La educación de postgrado es una de las direcciones principales de trabajo de la educación superior en Cuba, y el nivel más alto del sistema de educación superior, dirigido a promover la educación permanente de los graduados universitarios.
En la educación de postgrado concurren uno o más procesos formativos y de desarrollo, no solo de enseñanza aprendizaje, sino también de investigación, innovación, creación artística y otros, articulados armónicamente en una propuesta docente-educativa pertinente a este nivel.
La importancia de la educación de postgrado se fundamenta, de un lado, en la evidencia histórica de la centralidad de la educación, la investigación y el aprendizaje colectivo en los procesos de desarrollo; y de otro, en la necesidad de la educación a lo largo de la vida, apoyada en la autogestión del aprendizaje y la socialización en la construcción del conocimiento.
En una época donde la demanda de información se advierte como un factor vinculado a los procesos de desarrollo, la educación de postgrado favorece el acceso a las fronteras nacionales e internacionales más avanzadas de los conocimientos.
La educación de postgrado, a la vez que atiende demandas de superación que el presente reclama, se anticipa a los requerimientos de la sociedad, creando las capacidades para enfrentar nuevos desafíos sociales, productivos y culturales, promueve la multi, la inter y la transdisciplinariedad, así como la colaboración interinstitucional de carácter regional, nacional e internacional.
La superación profesional tiene como objetivo la formación permanente y la actualización sistemática de los graduados universitarios, el perfeccionamiento del desempeño de sus actividades profesionales y académicas, así como el enriquecimiento de su acervo cultural.
La flexibilidad en la adopción de formas organizativas y el rigor de la calidad de las ofertas, son características esenciales de la educación de postgrado, una de esas formas organizativas para la superación profesional es el taller, que complementa y posibilita el estudio y la divulgación de los avances del conocimiento, la ciencia, la tecnología y el arte de una forma práctica.
Aquellos comienzos de la educación práctica; en la vida, en el trabajo y en el taller, perduran hasta nuestros días; aún cuando en las distintas formaciones económico-sociales fuera más relevante para algunas clases que para otras.
En la actualidad, cada día más, se exige la necesidad de vincular el desarrollo del conocimiento con la práctica creadora, de ahí que se introduzcan vías para lograrlo entre las cuales algunos autores mencionan al taller como forma organizativa de la docencia que ayuda en ese empeño.
El taller con su diversa conceptualización, cobra auge en la década del 80, por la necesidad que existe en nuestros tiempos de desarrollar el pensamiento, en vínculo dialéctico con la práctica creadora; su nominación remite a significados y actividades diversas incluyendo aquellos que le dieron origen, a veces se denomina taller a una convocatoria para discutir una problemática social importante que se constituye casi en un evento.
Esta forma es la que se asemeja a lo que en ocasiones se realiza en la educación de postgrado cuando los estudiantes son convocados a analizar en torno a una problemática específica que tiene que ver con su formación profesional y con las tendencias actuales de desarrollo en esa dirección.
Según se ha podido apreciar por los especialistas en las valoraciones que se realizan al respecto, se destaca al taller como: “el modo de existencia, de proceder en la organización de un tipo de actividad del proceso pedagógico en la cual se integran todos los componentes de este en una relación dinámica entre contenido y forma que asegura el logro de los objetivos propuestos, la reflexión colectiva sobre una problemática y la proyección de alternativas de solución.” (Calzado, D, 1998)
Para cumplir con el encargo social que tiene la Universidad es necesario que el profesorado se actualice en los nuevos enfoques del quehacer docente a través de su autopreparación constante, de su superación profesional y del trabajo metodológico dentro de los departamentos, carreras y colectivos de disciplinas y asignaturas.
El trabajo metodológico ha demostrado ser una de las vías más importantes y abiertas para lograr la elevación de la eficiencia del trabajo docente en general y de la maestría pedagógica de cada docente en particular, el cual posee varias direcciones y cada una de ellas formas de organización específicas.
Dentro de estas formas están la reunión metodológica, la clase metodológica demostrativa e instructiva, las clases abiertas y los controles a clases, pero en los últimos años ha ido ganado terreno el taller metodológico como nueva forma, a partir de las necesidades de los propios profesores, de la aparición de nuevos enfoques pedagógicos y del necesario debate y reflexión que debe desarrollarse en el seno de las universidades.
La organización planteadas hasta ahora para las Universidades de nuestro país y atendiendo al reclamo estudiantil que se ha manifestado a lo largo de los años de que las materias sean menos teóricas, se han hecho enormes esfuerzos para lograr una integración equilibrada entre teoría y práctica, entre forma y contenido, entre formas y métodos, en este sentido se han desarrollado múltiples ideas para lograrlo; aun así consideramos que no se ha podido alcanzar de manera general dicho equilibrio con el máximo de eficiencia, por muy diversas razones:
Atendiendo a dichas problemáticas la autora ha ido generalizando diversas ideas para solucionar las necesidades identificadas en la preparación político- ideológica de los profesores de la SUM.
El taller en opinión de la autora, es un tipo de clase que se dedica a la reflexión, revisión y proyección crítica de los vínculos de la teoría y la práctica, partiendo de lo vivenciar, empírico o investigado para arribar a conclusiones colectivas.
En la medida en que nuestra estancia en la escuela sea vivida como un hecho placentero y el proceso de aprendizaje como una etapa de crecimiento personal en grupos y no como una simple asimilación mecánica de conceptos estereotipados que sólo sirven para que seamos reconocidos por la sociedad como ciudadano instruido, estaremos propiciando la formación de un hombre integral y con un desarrollo armónico.
En esa misma medida, también estaremos formando profesores con mejores posibilidades de lograr el éxito en el desempeño de su profesión.
De acuerdo con lo que se ha expresado, un taller como forma organizativa del proceso docente debe orientarse a consolidar los vínculos entre la teoría y la práctica mediante la reflexión que desarrollarán los sujetos del proceso en correspondencia con los objetivos concretos que se tracen y con los resultados del trabajo que se haya realizado tanto individual como grupal.
El desarrollo del trabajo del taller, los propios profesores exponen y discuten los resultados alcanzados a partir de sus propias experiencias y con el ánimo de intercambiar, socializar la información, aceptar y enfrentar las observaciones en un espíritu de cooperación para propiciar el desarrollo a partir de los análisis que se realizan y de la toma de posiciones sobre el particular.
Por ello se dice que en el taller, se aprende mientras se hace, para lo cual es imprescindible el espíritu colectivo en el trabajo y que estén bien delineadas las funciones de cada uno de los sujetos: el profesor como guía y coordinador del proceso y los estudiantes como agentes de discusión y transformación en torno a la temática objeto de estudio. Por ello para su adecuado desarrollo se requiere de una preparación previa por los participantes, luego entonces, ello condiciona el momento y la forma de realización del taller como tal.
Por su naturaleza, esta forma de organización docente requiere alta creatividad y que exista experiencia teórica o práctica de los participantes en su proceso de aprendizaje para poder abordar la realidad estudiada de forma efectiva de manera tal de que sirva de retroalimentación y de fundamento para su perfeccionamiento profesional en forma de equipo de trabajo.
En los talleres se pueden identifican algunas características básicas como son:
De lo anterior planteado sobre las características de los talleres, es razonamiento de la autora de esta investigación que los talleres deben poseer diferentes tareas básicas donde se debe hablar de la poblematización, fundamentación, actualización, profesionalización, contextualización, investigación, reflexión y la optimización.
La autora se refiere a la definición del término taller dado por Calzado, D (1998), sobre esta temática y coincide con él en que se debe realizar distintas tareas como son:
Como se puede apreciar, estas llamadas tareas conducen a un desarrollo alto de la independencia cognoscitiva de los profesores y al condicionamiento de la posibilidad de aprender a aprender para toda la vida.
De ahí se plantea que lo importante en el taller, es la organización del grupo en función de las tareas que tienen como objetivo central aprender en el grupo, del grupo y para el grupo.
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