Aunque en el 164 a.e.c. los Macabeos obtuvieron una victoria importante logrando desterrar a los invasores, retomar el control de Jerusalén y restaurar el servicio del templo, no significó que se hubieran derrotado de forma definitiva al reino seléucida, aún habría más enfrentamientos hasta lograr la total independencia. Levine señala que el periodo que va del 164 al 160 a.e.c., los Macabeos no solo habían logrado retomar Jerusalén sino además, también tuvieron éxitos en generar reasentamientos en la transjordania, galilea y la costa mediterránea. Sin embargo los primeros reveces iniciaron en el 162 a.e.c., cuando ya bajo el reinado de Antíoco V los seléucidas, derrotaron a los Macabeos al sur de Jerusalén, sin embargo no pudieron gozar de su triunfo ya que una nueva crisis en Antioquía requirió que el ejército regresara inmediatamente, por lo que se llegó a un arreglo en el cual se revocaron las ordenes prohibitivas de prácticas judías y los seléucidas impusieron al sumo sacerdote, la mayoría aceptó el arreglo incluyendo los Hasidim, pero los Hasmoneos se opusieron por lo que fueron forzados a dejar Jerusalén. Los Macabeos se retiraron de Jerusalén y se prepararon para enfrentar nuevamente al invasor, muy pronto en el 161 a.e.c., tuvieron oportunidad de volver al ataque en contra de los seléucidas derrotándolos al norte de Jerusalén, sin embargo al año siguiente en el 160 fueron superados en número, vencidos y sufrieron la pérdida de su líder Judas Macabeo. La derrota significó un retiro de los Macabeos al sureste de Belem quedando prácticamente en el olvido durante algunos años.
Pero un hecho fortuito e inesperado los devolvió a la vida política, en el 152 a.e.c. Alexander Balas y Demetrius eran aspirantes al trono seléucida y buscaron el apoyo de Jonathan, hermano de Judas macabeo y líder en dicho momento de los Hasmoneos, quién otorgó su apoyo a Demetrius, por lo cual fue recompensado, se le nombró sumo sacerdote, se le permitió mantener tropas y se convirtió en representante de los seléucidas en Judea. El hecho resulta irónico, los enemigos se unieron e inclusive los Hasmoneos enviaron tropas a Demetrius para controlar una rebelión en Antioquía, aunque irónico es políticamente viable y común, el mundo aún funciona así y de ello tenemos múltiples ejemplos por lo que no me detendré a valorar tal situación, lo que debemos rescatar es que al final, los enemigos del rey seléucida asesinan en el 143 a.e.c. a Jonathan, quedando como líder de los Hasmoneos el último de los hermanos Macabeos, Simón. Quien al parecer no compartía la política de su hermano, ya que decide atacar a la fuerza siria establecida en la zona y en una impresionante ceremonia pública realizada en el 141 a.e.c., declara la independencia del reino seléucida (Levine, 2011, págs. 249 - 251). Tal acontecimiento ocurre precisamente en el momento en que tanto Tolomeos como Seléucidas, habían perdido el control en la zona, debemos de recordar que desde el 250 a.e.c. los seléucidas estaban en guerra con el Imperio Parto y habían sido expulsados del Asia menor, quedando solamente con Siria como el último territorio del reino, el cual a la larga perderían en manos de los romanos, cuando en el 64 a.e.c., Pompeyo Magno depuso a los dos pretendientes al trono Seléucida (Microsof Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008). El vacío de poder tanto de Tolomeos como Seléucidas, daría como resultado la creación en la zona de pequeños reinos y algunas ciudades estados, a Judá le daría un respiro, y la posibilidad de tomar ventaja tanto para afianzar el reino como para recuperar territorios perdidos a lo largo de varios cientos de años, logrando capturar Joppa y convertirlo en el principal puerto del reino, la actividad de reconquista fue todo un éxito logrando un área similar a la que tenía el reino de David y Salomón, los nuevos líderes se veían como los sucesores de los antiguos reinos de la época del primer templo. Una prueba de tal afirmación la podemos encontrar en las monedas acuñadas en el periodo Hasmoneo, el lenguaje de la inscripción de algunas monedas encontradas, revelan el uso del hebreo antiguo, ocupado un milenio antes en la época del reino de David y Salomón.
Un dato que vale la pena destacar, es que desde la época de los Hasmoneos empezaron sentimientos antijudíos, los griegos – macedonios, los asirios llevados en la deportación babilónica y otros pueblos que llegaron con posterioridad, iniciaron esos sentimientos al reclamar la posesión de la tierra y nombrarse como los poseedores originales, algo parecido a lo que ocurre en el Israel moderno, los pueblos que no pueden acreditar un origen histórico ancestral en la tierra se proclaman como los pueblos originarios. Las críticas en contra del reino Hasmoneo vinieron de todos los desplazados, es probable que esas críticas continuaran durante años y mucho tiempo después surgieran los comentarios antisemíticos del griego Apión, a quien Flavio Josefo responde en la obra Contra Apión. Empero se debereconocer que los Hasmoneos fueron inflexibles, como todos los regímenes cuyo fundamento es la religión, al grado de que le impusieron a la ciudad helénica de Pella in la transjordania, la conversión o la muerte, repitiendo la formula que los griegos – macedonios les habían impuesto, el sentimiento religioso y de fe era palpable y al parecer entendían esta nueva conquista como la realizada cuando llegaron a Canaán, ya que el trato a los pueblos conquistados era parecido al que nos llega noticias por medio de la Torah. Pero no solamente los extraños al judaísmo mostraron antipatía a estas nuevas políticas, los fariseos se convirtieron en una oposición en contra de algunas medidas y llegaron a intentar derrocar el régimen, los problemas terminaron cuando Salome Alexandra 76 – 67 a.e.c., los incluyó en el gobierno; por su parte, otra minoría judía conocida como los esenios también se opusieron a las medidas de los hasmoneos, pero ellos decidieron dejar Jerusalén y asentarse en otro lugar a esperar la caída de este grupo.
Los Hasmoneos se mantuvieron como los líderes políticos, militares y religiosos de Judá, pero no se asumieron como reyes hasta el 104 a.e.c., cuando Aristobulus se impuso el título de rey, el cual conservaron las generaciones siguientes y son conocidos como los reyes Hasmoneos cuyo periodo se señala desde el 142 al 37 a.e.c., a diferencia de los reyes anteriores los Hasmoneos mantenían el poder político y espiritual, situación contraria a la historia previa de Israel y Judá y que volvería a quedar separada después del periodo de estos reyes cuando Herodes vuelve a dividir lo político de lo espiritual. Si bien la lucha de los Hasmoneos fue en contra del helenismo y su influencia a la larga, terminaron enamorados de la cultura del enemigo, al grado que se integraron a la forma de vida judía, moderados elementos helenísticos (Levine, 2011, págs. 252, 255 - 257). Una prueba de la integración de elementos griegos a la cultura judía, es la propia tumba de Jonathan Hasmoneo, construida en el 142 a.e.c. por su hermano Simón en Modín. Simón llevó los huesos de sus hermanos Jonathan, Judas sus otros dos hermanos, su padre y su madre y construyó siete pirámides una para cada uno incluyéndose el mismo, así como una tumba para que pudiera ser vista desde lejos. La tumba es casi seguro que fuera una imitación de las griegas, ya que no debemos de olvidar que la costumbre judía era enterrar en cuevas, algunos consideran que por la descripción que tenemos de la tumba, es probable que fuera una imitación arquitectónica del Mausoleo de Halicarnaso, construido alrededor del año 353 a.e.c. para los restos del rey Mausolo de Caria en el Asia menor, aunque podríamos aseverar que con seguridad no hubiera estatuas considerando la ausencia de las mismas en este periodo para la zona de Judá y el propio celo religioso que habían demostrado los Macabeos (Berlin & Waywell, May/Jun 2007).
En resumen, el periodo Hasmoneo se caracterizó por ser una reacción en contra del helenismo como elemento avasallador de la cultura judía, sin embargo la capacidad de adaptación del judaísmo, el gusto por las artes y el desarrollo de la cultura, permitieron la aceptación de símbolos helenísticos y el uso de nombres griegos principalmente en la aristocracia, siempre y cuando no fueran ofensivos a las creencias y practicas judías, manteniendo una dualidad entre el resurgimiento de la identidad judía, que no admitía cultos, templos paganos y reclamaba la identidad con el reino de David, y por otra parte, la modesta aceptación de componentes de la cultura helena, en diferentes grados de aceptación, ya que las clases mejor acomodadas admitieron una cantidad mayor de componentes helenos y las menos privilegiadas, las que el día a día mantenían un esfuerzo para sobrevivir y menos espacio para estudiar la cultura griega, tuvieron una influencia menor pero no escaparon de ella.
En el aspecto religioso, debemos destacar el hecho de que el judaísmo nunca ha sido una religión monolítica, en la antigüedad y aún en el presente, diversas ramas tienen su propia interpretación sin perder la esencia de lo que significa la forma de vida judía, los Hasmoneos entonces, debieron convivir con diferentes formas del pensamiento judío: saduceos, fariseos y esenios, quienes convivieron en la sociedad y cada grupo tenía su propio sector de influencia, pero sin perder la creencia general del mundo judío, en el caso de los esenios al parecer tuvieron diferencias un tanto mayores y prefirieron vivir separados, al parecer fueron ellos los creadores de los famosos rollos de las cuevas del mar muerto, aunque tales manuscritos aún son tema de debate y no podemos ser categóricos en esa afirmación (Levine, 2011, pág. 272), lo que debemos señalar es el hecho de que todos convivían con sus particulares tendencias, quizás el grupo más conocido eran los fariseos, tanto por su conocimiento de la ley como por los señalamientos que de ellos se hace en el mundo cristiano, aunque sin fundamentos, ya que este grupo es el que al parecer da forma al judaísmo posterior.