LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL DESORDEN DE LA VIOLENCIA

LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL DESORDEN DE LA VIOLENCIA

Coordinadoras(es): Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara (CV), Laura Isabel Cayeros López (CV), Fabiola González Román (CV), Arturo Murillo Beltrán (CV), María del Refugio Navarro Hernández (CV), Elena Susana Pont Suárez (CV), Dalinda Sandoval Acosta (CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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DE ESTO SÍ SE HABLA. POR LA ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL REEMPLAZO DE LENGUAJE SEXISTA EN PRENSA OFICIAL

María Angélica Cureño Sotelo
Universidad Autónoma de Nayarit

Para la filosofía lo que no tiene nombre no tiene significado;
Para la prensa lo que no se nombra no es noticia 
Y si la noticia no impacta, no cumple su cometido: vender

 

Si la palabra –hablada, escrita o en ideograma- es el vehículo para comunicar, instruir, informar, legislar, intercambiar ideas y generar nuevos conceptos, entonces el cambio para alcanzar la paridad de géneros tendrá que partir de “limpiar” el lenguaje que aún invisibiliza, excluye  y violenta a más de la mitad de la población mundial, concretamente a las mujeres y a las niñas.

Con una rápida revisión a medios impresos es fácil constatar que la venta de ejemplares diarios recae, en gran parte, en la nota roja, en la cual un porcentaje elevado de víctimas son mujeres agredidas en múltiples formas, incluido el lenguaje usado para redactar la información. Una revisión más acuciosa deja ver que en todas las secciones –hasta el avisos de ocasión-  el lenguaje es sexista y refuerza roles y estereotipos de género.

Caso específico es la  nota roja –seguridad pública o policiaca-;  además de estigmatizar, denigra y/o ridiculiza, exhibiendo identidades y datos personales de las involucradas; exponiéndolas, aún cuando no han sido procesadas, entre otras circunstancias relacionadas con Derechos Humanos. Y gran parte de esta información es generada en oficinas de prensa de gobierno.

En septiembre de 1995, México firmó los acuerdos de Pekín  (Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer) para la erradicación de los estereotipos de género y violencia en imágenes y textos que presentan los medios de comunicación.  El gobierno mexicano presentó el documento “Situación de la mujer, desafíos para el año 2000” y hasta la fecha, 17 años después, no se ha cumplido ni en una mínima parte de los preceptos, en lo que respecta a medios de comunicación. Es momento de actuar.

A partir de que las mujeres iniciaran –iniciáramos- el largo camino, primero, en busca de la igualdad,  luego por la equidad y más recientemente por la paridad, se dan cambios sustanciales en lo público y lo privado. Una de las conquistas fue hacer visible la presencia de nosotras en todos los ámbitos del quehacer humano. Y es así que inició la deconstrucción y reconstrucción, la historia incluyente y un lenguaje modificado e incluyente.Quienes estamos por la erradicación de la inequidad sostenemos que “no hay democracia legítima que excluya a la mitad de la población”, y resulta que nuestra lengua –el castellano - invisibiliza, excluye y agrede a las mujeres con androcentrismo, salto semántico, duales aparentes y vocablos ocupados, entre otros.

Esta inequidad es atribuida al origen de la escritura y a los orígenes de la historia documentada; ya que fueron hombres los narradores de sucesos, quienes hicieron cuentas, redactaron leyes y documentaron todo aquello que consideraron de interés: como guerras, conquistas, creación de reinos, sometimiento del adversario, entre otras más, restando importancia a la visión femenina del acontecer, al considerar que su perspectiva carecería de interés.

Al respecto, en julio de este 2012 se dio una ilustrativa discusión en los medios nacionales, acerca de si debiera decirse “la presidente” o “la presidenta”, en alusión a la candidatura de Josefina Vázquez Mota a la presidencia de la República; la disputa alcanzó a la Real Academia de la Lengua, la cual “no registra esa palabra”. La razón es simple: ¿Cómo la incluiría si nunca antes las mujeres detentaron el poder a la par que los hombres?.

El pasado proceso electoral dejó ver que el uso del lenguaje en política carece de equidad y perspectiva de género;  que hombres y mujeres pueden dar a las palabras significados distintos: uno se expresa en forma  individualista, la otra es incluyente (generalmente); él habla del poder, ella habla de comunidad. Lo rescatable fue hacer evidente que el lenguaje invisibiliza, pese a que es primordial para comunicar, por venir del pasado y estar afectado por el patriarcado,  traducido en “masculino genérico”.

Mi propuesta de implementar manuales de comunicación social con perspectiva de género en las dependencias de gobierno tiene un fin primordial: acortar  -y en el mejor de los casos eliminar- de la información oficial la brecha de género hasta eliminar los comunicados de prensa  que divulgan los medios sin que adviertan las y los lectores que es información excluyente.

A diario leemos: “y los ciudadanos…” y “los servidores públicos… “Y los mandatarios” y “los beneficiarios”  y “los diputados” y “los inconformes”  “y los afectados” al grado de detectar páginas completas en donde la presencia femenina es nula, siendo que la información también le atañe e  incumbe a las mujeres.De igual forma, también es necesario que las y los comunicadores responsables de oficinas  gubernamentales reciban capacitación que les permitan nombrar el mundo en femenino, esto en atención a la transversalidad de género en políticas públicas.

En principio, no basta con “limpiar” el lenguaje, también hay que hacer consciente al público lector  de la conveniencia de hacer visible a las mujeres en el ámbito de lo público, comenzando por nombrarlas, esto sin estigmatizarlas, sin encasillarlas en los tradicionales roles, sin adjetivizarla (“la bonita e inteligente señora de”) y sin menospreciar sus palabras, por considerarlas “sencillas” o “simples”; en ningún lugar está escrito que una idea para que sea buena tenga que ser compleja en su estructura.Con la finalidad de involucrar a sociedad, gobierno y academia en este proyecto propongo la elaboración de un manual de lenguaje incluyente que aplique, al menos, en toda oficina de comunicación social, en los tres niveles de gobierno, y que involucre a los medios de comunicación.

Tradicionalmente las y los comunicadores se han mantenido al margen de cualquier norma externa o impuesta, parte del problema es “por la resistencia a la autocrítica”. Es decir, no hay una dinámica recíproca entre la crítica periodística y la revisión de los patrones y la calidad con la que ésta se ejerce el periodismo. (Marco Levario Turcott, septiembre 2010).

Si bien los medios de comunicación se rigen por la libertad de expresión y algunos bajo códigos de ética creados por los mismos, estos no incluyen el uso de un lenguaje no sexista. Juan Francisco Ealy Ortiz, dueño del periódico El Universal expresó que “La prensa no puede ignorar las exigencias de la realidad, y por ello debe revisar permanentemente las normas con las que desarrolla el trabajo informativo”. Pese a estas palabras, el código de este medio no incluye la exclusión del lenguaje sexista o excluyente.

Como bien menciona Turcott (sept. 2010), en el periodismo mexicano “la ‘autorregulación’ no ha significado discusión sistemática en las empresas de la información, ni una exposición pública de compromisos deontológicos”. Lo mismo sucede con las oficinas de comunicación social, mismas que, cabe mencionar, obedecen a un solo criterio: promoción constante de la imagen del Jefe del Ejecutivo, sin que estemos preparados/as para la llegada de una mujer ya sea a la presidencia, a la gubernatura del estado o a las presidencias municipales, lo cual ya ha sucedido.

En un tema similar, y por formar parte del gremio periodístico, me atrevo a decir que reporteros de la nota policiaca, al menos en Nayarit, esporádicamente han recibido capacitación en cuestiones de género y/o violencia contra las mujeres en la comunicación; lo cual se hace evidente en la forma de redactar y enfocar la información, cercano sexismo, el sensacionalismo y la obscenidad. Sumado a lo anterior influye que la mayoría del personal de nota roja es del sexo masculino.
De acuerdo a la definición de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, agresor/a es la persona que inflige cualquier tipo de violencia a otra. (Glosario de Género Inmujeres). Y con el lenguaje también se ocasiona violencia, sin que esta sea sancionada, porque no se ha hecho visible la necesidad de eliminar el lenguaje sexista, violento y excluyente.

En cuanto a la capacitación del personal responsable de las oficinas de  comunicación social, abogo por una preparación activa y continua ya que dará herramientas teóricas y prácticas para adquirir y actualizar conocimientos y  destrezas  necesarias para la aplicación del lenguaje incluyente en sus comunicados. Como se sabe, la capacitación en género se emplea con frecuencia en los procesos de institucionalización y transversalidad de la perspectiva de género con el fin de desarrollar las capacidades conceptuales, técnicas y de cambio de actitud que permitan a funcionarios/as públicas/os aplicar esta perspectiva en los procedimientos de diseño, programación y presupuestarios, y de ejecución y evaluación de las políticas públicas.

Asimismo es conveniente indicar que contribuye a homogenizar referencias conceptuales y términos utilizados en el vocabulario de la institucionalización, lo que redunda en el mejoramiento de la coordinación y consolidación de una red de servidoras y servidores públicos comprometidos con el cambio institucional.
En otras latitudes ya se han dado cambios positivos, es el caso de Argentina en donde la red PAR (Periodistas de Argentina en Red- Por un periodismo no sexista) publicó  diez pautas básicas para el Tratamiento Periodístico de la Violencia contra las Mujeres. Se trata de una construcción colectiva producto de debates y experiencias, que intenta ser un aporte al tratamiento no sexista de la violencia de género y el feminicidio. (www.agwprensa.com.ar).

España también da a conocer experiencias exitosas, una de ellas, la del Instituto de la Mujer se resume en el siguiente texto: “un uso del lenguaje que representa a las mujeres y los hombres y  que nombra sus experiencias es un lenguaje sensato: No oculta, no subordina, no infravalora, no excluye y no quita la palabra a nadie” (NONBRA, Carmen Alario, Mercedes Benguechea y varias autoras/ Ministerio del Trabajo y Asuntos Sociales).

Grandes logros han obtenido las mujeres en los albores del siglo XXI, resultado del trabajo constante y sistemático; contribuir desde a academia y los medios de comunicación a romper otras barreras al tiempo que se contribuye a nuevos saberes harán posible que esta sociedad, a corto plazo, pueda nombrar en femenino y en masculino sin que esto implique la invisibilización, o detrimento de la una o del otro.
 
Bibliografía

  1. Guerrero Salazar, Susana. El lenguaje sexista en los medios de comunicación. Universidad de Málaga. Recomendaciones.
  2. Nombra. En femenino y en masculino. Carmen Alario, Mercedes Bengoechea, Eulalia Lledó. Sobre el género gramatical.
  3. Manual de Lenguaje Administrativo. No sexista. Antonio Medina Guerra.
  4. Comunicación, organización y género. Ellas tienen la palabra. Área mujeres/Alai. Materiales para la formación
  5. Bustos Romero, Olga. Propuesta para la formación de audiencias críticas hacia los medios de comunicación. 1999
  6. ONU, (1995) Documentos de Pekin, Nueva York, ONU.

1 Periodista y docente de la Universidad Autonomía de Nayarit. correo electrónico angelicacureno@gmail.com