Mariana Aguirre González 1
Universidad Pedagógica Nacional
Introducción
A principios del presente siglo vivimos en la región y el mundo un contexto económico y social que tiene como nuevos escenarios ideológicos, políticos y económicos, la apertura comercial, el libre comercio y un desarrollo supeditado a las reglas de un mercado global, así como un aumento en la pobreza, las desigualdades y la exclusión social. América Latina y el Caribe continúan siendo la región del mundo con mayor desigualdad social a pesar del crecimiento económico sostenido desde el 2003, pues el 10% de la población concentra una proporción significativa del ingreso (Guzmán, 2008).
El ejercicio de los derechos no es igual para todas las personas y mucho menos para quienes viven en la pobreza. Esta es el resultado de múltiples violaciones a los derechos humanos y, posiblemente por su extensión, es el más grave problema de derechos humanos, por cuanto tiene su origen en un proceso socioeconómico y político excluyente y discriminatorio, que vulnera de manera persistente esos derechos. Las mujeres, junto a la población indígena y afrodescendiente, son quienes enfrentan los mayores niveles de pobreza en la actualidad, pues sufren de una triple pobreza: de voz, de recursos y de oportunidades. De allí la importancia de los procesos de educación en derechos humanos que promueven la reflexión crítica colectiva, la movilización y la organización de las mujeres para un ejercicio activo de sus derechos (Guzmán, 2008).
El presente documento tiene como fin recuperar la experiencia de inserción en dos comunidades de la Zona Metropolitana de Guadalajara, y elaborar una propuesta de capacitación que sensibilice y empodere a las mujeres migrantes indígenas con respecto a las temáticas del sistema de sexo/género, discriminación y derechos humanos.
El comienzo de la experiencia
“Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora.
Soy zapatista, pero eso tampoco importa en este momento.
Soy indígena y soy mujer, y eso es lo único que importa ahora.”
Comandanta Esther
1.1 Antecedentes
En la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) viven alrededor de 80 mil indígenas y se tienen registrados más de 45 grupos de indígenas migrantes dentro del estado de Jalisco (INEGI, 2005), a ellas y ellos se les puede observar viajando en el trasporte público, en el centro de la ciudad vendiendo sus artesanías o realiza trabajos informales, por lo que la presencia de población indígena es una realidad cercana en las zonas urbanas, por lo tanto surgió de manera personal el interés de realizar un proyecto con mujeres migrantes indígenas.
Por otra parte, es importante mencionar que la cultura indígena ha permanecido “invisible” dentro del ámbito social más amplio. El racismo y la discriminación étnica han configurado un trasfondo socioeconómico en el que la pobreza está con frecuencia relacionada con los signos físicos y culturales de pertenencia a uno de los 62 grupos indígenas que viven en nuestro territorio nacional, según reportes del Instituto Nacional Indigenista (Marcos & Waller, 2008).
En el caso particular de las mujeres indígenas han sido discriminadas por ser pobres, por ser indígenas y por ser mujeres. De lo anterior nace el compromiso de analizar, conocer, reflexionar y principalmente de realizar aportaciones que sean de utilidad para que estas mujeres obtengan herramientas para comenzar a ejercer sus derechos humanos.
Los grupos de mujeres indígenas tienen una cosmovisión, tradiciones y cultura muy diferente a la de las mujeres mestizas, por lo que conocer su contexto resulta muy valioso para dar cuenta de ello, hacer visible las situaciones de opresión que experimentan día a día las mujeres indígenas y con ello facilitar procesos de reflexión y contribuir a generar cambios en las relaciones humanas y sociales.
1.2 Problema
La migración de la población indígena en México ha sido un tema ampliamente estudiado durante las décadas de 1940 a 1970. De esta manera, durante ese periodo más de 6 millones de personas migraron del campo a la ciudad, esencialmente hacia las grandes urbes, principalmente hacia la ciudad de México la que absorbió 60% de la migración (Muñoz, De Oliveira y Stern, 1977; Stern, 1989, cit. pos. Lara, 2009).
El estudio de la presencia de las mujeres dentro del fenómeno de la migración, es relativamente actual. Fue a partir de la década de los sesentas cuando “ellas” lograron llamar la atención de los y las investigadoras sociales. En esa época se estimaba que la mitad de la población migrante en las áreas urbanas eran mujeres (Goldani, 1977, cit. pos. Lara, 2009). Posteriormente, a mediados de los años ochenta con la incorporación de la perspectiva de género los estudios sobre migración han evidenciado una variedad de prácticas, de identidades y de instituciones implicadas en la migración (Ambriz Aguilar , 2009).
Las investigaciones que realizó Lourdes Arizpe (1975) tuvieron como tema principal las migraciones de mujeres indígenas hacia las zonas urbanas. Arizpe mostró que la movilidad de las mujeres fue una estrategia para obtener recursos económicos, debido a la precariedad de las condiciones económicas campesinas. Estas estrategias migratorias, impactaron de diferentes maneras la vida de las mujeres y hombres, así como la división tradicional del trabajo por sexo (Ambriz Aguilar , 2009). Los estudios de Arizpe mostraron, desde entonces, el carácter precario de la inserción de estas mujeres en el mercado de trabajo, en tanto sus alternativas principales fueron el empleo como trabajadoras domésticas y como vendedoras ambulantes, antiguamente llamadas “Marías” (Lara, 2009).
Patricia Arias (1995) ha señalado, para el caso de la migración internacional, la emergencia de un nuevo cambio de patrón migratorio a partir de la década de 1980. Además de incrementarse la movilidad femenina de centros urbanos y rurales, familias enteras, entre éstas, las de los y las indígenas de México, han participado en una continua emigración preferentemente a Estados Unidos (Ambriz Aguilar , 2009).
La migración es un fenómeno estructural que no se reduce a un problema de orden laboral o de naturaleza exclusivamente económica. En las comunidades indígenas los factores que la determinan son múltiples y se generan esencialmente en la desventajosa relación que la sociedad nacional ha mantenido históricamente con los miembros del conjunto de las etnias del país (Sánchez et al. 2000, cit. pos. Chávez Galindo, 2007).
La situación de vulnerabilidad de estas mujeres se agrava al momento en que ellas migran. El hecho de estar fuera de sus lugares de origen las coloca como extranjeras, aunque se encuentren en su propio país. Esto es así por su condición étnica, lo que las hace vulnerables a la discriminación que sufren por la población mestiza, y lo que justifica las condiciones de empleo y de vida que se les ofrecen en los lugares de destino, sobre todo para las trabajadoras domésticas y las jornaleras agrícolas.
Con base en los Indicadores con perspectiva de género para los pueblos indígenas (CDI-INMUJER, 2006), sabemos que entre la población indígena los índices de analfabetismo, en individuos mayores de 15 años, en municipios con predominio de población indígena (40% y más) alcanzan 42.2 % para las mujeres y 24.6% para los hombres. Las tasas de inasistencia escolar en niños de 6 a 12 años son de 10.7% para las mujeres y 9.7% para los hombres. Sólo 20% de las mujeres tienen su primaria completa, frente a 21.3% en el caso de los hombres. Cabe señalar que en municipios con predominancia indígena 15.5% de los hogares son jefaturados por mujeres.
Con referencia a los datos anteriores podemos comentar que históricamente, a las mujeres se les ha negado el acceso a la educación, a la alfabetización y a otras oportunidades educativas. En virtud de un complejo conjunto de razones sociales, culturales, económicas y biológicas muchas mujeres no han podido ejercer su derecho a la educación que es básico entre los derechos humanos. Esto ha producido una brecha de género persistente en las tasas de inscripción, de alfabetización o de participación en la educación de personas adultas (Medel-Añonuevo & Valdivieso, 2001).
Por lo tanto lo tanto, el acercamiento a trabajar con mujeres migrantes indígenas en ZMG a través de la propuesta de capacitación, intenta contribuir con dos aspectos fundamentales, el primero, se refiere a la importancia que tiene trabajar con las mujeres migrantes indígenas en las urbes industrializadas donde ellas son discriminadas, marginadas y excluidas por ser mujeres, pobres e indígenas; el segundo, es el aporte desde la educación no formal para favorecer procesos formativos y reflexivos de las mujeres migrantes indígenas.
Marcos conceptuales que guían la experiencia
2.1.1 Definiciones del feminismo
Es difícil hablar de una definición de feminismo en singular, ya que existe una diversidad de concepciones acerca del mismo. Como señala Ana Lau, el feminismo es un término que engloba un corpus de significados que ha variado en distintos momentos de la historia, “con su diversidad de reflexiones y prácticas”. Debido a la pluralidad de significados en relación al feminismo han existido interpretaciones confusas y erróneas, con las que se ha minimizado el objetivo político y sociocultural de liberación para toda la sociedad. Por lo anterior es importante reconocer las diferentes dimensiones del feminismo, y que ubique su carácter sociohistórico.
(El feminismo es) uno de los paradigmas transformadores del pensamiento y de los comportamientos sociales y políticas del mundo de fin de siglo […] ha sido formulado un corpus teórico novedoso que ha transformado todos los campos del conocimiento y por ende, ha incidido tanto en los discursos políticos como en las prácticas sociales. (Designa) entre otras cuestiones, un movimiento social y político que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo, de la opresión, dominación, subordinación, y explotación de que han sido objeto por parte del sistema social, económico y político imperante. Este movimiento, en última instancia, busca transformar y revolucionar las relaciones entre los sexos, alcanzar una condición igualitaria entre ellos y democratizar a la sociedad (Lau, 2002, cit. pos. Maceira Ochoa, 2008).
Marcela Lagarde señala que el feminismo es una cultura y no sólo un movimiento, es
La creación interactiva, intersubjetiva y dialógica de mujeres excluidas –por principio- del pacto moderno entre los hombres […] es una crítica a su andamiaje androcéntrico y patriarcal, a través de la acción, la experiencia y la subjetividad de las mujeres. Es asimismo la alternativa práctica de vida igualitaria y equitativa de mujeres y hombres […] Implica cambios culturales, normativos, simbólicos y lógico-políticos (Lagarde, 1998, cit. pos. Maceira Ochoa, 2008).
Célia Amorós afirma que el feminismo es un “proceso emancipador”,
Fuente de pensamiento interpretativo, (que) suministra nuevas claves de desciframiento de lo real en tanto que es un proyecto de construcción de la realidad social sobre la base de nuevos e insólitos pactos donde lo pactado –y, por ende, excluido como sujeto activo del pacto- no fueran las propias mujeres como génerico. Una sociedad, en suma, constituida por pactos no patriarcales, por pactos no excluyentes de ninguna libertad y tramados en torno a los objetivos de la libertad (Amorós 1990, cit. pos. Maceira Ochoa, 2008).
Las definiciones anteriores buscan demostrar que es un movimiento social y político, una cultura, una práctica en torno a la libertad, a la igualdad, a la autonomía, a la democracia, a los derechos humanos, transformadora de las personas y de la sociedad en todas sus dimensiones, cuya finalidad es abolir la organización social patriarcal y proponer nuevas formas y valores organizativos centrados en la libertad y equivalencia humanas. Subyace una teoría, una forma de entender la realidad y también de comprender las formas de transformar la sociedad y de liberar a las mujeres, en donde son cruciales los cambios en la distribución y estructuras del poder, incluyendo las de género pero no sólo estas (Maceira Ochoa, 2008).
Educación Feminista
2.3.1 Fundamentos filosóficos y proyecto educativo feminista
Sobre la educación, particularmente feminista, se expresa que ésta debe orientarse hacia el “desarrollo integral, es decir, promover aprendizajes entre las mujeres que sean útiles y necesarios para actuar en distintos ámbitos de la vida: el económico, el cultural y el sociopolítico”. Que requiere ser “de calidad” y promueve aprendizajes significativos, “la adquisición de nuevos conocimientos, aptitudes y valores para poder ser aplicados por las mujeres a sus entornos inmediatos de vida cotidiana y, sobre todo, crear las condiciones para que ellas puedan responder a las exigencias económicas, sociales y políticas derivadas del objetivo de lograr una situación social de equidad” y “actuar sobre aquellos factores y en los espacios que generan y producen desigualdad”.
La educación feminista debe priorizar el proceso educativo y no los productos o resultados, centrándose en las “dimensiones del aprendizaje: cognoscitiva (sensorial y conceptual), la crítico-reflexiva, la constructiva (interacciones/ intervención con el mundo) y la resolutiva”, es decir, la dimensión individual, y “en la dimensión social” (dimensión funcional”, es decir, lo roles, los roles sociales, la función en la colectividad de cada persona).
Otra característica es que reconoce la especificidad de las identidades, necesidades y condiciones particulares de cada grupo.
De las educandas se afirman que éstas tienen “la capacidad de producir y recrear conocimientos a partir del encuentro de sus experiencias, el intercambio de informaciones y del diálogo de saberes” y que se requiere que asuman su opresión, no como víctimas, sino como sujetos históricos con capacidad de cambiarse y cambiar su entorno (Maceira Ochoa, 2008).
2.3.2 Bases teóricas
Con respecto al conocimiento / aprendizaje se plantea que éste se da en el encuentro intersubjetivo, en el diálogo por lo que el grupo es la principal instancia de aprendizaje y en él se brinda soporte afectivo. Que no es lineal, sino que es un proceso que se “mueve en sentido circular y que rompe con la dependencia convencional de los y las expertas”. Que se da “a partir de la experiencia vivida”, y se “da a partir de niveles de aproximación a la realidad, se realiza en momentos diferenciados, que van de lo simple a lo complejo, de lo concreto a lo abstracto, de los singular a lo general, de lo local a lo regional y a lo nacional”. Uno de los conocimientos/objetivos principales de estos proyectos es romper la subordinación, el cual “no es un conocimiento que se imparta, es un proceso que se construye en el que las mujeres se apropian de su espacio y de su vida, un crecimiento personal y colectivo que está lleno de incertidumbres y contradicciones (Maceira Ochoa, 2008).
Metodología de la experiencia
¿Qué proceso seguimos?
Acercamiento en el contexto de la Colonia la Floresta del Collí
Acercamiento en el contexto de la Colonia Ferrocarril
¿A quiénes nos acercamos?
Características de las mujeres en la colonia Floresta del Collí |
Características de las mujeres en la colonia Ferrocarril |
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¿Qué instrumento usamos?
3.3.1 La propuesta de capacitación feminista
3.3.1.1 Sus características
La propuesta de capacitación fue elaborada desde un enfoque feminista e incorporando conceptos de la educación popular y una concepción de respeto y equidad hacia las mujeres, independientemente de nuestra condición económica o social, nuestra edad, escolaridad, nacionalidad, estado civil, opción sexual, identidad étnica o discapacidad, somos portadoras de conocimiento y tenemos la capacidad de repensar la vida y transformarla desde nosotras mismas y para nuestro bienestar. Podemos construir conocimiento desde las áreas “liberadas” de nuestra vida personal y colectiva, y también desde aquellas que permanecen cautivas, tutelada y colonizadas por el patriarcado y por la exclusión (Torres Redondo, 2008).
Para desarrollar la propuesta de capacitación hemos elegido la modalidad de taller, ya que es un espacio pedagógico en donde varias personas se reúnen para la reflexión, la vivencia y el trabajo cooperativo. Es un lugar donde se fomenta la participación y el aprendizaje, donde la teoría y la práctica se integran y se fomenta un proceso de aprendizaje de ida y vuelta.
La selección de cada uno de los temas la realizamos con la finalidad de evidenciar las profundas inequidades que viven cotidianamente las mujeres migrantes indígenas en la ZMG.
Objetivo general
Brindar herramientas para la formación y reflexión de las mujeres migrantes indígenas en cuatro temas: sexo/género, discriminación, derechos humanos y la participación de las mujeres en la vida comunitaria, y como un apoyo en el proceso de empoderamiento de las mismas.
Reflexiones finales
Este trabajo tuvo la finalidad de realizar un acercamiento con las mujeres migrantes indígenas que habitan en la ZMG a través de una propuesta de capacitación feminista, la cual se realizó con las mujeres mixtecas de la colonia Ferrocarril.
Algunos de los aportes relevantes de este trabajo son el contacto que se estableció con las mujeres migrantes indígenas tanto de la colonia de la Floresta del Collí como de la colonia Ferrocarril, lo cual permite iniciar un camino para continuar trabajando proyectos educativos que tengan la finalidad de contribuir a la reflexión y la capacidad para desarrollar un mundo más libre para todas las personas, la educación es una pieza fundamental para lograrlo.
Otro de los aportes de la tesina es el de nombrar a las mujeres migrantes indígenas de la ZMG lo que es necesario para visibilizarlas y potencializarlas. Visibilizar es una de las claves del feminismo que consiste en sacar a la luz lo que ha estado oculto, en evidenciar lo que desde una lógica patriarcal o androcéntrica pareciera poco relevante o incluso inexistente; es pensar lo no pensado, es dar carta de existencia a fenómenos, relaciones, problemáticas, categorías, ideas o incluso sujetos, para conocerlos, sacarlos del lugar de lo excluido, reconocerlos, valorarlos (Maceira Ochoa, 2008).
La propuesta de capacitación feminista retomó como ejes principales algunos de los supuestos de la educación popular: Todas las personas son portadoras de conocimiento. No son recipientes vacíos que deben ser llenados con información y el conocimiento se produce en procesos colectivos de intercambio de saberes y de aprendizajes. Nadie enseña a nadie. Todas y todos aprenden (Torres Redondo, 2008). Por lo tanto, en las diferentes sesiones del taller se propiciaba el cuestionamiento y la reflexión, mediante el diálogo se iba construyendo lentamente un discurso crítico y alternativo (Espinosa Damián, 2009).
De igual manera, me di cuenta que a pesar de las discrepancias que existen en las condiciones de vida de las mujeres migrantes indígenas y las “mujeres de la ciudad”, la subordinación, la violencia, la discriminación, la violación de los derechos humanos se presenta en todos los ámbitos de la vida cotidiana por el hecho de Ser mujeres.
Por lo anterior, estoy convencida de que tenemos que seguir luchando por la construcción de una sociedad diferente en donde los valores básicos sean la igualdad, la justicia y la libertad, que las relaciones entre hombres y mujeres sean equitativas y de respeto al/a la diferente, que el poder de una/o no signifique la subordinación de la/os otra/os.
Para finalizar, deseo reafirmar que tanto la teoría Feminista como la teoría de Educación Popular nos proporcionan elementos de gran relevancia para lograr la emancipación, reflexión y concientización en las personas. Sin embargo estas teorías no son estáticas, ni ahistóricas, ni se encuentran terminadas, por lo que se tiene que seguir promoviendo un diálogo crítico de (De Barbieri, Acerca de las propuestas metodólogicas feministas, 2000) ambas y buscar otras teorías y estrategias que contribuyan a crear otro mundo donde quepan muchos mundos.
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1 Unidad 141, Especialización en Estudios de Género Universidad Pedagógica Nacional, Guadalajara Jalisco, correo electrónico: maguirre@ceti.mx.