Gregory Mankiw recomienda al economista observar los hechos, teorizar sobre ello y volver a observar para estructurar una teoría. En este carril de pensamiento, hace de la Economía una ciencia que basa sus generalizaciones en los procesos reales, lo que constituye un punto a su favor, en comparación con la mayoría de los demás marginalistas, los que pretenden deducir “leyes económicas” de axiomas existentes en el cerebro antes de que el ser humano naciera, las que habrían evolucionado con el hombre desde la ameba, según la expresión de uno de los grandes defensores del espiritismo económico, Ludwig von Mises, miembro consagrado de la Escuela Austriaca. En resumen, un gran punto a favor de Mankiw.
La Economía Vital: La importancia de los supuestos
Dice que los supuestos simplifican la complejidad del mundo, lo que es cierto.
Nadie se opone a la necesidad de que el economista recurra a los supuestos para plantear su teoría. Precisamente, una generalización se cumple si es que, a su vez, se cumplen ciertos supuestos o condiciones dadas; no hay problema en ello. En lo que sí encontramos problemas serios es en la clase de supuestos que hace el economista del marginalismo. Por ejemplo, los marginalistas, Mankiw entre ellos, adoptan el supuesto de que en el mundo impera el mercado de competencia perfecta. Es decir, el mercado en el que se supone que el bien que se produce es perfectamente homogéneo, tiene el mismo precio, la cantidad de oferentes y demandantes es tan grande que ninguno de ellos, por sí solo, puede cambiar el precio del mercado. También lo caracterizan porque habría entrada y salida libre del mercado por parte de las empresas y porque habría información perfecta sobre el mercado de cada bien. Añaden que en ese mercado hay movilidad perfecta de factores, es decir, si falta mano de obra en los EEUU y sobra mano de obra en México, los EEUU abrirá sus fronteras para que los mexicanos encuentren empleo en ese país. Esto no es aceptable, pues la casi totalidad de las operaciones en los mercados internacionales son realizadas en mercados de competencia imperfecta, es decir, por unas cuantas corporaciones transnacionales, las que dan lugar a los sistemas de Oligopolio, a los que nos hemos referido. En este sistema, los oligopolistas fijan, al igual que los monopolistas, el precio y la cantidad al mismo tiempo, pues la escala de inversiones y la experiencia que tienen en el ramo hace muy difícil que otras empresas ingresen a competir con ellas. Eso sucede en el mercado de computadoras, celulares, automóviles, productos de línea blanca… Precisamente, es en esta clase de mercados en la que los empresarios deben exhibir al máximo sus talentos como tales para ganar segmentos de mercado a costa de sus rivales y tender a la maximización del beneficio. La pregunta es: ¿por qué los marginalistas escogen como escenario un tipo de mercado que ya estaba despareciendo a mediados del siglo pasado?