administración, sin poderse apoyar todavía en una amplia doctrina administrativa.
Esta doctrina administrativa renovada en el momento actual, sirve de fundamento a una concepción más general de la contabilidad, sin decir con ello, que ésta sea un extraordinario aparato de registros hasta del más pequeño átomo que se agite en la empresa, lo cual la hace elegir y seleccionar los hechos contables útiles para la gestión racional de la empresa, pues no es la naturaleza del hecho (económica, jurídica, etc.) la que servirá de criterio de selección. La integralidad de la contabilidad y el estar al servicio de la organización de las empresas permite configurar una teoría administrativa racional de la contabilidad.
Henri Fayol (1941) el gran promotor de la organización administrativa racional, incluyo la contabilidad entre las seis funciones básicas de la empresa, pues esta debe dar informes exactos sobre la situación económica de la organización y permitir conocer en cualquier momento donde se está y para donde se va.
Este concepto de empresa moderna debe superar las anteriores preocupaciones unilaterales, por una visión completa que incorpore, entre otras, la teoría económica de las cuentas, donde al empresario económico se le presenta como el revelador de las necesidades económicas de la sociedad y de las capacidades personales de los que colaboran en la empresa, y como un creador que contribuye al cambio y progreso económico o sea su influencia va más allá del marco de la empresa. Así mismo, al jefe de la empresa – productor-se le da el papel primordial interno, donde sus decisiones buscan que al emplear los factores de producción, pueda hacerle frente al problema microeconómico de disminuir costos e incrementar ingresos, en función de la estructura y condiciones propias de los mercados. La empresa aparece entonces en el centro de la vida económica y sus hechos se deben reflejar en las cuentas. La conclusión de los pensadores de esta nueva relación integral de la empresa y la contabilidad es que la teoría económica de las cuentas es cierta, pero siempre y cuando no se reduzca a la empresa a ser presentada por los datos de valor, capital económico, entre otros, donde los fenómenos económicos que selecciona preferentemente el proceso contable, no es lo único que se presenta en la expresión contable.
Esta visión de empresa debe incorporar de igual manera la teoría jurídica de las cuentas, pues los hechos económicos están generalmente cubiertos por el Derecho, entrando así la empresa al terreno jurídico, no solo a nivel de leyes y disposiciones reglamentarias, sino también en el sentido de las cuentas de deudores y acreedores que entran en el Derecho de obligaciones, las cuentas de inmuebles, herramientas, mercancías entre otras, que integran la propiedad del patrimonio que son competencia del derecho real de propiedad, las cuentas de valores inmateriales como patentes, marcas de fábrica y comerciales, modelos industriales que corresponde a los derecho intelectuales y de patentes de la propiedad industrial y comercial, las cuentas de sueldos y salarios que tienen vínculos con el derecho laboral, las cuentas de socios y otros que se expresan en valores monetarios cuyo fundamento jurídico es la aplicación del derecho comercial de sociedades de capital y de personas. Incluso el llevar y redactar ciertos documentos como los libros de contabilidad, de socios y los informes contables para los estados financieros y de gestión son actualmente un imperativo que tiene origen en el derecho.
La teoría personalista de las cuentas también aplica desde un nuevo ángulo de la empresa, no solo entendida como “tras de las cuentas se encuentran personas”, sino también desde un amplio campo sociológico, como la labor común de sus miembros, pues la empresa es un conjunto duradero de colaboraciones humanas que coloca a un grupo de capitalistas y trabajadores con vista a alcanzar una finalidad determinada, siendo necesario que el grupo de personas presidido por un gerente eleve el punto óptimo de su capacidad de producción, dada unas especificidades del estado de la técnica y en función de las necesidades del mercado.
Esta preocupación por el papel primordial que desempeña la persona dentro de la organización se considera un aspecto importante dentro de las preocupaciones para la construcción doctrinal de las cuentas de esta concepción teórica.
La concepción tan amplia de empresa permite que la investigación de la contabilidad pueda integrar las doctrinas contables expuestas, pues esta teoría administrativa de la contabilidad no rechaza este cuerpo doctrinal porque sean totalmente erróneas, sino en razón al hecho que cada una de ellas no facilita sino una explicación parcial. Este aspecto puede encontrarse en las cuentas pero ya no de una manera hilada, pues lo que hace es presentar un aspecto fragmentario de la fisonomía compleja de la empresa moderna.
La empresa así entendida no está constituida solo por una red de hechos económicos y jurídicos que se reflejan en las cuentas, sino que también es de manera preponderante un centro de actividades humanas, actividades que se ejercen en la empresa sea esta un taller, una fábrica, una oficina o una institución de servicios, de acuerdo con las reglas racionales de la división del trabajo, de la división de tareas y de la asignación de responsabilidades, es decir, nos encontramos igualmente en aspectos que corresponden tanto a la teoría personalista como a la teoría económica y la teoría jurídica de las cuentas.(Vlaemminck 1961, 353 – 360)
La Contabilidad de Gestión es una nueva concepción en la orientación de la contabilidad en los Estados Unidos, la cual data desde principios del siglo XX, y se ha venido generalizando en otros países anglosajones al igual que en los de la Eurozona, entre otros, esta es la Contabilidad de Gestión12 .
Urbain Vaes profesor de la Universidad de Lovaina (1952) citado por Vlaemminck(1961, 361) expresa que la contabilidad es un método al servicio de las empresas. La organización de la contabilidad forma parte de la organización general de la empresa, por ende esta debe necesariamente adaptarse a la misma, de la cual constituye uno de los mejores instrumentos de coordinación y de control.
Otros autores consideran la contabilidad como un método administrativo cuya más importante función es la administrativa. H. Pasdermadjian (1947) cree que la administración de las empresas implica una organización basada en la previsión, la coordinación y el control, mostrando como el control presupuestario representa por sí mismo un medio de coordinación, por consiguiente la organización de las cuentas de la contabilidad y la estructura de la empresa deben guardar cierta concordancia. El control debe afectar a cada una de las divisiones y directivos de la empresa, por consiguiente, con independencia de algunas cuentas de análisis y centralización, debe tenerse una división de los costos por funciones y por unidades administrativas, y un método hacia el control de gestión para que sean utilizados por los directivos para basar sus decisiones, superando así la idea de considerarla contabilidad como un valor tradicional legado por el pasado y entendida solo por un número reducido de personas.
En esta perspectiva se desarrolla inicialmente los trabajos de los autores americanos en relación con la contabilidad especialmente industrial. No se trata solo de determinar el costo de los productos, se quiere orientar los métodos hacia el control de gestión.
Plantea N. Bosseler (1951), citado por Vlaemminck (1961, 362) que estos métodos están adaptados a las ideas de descentralización de autoridad y responsabilidad y tienden a ser un instrumento coordinador hacia un mismo objetivo común de todas las unidades descentralizadas, que permita un control eficaz, fácil y rápido de los directivos para con los inmediatos colaboradores, con perspectivas de mejorar constantemente el rendimiento de los servicios colocados bajo su autoridad, colocando de manifiesto tanto los resultados individuales como de equipo, de tal manera que suscite la emulación en todos los niveles.
Armand Labar (1951) citado por Vlaemminck (1961, 363) plantea que la contabilidad en los Estados Unidos parece orientada más hacía la obtención de datos de interés para la administración presente y futura de la empresa, que hacia la determinación de los resultados de la actividad pasada, garantizando que los servicios de contabilidad permitan dirigir los distintos departamentos en la forma en que mejor sirvan a los intereses de la empresa moderna. Estamos así, buscando respuestas contables a la gran empresa nacional, pero también a la transnacional, muy en boga en el desarrollo de la economía de los siglos XX y XXI.
André Dumortier (1952) citado por Vlaemminck (1961, 363), pone de relieve que el uso de la contabilidad presupuestaria debe poner especial interés en la determinación del costo de las diferentes actividades para ayudar a los directivos a reducirlos, ya que lo importante no es la comprobación de los hechos a posteriori, sino que el conocimiento permita tomar decisiones en el momento oportuno. Así la técnica del control presupuestario integra el método contable en la gestión racional de las empresas.
Este estrecho vínculo entre la contabilidad y la organización de empresas, demanda de los contadores mayores conocimientos en materia de la organización científica, pero también para la solución de problemas correspondientes a diversas disciplinas del saber humano, dentro de ellos los de orden económico, como es igualar el costo y el ingreso (marginales), derivados de la última medida adoptada, es decir los problemas de la productividad, surgiendo la denominada Economía de la Empresa13 , terreno donde se ha de desarrollar la contabilidad de la época.
Urbain Vaes (1953) citado por Vlaemminck (1961, 365 - 367) expresa que la economía de la empresa debe dar cuenta de aspectos comunes a la misma organización como “principios de dirección científica, gestión y control, gestión de salarios y relaciones humanas del trabajo, administración del personal y política social, financiación y política financiera, métodos de análisis del rendimiento y de la estabilidad, costes y política industrial, ventas y política de ventas, análisis de mercados, técnica administrativa, mecanización del trabajo administrativo, etc.”, así como frente a las especificidades de los diversos sectores, tales como “industria, agricultura, comercio nacional e internacional, transporte, banca, seguros…”
Esta necesaria unión de la contabilidad y la economía, y la transformación del contador histórico en economista de la empresa, según U. Vaes, es la materialización de una evolución orientada hacia el futuro, en términos de los imperativos de la gestión, donde los hechos históricos presentan algún interés en términos de experiencia de la gestión presente y futura, donde la contabilidad permita que la anotación de los hechos admita la interpretación de los mismos para determinar las causas y enjuiciar la eficacia de la gestión. Después para avizorar el futuro debe introducirse, en el marco de su método la variable tiempo en el sistema contable. Finalmente, como dirigir la empresa implica la toma de decisiones, la contabilidad debe suministrar elementos de apreciación para poder determinar los efectos financieros de las operaciones de la misma, medir el beneficio y otros resultados y así elegir, de la mejor manera, entre los diferentes políticas y programas. Considera el autor inglés Leslie V. Wheeler(1955) que esta evolución le atribuye un nuevo y ambicioso papel al Contador, llamado a responder a los imperativos de la gestión y las preocupaciones de la dirección.
Frente a esta evolución de la Contabilidad de Gestión, Charles Hanon de Louvet (1956)citado por Vlaemminck (1961, 368 - 369) previene a los Contadores frente a la tendencia al facilismo, advirtiendo sobre la importancia de contar con un conocimiento perfecto de las ciencias contables, con una interpretación contable de alta acepción, reforzada con sólidas nociones de economía, derecho, de tecnología y calculo actuarial, con gran capacidad de análisis de los cambios en los balances frente la comprensión perspicaz y un agudo sentido de “la gestión de los negocios”, todo lo cual permitirá conocer la vida real de la empresa y revelara las grandes líneas de decisiones que se deben tomar, por ejemplo, en materia de inversiones en propiedad raíz, maquinaria y equipos, amortizaciones, reservas, inversiones financieras, de créditos obtenidos o concedidos, es decir sobre la calidad de la gestión racional que preside los destinos de la organización.
Hanon de Louvet al efectuar el análisis de los balances para una gestión racional, puso de manifiesto en su obra, lo relativo a la importancia de la contabilidad de explotación, donde el rendimiento de la explotación es condición primordial de una buena rentabilidad, el cual es resultado del funcionamiento racional de todos los engranajes y la técnica de la empresa.
En Alemania la contabilidad relativa a los rendimientos de explotación y de gestión se viene desarrollando desde 1920, donde el movimiento de la economía de la empresa ha estudiado de manera racional los diversos métodos de cálculo de costos, incorporando además de la teneduría de libros y la elaboración del balance de situación al cálculo de costos, la estadística y el planning, cuatro ramas que conforman un conjunto orgánico, fiel reflejo de todos los acontecimientos de la explotación. El profesor de la Universidad de Colonia (Alemania) Dr Eugen Schmalenbach (1927) ha ejercido gran influencia en los estudios de economía privada y de contabilidad de gestión.
Vlaemminck cita a otros autores de esta corriente de pensamiento contable como son: El profesor de la Universidad de Neuchätel Suiza F. Scheurer(1955) quien oriento un importante movimiento contable hacia los problemas económicos de la empresa. En España Antonio Renzi (1943) publicó una importante obra con claro enfoque sobre los problemas que trata la contabilidad de gestión. En 1956 el pensamiento español de José Maria Fernández Pirla con su obra “Teoría Económica de la Contabilidad”, logra armonizar la doctrina del italiano Gino Zappa de la Economía Hacendal, con la influencia Patrimonialista del italiano Vincenzo Masi y la Economía de empresa del alemán Schmalenbach. Esta armonización también se encuentra en América Latina en la obra “Contabilidad Superior” del Brasilero Federico Herrmann (1946).
En conclusión, todos los autores de esta escuela destacan, en distinto grado, el hecho de que la contabilidad ha dejado de servir sólo para informar con más o menos retraso acerca de las relaciones externas (clientes, proveedores, bancos, etc.). Georges Mehrlin (1953) citado por Vlaemminck(1961, 364), expresa que la contabilidad se ha convertido en un instrumento esencial para medir el grado de productividad. Continua señalando que solo la contabilidad puede proporcionar los detalles y las síntesis que se han hecho evidentes a los ojos del jefe de la empresa, el cual demanda disponer de un cuadro de mandos de múltiples instrumentos de medida y control, que es la moderna contabilidad. Plantea que en ocasiones incluso la rapidez es más importante que la precisión meticulosa, ya que el tiempo que media entre la realización de un resultado y su determinación puede costar caro a la empresa. (Vlaemminck 1961, 370 - 373)
2 Se destacan las obras de E. Léautey y A. Guilbault., el italiano Giovanni Rossi en 1895, entre otros
3 Debe diferenciarse la Escuela matemática contable – uso de fórmulas y procesos matemáticos como procedimiento, método y explicación como ciencia exacta-, de aquellos autores que se limitan a considerar la técnica contable como una rama de las ciencias exactas, utilizando solo cálculos y operaciones aritméticas, sin llegar a emplear en su exposición formulas algebraicas especiales, planteaVlaemminck (1961, 260)
4 Superando Italia la decadencia del siglo XVIII, señalada con anterioridad en el presente trabajo
5 En Francia en 1844 Hippolyte Vannier publicó un libro donde expone su punto de vista de que las cuentas son todas ellas personales
6 En la primera mitad del siglo XX, en España podemos destacar a Antonio Sacristán, Ballesteros, Ramón Cabaña, Antonio Lasheras-Sanz y Antonio Goxéns.
7 Szarka defendió la teoría materialista de las cuentas.
8 Coffy rompe con la teoría personalista y considero a las cuentas en el aspecto materialista del valor.
9 Crippa declara que las cuentas correspondientes al objeto de la empresa lo que registran son las modificaciones de las distintas partes del patrimonio
10 Villa y la Escuela Lombarda quien plantea que la contabilidad es un conjunto de principios económicos-administrativos aplicados al arte de llevar las cuentas
11 Besta, quien en 1891 publica el primer tomo de su obra, defiende que la contabilidad es la ciencia del control económico y elabora la teoría económica basada en el valor del objeto de la cuenta, donde plantea que la naturaleza de la ciencia de la contabilidad es de aplicación concreta o material..
12 Esta concepción de la Contabilidad de gestión se le denomina management accounting
13 Economía de la empresa que se hace necesario atribuirle un lugar importante en la enseñanza de la economía y que los anglosajones denominan Managerial o Business Economics y los alemanes Betriebswirtschaftslehre