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OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO

Mauro Beltrami




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LA APARICIÓN Y EL DESARROLLO DE LA MONEDA

Si la moneda fue inventada por los griegos, no se sabe con exactitud por cuales –existen varias tradiciones contradictorias y diferencias entre los historiadores-, aunque es más verosímil atribuir el hecho a los lidios. Pero, independientemente de estas consideraciones, la utilización de la moneda se extendió por el mundo helénico hacia siglo VII a. c. Desde aquella época, las principales ciudades griegas acuñaban sus propias monedas.

La aparición de la moneda, más que un invento, representó una evolución de aquellos metales que venían siendo utilizados como instrumento de cambio. Naturalmente, sus consecuencias fueron enormes en términos políticos y económicos. Las sociedades concibieron un nuevo elemento que tenía valor en sí mismo, más allá de la posesión de la tierra y otros bienes. La posesión de riqueza ya era independiente de la existencia de propiedades, lo que significó una evolución que impactó sobre las viejas estructuras sociales. Es decir, que la riqueza rústica –si bien continuaba siendo la más honorable- no fue ya la única posible, no pudiendo despreciarse, a partir de entonces, la riqueza mobiliaria.

La moneda tuvo su papel en el incremento de los viajes, a partir del incremento del comercio entre distintas sociedades por contar éstas de un elemento normalizador de los intercambios. Atenas se constituyó en la ciudad mercantil que más ventajas encontraría en la utilización de la moneda para imponerse por sobre las demás ciudades griegas. En Atenas, la moneda tuvo una aparición tardía respecto a otras ciudades. No obstante, durante su época de esplendor, su moneda poseía una buena reputación, a la que contribuía la regularidad de su peso y su alto contenido de plata. “Aún cuando los atenienses no inventaron el dinero ni la acuñación de monedas (que se atribuyen a los lidios), cuando se introdujo la economía del dinero, en el siglo séptimo, el espíritu comercial ateniense se mostró desde el principio una manifiesta superioridad sobre el de los demás griegos”.

Durante la época helenística, si bien no se logró la unificación de los sistemas monetarios, se consiguieron progresos importantes en la materia, especialmente en el Oriente. Se pusieron en circulación y se acuñaron monedas como no había sucedido hasta entonces. El sistema monetario del Atica se generalizó por todo el mundo helenístico –exceptuando al Egipto tolemaico-, lo cuál impactó positivamente en el comercio y la navegación marítima internacional, facilitando los intercambios.

EL OCIO Y EL ENTRETENIMIENTO EN GRECIA

En la civilización griega, el disponer de tiempo de ocio era un privilegio, un sinónimo de status social, accediendo a aquello únicamente los estratos sociales superiores. Es decir, los ciudadanos, quiénes eran las clases dominantes dentro de la polis. El griego consideraba al ocio a una actividad propia de un determinado estamento social, el superior. El ejercicio de dicha actividad permitía lograr el desarrollo correcto de la sociedad, pues el otium implicaba pensar. La ociosidad era considerada como un mérito. Paul Veyne ha realizado un estudio sobre las clases ociosas griegas. Es así que observa, en la glorificación del ocio, el orgullo de una clase social que se dedica a cantar su propia gloria. Platón consideraba que una ciudad se encontraba bien organizada si los ciudadanos se mantenían ociosos gracias al trabajo rural de sus esclavos, y los oficios eran dejados como actividad para el gentío de menor monta. La vida virtuosa del hombre de calidad era aquella ociosa. Aristóteles, por su parte, pensaba que sólo quiénes poseen los medios para organizar su existencia y tener una meta ideal podían llevar una vida dichosa; eran precisamente los hombres ociosos quiénes se hallaban moralmente conformes con el ideal humano y quiénes merecían ser ciudadanos de pleno derecho.

Las clases superiores encontraban en el ocio a la actividad propia de su grupo social; no obstante, esto no implicaba necesariamente un desprecio hacia el trabajo. Los griegos no consideraban a las actividades productivas y al trabajo como indignos; de hecho, el ocio era considerado una actividad productiva. Lo que se producía era una diferenciación social de las actividades, una especie de división social del trabajo. Los griegos de las clases superiores no tenían ideas negativas acerca del trabajo en sí, es decir, no lo despreciaban. Sólo despreciaban a quiénes tenían que trabajar para sobrevivir. La exaltación provenía tanto de no necesitar del trabajo como de dirigir meritoriamente los asuntos de la ciudad. Los griegos de la clase dirigente incitaban a las clases más pobres a trabajar, no tanto por la contribución que pudiesen hacer a la ciudad, sino para que la miseria no llevase a terminar perturbando la institución cívica.

Si se analiza al trabajo desde la óptica de otros grupos sociales, se encuentran marcadas diferencias con respecto a aquella concepción de los estamentos aristocráticos. Así, por ejemplo, las clases populares presentaban una valoración más positiva del trabajo.


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