“…pedimos consejo a un amigo sobre el número de años que debemos permanecer estudiando. Si comparara el estilo de vida de una persona que tiene el doctorado con el de otra que no ha terminado los estudios primarios, podríamos quejamos de que esta comparación no nos sirve de mucho para tomar una decisión. Ya poseemos algunos estudios y lo más probable es que tengamos que decidir si estudiamos uno o dos años más. Para tomar esta decisión, necesitamos saber cuáles son los beneficios adicionales de un año más de estudios (unos salarios más altos durante toda la vida y el mero placer de aprender) y los costes adicionales en que incurriríamos (las tasas de matrícula y los sala ríos que perdemos mientras estudiamos) Comparando estos beneficios marginales y costes marginales, podemos averiguar si merece o no la pena estudiar un año más.”
Esa propuesta no es de Mankiw: pertenece a Gary Becker y su propuesta sobre lo que llama “El capital humano”, un intento de acomodar como sea el principio de marginalidad, traído del mundo del vudú, al mundo real. En primer término debemos aclarar que la decisión de abandonar o no los estudios para ponerse a trabajar, es algo que tiene relevancia sólo entre los hijos de padres cuyo ingreso es incierto. En cambio, los hijos de los ricos no tienen esa disyuntiva. Por otra parte, cuando un estudiante decide ingresar a la universidad, lo hace con un objetivo: lograr un título. Para alcanzarlo, debe cumplir con todos los requerimientos que exige el plan de estudios de la universidad respectiva. En este proceso no se puede afirmar que un año de estudios sea más o menos útil que otro; eso es ridículo. Con la misma lógica podríamos afirmar también, “hablando en el margen” que la primera hora de estudios del novato es más importante que la segunda, lo que nos llevaría a declarar que la lectura de la primera página de un texto es más “útil” que la segunda... los ejemplos serían incontables. En el mundo real, la empresa, digamos petrolera, cuando debe reclutar a un nuevo empleado, no le pregunta si ha vencido el primero o segundo años; no, más bien le pedirá el título de geólogo u otro parecido, pues ese título es una constancia de que reúne los requisitos que le permiten formar parte del equipo técnico de la empresa petrolera. Si no lo tiene no formará parte de la empresa.