Refiriéndonos a la lógica interna del argumento neoclásico, afirmaríamos que la llamada Curva de Restricción Presupuestaria reemplazaría, por sí y con gran ventaja, a la llamada Curva de Indiferencia. Con la curva de restricción presupuestaria, el consumidor se enfrentaría a combinaciones infinitas, teóricamente, y no a una sola, exigida por la tangencia de las dos pendientes. En este sentido, es lógico y es cierto establecer que la curva de Restricción Presupuestaria, por sí sola, no necesita de ningún otro instrumento conceptual, mucho menos, de la curva de indiferencia, para satisfacer las preferencias del consumidor, sin privarle de su privilegio de elegir libremente, de acuerdo con sus ingresos y de sus gustos. Repasemos este concepto.
Si la Recta de Restricción Presupuestaria incluye todas las combinaciones posibles de Y y X, el consumidor puede escoger libremente, la que más le convenga, pero, en este caso, lo hace de una gama muy grande de combinaciones. La introducción de la Curva de Indiferencia le impone una y sólo una de las muchas combinaciones que el ofrece la Recta de Restricción Presupuestaria, cuando se independiza de la Curva de Indiferencia. Se supone que la Curva de Indiferencia reflejaría las “condiciones subjetivas” de la elección para que éstas coincidan con las “objetivas” que le ofrece la Recta de Restricción Presupuestaria. Si esa es la razón para crear un instrumento tan falaz y forzado como es la Curva de Indiferencia, es preciso decir que las “condiciones objetivas” que ofrece la Recta de Restricción Presupuestaria, el consumidor elige cualquiera de ellas, en el acto de elegir, ya expresa sus “condiciones subjetivas”. Así, la Economía Vital reitera que lo único que el consumidor necesita en este caso es la Recta de Restricción Presupuestaria, por la limitación de su presupuesto, nada más. La lógica interna de la teoría nos instruye que la Curva de Indiferencia no es una hipótesis necesaria para analizar la conducta del Ser Interactivo Complementario.