Se ha definido el consumo como un proceso individual de obtener utilidad de un bien o de un servicio a través de su adquisición como mercancías. Un concepto más amplio lo infiere como un proceso que permite la reproducción del individuo en la sociedad. Desde este punto de vista, el consumo tendrá dos acepciones.
Es el que no participará de un proceso de reproducción de los bienes y servicios y se refiere, sobre todo, a la reproducción de la especie humana. Incluye todos los bienes y servicios de consumo duraderos y no duraderos.
Es el que se expresa en la utilización de insumos para continuar con el proceso de producción. En esta área se registra el total del trabajo, las máquinas, el equipo, la tecnología, el conocimiento, en general, a todos los insumos y factores de producción, resaltando el papel decisivo del Conocimiento, tanto del trabajador, como del Empresario, en la tarea productiva. En principio, es preciso admitir que hay razones valederas para esa división del consumo, pero no es razonable que se identifique la reproducción de la especie como consumo “improductivo”, pues la reproducción de la especie es la producción más productiva de todas; sin las personas nada habría, ni nada tendría sentido. Por ello es que, sobre la propuesta marxista, estructuro una división Razonable de dicha variable: el Consumo que reproduce la especie humana y el Consumo que reproduce el proceso productivo.
Es el consumo que se satisface con los bienes y servicios necesarios al bienestar material de la sociedad.
El que cubre necesidades que no tienen relación directa con el estómago, pero que son las que singularizan al ser humano, diferenciándolo del resto de las especies que forman parte de la escala zoológica.
Ambos tipos de consumo están determinados por el grado de evolución histórica, económica y cultural de los grupos humanos. Sobre este particular, es preciso recalcar que en la actualidad el consumo está muy sesgado hacia el consumismo, por la publicidad y la aparición de nuevos productos que crean nuevas necesidades, la mayor parte de ellas, artificiales. Así, es posible intuir que el consumo de los estratos de ingresos altos esté más influido por el derroche para lograr status y aumentar la ganancia del empresario, que por la satisfacción de las necesidades legítimas de los individuos. En este proceso el Homo economicus se transforma en el Homo consumidorus, expresado en su versión de consumidor y de productor.