Germán López Noreña
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El arte de utilizar la palabra en público con corrección y belleza, sirviéndose de ella para simultáneamente agradar y persuadir, tuvo en Roma un uso temprano y prolongado. Favorecía su desarrollo el sistema político de la República basado en la consulta popular, y, de hecho, se mantuvo vivo y con fuerza mientras la constitución republicana subsistió; una vez que se imponen formas de gobierno basadas en el poder personal, la oratoria, falta del ambiente de libertad que necesita, languidece y se transforma en un puro ejercicio de retórica. En unas culturas como las clásicas eminentemente orales, la oratoria impregnaba gran parte de la vida pública y su valor era reconocido en los tribunales (discursos judiciales), en el foro (discursos políticos) y en algunas manifestaciones religiosas (elogios fúnebres). El pueblo romano, extraordinariamente aficionado a los discursos, sabía valorar y aplaudir a los oradores brillantes, e intervenía en las discusiones entre las distintas escuelas y tendencias.
(http://maristascoruna.wikispaces.com/file/view/ORATORIA+ROMANA.pdf)
Ya vistos los anteriores elementos de la Retórica Aristotélica, debemos preguntarnos sobre qué pasó con la Retórica después del ocaso de la cultura griega. Pues bien, hay que decir que ella llega a Roma a través del mismo pensamiento griego, constituyéndose lo que los investigadores de la Retórica han llamado La Retórica Latina. Descollando en ella, en una primera instancia la obra titulada Rethorica Ad Hereniun de autor desconocido, luego Marco Tulio Cicerón , y finalmente Quintiliano. 7.1 ALGUNOS ORADORES y RETÓRICOS ANTECESORES A CICERÓN y QUINTILIANO
La historiografía de la Retórica Latina, nos presenta, entre otros antecesores a Cicerón a, Apio Claudio el censor o también conocido como Apio Claudio el ciego, Marco Porcio Catón, Gayo Sempronio Graco; y ya muy cercano a los tiempos de él, a Marco Antonio, Lucio Lucinio Crasso, y Quinto Hortesio Hórtalo.
Cada uno de ellos se caracterizó por sus contribuciones a la Oratoria.
De Apio Claudio el Censor se sabe que: “A finales del siglo IV a. C., tuvo la iniciativa de redactar la primera obra de Derecho, obra que también se puede considerar la primera obra literaria romana, si se descartan como tales los escritos anteriores pertenecientes a la Ley de las XII Tablas y los Anales de los pontífices. Compuso una serie de sententiae, aforismos de influencia pitagórica en versos saturnios, de los que solo unos pocos nos han llegado hasta nosotros. Entre ellos se cuenta el famoso: faber est suae quisque fortunae ("cada uno es artífice de su propia fortuna")”.
Marco Porcio Catón (234-149 aC), es considerado por algunos historiadores de la antecedente retórica romana a Cicerón como el primer gran orador romano : […] del que tenemos constancia […] cuya faceta retórica es inseparable de la actividad política romana, en la que desempeñó una labor harto influyente. De él se nos han conservado fragmentos oratorios, la noción de que solía comenzar todos sus discursos con una invocación a los dioses -indicio de una consciente estructuración retórica- y la noticia que se nos transmite de que, para lograr que Roma quebrantara la paz con Cartago, siempre concluía sus discursos con el famoso ceterum censeo Carthaginem esse delendam... hasta que lo consiguió.
Aulo Gelio (6,3) habla del discurso que pronunció Catón en el Senado en defensa de los habitantes de la isla de Rodas. Cicerón se deshace en manifestaciones de aprecio por el estilo "ático" de Catón. En conjunto, se nos ha transmitido la imagen de un Catón orador político y, desde su cargo de censor, vigilante de la moralidad de los miembros de la clase senatorial.
(http://www,Elementos de Retórica - oratoria_romana.htm)
Ya Reseñados unos pocos elementos de la Retórica Romana antecesora a Cicerón, nos centraremos en un breve análisis de la Rethorica Ad Hereniun, en lo concerniente a su datación y si contexto platico en que se dio, autoria, la obra en si, y que fue de ella tiempos después.
7.2 LA RETHORICA AD HERENIUN
Su datación y el contexto político en que fue elaborada se remonta entre los años 86 y 87 a.C, y en v en clara articulación con un clima político enrarecido en esa época, aspecto deducible en razón muy probablemente de acuerdo a su destinatario, Gayo Herenio. Además al parecer se inscribe en el litigio de la problemática del edicto del 91 a.C :
Gayo Herenio, de familia plebeya, partidario de Mario y sus populares y que llegó a su apogeo de cargos públicos precisamente entre los años 101 y 90 aC, en el momento de mayor esplendor de Mario. Este Gayo Herenio parece ser el tribuno que se opuso a Sila en 80 aC, que fue condenado alrededor del 70 aC, que luchó junto a Sertorio en Hispania en 75 aC. y que allí murió. Siendo esto así, la Rhetorica ad Herennium debe ser inscrita en el ámbito político de los populares y en el académico de los rétores latinos a los que se refiere el edicto del 91 aC.
(http://www,Elementos de Retórica - oratoria_romana.htm)
Sobre este aspecto y la autoria, veamos lo que escribe J. J. Murphy (1988; Pág. 474): “Durante la larga historia de la retórica han aparecido muchos tratados sin apenas pistas para identificar a sus autores. Un caso muy conocido es el de la obra latina Rhetorica ad Herennium, escrita en Roma en tomo al año 87 a. de C, a cuyo autor no identifica. Durante más de quince siglos, se la ha considerado obra de Marco Tulio Cicerón, basándose en las similitudes entre la Rhetorica ad Herennium y De Inventione de Cicerón, escrita durante la misma época. El primero en dudar que Cicerón fuera el autor de esta obra fue el humanista italiano Rafael Regio, en 1492. Y aunque ahora se piensa que la Rhetorica es obra de un tal Cornificius, sabemos poco acerca de esta persona”.
De la Retórica como obra, independientemente de las dificultades de datación, de su autoría, sin duda alguna, se constituye en el primer gran manual de Retórica redactado en latín. Inscribiendo y modelando un sistema de enseñanza con muy pocos cambios con Cicerón, Quintiliano y el propio Agustín de Hipona. Sistema educativo Romano que en términos generales fue de gran similitud con el Helenista, en el que se estudian el latín y el griego, al menos hasta el Bajo Imperio, época en que el griego queda postergado, hasta perderse. No obstante, y en parte por la practicidad característica del romano, y también por la progresiva decadencia del espíritu, de los valores y de la cultura en general, se acentúa el recurso a los libros aparecen los manuales y las introducciones en detrimento del pensamiento y el juicio propios: la cultura se vuelve libresca (Leonor Jaramillo; Universidad Del Norte).
En esencia La Rhetorica presenta una alta influencia de Hermágoras de Temnos (cca. 150 aC.) en lo referente a la teoría de los status y otra, procedente de la escuela de Rodas, que le confiere igual importancia a los procedimientos lógicos de la argumentación (elemento peripatético de clara raíz aristotélica) y a los mecanismos de creación de belleza literaria en el discurso (Alcira Rovina; 1991).
En lo que respecta a la difusión de La Rhetorica, el mismo Alcira Rovina en su escrito citado en el párrafo anterior, nos dice:
En cuanto a la pervivencia de la Rhetorica ad Herennium, hay que señalar que fue poco o nada conocida -excepción hecha, quizá, de Quintiliano- hasta el siglo IV de nuestra Era. En este momento, se procederá a copiar lo que la Edad Media nos transmitiría del legado antiguo, y será precisamente la obra que nos ocupa una de las que pervivirán. Uno de los motivos bien pudo ser el que san Jerónimo la atribuyera equivocadamente a Cicerón, lo que le confirió sello de calidad suficiente para ser copiada. Con todo, su uso no estuvo muy difundido en la alta Edad Media y se restringió posiblemente al norte de Italia y sur de Francia.
Sin embargo, a partir del siglo XI comienza a circular con gran fluidez por toda Europa, acompañada por el De inuentione cieroniano; muestra de esa fluidez será el gran número de manuscritos en los que se localiza, en las traducciones vernáculas (antes de 1266 al italiano y en 1282 al francés) con su lógica influencia en la producción literaria de esas épocas -si se traduce del latín, tiene que ser para uso de profesionales de la escritura que no dominan esa lengua pero necesitan la preceptiva para aplicarla-, en su influencia sobre las literaturas vernáculas -seguramente, a través de las artes poetriæ latinas medievales-, y en los comentarios que se le hicieron, ya en el siglo XII.
En resumen, su difusión medieval -a la que España no es ajena, aunque se incorpora tarde- irá ligada al auge de las artes dictaminis del siglo XI, a las artes poetriæ de los siglos XII y XIII y a las poéticas romances, hecho que le proporcionará un indudable prestigio al llegar el Renacimiento, aunque entonces cambiará bastante la situación.