La cualidad que tiene un bien de ser satisfaciente o útil, respectivamente, es objetiva; es inherente al bien o servicio de que se trate. Esto es así, porque fue producido con las características que le permitan tener esas cualidades. Cada uno de estos bienes fue producido “para eso”. Es decir, el proceso de producción ha consistido, precisamente, en objetivar esas cualidades, ya satisfacientes, ya útiles, en forma de bienes o servicios. Todo lo que produce el empresario tiene como base las singularidades concretas que hacen que un bien sea satisfactorio o útil. Sin embargo, la teoría del conocimiento que avala la visión Razonable de la Economía afirma que la subjetividad del consumidor es el que percibe esta cualidad y, como en cualquier fase del conocimiento, la modifica. De este modo, lo que es sabroso para alguien no lo será para otro. Lo que es bonito para Juan, será feo para Adriana. Pero, la cualidad que se juzga subjetivamente es objetiva; el empresario fabrica mercancías satisfacientes o útiles; el consumidor decide si esa mercancía es satisfaciente o útil para él. Estos gustos dependen, en gran parte, del grupo socio-cultural en cuyo seno creció el Ser Razonable