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OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO

Mauro Beltrami




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LA DETERMINACIÓN DEL CARÁCTER TURÍSTICO DEL VIAJE

El turismo no deja de ser una de las manifestaciones variadas que presenta el fenómeno de la migración. En el caso turístico, la búsqueda de nuevos lugares es temporal, pero aún así afirma la voluntad de cambio que se encuentra dentro de cualquiera de los fenómenos migratorios: “expresa la inquietud del mejoramiento, el deseo de un hábitat favorable a la vida, y, sin duda, también la ambición de ampliar el círculo de lo conocido y de tomar una mayor parte en la posesión de la tierra”.

Según se ha escrito en otra ocasión, la determinación del carácter turístico/preturístico del viaje no es un hecho sencillo, aunque pueden tomarse algunas pautas metodológicas que permitan observar –o no- su manifestación:

“Para ver el carácter turístico o no turístico del viaje, en relación a una determinada sociedad histórica como la que se analiza, se deben observar variados aspectos.

En primer lugar, debe decirse que básicamente se identifica el viaje circular (viaje de ida y vuelta) como el elemento fundamental para examinar la naturaleza turística o no de un desplazamiento, independientemente de las motivaciones.

No obstante, aquí podrían incluirse viajes cuya naturaleza no reviste el carácter de turística, como los viajes comerciales, los diplomáticos, determinados viajes religiosos, etc. El carácter turístico del viaje se encuentra determinado por la demanda, por lo tanto, el viaje turístico es un tipo particular de viaje circular.

El viaje turístico y los flujos turísticos no surgen aislados del contexto general de desplazamientos voluntarios y temporales, por lo que deben mostrarse en relación con una serie de elementos que permiten y facilitan la realización -o no- de aquellos. Pueden mencionarse aquí elementos de carácter socio-político, económicos, comunicacionales, psicológicos y, sobre todo, facilitadores del turismo: los servicios de hospitalidad, entendidos éstos como aquellos que permiten la estancia temporal del forastero en un determinado destino. Mostrando, además, aquellos elementos que incentivan la realización del viaje.

Sin embargo, no es así que se analiza la existencia de ese fenómeno social que denominamos turismo. La existencia de turismo no puede constatarse a partir de la existencia de viajeros que ingresen dentro de la categoría de turista únicamente. Es decir que el turismo no se prueba a partir de la existencia del turista, dado que se trata de un fenómeno social que no se prueba a partir de la existencia de lo individual. El turismo, considerado como fenómeno social de carácter masivo y transformador del ambiente, la sociedad y la economía, necesita de la existencia de flujos turísticos. Es a partir del concepto de turismo, y de la constatación de su existencia en determinada sociedad, que debe analizarse el carácter turístico del viajero. Cabe aclarar que turismo y turista son conceptos inseparables, dado que sin la existencia de uno no existiría el otro. Pero es el concepto general (turismo) el que permite comprender si los viajes son turísticos o no-turísticos, en determinada sociedad histórica”.

HISTORIA DEL TURISMO E HISTORIA DEL OCIO Y LA RECREACIÓN

Una de las confusiones más comunes que pueden suscitarse puede suceder aquí, tanto con el ocio como con la actividad recreativa. Una historia del turismo fácilmente podría confundirse con una historia del ocio, al cual puede considerárselo como “el tiempo destinado a descansar, aprender y cultivar nuestras potencias vitales”. El turismo nace a partir de la existencia de una concepción particular del ocio –que aparece a partir de la configuración social producto de un determinado sistema de producción-, y de la conquista progresiva de parcelas de este por parte de las clases sociales trabajadoras.

Sin embargo, el turismo no es sólo un fenómeno que aparece como manifestación del ocio dentro de determinada sociedad. Además, el ocio es una actividad humana que se lleva a cabo independientemente de factor movilidad, pues se lleva a cabo se viaje o no. Por lo tanto, la naturaleza de ambas historias, si bien cercana, es diferente.

La recreación forma parte de los elementos que incentivan y generan necesidades y expectativas en la demanda turística. El desarrollo de actividades que permitan recrearse, como las actividades deportivas, artísticas, de descanso, etc., sin duda que son importantes dentro del marco de la historia de los destinos turísticos, en la medida que hayan permitido que los forasteros se sintiesen atraídos por ellos. Sin embargo, una historia de la recreación sería más parecida a una historia del ocio –aunque no exactamente similares-, que a una historia del turismo, pues, según John H. Finley, “la palabra ‘recreación’ es lo bastante amplia como para abarcar el ‘juego’ en todas sus expresiones y también muchas actividades que generalmente no se consideran como tales: música, teatro, cualquier actividad libre u especialmente toda acción creadora que contribuye al enriquecimiento de la vida”.

Al igual que en el caso más general del ocio, la recreación no necesariamente tiene como parte inseparable el viaje, pues esta puede llevarse a cabo en la propia sociedad en donde los individuos tienen su residencia. No se necesita viajar para recrearse.

Finalmente, tanto el ocio como la recreación forman parte inseparable de todas las sociedades humanas, mientras que, como ya se ha mostrado, el turismo no.


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