OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO
Mauro Beltrami
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (250 páginas, 730 kb) pulsando aquí
Jerusalén, ciudad que siempre fue destino de peregrinación cristiana, también experimentó un desarrollo de las casas de hospedajes digno de ser mencionado. Jerusalén no sólo era un centro religioso, sino que también había alcanzado relevancia como centro comercial, y fue gracias a los mercaderes que el alojamiento alcanzó buenas dimensiones.
Anteriormente a las cruzadas, bajo el gobierno de los selyúcidas, se ha mencionado oportunamente que los italianos de Amalfi mantenían dos posadas en la ciudad. Tras las cruzadas y la creación del reino latino de Jerusalén, el intercambio entre Occidente y Oriente experimentó un crecimiento. En este sentido, se crearon una serie de elementos que facilitaron la estancia de los viajeros y aventureros, fundamentalmente albergues y hospitales. Alrededor de 1070, los mercaderes de Amalfi construyeron en Jerusalén el hospital de San Juan, en cuya cercanía se agruparon originariamente los miembros de la orden de los Hospitalarios, y cuya misión fue la de socorrer a los peregrinos llegados a Palestina, ofreciéndoles albergue, curando a los enfermos, etc. También se crearon hospitales similares en otras ciudades ubicadas dentro del propio reino latino oriental. Tras la caída del reino, Jerusalén continuó preservando su importancia comercial y espiritual. De este modo, Boullón , citando a Luis Lavaur, afirma que en 1365 existían allí 24 fondas, con capacidad para 960 personas. Los propietarios de las fondas estaban organizados dentro de una corporación, y debían informar tanto el nombre como la procedencia de los huéspedes.
Del mismo modo que el comercio, la peregrinación religiosa permitió a Jerusalén no sólo el desarrollo del hospedaje dentro de la propia ciudad, sino también en aquellas ciudades que se encontraban en estrecha relación con ella. Así, ciudades que funcionaban como punto de embarque hacia allí, también pudieron experimentar la aparición de albergues dentro de ellas. “Marsella, Génova y Venecia, punto de embarco de los cruzados, se transformaron en grandes ciudades. Allí se construyeron albergues para peregrinos”.
Pero el fenómeno no se encontraba vinculado únicamente a los puertos de embarque. Rodas, como punto estratégico en las relaciones entre Occidente-Oriente –conquistada el 1305 por los Hospitalarios y transformada en una fortaleza cristiana-, se transformó en un lugar donde se producía un encuentro de miembros de todos los estados europeos –pero con presencia acusada del acento francés-. Es así que el hospedaje también se desarrolló en la isla: la pintoresca Calle de los Caballeros se encontraba orillada de posadas que pertenecían a las diferentes lenguas.
Los gremios y los servicios de hospedaje
Tras el renacimiento del comercio y de las ciudades, tuvo su aparición un nuevo tipo de corporación: el gremio. Estos tuvieron su origen como una asociación voluntaria de trabajadores, cuyas finalidades básicas fueron la ayuda mutua, el apoyo ante el infortunio o la vejez y el ejercicio de la vigilancia a efectos de velar por la calidad de los productos elaborados por todos los asociados y evitar la competencia de advenedizos sin control. Los gremios eran agrupaciones de naturaleza distinta respecto a los colegios de la antigüedad. Se distinguieron por su religiosidad: el día del patrono del gremio era celebrado mediante grandes festejos.
No faltaron tampoco, por supuesto, los gremios relacionados con el servicio de hospedaje. En relación a estos últimos, es para remarcar un acontecimiento acaecido durante el transcurso del siglo XII. Corría el año 1282 en Florencia, cuando los propietarios de distintas posadas se reunieron con el objetivo de fundar el primer gremio de posaderos, con el fin de lograr una mejor defensa de sus intereses. El nombre bajo el que se constituyó el gremio fue el de “albergatori maggiori”. La explotación del negocio se transformó en una facultad de la ciudad, siendo la administración estatal quién adjudicaba los permisos para poder operar las posadas; los permisos de explotación tenían una duración de tres años. Es para remarcar que las posadas se organizaron y comenzaron a tener permitida la explotación y reventa de vinos.
El suceso es mencionado con frecuencia por los historiadores del turismo. Margarita Barreto le asigna gran importancia a la fundación de este primer gremio de posaderos, asegurando que “influenció rápidamente todo el sistema de hospedajes en Italia” . Khatchikian señala el hecho de la estandarización en la prestación de servicios como uno de los fines de la unión: “… [Los posaderos agremiados] no sólo tenían la intención de proteger sus intereses sino también de unificar sus criterios con respecto a la forma de prestar el servicio y manejar el negocio”.
Los gremios comenzaron a declinar en el siglo XIV porque la economía y el mercado tomaron una amplitud nacional, y las reglas y monopolios municipales obstruían el desarrollo de los inventos, industria y comercios.