Centro de Estudios en Geografía Humana
El Colegio de Michoacán
Este trabajo trata sobre el uso del espacio que realizan las poblaciones ribereñas de diez municipios asentadas alrededor del Lago de Chapala– siete de Jalisco y tres de Michoacán –, las cuales aprovechan los recursos del lago para diferentes actividades: pesca, turismo, agricultura, etcétera. La forma de usar el lago ha generado profundas diferencias en la calidad de vida de las poblaciones, ya que mientras hay comunidades con alto nivel de vida en, existen otras, como las comunidades indígenas de pescadores del municipio de Poncitlán, Jalisco, que viven en condiciones precarias y con deficientes vías de comunicación. Este proceso es explicado desde la perspectiva de las organizaciones cooperativistas de pescadores, quienes describen el deterioro del Lago de Chapala, el declive de la pesca, las disputas que existen entre mismos pescadores por especies cada vez más escasas y las inconformidades con otras poblaciones que tienen un mejor nivel de vida, algunas de ellas extranjeras; quienes señalan que a pesar de las evidentes diferencias socioeconómicas, todos los grupos humanos que viven del lago corren el riesgo de enfrentar las probables consecuencias de la aprobación de construir un nuevo acueducto que surtiría de agua a Guadalajara.
El presente texto es una aproximación de Geografía humana sobre los procesos de transformación de los espacios locales. Su realización toma como espacio de análisis el Lago de Chapala y pone especial énfasis en los grupos cooperativistas de pescadores que obtienen del lago parte de los recursos que permiten la subsistencia de sus familias. Las referencias empíricas fueron realizadas durante jornadas de trabajo de campo en el mes de mayo de 2011 y forma parte de un proyecto más amplio de investigación denominado “El cooperativismo en la Región Centro-Occidente”. Con respecto a ello hay que decir tomamos como punto de partida la idea que señala que el espacio es producto de procesos diversos surgidos de la acción específica y organizada de actores, ciudadanías y movimientos sociales que constituyen mecanismos de apropiación espaciales específicas; premisa sugiere que la transformación de las localidades, al igual que el de las grandes urbanidades, también se origina por factores de tipo local, nacional y global que identificados en su interacción explican los mecanismos actuales de cambio de las localidades, que entre otras causas están ligados al menor crecimiento de las grandes ciudades, los movimientos sociales, la migración, la modernización de las dinámicas del trabajo rural, la transformación de las cadenas productivas, los cambios asociados a la implementación de proyectos dirigidos al desarrollo local, las crisis ecológicas, el crimen organizado, etcétera.
Por lo tanto, este trabajo no se concentra en la descripción de las condiciones ecológicas del lago, ya que en este primer momento trataremos de explicar la perspectiva de los pescadores de Chapala organizados en cooperativas, en tanto actores y grupos sociales que dan uso y apropiación al lago, territorialidad que se contrapone a la de otros grupos sociales que también habitan en la ribera del lago, quienes también usan y apropian el espacio local para determinados propósitos. Por esa razón en la primera parte del texto se desarrolla la discusión teórica sobre la apropiación del espacio, posteriormente detallamos con base al trabajo de campo algunos de los aspectos que conforman la perspectiva de los pescadores en cuanto el uso de los recursos del lago y finalmente exponemos algunos argumentos que podrían ser tomados en cuenta para desde la interdisciplina poder generar debates críticos y propuestas de resolución a los problemas que aquejan a las localidades.
Si asumimos que el espacio es un ente que se construye socialmente, podremos establecer que los cambios que generan sus transformaciones son producidos por la síntesis de las relaciones sociales que ahí se materializan. Estos cambios pueden comprenderse no sólo en una perspectiva económica o política, sino como una suma de factores que dan identidad física y social al espacio. En ese sentido resulta evidente que desde ya hace algunos años, se han comenzado a analizar los procesos de cambio de los cambios de las localidades, desde posturas flexibles con respecto a presentar explicaciones diversificadas sobre los cambios locales. Algunas de esas reflexiones, no exclusivas de la Geografía, han sido expresadas por autores tan diversos como Arato (2000), Barkin (2005), De la Peña (2001), Giménez (1996), Farinós (2004), Roseberry (1998), Zendejas (2001), Zepeda (1992), entre otros; quienes plantean la necesidad de analizar los procesos de cambio, desde una perspectiva amplia, interdisciplinaria y renovadora de los conceptos que han definido las formas de identificar y entender las transformaciones locales.
Algunos de los temas en los cuales ponen mayor énfasis se encuentran en la redefinición del tipo de relaciones sociales que se establecen entre las organizaciones ciudadanas con las diferentes representaciones del Estado, el estudio de los movimientos sociales y su interacción con las ciudadanías en el ámbito de las culturas locales, el análisis de la redefinición social de los estados nacionales y la sociedad civil ante los procesos contemporáneos de (des) integración local, entre otros, y desde luego la geografía crítica, que pone énfasis en el impacto social originado en procesos globales de desigualdad espacial originados en diversas condiciones de desarrollo capitalista. (Harvey, 2005) En ese contexto de ideas este trabajo intenta explicar que los procesos o mecanismos que definen la espacialidad actual del Lago de Chapala, son generados por el impacto de diversas políticas y proyectos neoliberales, pero también por una nueva territorialidad surgida de los procesos de apropiación del espacio local que explican que tanto las ciudades pequeñas y los espacios locales no corresponden ya a los arquetipos de identificación tradicional.
En los años noventa García Canclini (1995:28) publicó un trabajo que explica por qué en un gran lapso de tiempo el ejercicio de “la ciudadanía estuvo asociada a la capacidad de apropiarse de los bienes y al modo de usarlos”, con lo que podemos hallar una explicación general sobre las razones que motivaron que en la mayor parte del siglo pasado se construyeran proyectos políticos que aglutinaron movimientos sociales que demandaban la urgente necesidad de las minorías por acceder a derechos y prerrogativas que los grupos dominantes detentaban en sus espacios locales. Esos procesos adquirieron notoriedad de acuerdo a la fuerza con que los grupos sociales establecían diferentes formas de participación política en sus espacios propios.
En el caso del Lago de Chapala, uno los procesos más importantes de transformación del espacio local sucedió a inicios del siglo XX, cuando fue disecada su ciénega, una amplia zona susceptible de ser inundable, y la cual estaba ubicada del lado michoacano del lago. Aquella decisión, generada desde el Estado, expropió la zona irrigable del lago, lo que provocó además de un severo problema ecológico que indudablemente afectó las actividades como la pesca y la agricultura, también un fuerte sentimiento de rechazo en varias de las poblaciones ribereñas debido a que esa acción benefició a unos cuantos, mientras que los más antiguos propietarios del lago, pagaron las consecuencias de ello:
“En los albores del siglo XIX, el lago de Chapala siguió gratificando a los pescadores con sus prolíficos recursos; sin embargo, la relativa tranquilidad en la que habían vivido los pescadores se vio rota en 1897 al promulgar el gobierno porfiriano una ley que convertía en propiedad federal todas las corrientes y depósitos de agua”. (Segura 2001: 20)
Aquella acción de Estado, quien por cierto se había involucrado relativamente poco en aquellos lugares, se realizó con base a los propósitos de modernización implantados en diversas zonas del país en el período porfirista; además como ya lo decíamos, en lugar de beneficiar a las poblaciones originarias, la extracción del agua favoreció a las pesquerías de Guadalajara, así como a los inversionistas que se dedicaron a construir los diques que evitarían que de nueva cuenta la ciénega se recuperara. De ese modo, las poblaciones locales, los inversionistas fuereños y el Estado quedaron enlazados en nuevos procesos de producción del espacio local. Este es un punto de carácter histórico válido para nuestro análisis ya que explica que los procesos de territorialidad también son creados por el Estado, generalmente en alianza a grupos que pregonan el desarrollo y el progreso, a la vez que marginan política y económicamente a grupos sociales que desde antaño han sido dominados como los campesinos y los indígenas. Además, es notorio, que independientemente del derrumbe de un régimen, en la construcción de un nuevo Estado, se siga la misma dinámica de alianza a grupos generalmente contrarios a los locales, tal como sucedió en la primera mitad del siglo XX cuando el Estado mexicano se recreó así mismo con actores o sectores sociales locales que con el tiempo se consolidaron como grupos hegemónicos que canalizaron el beneficio de sus alianzas más allá de sus espacios tradicionales. Esto sugiere que la construcción de los procesos de apropiación espacial tienen que matizarse en las perspectivas políticas que identifican a las sociedades locales según su historia y temporalidad.
De ese modo al no ser los espacios entes inamovibles, el impacto de diferentes procesos de modernización genera que su transformación sea permanente; sin embargo a ello también contribuye la acción organizada de nuevos actores sociales que a través de reivindicaciones específicas construyen procesos políticos locales que encuadran en la perspectiva de la acción política situada en “campos sociales y particularismos militantes” (Roseberry, 1998) lugares en los cuales se han construido esfuerzos de tipo subalterno para resistir el embate del estado o de las élites. Si esto fuera correcto, entonces habría que hacernos las siguientes preguntas: ¿El neoliberalismo adquiere un tinte regional o particular en las localidades generado a través de principios de desigualdad geográfica? ¿Hasta qué punto las sociedades locales efectivamente resisten, consensan o se adaptan a los efectos del neoliberalismo?
Algunas respuestas de los cuestionamientos planteados quizá puedan hallarse en el estudio de las consecuencias más visibles de la transformación neoliberal de las localidades, las cuales afectan los sectores productivos, económicos, al ejercicio ciudadano, la gobernabilidad, etcétera; sin embargo, todas tienen principios de diferencia que pueden ser explicados por la desigualdad geográfica que los produce (Harvey: 2003); por lo que hay que decir que las transformaciones locales también son discontinuidades que identifican localmente las condiciones sociales del espacio, las cuales expresan en el paisaje, además de un valor estético, el tipo de disputas, territorialidades y desigualdades que lo han creado.
“Los valles agrícolas de California… son un nudo en una red de relaciones que se extiende desde los empleadores del norte y del sudeste, hasta los pueblos de México y América Central de donde proceden los inmigrantes. Es aquí donde la migración y el flujo de capitales se convierten en paisaje, literalmente. Se convierte en el paisaje de los pueblos destartalados que constituyen esta región. Pero también se convierte en los paisajes del cementerio. Sin lugar a dudas, el cementerio marca el fracaso más lamentable que se pueda imaginar en la reproducción de la fuerza del trabajo…” (Mitchell: 2007:102)
La desigualdad geográfica habla del tipo de relaciones sociales que crean dominios, resistencias y consensos en espacios determinados. Esa línea es central para este trabajo y se enriquece con un énfasis particular concentrado en enfoques de tipo antropológico y sociológico, con respecto a la presentación de aspectos mucho más detallados que explican la acción de actores sociales en sus respectivos espacios y regiones, algo que desde un referente marxista se ha denominado como la acción de la “gente real” (Roseberry en Carpinteiro:2007:11) para indicar la complejidad conceptual que existe en los espacios locales al respecto de temas relacionados con legitimidad institucional, cercanía entre sociedad y gobierno, mecanismos de protección social, resistencia, consenso, etcétera. En el caso del lago de Chapala pueden identificarse en esos términos a grupos de pescadores, campesinos, comunidades indígenas y ecologistas de distintos estratos sociales, opuestos a los intereses de las poblaciones distantes de las ribereñas, las industrias cercanas al lago, los grandes agricultores, las inmobiliarias y a los desarrollos neoliberales que generalmente son impulsados por el Estado, quienes son beneficiarios del agua para sus actividades.
“El capitalismo está sometido al impulso de eliminar todas las barreras espaciales –aniquilar el espacio a través del tiempo-, como dice Marx, pero solo lo puede hacer mediante la producción de un espacio adaptado. (“Es decir la diferencia geográfica2”) El capitalismo produce por lo tanto, un paisaje geográfico (de relaciones espaciales, de organización territorial y de sistemas de lugares vinculados a una visión global del trabajo y de las funciones adecuado a su propia dinámica de acumulación en un momento particular de su historia” (Harvey: 2003: 77)
Desde esta perspectiva es posible establecer algunos argumentos críticos sobre el porqué los mecanismos de recreación del Estado permiten la existencia de élites y actores sociales que en ocasiones actúan en contra de sus propios intereses al recibir ciertas dádivas, que al tiempo les pueden resultar contraproducentes, o en su caso, consolidar aún más a la elite local. Arato (2000) indica que las transformaciones de las localidades efectivamente se hallan también en la redefinición del Estado en tanto procesos que lo construyen como los relacionados a la legitimidad democrática, el constitucionalismo, los problemas de la maquinaria democrática, la relación entre sociedad política y la sociedad civil, los medios de comunicación, la reestructuración y descentralización del Estado de bienestar, y la globalización de la sociedad civil. Si a ello adicionalmente consideramos el surgimiento de los nuevos actores sociales, (Norman Long, 1996), énfasis crítico con respecto a enfoques estructuralistas y funcionalistas que durante largo tiempo han intentado describir los cambios de la sociedad en función de clase como un ente inamovible; entonces hallaremos la ubicuidad del actor social con respecto al lugar que ocupa en una totalidad integrada por partes diferenciadas ligadas por cierto tipo de principios de articulación que indican que la totalidad no es algo terminado, ya que son procesos de construcción permanente que integran el espacio social (Lefebvre:1976), las cuales pueden ser observadas desde el prisma de las espacialidades o regiones que integran al estado nacional, mismas que siempre dejan huella visible:
“Los paisajes se crean, y se crean en las relaciones sociales y funcionan como parte de la totalidad social… entonces lo último que debemos hacer es deshacernos de las metanarrativas, ya que, si no entendemos la totalidad, sin un conjunto de teorías o narrativas por medio de las cuales esa totalidad pueda darse a conocer y entender, nunca estaremos en condiciones de decir nada en absoluto respecto los paisajes…” (Ibíd.: 2007:91)
Entender que la redefinición de los procesos políticos locales no sólo expresan aspiraciones de cómo acceder a la representación del poder, es útil para conocer cómo se establecen y recrean diversos mecanismos de apropiación del espacio. Roseberry (1998) señala desde la perspectiva de campo social, entendido como un espacio de relaciones sociales, políticas y culturales, que en las estructuras de sentimiento y los particularismos militantes se establecen procesos de lucha social diversos, donde los involucrados algunas ocasiones pierden o ganan y en otras consensan, pero que a final de cuentas expresan la continuidad de procesos específicos en los cuales hay un matiz de disputa espacial y creación de territorios. Esta proposición contempla al espacio como punto de análisis central, ya que explica en conjunto con la desigualdad geográfica, disputas y confrontaciones contemporáneas del espacio y el territorio expresadas en conflictos intercomunitarios, de monopolización de infraestructuras agrícolas, del crecimiento del narcotráfico, la pulverización de los ejidos y fragmentación de las comunidades étnicas, la transformación de los sistemas productivos, etcétera.
“Pero el estado no tiene en cuenta que en la nación confluyen elementos contradictorios y diferentes entre sí, que no se ubican ni en el centro ni en la periferia. Por ello las respuestas de las naciones a la razón de estado suelen consistir en reacciones inesperadas, peticiones que se califican de irracionales y posturas antagónicas. Al no ser comprendidas, estas reacciones producen conflictos supuestamente inexplicables que en su mayoría solamente son analizados dentro del sistema estado-nación. La separación de teorías y conceptos de su contexto tiende a ofuscar el retrato de la nación cuyo paisaje cultural no puede ser generalizado”. (Folch-Serra: 2007:156)
Con relación a eso este trabajo intenta construir una postura crítica sobre el papel del Estado y los gobiernos con respecto a los espacios locales en la forma en que su participación en la transformación de las localidades es un factor fundamental en la creación y resolución de conflictos en los que las sociedades locales en la época neoliberal están en una situación desventajosa debido a la recreación en ese paradigma del Estado actual; lo que a nosotros respecta es hacer una descripción en esa perspectiva sobre la espacialidad actual del Lago de Chapala y el modo en que los pescadores, antaño de los principales beneficiarios del lago, en la actualidad se encuentren organizados por el Estado y marginados económicamente.
El Lago de Chapala es el cuerpo de agua continental más grande del país, se encuentra localizado en el occidente de México y la mayor parte de su extensión de 1,165 kilómetros cuadrados3 se encuentra en el estado de Jalisco y una menor hacia el sureste, en Michoacán. Las poblaciones de diez municipios, seis jaliscienses y tres michoacano están asentadas alrededor de su ribera. Cada una de ellas aprovecha los recursos del lago de diferente manera, ya sea para la pesca, el turismo, la agricultura y los servicios. Pero además, los recursos del lago son aprovechados por poblaciones situadas más allá de la ribera del lago, tal es el caso de la ciudad de Guadalajara, la segunda ciudad más grande de México, que abastece parte de su demanda de agua con la que se extrae del lago.
Un rápido vistazo – sólo de los municipios ribereños –indica que el uso y aprovechamiento de los recursos del lago sería el siguiente4: Del lado de Jalisco: Jamay (agua de uso doméstico, pesca, agricultura e industria lechera), Ocotlán (agua de uso doméstico, industria química y manufacturera, agricultura, pesca), Poncitlán (agua de uso doméstico, agricultura y pesca), Chapala (agua de uso doméstico, turismo, industria lechera, agricultura y pesca), Jocotepec (agua de uso doméstico, turismo, industria lechera, pesca y agricultura), Tuxcueca (agua de uso doméstico, pesca y agricultura), Tizapán El Alto (agua de uso doméstico, pesca y agricultura); en Michoacán, Cojumatlán de Regules (agua de uso doméstico, pesca y agricultura), Venustiano Carranza (agua de uso doméstico, agricultura y pesca) y Briseñas (agua de uso doméstico, agricultura y pesca).
Esa aproximación nos habla de diferentes usos que se da al recurso principal del lago: el agua, factor central alrededor del cual circula la disputa del espacio del lago. En esa perspectiva hemos tratado de indagar la forma en que uno de los grupos sociales que habitan el lago, los pescadores, hacen uso del lago, a la vez que exponen los principales problemas que en la actualidad los afecta en el ejercicio de una actividad económica más de subsistencia que de progreso, ya que la mayoría de ellos tiene una pesca precaria, mal pagada y disminuida por los efectos de la contaminación del lago, su desecamiento, la desaparición de especies, el exceso de pesca, las fileteadoras, los corporativismos y el cambio de adscripción en tanto conjuntos organizados de trabajo.
En este acercamiento resalta la preocupación colectiva por el bajo rendimiento de una pesquería en declive debido a la pesca excesiva y la contaminación del lago. Alrededor de este punto central se encuentra una dinámica que explica precisamente la forma en que las relaciones sociales y de producción se desarrollan en el lago, las cuáles tienen que ver con la forma en que los pescadores asumen o se exculpan de lo que sucede con su actividad. Esto ha sido un mecanismo cambiante debido a las afectaciones del lago tal como lo señalamos al respecto del desecamiento de la Ciénega de Chapala, acción con la cual se inició el declive de la calidad de los recursos del lago; desde entonces la afectación constante de la extracción de agua para el abastecimiento de las ciudades cercanas, la contaminación vertida por el Río Lerma y los pesticidas en la agricultura, entre otros factores, han generado que la pesca en el lago haya disminuido en calidad y volumen debido a la desaparición de especies como el pez blanco y la popocha, la sobreexplotación del bagre y del charal, y el intento de mantener la pesca con la introducción de especies más resistentes a las condiciones actuales del lago, pero de menor valor comercial como son la carpa y la tilapia.
“A principios del siglo XX se introdujo la carpa (figura nº 6) al río Lerma, la que al poco tiempo se volvió abundante en el lago, pero los pescadores no la capturaban porque no tenía precio en el mercado (Cuesta Terrón 1923: 60)”. (En Segura: 2001:06)
La baja de la pesquería además de sus razones ecológicas también se relaciona a la sobreexplotación que durante mucho tiempo se realizó en el lago. Si bien es cierto que ya desde el siglo XIX (Ruvalcaba: 1880) había llamados a reglamentar el uso del lago y la actividad pesquera, en la práctica esta actividad se realizó en la perspectiva de sacar el mayor beneficio sin cuidar el medio ambiente, de ese modo se abusó de la pesca con explosivos, redes y otros aditamentos que no permiten la regeneración natural de las especies. Este punto plantea además una notoria dinámica social con respecto a la reglamentación de la actividad y la forma en que esta se desarrolla entre los grupos de pescadores.
En la actualidad en el lago de Chapala existen cerca de dos mil 500 pescadores5, la gran mayoría de ellos organizados en alrededor de un centenar de cooperativas6 pesqueras reguladas por la SAGARPA, como una manera quizá de tener mayor control sobre la organización de los pescadores que como una forma de desarrollar la pesca en términos sustentables; pero hasta hace una década la mayoría de los pescadores estaban organizados en uniones de pescadores que en realidad sólo eran un gremio, ya que los pescadores se administraban individualmente, al igual que lo hacen hoy aún siendo cooperativas. Las cooperativas de pescadores son una representación formal por medio de la cual sus integrantes obtienen los permisos de pesca y se legalizan ante el Estado, pero que no trabajan de manera colectiva, ya que cada pescador comercializa el producto de su pesca vendiéndola entre 3 y 6 seis pesos por kilo dependiendo la temporada y especie, o comercializándola directamente en sus poblados, y en otros casos, los pescadores con mejores posibilidades que tienen una camioneta llevando su producto a otros poblados o a los tianguis de Guadalajara, como explica Pedro7, ex obrero de una de las fábricas muebleras de Ocotlán y quien con su indemnización compró el permiso de pesca “bueno, lo que pasa es que cuando nos corrieron pues muchos se gastaron el dinero en cosas, pero yo no, lo usé para comprar una lancha y una camioneta, y ahora le compro pescado a los demás compañeros y me voy a vender a Guadalajara, y a veces más lejos, hasta Guanajuato”
Ante esto los pescadores expresan diferentes posiciones con respecto al campo social en que se desenvuelven, lo cual no deja de llamar la atención debido a la diversidad de opiniones que pueden localizarse. Sobre el asunto de la disminución de la pesca la más obvia de ellas es la exculpación sobre este problema al responsabilizar de la pesca excesiva y el no respeto a los reglamentos a la contraparte, ya sea de los pescadores de un estado con otro, o en su caso entre los pescadores de un municipio con otro, y aún más, en el señalamiento de que determinada cooperativa no respeta los niveles de pesca. Diego8, por ejemplo, un pescador del municipio de Jamay dice que el declive de la pesca se debe a los compañeros de Michoacán “Lo que pasa es que de aquel lado de Briseñas, pues ellos cuando pescan salen y ponen nasas más pequeñas, no respetan la veda y se llevan la cría”; sin embargo, los pescadores del lado michoacano se quejan de que los jaliscienses se aprovechan del lago porque ellos tienen más apoyos y lanchas de motor, yendo a pescar hasta el lado que les corresponde a ellos.
En otros casos, los problemas se manifiestan en pescadores del mismo estado, como por ejemplo en Jocotepec, donde apenas existen dos cooperativas de pescadores, en condiciones bastante precarias ya que realizan su labor con artes de pesca rudimentarias y en antiquísimas lanchas de madera, mientras que los de otros municipios, como Ocotlán, pescan en lancha de motor con motores de hasta cuatro tiempos, tal como explica Carlos9, un viejo pescador de 75 años “yo apenas saco cinco o seis kilos de tilapia que es la que nos ayuda, si lo llevara a la filetera pues me iban a pagar de a seis pesos el kilo, pues entonces mejor me lo como en casa o lo vendo a los vecinos ¿un bagre?, pues ahí de vez en cuando y da gusto eso; pero la verdad es que la culpa la tienen los de Ocotlán porque como ellos traen red mangueadora, pues arrastran todo el pescado y apenas nos dejan a nosotros unos cuantos”.
Parece ser que las divisiones entre pescadores se originan de acuerdo al corporativismo al que hayan pertenecido, ya sea en la cercanía a partidos políticos, representaciones del Estado e incluso en la adscripción étnica a la que pertenecen, como lo demuestra el caso de los pescadores de las comunidades indígenas del municipio de Poncitlán, lugar donde existen diez cooperativas de pescadores con poco más de 200 miembros. Ahí todos los pescadores tienen lancha de motor, buenos equipos de pesca e incluso capacitación, pero a pesar de ello, la baja pesca, las vías de comunicación deficiente, hacen que su condición no sea diferente del resto de sus compañeros, sin embargo, al estar ubicados en una zona donde el lago es más profundo y donde hay más bagre que en otras zonas del lago, los pescadores de Mezcala (comunidad de Poncitlán) se sienten amenazados por las incursiones que realizan sus vecinos de Ocotlán quienes van a su territorio a capturar bagre. Aquí es donde hay un conflicto de tipo territorial, ya que las condiciones del lago, más profundo del lado de las comunidades de Poncitlán y Chapala, generan una mayor disponibilidad de especies, las cuales son codiciadas por pescadores de otros municipios, quienes usan artes de pesca que no corresponden con las reglamentaciones, como el uso de las redes mangueadoras, lo cual afecta a las especies ya que se capturan especies de menor tamaño.
Pero a pesar de que los pescadores culpabilizan a los de otros municipios o cooperativas, es cierto también que existe una aceptación de que en realidad nadie cumple con las determinaciones que reglamentan la actividad pesquera en el lago. Quizá hay cierto desánimo porque en la actualidad la pesca es precaria con relación al esfuerzo que implica realizar una jornada de captura. Adicionalmente, reconocen que si bien el hecho de ser ahora cooperativistas y tener una figura legal que los identifica, ellos piensan que es mucho embrollo trabajar de ese modo, ya que las cuestiones de hacienda o las cooperaciones que entre compañeros recaudan para los gastos del grupo son muy difíciles de realizar, ya sea por lo complicado de los trámites o por el desinterés de los pescadores por cumplir con las cuotas de una pesca de por sí disminuida.
En realidad la pesca para la mayoría de los pescadores no es una actividad que les reditué lo suficiente como para dedicarse sólo a ella, por lo tanto, en un buen número varios de ellos por temporadas se emplean como jornaleros, comerciantes, y por temporadas ya sea que se van a Estados Unidos a trabajar, o bien, los que tienen o alquilan tierra de siembra se dedican a la agricultura, con lo cual van acumulando una serie de actividades con las cuales pueden reunir los recursos para mantener a su familia y seguir manteniendo los equipos de pesca, que en realidad durante la última década han podido mantenerse a flote debido a los apoyos que otorga la SAGARPA o el gobierno del estado de Jalisco para poder renovar los avíos de pesca, sobre todo en lo relacionado a la instalación de motores; sin embargo, como uno de ellos dice, el problema no es de equipos sino de peces, ya que son pocos los que hay, como dice Armando, un pescador de Cojumatlán10: “pues sí, está bien eso de los apoyos, a nosotros nos han apoyado con redes, trampas y sé que a los de Ocotlán hasta motores les dieron, pero de qué sirve, si hay poca pesca y los inspectores tampoco vienen a verificar a las fileteadoras quienes son las que compran pescados de talla muy chica, yo pienso señor, que a veces los que más ganan son los de las casas de pesca de Guadalajara”.
Esto nos acerca precisamente a la argumentación crítica sobre el hecho de que las cooperativas, entes que deberían ser solidarios en su trabajo, en realidad no están funcionando como tal, porque les dan capacitación, herramientas de trabajo, pero el Estado no considera soluciones adecuadas, en términos ecológicos o colectivos sobre los problemas del lago, ya que como bien señalan los pescadores, las cooperativas no cumplen con el objetivo de fomentar la solidaridad y el compañerismo, y que muchos sólo se arriman por los apoyos que reciben, pero cuando éstos se acaban pues se retiran porque saben que de la pesca no hay mucho que sacar.
Ya casi para finalizar hay que decir que las cooperativas además enfrentan el problema de que aún existe una cifra imprecisa de pescadores que trabajan en la ilegalidad y quienes hacen competencia desleal al resto de los pescadores. Adicionalmente hay otros problemas, como es el caso de las comunidades indígenas del municipio de Poncitlán, las cuales están en un relativo aislamiento debido a una vía de comunicación en pésimas condiciones, mientras que por ejemplo, hacia Chapala y Ajijic, existen carreteras en excelentes condiciones, y en donde se ha desarrollado la actividad turística y habitan varias comunidades de habitantes provenientes del extranjero, sobre todo trabajadores jubilados de EU que han invertido su retiro en esas poblaciones. Los pescadores indígenas enfrentan además de los problemas del resto de sus colegas, otro tipo de conflictos relacionados a cuestiones de tipo político, el aislamiento, la discriminación y problemas internos relacionados a la administración de los recursos comunales (Hernández:2005), situación que los coloca en un divisionismo no sólo como pescadores, sino ligado a cuestiones étnicas y políticas, que los pone en franca desventaja a la forma en que los modelos de desarrollo se llevan a cabo en otras poblaciones de diferente adscripción socio-económica que también habitan el lago, y que expresa con toda claridad la forma en que los modelos de desarrollo generan desigualdades geográficas en un mismo espacio, ya que éstas comunidades en todos los modelos de desarrollo moderno, quedan en condiciones de subordinación y marginación económica.
Los pescadores en general hacen uso y se apropian del espacio del Lago de Chapala de manera subordinada a los modelos de desarrollo económico imperante. Ellos forman parte de un grupo social que practica una actividad económica que les reditúa recursos que no corresponden al esfuerzo desarrollado. Para la época en que realizamos las jornadas de trabajo de campo en la ribera del lago, asistimos a algunas reuniones donde promotores de SAGARPA explicaban el plan para repoblar con la siembra de cinco millones de crías de tilapia, en las que Conapesca aportaría 3 millones, los SEDER 1 millón de crías y las organizaciones de cooperativas un millón más. Con esta acción se pretende, como señala el boletín de pesca11, pasar de la “captura de especies a la acuacultura”. Las reuniones provocaron entusiasmo entre los pescadores, sin embargo, al salir de ellas, muchos de ellos manifestaron el escepticismo de que tales especies pudieran desarrollarse si no se permitía su crecimiento, o sobre la duda de quién iba a garantizar que en realidad fueran tal cantidad de crías liberadas.
Así, los pescadores enfrentan una serie de problemáticas propias de su campo social y actúan en tanto actores sociales a los diferentes procesos que los lleva su actividad. Ello se contrapone con el resto de las actividades que se desarrollan en el lago, las cuales son realizadas por otros sectores y en muchas ocasiones por la participación del Estado como agente promotor de acciones o proyectos que afectan y significan la posibilidad de un deterioro aún mayor del lago. Precisamente en esta línea es probable que de aprobarse la creación de un segundo acueducto para abastecer de agua a Guadalajara, en Chapala se cree un escenario en que el espacio local será modificado, ya sea porque se lleve a cabo o se impida su realización, ya que en este caso, parece existir una oposición generalizada de todas las poblaciones ribereñas porque la creación del acueducto no se lleve a cabo, y entre los opositores más enérgicos se encuentran precisamente los pescadores quienes han padecido los efectos de las prologadas sequías, tal cual pasó en los años noventa, cuando el lago descendió de manera dramática sus niveles de agua; al tiempo podremos observar la forma en que la disputa del espacio local se manifestará por la defensa del agua del lago y la forma en que los actores sociales construyan sus movilizaciones y la manera en que queden en la resolución o aplazamiento del conflicto.
Los espacios locales de México se transforman de manera constante y en la actualidad los cambios están asociados a los impactos de la implementación de diferentes políticas y proyectos neoliberales. La forma en que éstos se llevan a cabo pueden explicarse de manera particular en la interacción con las relaciones sociales y de producción locales. En el caso del espacio del Lago de Chapala la explotación de sus recursos naturales está sujeta a la presión que ejercen los grupos sociales de las distintas poblaciones localizadas alrededor de su ribera, pero también por la necesidades de liquido de poblaciones situadas más allá del confín regional, que en el caso de Chapala ha manifestado gran oposición a la posibilidad de construir un segundo acueducto para satisfacer las demandas de agua de Guadalajara.
Adicionalmente los efectos de la contaminación que llega al lago, la cual proviene del río Lerma que a su paso arrastra gran cantidad de residuos de las industrias asentadas desde el Valle de México y hasta Chapala generan que la disputa por el espacio tenga que analizarse en la perspectiva de los efectos sociales que generan actividades, que de nueva cuenta, están localizadas más allá de los confines regionales. Ante ello, es necesario adicionar la perspectiva de los pescadores, usuarios ancestrales del lago, quienes ejercen una actividad con la cual complementan los recursos de sus subsistencia sin la prosperidad que antaño tuvieron; a ello, hay que agregar las propias contradicciones internas de los pescadores quienes disputan un recurso escaso que en muchos casos los confronta, ya que al existir grupos mejor equipados debido a corporativismos específicos, éstos tienen la posibilidad de pescar más allá de sus territorios, lo cual en algunos casos implica sustraer el recurso de otras comunidades con condiciones técnicas menos desarrolladas para pescar, a lo cual, hay que agregar el no cumplimiento de las vedas, ni de las reglamentaciones en cuanto a talla y volumen que cada pescador puede realizar. Todos estos son factores que deben abordarse y que desarrollaremos con amplitud en otro momento, para generar explicaciones pertinentes al respecto de una revisión sobre la forma en que el Estado interviene en el lago para administrar sus recursos y a la manera en que se involucra para resolver los problemas que ahí existen.
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3 Estadística del agua en México. SEMARNAT. Edición 2011
4 http://www.e-local.gob.mx
5 Acuerdo de la Actualización de Actualización de la Carta Nacional Pesquera, DOF, Agosto de 2003.
6 Programas Sectoriales y Vectoriales. 1 Desarrollo Productivo del Campo. Gobierno del estado de Jalisco. Febrero de 2008
7 Entrevista a Pedro, presidente de una cooperativa del municipio de Ocotlán. 9 de mayo de 2011
8 Entrevista a Diego, pescador cooperativista del municipio de Jamay. 6 de mayo de 2011
9 Entrevista a Carlos, pescador cooperativista del municipio de Jocotepec, Jalisco. 9 de mayo de 2011
10 Entrevista a Armando, cooperativista de Cojumatlán, Michoacán. 11 de mayo de 2011
11 Boletín de prensa 16 de junio de 2011. Comunicación Social de Conapesca Delegación Jalisco http://www.sagarpa.gob.mx/Delegaciones/jalisco/boletines/2011/junio/Documents/B0482011.pdf
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