Según la teoría, las primeras unidades del bien que consumimos nos brindan una gran satisfacción. Es decir, el bien o el servicio nos serían “muy útiles”. El consumo de las unidades subsiguientes de ese bien o servicio nos irá produciendo menor cantidad de satisfacción o, lo que es lo mismo, nos serán cada vez menos útiles. Recordemos que el consumo del bien proporciona una utilidad total, la misma que resultaría de la suma de las utilidades proporcionadas por las sucesivas unidades del bien consumido, mientras que la utilidad marginal es la que proporcionaría la última unidad consumida del bien. El proceso seguiría hasta que la utilidad proporcionada por la última unidad del bien consumido llegara a cero. En este tren de razonamiento, se supone que el consumidor de jamón encontrará que la primera ralla infinitesimal será la que más utilidad le proporcione; luego vendrán las demás, cada una, ofreciendo menos utilidad que la anterior, respectivamente. Los teóricos del modelo Vudú elevaron este proceso a rango de ley, la que, supuestamente, estaría vigente en todo Tiempo-Espacio. De allí emergió la definición formal:
Es la utilidad añadida a la Utilidad Total por la última porción del bien o servicio consumido. La Utilidad Marginal de un bien o servicio es decreciente. Gráfica 5.1.
Las porciones de jamón, cada una de las cuales brinda una satisfacción menor que la anterior, fueron reducidas a rallas de grosor infinitesimal, de otra manera no habría sido posible usar del instrumento que más orgullo causa en los espiritistas: el Cálculo Infinitesimal, pues con su ayuda pueden formalizar sus propuestas.