PRINCIPIOS DE ECONOMÍA VITAL

PRINCIPIOS DE ECONOMÍA VITAL

Mario Blacutt Mendoza (CV)

La Intuición y la Razón

La Razón, por sí sola, hace que captemos la cosa percibida, no en su proceso de evolución continua, sino en momentos discretos, en procesos que podríamos llamar “intermitentes”, por lo sistemáticamente discontinuos, tal como captamos las lucesitas ahora si-ahora no; ahora si-ahora no, de los foquitos de un arbolito de navidad. Por supuesto que dejamos a la mecánica cuántica y a la Teoría de la Relatividad la tarea conjunta de complementar las grandes teorías sobre las fuerzas débiles y fuertes, el electromagnetismo y, muy dudoso, la gravedad, pero la sociedad debe ser observada en sus propias dimensiones, de acuerdo con la fase que estimula nuestra reflexión, el TiempoEspacio en que debe ser analizado, el grado de la evolución histórica en que los grupos humanos se encuentran y la evolución social e histórica que transitado en su lucha por la vida y, con ella, por “ser”, no simplemente “estar”. Para empezar, esta obra sostiene que en el estado actual de evolución del cerebro humano, conocemos la cosa en forma discreta, muy discreta, extremadamente discreta en el TiempoEspacio, por la debilidad cognitiva de la Razón cuando está solitaria, separada “racionalmente” de la Intuición. No es que el científico deje la Intuición a un lado; sus hallazgos son, aunque algunos no lo reconozcan explícitamente, IntuRacionales, pero es la actitud de la mayoría, la de presuponer que obra guiado sólo y solo la Razón en sus investigaciones científicas, la que hace de la ciencia un instrumento todavía débil, siendo, como es, una guía tan importante para conocer el entramado existente entre elementos dentro de un conjunto humano o el entramado de entramados entre conjuntos humanos y su relación con la Naturaleza y el Universo. Un pequeño análisis de nuestras limitaciones cognitivas nos permite descubrir que carecemos de la capacidad suficiente de conocer más allá de lo que ocurrirá en los próximos diez o veinte segundos. Por ejemplo, si vamos a cruzar una calle y vemos que no viene un automóvil, la cruzaremos con la seguridad de que ningún vehículo habrá de atropellarnos. Pero nuestra certeza de ello sólo abarcará hasta la próxima cuadra y sólo tendrá relación con el tránsito de un automóvil que pudiera atropellarnos; nada sabremos sobre una bala perdida o un rayo que pueda fulminarnos. Tendremos pues cierta certeza del automóvil y de lo que ocurrirá durante los próximos veinte segundos, nada más. Si tuviéramos la capacidad de prever con la misma seguridad lo que sucederá, no en los próximos veinte segundos, sino en el próximo minuto, la próxima hora, día... tendríamos el poder de anticipar un mayor rango de TiempoEspacio. Esto nos permitiría ampliar en mucho nuestro radio de acción en cualquier actividad que realizáramos. Pues bien: de acuerdo con el proceso de evolución, me parece razonable afirmar que el hombre llegará a un grado tan alto de evolución que podrá anticipar en el TiempoEspacio en más de veinte o treinta segundos; en mucho más, debido al aumento de su capacidad cerebral que incrementará su capacidad IntuRacional. Éste no es un pronóstico que podría considerarse gratuito. Para respaldarlo, escuchemos el testimonio de quienes han tomado cursos de lectura rápida. Nos dirán que el hombre normal no lee más allá de doscientas cincuenta palabras por minuto, pero que hay individuos que pueden leer hasta 25,000 palabras por minuto, lo que es algo que ahora nos asombra increíblemente. El método considera que en la lectura normal aprehendemos de golpe una palabra o dos, pero que del mismo modo bien podríamos captar una línea entera... dos... tres... un párrafo entero y así leer de párrafo en párrafo o de página en página, en vez de hacerlo de palabra en palabra. Vayamos un poco más al fondo del asunto. Supongamos que, dejando de lado el Principio del Caos, por efectos de la evolución cerebral nuestra IntuRazón se ha desarrollado tanto que hemos conseguido anticipar el TiempoEspacio en seis horas. Es decir que hemos conseguido prever lo que ocurrirá en las próximas seis horas, pero no sólo lo que ocurrirá durante las próximas seis horas en la calle, sino también lo que sucederá en el entorno tempo-espacial en el que nos encontremos. Con esta capacidad adquirida, conoceremos la influencia inmediata, la interacción, que las cosas y fenómenos cercanos tienen sobre el fenómeno que deseamos analizar. Debido a que todas las cosas están en interacción continua, el conocimiento que así tengamos de la cosa será más real que el que tenemos al presente. Aumentaremos la capacidad de reproducir la cosa en la conciencia con mayor fidelidad; al hacerlo, habremos captado, por nuestra gravedad Ético-Estética, una porción mayor de la “cosa en sí” en su continuidad y movimiento, no en un haz de flashes estáticos, que es la manera de conocer que la Razón, separada arbitrariamente de la Intuición, nos impone. La nueva vía de aprehender las cosas, los fenómenos o los procesos sólo será posible por medio de la facultad Intuitiva desarrollada, la que, en unión sinérgica con la Razón, tendrá la capacidad de captar el objeto de una forma más integral. Ésa es una ocasión oportuna para adelantar el hecho de que, Razonablemente, el Racionalismo es lo opuesto a la Racionalidad y a la Razón, cuando se siente huérfana de su hermana gemela, la Intuición. Ahora está prisionera del racionalismo, cercada por las antiparras que los espectros de hombres, llamados “racionalistas” han edificado tan arbitrariamente en el afán de situarse como seres del racionalismo y por ello, como entes pretendidamente superiores. Estos espiritistas de la mente no son racionales, son “racionalistas”, es decir, pertenecen a una secta extraña que toma su tótem no de algún animal feroz, sino de una especia de ectoplasma que segregan, a la manera de una radiación que se filtra de un agujero negro. Las piruetas mentales del equilibrista de una sola dimensión han pretendido convertir a la Razón en una especie de doncella pura, purísima… quintaescencia de la pureza, la que ahora se encuentra casi sola y por ello, condenada a captar el hecho, el fenómeno o el proceso, sólo en mini parcelas cognitivas. Con el desarrollo de la Intuición y su unidad con la Razón: Poco a poco el TiempoEspacio será anticipado en grados mayores. Poco a poco, el TiempoEspacio será abarcado en rangos mayores. Poco a poco tendremos conciencia del “Espíritu de la Tierra”.

Es cierto que el conocimiento continuará siendo absorbido, por mucho tiempo aún, desde las mini parcelas cognitivas, pero la IntuRazón hará que éstas sean cada vez menos “mini”. La evolución de la capacidad IntuRacional der ser humano, como especie, dará como primer resultado el Conocimiento Complejo.

El Principio de lo Razonable considera que la Razón, la Intuición y la Voluntad colectivas conforman el trípode en el que se asientan todas las grandes realizaciones humanas en los escenarios sociales, económicos y políticos del planeta.

También debo poner en claro el hecho de que si bien tomo como unidad de análisis al grupo humano en la forma de Población-Territorio, sin embargo, explícitamente declaro que el beneficiario último de todos los esfuerzos será el Individuo. Precisamente, el proceso primordial que persigue es potenciar el Poder de Voluntad en cada ser humano, luego de que haya tomado conciencia de su YO. Pero considera que la emergencia de ese YO sólo es posible en el Nosotros. El “yo” aislado no tiene importancia en esta obra, porque no la tiene en la realidad; en ninguna realidad objetiva. Así, el verdadero desafío no sólo se concreta en generar los nuevos instrumentos analíticos para que la Economía se ocupe de la calidad de vida del Ser, esta labor debe estar complementada con la de lograr el entronque de nuestra percepción con la que tienen los países desarrollados y, sobre todo, con las visualizaciones de la corporaciones transnacionales, para lograr un entorno de Interacción Mutua razonable beneficiosa para cada país y para cada empresa. Considero Razonable imbricar las economías de los países subdesarrollados con las de los países industrializados y con las corporaciones transnacionales. La ligazón de las economías nacionales con los países y las corporaciones transnacionales es una condición necesaria para que se elimine la pobreza en el mundo. Ningún país podrá lidiar con la pobreza de la mayor parte de su población pretendiendo competir con las grandes transnacionales y los intereses de los países grandes. Las transnacionales generan recursos financieros en gran abundancia, pero no los invierten en los países subdesarrollados por falta de “seguridad jurídica”. Nadie puede culparlos por ello. Sin embargo, tampoco es posible desplazarnos al otro extremo y propiciar la propuesta de que el Estado “no se meta” en asuntos de la economía nacional. Entre ambos extremos habrá siempre el Término Medio. Cada pueblo subdesarrollado deberá encontrarlo y obrar en consecuencia. Por eso es que propongo una alianza entre los gobiernos, las empresas transnacionales, las empresas nacionales y las sociedades civiles para encontrar ese Término Medio. Sigamos con el pensamiento de Edgar Morin.

Desde luego, se puede constatar fácilmente que el modo en que pensamos se refleja en la forma que toman nuestras acciones. La complejidad es una actitud generada a partir de otros principios… una forma paradigmática de pensar concurrente al paradigma de simplificación. Concurrente pero que al mismo tiempo va más allá de este modelo de pensamiento simplificador… el pensamiento simplificador y disyuntor ha tocado fondo… Por todo ello cabe afirmar que si somos capaces de comprender que la complejidad es ante todo un PARADIGMA, una forma de pensar, nos daremos cuenta de cómo la cultura general puede cambiar de aspecto… la cultura de la complejidad es aquella cultura que puede acabar con un ser humano hemipléjico desde un punto de vista intelectual: aquel que no tiene sentido de la relación entre lo global y el contexto; aquel que se convierte en un ser inhumano porque carece de la consciencia de que la humanidad es producto de relación y no de la uniformización entre seres humanos, los que son diversos así como diversas son sus culturas. Ahora bien, hay que comprender que la unidad no es la uniformidad. La unidad supone y necesita de lo diverso, porque es producto de relación. La unidad del hombre es la unidad de la diversidad.

El Pensamiento Complejo permite una percepción más cercana al objeto, al fenómeno, al proceso o a la idea en las que enfocamos nuestra intención de conocer. Al aplicarlo en el análisis de la relación entre el individuo y su entorno, encuentro que la separación sujeto-que-conoce, por una parte, y objeto-que-es-conocido, por la otra, es artificial e inútil. Que esa manera de percibir es la causa de desarraigo de la naturaleza por parte del Ser, a la que poco a poco tendrá que volver, y en el proceso, fortalecer su potencialidad intuitiva. La percepción de Ciurana sobre la Complejidad me parece acertada. Esta obra se basa, precisamente, en la firme convicción de que un todo, al que deseamos conocer, se compone de partes inter-relacionadas entre sí. Ahora bien, mi obra no toma en cuenta el conjunto de todas estas relaciones; más bien, hace hincapié a las que considera de importancia colectiva en espacios-tiempo determinados, esto es al Principio de la Relación Interactiva, relación en la que se basan mis percepciones. Si entendemos la Complejidad en el sentido anotado, entonces nos daremos cuenta, entre otros, de la grave deformación que von Mises tiene de la Historia, pues la considera como una simple sucesión de hechos aislados que no tienen ninguna relevancia para establecer generalizaciones. Esa impresión emerge del Individualismo Metodológico, el que otorga al individuo toda la responsabilidad de una acción, con prescindencia completa del entorno social y el momento histórico en que esa acción es relevante. En el mismo tren de reflexión, diremos que la identificación del homo economicus como la unidad de análisis para que el modelo neoclásico de la Economía describa “científicamente” el proceso de escoger recursos escasos para fines alternativos, es el límite más extremo al que puede llegar la visión reduccionista de la realidad. Todos sabemos que el ser humano no sólo tiene una capacidad racional, sino que es el sumun interactivo de muchas cualidades, y dimensiones internas y externas, las que deben ser tomadas en cuenta cuando se trata de analizarlo como personaje principal de alguna ciencia social. La racionalidad, por sí sola, es la más irracional de las características humanas en la dimensión competitiva, pues, en su intento de “tener o ser más que el otro”, recurre a un comportamiento astuto, el que utiliza para hacer que el supuesto rival sea “menos” a cualquier precio. En eso estriba la competencia en el modelo neoclásico. Pero hay más: en el intento de separar al individuo de los demás, con el propósito de “liberarlo”, lo que hace es convertirlo en un ente que vive en función “del otro” para “superarlo” dentro de la horda a la que nos referimos en acápite anterior. Cada individuo es, en la visión neoclásica, un apéndice de algún otro. El homo economicus no sólo reduce al hombre a un simple holograma que obra exclusivamente por análisis de costo-beneficio, sino que lo hace un ente sin personalidad propia, dado que tiene que competir con “el otro” para ser mejor que él o evitar que “el otro” lo sea. Si dejáramos de concebir lo “complejo” como lo reducible a lo simple para considerarlo como una dimensión de saber más integrado, el conocimiento que tendríamos del mundo y, en especial, de las ciencias sociales, sería mucho más cercano a la realidad. La manía de separar arbitrariamente los escenarios hasta llegar al más simple de todos, está en razón inversa al grado de conocimiento que logremos de esa simplificación y es la causante de la falta de eficacia en el comportamiento cotidiano y en la conversión de las ideas en acciones. La receta cartesiana, que implica la simplificación extrema de los escenarios para el análisis adecuado, no sirve, ni como método ni como guía del pensar; es preciso desecharlo. En este punto se hace necesaria una aclaración: el concepto de Complejidad no tiene la intención de convertir en difícil lo que es fácil, al contrario, trata de acercarse más a los procesos que se desenvuelven en el escenario social, histórico, político, económico… para descubrir, en mi caso, las Relaciones Interactivas que los liga. Esta identificación de los escenarios más integrados no es logrado por la Razón per se. Esta obra se basa en la afirmación de que, para una correcta determinación de las partes en las que pueden dividirse los escenarios puestos como objeto de estudio y el análisis complejo de los mismos, es preciso la Razón-Intuición, es decir, el instrumento cognoscitivo por excelencia. Desde el momento en que los físicos teóricos concluyeron en que la luz participa, al mismo tiempo, de lo corpuscular y ondulatorio, el “fenómeno simple” fue expulsado del análisis serio.

En su análisis, Ciurana cita a Bachelard, el que tiene un gran acierto: las ideas “simples”, de tipo cartesiano, no existen, pues el fenómeno es “un tejido de relaciones”. Inclusive, va más allá: el terreno de la microfísica está regado por el concepto de Complementariedad, concepto que fue utilizado por mí, en mi obra Desarrollo Local Complementario, para mostrar la Interacción basada en la Empatía. La Complementariedad es un concepto que también utilizaremos en esta obra, con la previa aclaración de que surge de los estudios antropológicos modernos de los pueblos originarios del planeta, en especial, de la Cosmovisión Andina, en nuestro país. La percepción de Bachelard se hace más lúcida cuando se pregunta: ¿Cómo pensar la relación Individuo-Sociedad o la relación Especie-Individuo si no afrontamos la Complementariedad en un mismo nivel de realidad, de elementos que situados epistemológicamente en el marco de la lógica aristotélica se excluyen? Son estas preguntas, las nuevas, las que dan vida a la estructuración de una visión nueva. En esta visión no debemos perder de vista que la Complejidad, unida a la Complementariedad, son transversales al estudio de cualquier ciencia y, en forma especial, a las ciencias sociales. Claro está que el nuevo paradigma usa un concepto más integral para aprehender la realidad en movimiento.

En cuanto las ciencias sociales, la acción sería definida como el desorden que origina el proceso de desorden y el sentido sólo puede surgir cuando has relación entre individuos que son diferentes. Ciurana cita las preguntas vitales al respecto: ¿cómo analizar la sociedad sin detener el movimiento? ¿En un fluido constante? La respuesta llega de inmediato: ya no se trata de analizar; el Individualismo Metodológico es un dinosaurio que nunca estuvo vivo; fue hecho para el museo de las ideas muertas.