La división manufacturera del trabajo crea las condiciones del pleno empleo de la fuerza de trabajo, al nivel de cada trabajador comprometido en una unidad de producción. Motivo por el cual, esta división manufacturera del trabajo facilita:
A. La instalación de nuevas máquinas que contienen nuevas técnicas que incrementarán la productividad del trabajo;
B. La mejora de normas de producción;
C. El aumento de la intensidad del trabajo de cada trabajador.
En efecto, estamos hablando de una de las características más remarcables del proceso de trabajo pap: la intensificación de la cristalización del trabajo, en sus diversas formas de manifestación. La unidad de producción puede ampliarse en respuesta a un incremento de la producción y sin modificación de la tecnología en curso. Esto conduce a un aumento de la cristalización del trabajo, a través del incremento del número de máquinas por unidad de producción. Estamos hablando de la acumulación del trabajo.
La unidad de producción puede también hacer frente a un incremento de la producción con una transformación de la tecnología empleada. En ese caso, es un incremento del trabajo desplegado en investigación y desarrollo que puede conducir a fabricar nuevas máquinas más eficientes que las anteriores. De igual modo, el perfeccionamiento de métodos de producción puede conducir a concentrar varias unidades productivas en una sola, mucho más grande y sofisticada, a fin de obtener economías de escala o, simplemente, mayor eficiencia en la producción de un bien final. En otros términos, los puntos de cristalización del trabajo, en el interior de una unidad de producción pap, aparentemente no tiene límites. De esta forma, el proceso artificial de producción facilita los procesos de acumulación y de concentración, aparentemente sin límites.
Además de los procesos de acumulación y concentración que vienen condicionados por las particularidades del proceso artificial de producción, existe otro proceso llamado de centralización, el que proviene mayormente de la Relación de dominación.
El proceso de centralización tiene un cierto parecido al proceso de concentración. La diferencia estriba en que el proceso de concentración obedece a imperativos de productividad, de eficiencia, del proceso artificial de producción. En cambio, el proceso de centralización obedece a la Relación de dominación; es decir, a la ambición del patrón de contar mayores unidades productivas que le reditúen mayores beneficios. La ligazón que existe entre estas empresas no es de tipo técnico, sino financiero. Se trata de obtener un máximo de ganancias a través del control de un mayor número de empresas e incluso de sectores de producción.
Este proceso, que a la vista de los espectadores, es de acumulación, concentración y centralización, hace creer que estamos al borde de la socialización de la producción, en términos de bienestar general. Grave error porque, primero, podemos hacer avanzar tan lejos como nosotros quisiéramos al proceso de acumulación, de concentración y de centralización, pero en ningún caso, el proceso de trabajo pap cesará de efectuarse en términos de producción privada. Segundo, porque la socialización es un asunto de repartición del resultado de la actividad económica, y no es un asunto de producción o nivel de crecimiento de la economía. Menos aún, si sabemos que el proceso de centralización obedece a una dinámica de decisión socio-económica privada; es decir, totalmente opuesta a la decisión social.
Antes de ver lo que significa la producción privada, tratemos de hacer la diferencia entre los dos tipos de productividad generados por la evolución de los procesos de trabajo.
Estamos habituados al concepto de productividad en los términos presentados por Karl Marx: “Por acrecentamiento de la fuerza productiva o de la productividad del trabajo, entendemos en general un cambio en sus procedimientos, disminuyendo el tiempo socialmente necesario en la producción de una mercancía, de tal suerte que una cantidad menor de trabajo adquiere la fuerza de producir más valores de uso.” Por su parte, Pierre Lantz, apoyándose en Marx, hace la diferencia entre productividad e intensidad de trabajo: “Los métodos, más tarde sistematizados por Taylor, que consisten a suprimir los tiempos muertos, para combatir […] la pereza del obrero, no aumentan la productividad del trabajo sino su intensidad.”
Hasta aquí hemos tratado sobre la productividad por el desarrollo del mismo proceso de trabajo. La expresión de Marx resulta mucho más clara cuando escribe: “La verdadera riqueza de la sociedad es la facilidad de una ampliación ininterrumpida de su proceso de reproducción, no dependiendo de la duración del trabajo extra, sino de su productividad, de las condiciones más o menos perfeccionadas dentro de las cuales se ejecuta.” Es decir, un proceso de trabajo pap puede sustituir a otro proceso de trabajo pap en la fabricación de un mismo producto, pero con una productividad ampliamente incrementada. Esta característica de los procesos artificiales de producción es la que se refleja en el progreso industrial.
Pero, ¿a fuerza de desarrollar las técnicas de producción de mazos, de arcos o de flechas, se podrá, al fin, construir una maquina? ¿A fuerza de desarrollar las técnicas de producción de herramientas de trabajo, llegaríamos a transformar una porción de tierra, en tierra cultivable? ¿Podríamos pasar de herramientas de trabajo a medios de producción por el simple desarrollo del mismo proceso de trabajo? Evidentemente que no.
Para lograrlo es necesario evolucionar en los procesos de trabajo. Tal como el proceso de trabajo 2pnp ha debido ser substituido por el proceso de trabajo pap, para pasar de una producción agrícola primitiva a una producción industrial. Esto es tan cierto, incluso si los dos procesos se desarrollan en términos de producción como es el caso del 2pnp y del pap. De lo que estamos hablando es de la segunda forma de productividad, por evolución de procesos de trabajo.
Aun cuando las dos formas de productividad se caracterizan por un incremento de
la producción, la diferencia es grande. Sin embargo, es difícil pensar que los
increíbles incrementos de productividad que nos presenta, día a día, el
desarrollo del proceso de trabajo pap, puedan ser superados por una evolución de
este proceso de trabajo. No obstante, una simple mirada sobre la evolución de la
actividad socio-económica, desde los orígenes de la Humanidad, nos muestra que
es totalmente real.
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