6.4.3. Lenguaje y aprendizaje
Las acciones comunicativas crean el clima semántico de aprendizaje base de la interpretación de los fenómenos percibidos. El lenguaje crea realidades, crea mundos de significados. El aprendizaje individual en tanto mecanismo de interpretación de la realidad requiere de procesos de significación y de creación de sentido que “cierren” los inputs adquiridos. El lenguaje opera como nexo de la la realidad percibida, que resulta un emergente producto de la comparación entre insumos propios y estándares o estímulos externos.
En tanto la organización comienza a ser distinguida como un sistema de acuerdos que coordinan conductas, y entre ellas emociones, humanas, se percibe su carácter lingúístico. La organización, como fenómeno social, se construye con palabras, a través de conversaciones.
Se ha señalado persistentemente el papel de los fenómenos culturales en la construcción de la identidad organizativa . A pesar de eso no siempre ha habido suficiente comprensión sobre el hecho de que la cultura organizativa es una historia una narración compartida entre miembros de una colectividad, cuya pertenencia está íntimamente relacionada con la posibilidad de compartir esa historia. Esa historia suele implicar lo que se da por sentado en la organización, es decir, es en sí misma un fenómeno institucional que, como tal, se reproduce a si mismo.
Cada organización y cada subgrupo relevante de una organización, constituyen un ambiente semántico que da sentido y valor a las transacciones que se establecen en su marco.
Gore, citando a Postman nos explica cuatro constituyentes del contexto semántico:
Según Gore, el lenguaje hace que sucedan cosas, modelando el futuro y la identidad de los hablantes. Discutir qué palabras utilizamos para describir un evento no es simplemente entrar en problemas semánticos, de lo que se trata es de controlar las percepciones y las respuestas de los demás. Citamos al autor:
“El uso que hacemos de las metáforas no solamente influye en el modo como pensamos, también puede impedir que alcancemos conceptualizaciones más amplias o diferentes de otras realidades, es decir, como todo lenguaje tiene carácter generativo. Las metáforas son útiles para describir fenómenos complejos e intrigantes porque nos permiten trasmitir una configuración total, -"pattern" o "gestalt" - de rasgos y relaciones conocidas a un fenómeno que es menos conocido. Son particularmente útiles en la descripción de ideas, conceptos y otros fenómenos que no pueden ser enteramente descriptos en su propia objetividad física. Las metáforas no sólo muestran cómo pensamos en relación con un problema en forma general, también guían nuestros intentos de comprender aspectos particulares del mismo.”
En esta misma línea conceptual, Nonaka atribuye a las conversaciones la capacidad de diseñar nuevas realidades que a su vez operen como contexto generador de innovación en el conocimiento o de surgimiento de ideas o productos creativos. Según el autor, en los ámbitos contemporáneos de negocios, las conversaciones siguen siendo terreno propicio (o el ágora moderna) para la creación de conocimiento social.Para Nonaka, la clave de los procesos de aprendizaje organizacional consiste en abrir los espacios a las relaciones informales entre los especialistas, como el sustento de las conversiones orientadas a la creación del conocimiento. Como dice Nonaka:
“Las buenas conversaciones son el origen del conocimiento social en toda organización. Mediante extensos diálogos, los cuales pueden versar sobre ocurrencias personales tanto como sobre elaboradas exposiciones de ideas, el conocimiento individual se vierte en temas disponibles para los demás…..Además, el mutuo intercambio de ideas, opiniones y certezas que las conversaciones entrañan, da curso al más esencial paso de la creación de conocimiento: la compartición de conocimiento tácito en una microcomunidad.”
La generación de microcomunidades de conocimiento, hacia el interior de una firma, se constituye en una de las fases propicias en la tranferencia y conversión del conocimiento tácito. Ello deriva de las dinámicas de grupos descriptas en la Unidad 4, donde prevalecen relaciones de identificación emocionales y cognoscitivas.
Sin embargo, es normal que producto de las prácticas de negocios, las conversaciones organizativas tienden a ser utilizadas en el refuerzo de prácticas defensivas, guiadas por la metáfora de la “guerra”. Dice Nonaka al respecto:
“Pese a que las conversaciones que inspiran la creación de conocimiento precisan varios ingredientes socráticos – apertura, paciencia, capacidad para escuchar, experimentación con nuevas palabras y conceptos, cortesía, la formación de un argumento persuasivo, valentía-, las que se desarrollan en los ámbitos de negocios suelen estar preñadas de propósitos ocultos, subrepticios intentos de persuasión, argumentos que se pretenden incuestionables, actitudes impositivas e intimidación. No obstante su importancia para el éxito de negocios en el largo plazo, las habilidades de conversación no están presentes en la formación administrativa. Aún imperan las alegorías militares y los anticuados supuestos sobre la competencia: hablar es pelear…..Inclinados a la fuerza bruta, dice la tradición convencional, los administradores entran en el campo de batalla dispuestos a ganar, y dejan a sus colegas en tal estado de perturbación, confusión y malestar que lo único que éstos desean es jamás tener que volver a vérselas con ese campeón.”
Aplicadas a la generación de conocimiento Nonaka distingue dos clases de posturas conversacionales; aquellas dedicadas a confirmar el saber establecido y aquellas orientadas a la creación de nuevos conocimientos. La creación de conocimiento se iniciaría en un proceso conversacional de cinco pasos:
6.4.3.1. Ontología del Lenguaje
A los objetos de este trabajo, la ontología del lenguaje nos provee de un marco teórico que nos permite articular la formación de los constructos sociales, y comprender los procesos de aprendizaje social.
La visión ontológica de la comunicación propone la preeminencia del lenguaje como factor que aúna en un mismo plano de relación a los procesos de percepción, de cognición y de construcción de la identidad, entendidos estos como un continuo, y no como entidades independientes.
En este apartado seguiremos, básicamente, los lineamientos expuestos por Echeverría sobre la interpretación ontológica del lenguaje. Los primeros postulados de la ontología del lenguaje son:
Como dijimos, el lenguaje define el contexto semántico donde los actores darán sentido a sus acciones. Dicho contexto opera como un espacio consensual, que expresa su capacidad recursiva desde la cual es posible coordinar acciones (aprendizaje de primer nivel) y coordinar la coordinación de acciones (aprendizaje de segundo nivel). Acerca del lenguaje, Von Foerster traza una serie de interesantes distinciones:
En esta capacidad recursivo – reflexiva podemos abstraernos de la acción inmediata, observar al observador, leer (cuestionar, inferir, reinventar) la realidad desde un segundo nivel de análisis.
También desde el lenguaje definimos el mundo cognoscible, y por oposición, aquello que no hemos de conocer. Todo conocimiento implica trazar una distinción, una realidad dentro de la realidad, un recorte o un afinamiento en nuestra percepción. Desde esta óptica, la acumulación de experiencias o de intuiciones nos prepara para afinar nuestros trazos perceptivo – lingüísticos, para crear nuevos términos o para combinar conceptos allí donde otros solo observan similitudes.
Al respecto, Echeverría señala dos estadios, dos distinciones en nuestro mundo cognoscible: la distinción de transparencia y la distinción de quiebre.
Transparencia es sinónimo de aquellas acciones que diariamente realizamos, sin tomar plena conciencia de las mismas. Como dice Echeverría, se trata de una actividad no reflexiva, no pensante, no deliberativa, ejecutada con un umbral mínimo de conciencia y que es base de la acción humana. En esta clase de estadio perceptivo “tampoco estamos en un mundo que se rige por la relación sujeto – objeto”.
Buena parte de las rutinas organizativas, es ejecutada en este nivel de conciencia. Se trata de una dimensión donde predominan los aspectos tácitos e inconscientes de una acción. Entendemos que esta pauta abarca el contexto de la acción, delimitado por mecanismos de socialización basados en supuestos culturales expresados en nuestras percepciones, y manifestaciones rituales diarias, así como en las reglas implícitas (códigos no conscientes) de comunicación.
La transparencia adquiere, según la posición del observador, diversos significados. Desde un punto de vista político es sinónimo de orden, de estatus quo, de institución inalterable e imperturbable a los ojos de la conciencia. Desde una mirada cognitiva, se asemeja al pensamiento de sentido común, tan estandarizado, tan socializado, que expone sus frases y respuestas pre - programadas en un intento de ajustar, e incluso de forzar, el mundo percibido a un mundo rígido pero seguro.
La distinción de quiebre, ocurre cuando se interrumpe el fluir de la transparencia. En esos instantes nuestra atención se activa, observamos, tomamos conciencia de nuestras acciones. Cada quiebre es una oportunidad de abrirnos a una instancia reflexiva, pero paradójicamente, se encauza en devolvernos hacia un estadio de equilibrio (homeostasis) pretérito. Echeverría nos ilustra la distinción de quiebre del siguiente modo:
“Aquello que antes nos era transparente emerge ahora en nuestro campo de atención, tomamos conciencia de ello y concita nuestro pensamiento. Sólo entonces nuestra acción se rige por los patrones de la acción racional. A partir del quiebre de la transparencia, constituimos la relación sujeto – objeto, y comenzamos a pensar en cómo reestablecer la transparencia perdida. El modelo de la acción racional, por lo tanto, es un puente que une situaciones de transparencia y surge cuando se produce un quiebre en la acción transparente”.
Otra distinción que quisiéramos destacar en el plano lingüístico, es aquella relacionada con las emociones y los estados de ánimo. Básicamente nuestros estados de ánimo subyacen en el trasfondo de nuestras acciones y condicionan nuestros horizontes de posibilidades. Nuestra comunicación, nuestra comunicación del mundo se construye en el lenguaje y en nuestros estados de ánimo.
Asociado al concepto de racionalidad limitada afirmamos a nuestras capacidades cognoscitivas como esencialmente emotivo – cognoscitivas. Creemos que ello nos permite una mejor comprensión de los procesos de elección, selección y procesamiento de la información.
Gore, E. “Organizaciones, Lenguaje y Capacitación” en www.udesa.edu.ar.
Nonaka, I; Von Krogh, G.; Ichijo, K.; “Facilitar la Creación de Conocimiento”, Oxford, México D.F., 2001, página 208.
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