NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

Salvador Luna Vargas (CV)

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CAPÍTULO III

La Huasteca y los huastecos

Para el estudio de la cultura teenek hay que conocer las generalidades étnicas que los diferencian de las demás culturas que comparten la huasteca potosina, así como también el medio geográfico en el que se desarrollan.
La cultura huaxteca se desarrolló en la región que lleva su nombre, entre los periodos clásico y postclásico de las culturas del golfo de México, ya sea entre 200 D.C. y la Conquista española en 1522.
El origen del término “Huasteca” sería múltiple. Según el cronista español Bernardino de Sahagún, el término provendría del vocablo náhuatl cuextlan que designa lugar geográfico pero que podría también provenir del nombre del soberano original de ese pueblo, llamado Cuextecatl. Según Rudolf Van Zantwijk, sería el lugar de cuextli; el sentido de la raíz cuex en náhuatl se refiere a la sinuosidad, la redondez o curvatura, por lo que el topónimo significaría, en el mismo orden de ideas, “caracol” y estaría relacionado, en tal caso, con las conchas de caracoles marinos que adornaban los cinturones de los guerreros huaxtecas (Ariel de Vidas, 2003: 48-49).
Existen otras teorías acerca del término hispanizado “huasteca” y su significado, como: “lugar de cues” –según Meade1 - montículos artificiales en los que se establecían los santuarios huaxtecas. Según Sahagún la región conocida como huasteca “se llamaba también en el periodo prehispánico Tonocaltlalpan, que significa el lugar de abastecimiento, de abundancia, o Xochitlalpan, lugar de las flores (Ariel de Vidas, 2003: 49).
Ariel de Vidas (2003) apunta como más probable lingüísticamente, que el nombre de “Huasteca” sea un apócope de Huaxtecapan, lugar de abundancia de huax, un tipo de calabaza y símbolo de la fertilidad, la cual la autora atribuye a la Leucaena esculenta.
En el códice florentino y en el matritense fray Bernardino de Sahagún plasmo las descripciones que sus informantes náhuatl hacían de los pueblos vecinos. Así se referían los hablantes de lengua náhuatl de los huaxtecos:
Su nombre es también tohueyome,
También es su nombre pantecas o panotecas.
Su nombre proviene de (su) tierra:
El nombre es del lugar llamado Cuextlan.
Quienes viven en esa tierra,
Según se dice, son nombrados Cuextecas.
El nombre de uno (es singular) es cuextécatl.
Y respecto a su nombre tohueyome, uno sólo se dice tohueyo.
Este nombre de tohueyo significa nuestro vecino.
Y respecto de su nombre pantecas o panotecas,
Proviene este nombre de Pantla el nombre de allá donde Pantla o Panutla,
Porque también es Pantla el nombre de allá donde Pantla o Panutla quiere decir,
Donde se atraviesa por encima del agua, pues está en la orilla del mar.
Por esto se llama, donde se atraviesa por encima del agua,
Porque quienes llegaron, se acercaron, hicieron merecimiento de tierras, vinieron aquí a sembrar su semilla, según se dice,
En la tierra mexicana, donde se dice ahora India Occidental,
Vinieron en barcas,
Cruzaron hacia acá por encima de las aguas que se juntan con el cielo.
Y allí vinieron a salir a la orilla del agua,
Por eso se dice, se llama Pantla.
Antes se decía Panutla, que significa:
Donde se atraviesa por encima del agua.
Y allá hace mucho calor,
Mucho por él se padece.
Pero hay allí toda clase de mantenimientos.
Muchas especies de frutos se dan allí, ninguno de ellos se ve aquí,
Los llamados “recogidos por los cuextecas”.
Muchos y magníficos se dan allí los camotes,
Todos los meses (León-Portilla, 1965: 6-7).
Asimismo los nahuas hicieron una descripción de los cuextecas en cuanto a su fisionomía, atavíos y manera de guerrear:
Hay allí toda clase de algodón y de flores,
Se dice Tierra de nuestro sustento, Tierra de flores.
He aquí los aderezos (de los cuextecas):
Eran éstos de frente ancha, y cabeza chata.
Pintaban su cabello con diversos colores,
Algunos lo teñían de amarillo, otros de rojo.
Se lo partían hacia los lados,
Se dice que lo dejaban caer sobre las orejas,
Sobre ellas lo dejaban colgar,
Se dejaban cabellos largos en el colodrillo.
Los varones se agudizaban los dientes,
Sus dientes lucían como semillas de calabaza.
Llevaban brazaletes y en las pantorrillas tiras de cuero,
Tenían brazaletes de jade e insignias de quetzal en la espalda,
Insignias redondas de palma, de plumas preciosas, abanicos de pluma.
Estos usaban la flecha delgada y los arcos,
Los llamaban flechas de punta delgada,
En su extremo estaba un pedernal o una punta (o una hoja) de obsidiana.
Y cuando han vencido a sus enemigos, les cortan la cabeza,
Arrojan a un lado su cuerpo,
Solamente se llevan su cabeza,
Las colocan en unos palos,
Si acaso hizo cuatro o cinco prisioneros en la guerra,
Otras tantas cabezas habrá de atar (en los palos).
Los vestidos de éstos eran todos buenos:
Sus capas, sus mantos.
Todos eran maravillosos.
Allí se hacían las que se llamaban cuatrocientas capas, cuatrocientas mantas,
Las mantas de diversos colores.
De allá vienen las mantas con cabeza de serpiente,
De allá vienen las mantas en las que lucen pintadas diversas formas de rostros.
En realidad eran expertos en las cuatrocientas (formas de arte).
Usaban collares, jades, turquesas, turquesas genuinas y pendientes de chalchihuites.
Las mujeres se vestían muy bien con sus faldas y camisas.
Muy bien se cubrían a sí mismas.
Su cabello lo entretejían con telas y plumas de colores.
Estos son los defectos de los huaxtecas:
Los varones no usaban bragueros2 ,
Aun cuando hay allí mantas muy grandes.
Se perforaban las narices. (León-Portilla, 1965:8-10).
Debido a la imposición de los españoles hacia los nativos, en cuanto a las vestimentas, ya que los europeos consideraban impúdicos a los indios por usar poca ropa o por no tapar sus vergüenzas, los obligaron a usar prendas de manta, conllevando a la pérdida de los atuendos tradicionales, muchos de ellos con símbolos sagrados que conformaban parte de la cosmovisión indígena. En la actualidad esos atuendos se han modificado o transformado en algo más genérico de lo indígena.
“El atuendo tenek en el hombre consta de pantalón de fábrica, camisa, sombrero y huaraches. Las mujeres, por su parte, usan falda negra o enredo con faja de tela, blusa de holanes en colores verdes y rosas mexicanos, con encajes en los puños; sobre la cabeza, trenzado con la cabellera, llevan un tocado de estambre de colores rosa, anaranjado, verde, amarillo y rojo. Los colores dependen del estado civil de la persona: si es casada se agregan los estambres de color rojo y anaranjado; si no lo es, el tocado o petob llevará solo los colores verde y rosa, y si es viuda puede portar todos los colores que quiera. En ocasiones especiales la mujer viste el quexquémitl con bordados. Calzan sandalias negras de plástico y como abalorios usan collares y aretes de fantasía de color dorado y motivos rojos, verdes y amarillos. 
Los hombres utilizan morrales de zapupe, mientras que las mujeres emplean morrales bordados a mano con motivos de animales y vegetales propios del lugar” (Gallardo, 2004:7).
A la llegada de los españoles, el principal centro de poder de los huastecos se hallaba ubicado en el cauce inferior del río Pánuco. Más al norte, ocupaban también las orillas del río Tamesí, así como las llanuras y valles vecinos hasta Tanchipa, Ocampo y probablemente Tula de Tamaulipas. Allí tenían contacto con diversos grupos nómadas que practicaban en su mayoría una agricultura bastante rudimentaria. El bajo Pánuco se desplomó como resultado de las guerras de conquista, de las carrocerías esclavistas de Nuño de Guzmán y, finalmente, de los excesos de los primeros colonos que establecieron su principal centro en Santisteban del Puerto, hoy Pánuco. Por añadidura, las epidemias de reciente introducción y los estragos provocados por el ganado produjeron en la región los mismos efectos que en otros sitios. No obstante, la densidad de población había sido tan alta en el sector que los indígenas no fueron aniquilados en su totalidad, sino que subsistieron algunos hasta el siglo XVIII e inclusive hasta fines del siglo XIX (Stresser-Péan, 2008:119-120).
Los huastecos ocupan actualmente sólo un área pequeña de la región, una franja oblicua discontinua que se extiende desde el noroeste del estado de Querétaro hasta los pozos petroleros de Naranjos y Cerro Azul, en las cercanías de Tamiahua. Expulsados de las llanuras propicias a la ganadería, se han aferrado a las laderas de la sierra volcánica de Otontepec, a los lomeríos de Tantoyuca, a las colinas más altas y más accidentadas de Tancanhuitz y de Tanlajás y, finalmente, a una porción reducida de la Sierra Madre, más allá del pueblo de Aquismón (Stresser-Péan,  2008:117).
Hoy en día los teenek, considerados como los descendientes de los huaxtecas, ocupan una parte del territorio que se extiende entre las latitudes norte 21° 15’ y 22° 15’ y las longitudinales oeste 97° 45’ y 99° 15’, superpuesto sobre el sureste del estado de San Luis Potosí y el norte del estado de Veracruz (Ariel de Vidas, 2003:50).

Aquí conviven Tenek, nahuas, Pames y Mestizos. Los Tenek habitan principalmente en los municipios de Aquismón, Tanlajás, Tampacán, Ciudad Valles, Huehuetlán, San Antonio y Tancanhuitz de Santos; los nahuas se encuentran asentados fundamentalmente en los municipios de Tamazunchale, Axtla de Terrazas, Xilitla, San Martín Chalchicuautla y Coxcatlán, y los pames en el municipio de Tamasopo. Sin duda, los Tenek y los nahuas son los más numerosos de estas etnias (Gallardo, 2004:6).

1 Meade Joaquín, La Huasteca. Época antigua, Cossio, México, 1942, pp. 23-24.

2 Los indígenas llamaban a los bragueros máxtlatl, que era la prenda de vestir masculina que cubría las partes pudendas, Jacques Soutelle en La Vie Quotidiene des Aztéques, 1955 lo describe así: era un paño que daba vuelta alrededor de la cintura, pasando entre las piernas y se anudaba al frente, dejando caer por delante y por atrás sus dos extremos adornados con frecuencia con bordados y franjas. Bien sea en una forma muy sencilla, una banda de tejidos sin adornos, o en formas muy elaboradas, el máxtlatl apareció desde los tiempos más antiguos entre los olmecas y los mayas. En el siglo XVI todos los pueblos civilizados de México lo usaban con excepción de los tarascos al oeste y los huastecos al noreste, lo que no dejaba de escandalizar un poco a los mexicanos del centro (Soutelle, 1955. Cit. en León-Portilla, 2000:76).