Evaluación y acreditación profesional
La evaluación en el nivel profesional puede desarrollarse internamente o externamente. Internamente lo hacen las universidades a través del transcurso de la carrera y al final; con un examen profesional, el desarrollo de una tesis u otros métodos como el promedio. Externamente, en las últimas décadas, han surgido instituciones dedicadas a certificar a los profesionistas a través de exámenes como es el caso del Centro Nacional de la Evaluación (CENEVAL) entre otros
La evaluación externa a las instituciones educativas es relativamente reciente en nuestro medio y su propósito central es evaluar la calidad de la educación al identificar las causas que producen buenos o malos resultados.
Es a partir de las evaluaciones externas como las escuelas adoptan medidas para preservar y ampliar los factores que generan calidad y corregir o cambiar los que la disminuyen.
La evaluación ha de ser una práctica constante y sistemática en cada institución educativa. Las universidades deben concertar procedimientos de evaluación de su eficacia y eficiencia, en este sentido, las instituciones de educación superior (IES) deben mostrar sus resultados a la sociedad.
Un poco después de la aplicación del examen ENLACE a los alumnos de educación básica, se ha incorporado este mismo examen al nivel bachillerato. Por otra parte, sería pertinente establecer un examen nacional de bachillerato con las características de una evaluación global de la terminación de un ciclo educativo. Con ello se propiciaría una preparación básica suficiente en los bachilleres y un grado adecuado de exigencia académica en todos los centros de educación media superior.
Otra forma de abordar la evaluación en el nivel medio superior y superior sería Implantar la evaluación periódica de los profesores e investigadores en las universidades y preparatorias, con la intensión de mejorar el desempeño y fomentar la actualización profesional. Además, se podría vincular el salario de los profesores a la calidad de su desempeño permanente, lo cual implicaría un programa de estímulos que fuera independiente de los contratos colectivos y los tabuladores regionales.
La evaluación, la acreditación, la supervisión del desempeño, el control de la calidad dio inicio a partir de los años noventas bajo la influencia de organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la UNESCO.
Los procesos de evaluación acreditación debe contar con indicadores objetivos, y apoyarse en enfoques y estándares externos, tanto locales y nacionales como internacionales, para tener parámetros de calidad confiables y accesibles a nivel global.
Evaluar es una oportunidad y una herramienta para conocer la realidad de las cosas, pero la evaluación nunca es la causa ni el origen de esa realidad.
Toda acción educativa conduce a una evaluación, intrínseca o extrínseca, Evadir la evaluación y disminuir los efectos de la misma.
La acreditación es un instrumento de evaluación útil para informar a la sociedad acerca de la medida en que cada programa educativo alcanza los estándares de buena calidad que la propia sociedad requiere. Identifica los niveles de eficacia, eficiencia, pertinencia, equidad y trascendencia que logra cada programa educativo e informa de ello a los diferentes sectores de la sociedad así como a los actores del proceso educativo.
La acreditación se debe hacer siguiendo estrictos criterios y principios que propicien la objetividad, la imparcialidad y la eficacia al evaluar.
La palabra certificar es relativa a la acción de obtener certidumbre, o certeza, implica dar algo por cierto y hacerlo constar públicamente, ya sea mediante fe pública o un documento.
La certificación debe contemplar criterios como los que siguen:
Idoneidad para ejercer una profesión cuando se aplican los conocimientos, se conocen las tareas, los procesos y las actividades de la profesión con un aceptable grado de dominio. Cuando se maneja una modalidad, un campo o disciplina del saber y temas o segmentos particulares del mismo campo de conocimiento.
Habilidades y destrezas asociadas a las funciones y quehaceres concretos que realiza el profesionista.
La competencia profesional incluye competencias específicas de carácter cognoscitivo, intelectual, afectivo y motriz, pero también a otros elementos, relativos a las actitudes, los valores, los códigos éticos para la práctica profesional e incluso, los rasgos de carácter y personalidad.
Propósitos de la certificación
El primer beneficio de las certificaciones es la confianza en el poseedor del certificado y en el usuario de sus servicios profesionales. El certificado es un símbolo y un instrumento que simplifica la identificación de las personas idóneas en un mercado laboral cada vez más grande y más diversificado.
La certificación mediante evaluaciones permite identificar los principales factores que inciden en la formación de un profesional, entonces las instituciones educativas, las autoridades gubernamentales y otras instancias de la sociedad implicadas pueden contar con información útil que les orienta en la toma de decisiones diversas: adecuar planes y programas; innovar estrategias pedagógicas; actualizar profesores, decidir políticas para asignar subsidios, créditos, patrocinios, vínculos. La certificación de los profesionistas en México ha sido interna de manera preponderante.
La evaluación y la certificación externa se deben realizar con criterios académicos, complementados con otros de carácter profesiográfico, abordar el asunto de los conocimientos, las habilidades y las destrezas no sólo desde la visión de la escuela, sino con mayor práctica real y con expectativas concretas.
Para la evaluación y certificación externas es necesario establecer grados o estándares en el dominio de las competencias que son suficientes para definir la idoneidad del profesionista, lo que no implica que deba exigirse más de lo exigible a un recién titulado, o a un profesionista que al paso de los años de práctica profesional ha profundizado en algunos campos, al mismo tiempo que se vuelve obsoleto en otros.
Calidad de la educación profesional.
La evaluación de la calidad de la educación debe incluir la calidad del proceso mismo de evaluación. La calidad es la síntesis de sus atributos, sus rasgos, sus elementos y sus expresiones más características.
Hablar de la calidad de la educación puede referirse a las características del curriculum, del profesorado, de los aprendizajes, de los programas, del número de escuelas, de los criterios para evaluar, de la pertinencia de la misma educación, de la cobertura, de la oferta y también de la demanda educativa.
En la evaluación profesional se deben considerar los siguientes aspectos:
Los sujetos y los objetos que serán evaluados.
Los criterios, indicadores y unidades de medida que empleará para hacer la evaluación de cada elemento, acordes con los objetivos y las metas definidas en el programa y el curriculum
Los instrumentos, los procedimientos y las personas u organismos que realizarán la evaluación.
Los estándares o parámetros que permitirán calificar y establecer el nivel de calidad de cada sujeto u objeto, así como de la instancia evaluada.
Los errores más frecuentes al evaluar son
la extrapolación
la generalización
un sistema de evaluación integral y totalizadora.
Un buen sistema de evaluación educativa es aquel que incorpora variables esenciales, sustantivas, que incluya elementos que permitan identificar y calificar los atributos esenciales de la educación superior. Que responda a preguntas como
¿Qué es lo esencial en la educación superior?
¿Cuáles son los criterios para evaluarla?
¿Qué es lo que se evalúa cuando se dice que se evalúa la educación superior?
¿Qué es lo sustantivo, lo esencial?
¿Qué grado de detalle o de generalidad ha de alcanzar la evaluación?
¿Cómo entender y valorar la complejidad de la educación?
¿Qué relación hay entre el curriculum y la vida real?
Evaluación del programa.
En la educación superior lo más conveniente y práctico a evaluar es el programa, ya que en este tiempo que vivimos llenos de cambios vertiginosos en todas las áreas del conocimiento y el desarrollo económico y social que ha traído la globalización, nos llevan a la necesidad de actualizar constantemente el Curriculum para identificar la pertinencia social del mismo, ya que si analizamos el periodo que cursa el estudiante en las IES (4 o 5 años), mas el periodo de la última actualización del programa de estudios, nos damos cuenta que cuando egrese el estudiante ya pasaron 6 o 7 años, haciéndonos la siguiente cuestión: ¿Cómo se va a integrar en las necesidades de la sociedad, si fué formado en un contexto, que a su egreso, es completamente obsoleto e inadecuado?
La orientación inicial de las tareas de evaluación del programa debe enfocarse en las siguientes preguntas:
¿Con qué criterio se evaluará la calidad de un programa?
¿Qué distingue a un buen programa de un mal programa?
La calidad de la educación profesional
Al igual que la educación básica, la calidad de la educación profesional se puede medir conforme a cinco criterios generales gracias a los cuales es posible construir indicadores, estándares y parámetros para identificar, comparar y calificar las características y atributos de un programa universitario. Estos son:
La eficacia.
La eficiencia.
La pertinencia.
La trascendencia o relevancia.
La equidad.
En sentido estricto, la ponderación de los criterios de evaluación adoptados constituye el eje y la esencia del enfoque evaluatorio. En cada sistema de evaluación, es necesario definir y jerarquizar cada criterio.
La eficacia y la eficiencia
En educación superior, la eficacia y la eficiencia se mide en función de los siguientes indicadores:
La proporción de la población demandante que es atendida por el programa.
La proporción de alumnos en el programa que concluye
La relación entre los objetivos de aprendizaje que contiene el curriculum y los efectivamente alcanzados por cada alumno.
El tiempo promedio y el modal que demanda concluir el programa.
La eficiencia terminal.
El costo económico: global, por alumno inscrito, por alumno que concluye, por alumno que se titula, por concepto de gasto, por reporte de investigación publicado, etcétera.
La proporción entre investigadores y proyectos vigentes.
La tasa de artículos, libros o reportes por investigador o por proyecto.
La cantidad de tesis dirigidas, el tiempo de realización, etcétera.
La duración de los trámites y las gestiones para proveer insumo o para proporcionar documentos o para lograr autorizaciones, etcétera.
Los efectos de la burocracia en los costos, en el fracaso de proyectos, en la disminución de metas alcanzadas, etcétera.
La pertinencia en el nivel superior
Si la universidad ha de actuar de cara a la sociedad, la evaluación de sus quehaceres y resultados ha de hacerse necesariamente desde el ángulo de lo que se considere pertinente en los distintos sectores de esa sociedad. Ante esto surgen una serie de preguntas:
¿Qué hace pertinentes los trabajos de una universidad?
¿Quiénes son los interlocutores de la universidad?
¿Quién decide lo que es pertinente para cada universidad?
¿Es pertinente formar un profesionistas de tal o cual carrera?
¿Cuántas universidades en cada país deben impartir esa carrera?
¿Quién decide esto?
¿Se debe educar para conseguir un empleo o para formar empresarios?
¿Deben impartir posgrado todas las universidades?
¿También deben impartir el bachillerato?
¿Se debe enfocar hacia la formación especializada o general?
¿Deben ser iguales los planes de estudios para médicos comunitarios y médicos de hospital?
¿Hay demanda de tal o cual carrera?
¿Están vinculadas las carreras con el aparato productivo, los sindicatos organizaciones obreras, campesinas etc.?
¿Cómo es la formación ideológica?
El criterio de pertinencia académica para evaluar un programa universitario se refiere a
la vigencia de las teorías
la veracidad de los conocimientos y los hechos,
la certidumbre de los principios,
la legitimidad de los valores,
la factibilidad de las estrategias y los métodos que son objeto de aprendizaje o de investigación en cada programa.
La trascendencia y la equidad en la evaluación universitaria
Un programa trascendente
produce habilidades útiles para toda la vida
forma personas capaces de generar su propio aprendizaje
genera aptitud para extrapolar y transferir soluciones de un caso a otro.
Un programa será equitativo en la medida que ofrezca opciones distintas para las distintas circunstancias de los usuarios. De esa manera el programa será más accesible a quienes tengan restricciones económicas, de tiempo, de horario, de lugar de residencia.
La evaluación universitaria reclama el aporte de los propios universitarios y de muchas otras instancias externas que también juegan papel importante en el desarrollo social y el bienestar de la población.
Certificación oficial y externa.
Hay insatisfacción por el contraste de calidades en programas académicos impartidos por instituciones variadas en sus propósitos y su naturaleza, todas ellas dotadas de la facultad legal para expedir títulos profesionales, lo que ha originado la doble certificación: una oficial y otra externa.
La certificación oficial se finca en la buena fe de las autoridades gubernamentales al otorgar la facultad de certificar, y la otra certificación viene de la insatisfacción de quienes han percibido que no todos los programas, ni todas las universidades han sabido corresponder a la prerrogativa de que disfrutan para certificar de manera exclusiva a sus propios alumnos.
Rasgos y situaciones que produce la coexistencia de la certificación oficial y la externa:
La certificación externa implica poner en tela de juicio y hacer una crítica a los procesos de certificación oficial que no proporcionan certidumbre, lo cual genera la renuencia de algunos sectores de la educación superior. Tal desventaja es relativa.
La coexistencia tiene como ventaja el hecho de contar con instancias que pueden servir como medio de verificación o constatación de las evaluaciones hechas por las Universidades, los tecnológicos y las normales, con base en criterios y enfoques más diversos y plurales, por una parte, y menos endogámicos y complacientes.
La evaluación externa siempre debe ser complementaria de la interna.
La coexistencia de ambos tipos de certificación tiene la enorme desventaja de hacer funcionar dos esquemas o dos concepciones de la certificación de profesionales en condiciones legales y operativas no sólo asimétricas sino injustificables.
Una modalidad de la certificación es obligatoria por ley, mientras la otra es voluntaria.
La seriedad, el rigor, el grado de responsabilidad y la calidad técnica de cada tipo de proceso para evaluar y certificar a los implicados pasa a segundo plano.
La certificación oficial, es la única necesaria para ejercer dentro de la Ley.
La certificación externa pretende corregir la inercia, la que se asume que contrarresta la endogamia, la que ha de integrar a los diferentes sectores y enfoques, solamente será requerida y promovida por una minoría.
Tanto las certificaciones internas como las externas pueden ser buenas o malas
Sólo el proceso que pasa por una IES y concluye en la Dirección General de Profesiones es oficial; es decir, inevitable y suficiente.
Esta certificación debe sustentarse con evidencias objetivas, realizarse de manera sistemática y apoyarse en prácticas válidas y confiables.
Algunos organismos certificadores externos terminan haciendo lo mismo que algunas IES: abatir sus niveles de exigencia y certificar con ligereza para conservar una clientela.
De todo esto se desprende la preocupación por tener un procedimiento de certificación que proporcione certeza legítima en la idoneidad de quien es habilitado y autorizado para ejercer una profesión.
La autoridad gubernamental simplemente ratifica la evaluación y el juicio de cada IES otorgando una cédula a cada título que se le presenta, sin mediar evaluación, verificación o constatación alguna de los conocimientos, habilidades, destrezas, valores o actitudes de los implicados.
El Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE) debe condicionarse a los resultados obtenidos en los procesos de acreditación y ser objeto de revisión periódica.
El Examen General para el Egreso de Licenciatura (EGEL).del CENEVAL, es un examen de alta exigencia respecto a lo que es fundamental en cada carrera para incorporarse al ejercicio profesional. Es elaborado por académicos de diferentes universidades e instituciones de educación tecnológica y por representantes de los respectivos colegios de profesionistas, así como por expertos y especialistas provenientes del sector empresarial, público y privado.
El rendimiento de cuentas y la transparencia y difusión de los resultados obtenidos no deben seguir siendo una actividad optativa y sólo voluntaria; los juicios y valoraciones acerca de la calidad han de sustentarse con evidencias y no con opiniones; la certificación de estudios y la acreditación de programas e instituciones han de fincarse en criterios, indicadores y estándares que tomen en cuenta tanto la visión interna de la institución implicada como los enfoques externos, provenientes de otras instancias académicas, sociales, económicas y políticas. Interés y respuesta es el mejor estímulo para todos los que han participado en su organización y promoción.
Evaluación y acreditación en México.
Evaluar es una actividad compleja en la que se imbrican principios éticos, procedimientos técnicos, posiciones ideológicas y hasta las sensibilidades personales.
Los programas educativos adquieren validez oficial cuando el gobierno federal o algún gobierno estatal otorgan formalmente dicho reconocimiento. También existe la figura legal de la “incorporación”, por medio de la cual una institución pública de educación media superior o superior puede dar reconocimiento legal a los programas de una institución privada.
De la tradicional evaluación con base únicamente en los insumos del programa se ha pasado a la consideración también de la calidad de los procesos y los resultados. De los simples reportes estadísticos presentados por las propias instituciones evaluadas se pasa a la constatación y verificación por parte de comités de pares, y mediante el uso de exámenes de conocimientos y habilidades de validez nacional.
Los procesos de evaluación y acreditación de programas educativos se realizan ahora después de la creación de la Comisión Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CONAEVA), mediante una red de organismos y programas especializados que crece rápidamente: en esa red destacan el CONACYT, la ANUIES, la FIMPES, el CENEVAL, el CACEI, el CONVET, el CONAEDO, los nueve Comités de PARES (el CACECA, CIEES) y otros que regularmente existen. Se trata de un conjunto de instancias interinstitucionales e intersectoriales que han construido un vasto sistema de marcos de referencia, criterios, indicadores, estándares, instrumentos de medición, estímulos y estrategias de promoción que tienen como propósito fundamental el contribuir a mejorar la calidad de las funciones docentes y de investigación.
La calidad en la educación impartida por las universidades y las IES
La calidad de las IES y las formas de evaluarlas conforman un inmenso océano de criterios, enfoques metodológicos, interpretaciones ideológicas, convicciones personales, principios institucionales, obligaciones gubernamentales, expectativas de la sociedad y muchísimos fenómenos más.
Se advierte que, por sí solo, ningún sistema de evaluación producirá los mejoramientos deseados, pues las evaluaciones son medios instrumentales solamente.
Evaluación es el acto de juzgar, es un proceso que concluye en un juicio de valor. Evaluar va más allá y es más complejo que medir, contar, escrutar y examinar, que son actividades a las cuales implica, abarca e integra en una síntesis valorativa, también implica las actividades de comparar y ponderar, para juzgar algo o a alguien. Evaluar tiene como sinónimo más cercano calificar; o atribuir a una persona o una cosa una cierta cualidad, una cierta suma o combinación de atributos con sus respectivos adjetivos.
De la similitud entre evaluar y calificar viene la confusión con certificar y acreditar, que son conceptos afines o cercanos, pero diferentes al de evaluar.
En cuanto a los objetos y sujetos que se evalúan en una IES, los componentes, los procesos y los resultados, serán diferente según los propósitos y el grado de precisión que se desee tener, entre los que contamos:
Profesores e investigadores.
Estudiantes.
Currículum, planes y programas de estudios.
Infraestructura física y tecnológica.
Patrimonio y recursos económicos disponibles.
Dirigentes, autoridades y administradores.
Cuerpo de leyes, normas y reglamentos.
Procesos: Enseñanza–aprendizaje.
Investigación y desarrollo de tecnologías.
Contratación, promoción y permanencia del personal académico y administrativo.
Designación de autoridades y funcionamiento de cuerpos colegiados.
Admisión, permanencia, promoción y certificación de estudiantes.
Adquisición, uso, operación y mantenimiento de las instalaciones físicas y la infraestructura tecnológica.
Planeación del desarrollo institucional, incluidas las prácticas de evaluación).
Administración y ejercicio de los recursos económicos.
Consecución de recursos económicos y bienes patrimoniales.
Legislación y adopción de prácticas de gobierno institucional.
resultados:
Clima institucional e imagen en la sociedad.
Cobertura en la atención de la demanda.
Aprendizaje alcanzado por los estudiantes.
Profesionales titulados.
Patentes registradas.
Obra publicada, libros, artículos, tesis, producción artística.
Servicios proporcionados, asesoría técnica, asistencia social, etcétera.
A cada uno de estos sujetos y objetos se les somete a una serie de interrogantes:
¿son idóneos?
¿se desempeñan satisfactoriamente?
¿son suficientes?
¿Son necesarios y adecuados?
En mi caso particular soy evaluador de CACECA (Consejo de Acreditación en la Enseñanza de la Contaduría y Administración), desde hace 7 años y el instrumento que utilizamos para evaluar las IES comprende 8 variables:
1.- Profesores
2.- Estudiantes
3.- Programa de licenciatura
4.- Formación integral
5.- Recursos financieros
6.- Recursos eficiencia
7.- Extensión investigación
8.- Información adicional
Como podemos observar el instrumento de evaluación es amplio y comprende todas las áreas de la institución educativa.
Las IES después de haberse acreditado, les siguen el proceso del primer y segundo seguimientos que se efectúan cada dos años respectivamente, para cumplir con las observaciones que no cumplieron en la acreditación y después de este proceso les sigue la Reacreditación en la cual las exigencias e indicadores son mayores.
Concluyendo que las IES que son acreditadas seguirán con la mejora continua garantizando a los estudiantes, educación de alta calidad y al mismo tiempo para asegurar a la sociedad el óptimo desempeño de los profesionistas a quienes confía su desarrollo en todos los órdenes.
Sus resultados permiten comparar la calidad de las distintas instituciones educativas y programas pedagógicos aportando criterios objetivos para los aspirantes a elegir una u otra.
La evaluación de las Instituciones de Educación Superior.
La evaluación de una IES es responsabilidad, antes que nadie, de la propia institución. Nadie está en mejor condición que ella para hacer una evaluación amplia, profunda y sistemática, y sólo la institución puede realizar su propia evaluación en forma permanente y cotidiana.
La evaluación de cada institución educativa es una responsabilidad propia, pero también es una responsabilidad externa. Y la evaluación externa debe asumirla formalmente, por la vía jurídica, cada gobierno implicado, sea local o nacional. Al asumir esta responsabilidad, cada gobierno ha de establecer la forma en que se dará participación a las demás instituciones de educación superior, a las organizaciones académicas, los gremios, las empresas y demás sectores de la sociedad.
Para evaluar la calidad de las IES, existen algunos preceptos fundamentales generalmente aceptados:
Establecer previamente los criterios, los indicadores y los estándares, niveles de idoneidad y suficiencia deseables, difundirlos ampliamente.
La diversidad y amplitud de los criterios e indicadores y el grado de exigencia de los estándares dependerá del carácter del organismo evaluador, interno, externo, nacional, internacional.
Regular la operación de los organismos evaluadores, las autoridades de las IES o las gubernamentales, fijarán las condiciones y los efectos que tendrá dicha evaluación.
Encomendar la evaluación a distintos cuerpos colegiados, suficientemente representativos y plurales en los que participen personas idóneas por su capacidad técnica, honestidad y objetividad.
Otorgar a la evaluación el papel de una función auxiliar e instrumental que genera información valiosa y útil para la posterior toma de decisiones en las propias IES, en los gobiernos y en los diferentes sectores de la sociedad. En este sentido, la evaluación no ha de constituir un fin en sí misma ni, mucho menos, ha de tener efectos punitivos.
Difundir los resultados de las evaluaciones de tal manera que tanto los directamente implicados como la sociedad en general tengan información del desempeño, los méritos y los atributos de cada universidad y sus programas. Este precepto implica sensibilizar y orientar a la población en general y a los diferentes sectores sociales hacia una cultura de la evaluación y la buena calidad (acreditaciones y certificaciones institucionales, nacionales e internacionales).
Evaluar las evaluaciones y a los evaluadores, de tal forma que sus criterios, procedimientos y estrategias sean objeto de mejoramiento permanente. La evaluación de los evaluadores también ha de ser interna y externa, y la autoridad educativa gubernamental debiera establecer las normas respectivas.
Evaluar debe promover el cambio o confirmar condiciones ya existentes. La evaluación no debe ser un ejercicio en el vacío, sus resultados no deben ser pasados por alto y siempre han de producir un efecto y una consecuencia. Por supuesto deben adecuarse y regularse esos efectos y consecuencias. La evaluación debe explicar el origen de los buenos resultados y las causas de los fracasos o lo insatisfactorio. Las evaluaciones, tanto las internas como las externas, han de conducir a la explicación y a la identificación de las causas de los resultados obtenidos
Los sistemas de evaluación han de ser operados por cuerpos colegiados en los que participen representantes expertos de las IES, de los gobiernos, de las organizaciones científicas y académicas, de los gremios de profesionales y de los sectores económicos.
Los resultados de las evaluaciones de la educación superior han de conducir a certificaciones y acreditaciones que sean del conocimiento público.
Los efectos de las evaluaciones en las fórmulas de financiamiento han de regirse por dos criterios fundamentales:
Asegurar que cada programa educativo y de investigación opere con los “recursos suficientes” dada su naturaleza y relevancia (lo que supone acuerdos previos al respecto).
Una vez asegurada la dotación de “recursos suficientes”, cada IES y el gobierno actuarán congruentemente conforme a los resultados de las evaluaciones, ya sea manteniendo, ampliado o reduciendo los alcances de cada programa, ya sea transformándolo o, incluso, suspendiéndolo.
Programas de evaluación en México
La Comisión Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CONAEVA).
En México, en 1990, la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CONPES) acuerda la creación de la CONAEVA que se encarga de promover y respaldar la creación de un sistema de evaluación de la educación superior con cobertura nacional.
En la CONAEVA participan representantes del gobierno federal (Secretaría de Educación Pública) y de las universidades (Secretaría General de la ANUIES y algunos rectores).
Las realizaciones y los acuerdos de la CONAEVA con miras a ese sistema nacional de evaluación pueden resumirse así:
Se han definido y promovido los criterios generales inherentes a la calidad de la educación superior.
Se acordó evaluar no sólo desde la tradicional perspectiva de la evaluación interna, sino, además, desde una visión externa.
Se adoptó una concepción sistémica de la educación superior que permite evaluar tanto a los componentes del sistema educativo como a los procesos y a los resultados.
Se mantiene el deslinde tradicional de las funciones universitarias, lo cual lleva a crear estrategias distintas para la evaluación de programas de docencia, de investigación, de difusión de la cultura y de administración.
Se decidió especializar las responsabilidades como diagnosticar, certificar, acreditar, al efectuar tareas de evaluación y, así, crear varios programas y organismos con tareas y propósitos claramente acotados.
Se han puesto en práctica programas con importantes recursos económicos para asociar los resultados de la evaluación y la calidad identificada con líneas específicas de financiamiento.
Se han creado condiciones propicias para desarrollar en los protagonistas de la educación superior una “actitud evaluadora”, con lo cual se intenta eliminar la actitud de indiferencia hacia la eficacia, la eficiencia, la pertinencia y demás atributos de la buena calidad.
Se han establecido formalmente distintos órganos que realizan evaluaciones externas con el fin de acreditar programas y certificar personas. Un paso posterior será la acreditación de instituciones educativas.
Se ha optado por definir y poner al alcance del público los resultados de la evaluación. Otras políticas igualmente importantes son hacer usos educativos de la evaluación y dejar para casos extremos las prácticas punitivas y desahuciatorias ante resultados negativos. A la inversa, ha de estimularse todo rendimiento sobresaliente.
Sistema Nacional de Investigadores (SNI)
A cargo del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología).
Evalúa a las personas que realizan investigación y desarrollan tecnologías en universidades, institutos nacionales, centros de producción, etcétera. Opera con base en el análisis de jurados o grupos dictaminadores y adopta estrategias de evaluación que corresponden, según la clasificación de Madaus, et al. , a los modelos de evaluación de resultados o estudios por objetivos, rendimiento de cuentas y opinión o juicio de expertos. Con base en estas evaluaciones se conceden distinciones (investigador nacional) y recompensas económicas substanciales.
Padrón de Programas de Posgrado de Excelencia para Ciencia y Tecnología
También a cargo del CONACYT. Evalúa programas de especialidad, maestría y doctorado, mismos que se cursan después de una licenciatura.
Opera con grupos de investigadores distinguidos que establecen paradigmas, criterios y estándares en cada caso. Sus estrategias corresponden a los modelos Sistemas de Información o mediciones periódicas sobre indicadores previamente establecidos y opinión de expertos. Sus resultados conducen a la acreditación periódica de programas específicos. Estas acreditaciones influyen o determinan el otorgamiento de becas para estudiar posgrados, así como el eventual financiamiento a las instituciones educativas respectivas.
Programa de Estímulos al Desempeño Docente
A cargo de cada institución de educación superior pública. Cada una lo designa con una o varias denominaciones peculiares. El propósito esencial, y por tanto común denominador, es identificarlos distintos niveles de calidad en el desempeño de los profesores.
Fondo para Modernizar la Educación Superior (FOMES)
A cargo de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica. Evalúa propuestas que hacen las IES para obtener financiamientos extraordinarios y adicionales al subsidio básico. En dichas evaluaciones prevalecen los criterios de pertinencia y eficiencia, ya que se intenta, sobre todo, solucionar rezagos en la infraestructura tecnológica (equipos, métodos, sistemas administrativos, estrategias didácticas) así como la deficiente vinculación con los sectores sociales y económicos. El programa opera con base en especificaciones previamente difundidas que establece el secretariado técnico de la CONAEVA. La evaluación es realizada por comités mixtos integrados por representantes de la SEP, de las universidades y expertos independientes.
Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES)
Este programa está a cargo de la ANUIES y se creó por acuerdo de la CONPES (presidida por el secretario de Educación Pública). Su propósito principal es evaluar la calidad de los programas, especialmente los de formación de profesionales en el nivel de licenciatura.
Evaluación Nacional de los Estudiantes
Se trata de un conjunto de programas a cargo del CENEVAL (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior), organismo de carácter privado creado por recomendación de la ANUIES y por acuerdo de la CONPES en 1994.
El Centro evalúa la medida en que logran los objetivos de aprendizaje los alumnos que concluyen la educación secundaria, el bachillerato o la formación universitaria en las profesiones que regula la ley correspondiente. Opera con base en “perfiles de referencia” y “tablas de especificaciones”(conocimientos y habilidades) acordados por consejos técnicos (académicos, colegios de profesionistas, usuarios de servicios).
La operación de los programas mencionados ha dado a la evaluación una gran prioridad entre las líneas de trabajo del sistema educativo nacional. Los beneficios son evidentes: hay más información en las propias universidades; se están formando especialistas en evaluación; la reflexión y el análisis para elaborar constructos de criterio, indicadores y parámetros de calidad tienden a ser prácticas generalizadas; la sociedad está más alerta y demanda información sobre las evaluaciones, etcétera.
Indicadores básicos para evaluar la calidad de una universidad
Medida en que se demandan sus servicios
Este indicador expresa la opinión pública que se tiene de la universidad. La medida en que se solicitan sus servicios de docencia, de investigación, de asesoría, habla de su reputación y fama pública.
Eficacia en los procesos de enseñanza-aprendizaje
Este indicador señala la medida en que los alumnos de una universidad aprenden lo que la propia universidad prometió que aprenderían; es decir, la medida en que los alumnos alcanzan los objetivos del curriculum.
Tasa de graduación
La tasa de graduación es una sólida indicación de eficacia institucional si se tiene en cuenta que el título o el grado obtenido certifican la idoneidad de una persona que se incorpora a la vida profesional.
Niveles de logro
Los indicadores que se adopten para construir un sistema para evaluar a las universidades han de llevar aparejados sus respectivos niveles de logro necesario o estándares deseables de desempeño.
El grado de exigencia que cada universidad se fije a sí misma o el grado de exigencia que establezcan los organismos evaluadores y acreditadores (gubernamentales o privados) será un indicio del nivel de compromiso que se tienen en el propósito de mejorar la calidad.
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