BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Econom�a y Ciencias Sociales


EL T�NEL M�GICO DE LOS PARADIGMAS �.LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS J�VENES

Andr�s E. Miguel Velasco y otros



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CAP�TULO 30. LA DESPEDIDA

En el rostro de Adivina Ruborosa se notaba el agotamiento, y un sudor fr�o recorr�a su frente. Los m�dicos hicieron una se�a convidando a la capitana de los Ni�os Piratas a reposar, pues su estado parec�a haber empeorado, ya que ocasionalmente abr�a los ojos para mirar a su alrededor. A pesar de lo anterior, la capitana expres� lo siguiente:

--Donaj�, Jos� Pablo, Colegio de Cient�ficos e Ingenieros de Monte Alb�n del Futuro, mi fiel Morrongo, me siento muy reconfortada por el hecho de que estemos unidos por la Armon�a y el Bienestar...En este momento me vienen a la memoria muchas cosas que desconozco. En mi mente est� la idea de conocer las sensaciones propias de nuestro mundo: su tierra, su sol, su aire, su calor, su fr�o...Debemos desarrollar un mundo en el cual descubramos las ventajas de la Ciencia y la Tecnolog�a, unidos por las Ciencias Blandas y la Ciencia Antigua...Ahora que hemos hecho realidad la Armon�a, debemos luchar por nuestro Bienestar apoyados por la Ciencia...Donaj� y Jos� Pablo, ustedes me han ayudado a comprender el universo de otra forma, y me siento feliz por ello...Morrongo el Mayor de los Filibusteros, peque�os corsarios y corsarias, de ustedes me despido hoy, pero esperemos que el Ser Supremo nos una en otra dimensi�n...

La capitana guard� silencio, y tomando una mano de Jos� Pablo le dijo:

--Gracias por la oportunidad que me has dado de conocer el A..m..o..r.

Dicho lo anterior Adivina Ruborosa entreg� a Jos� Pablo el cofrecito de oro con el tesoro que hab�an rescatado de la Isla de las Hormigas, y mirando profundamente hacia el cielo, pareci� dirigirse al infinito. Jos� Pablo y Donaj� comprendiendo la situaci�n, balbucearon el saludo de los peque�os Corsarios:

--�La Ciencia para Todo, Todos para la Ciencia!.

L�grimas, por primera vez brotaron de los ojos del Morrongo, de Matacu�s Secundino, de Trinquete Segundo, y de los Ni�os de la Ciencia, quienes guardaban un respetuoso silencio contemplando el adi�s de su capitana.

CAP�TULO 31. LAS PLANTAS M�GICAS

El cortejo f�nebre avanzaba penosamente en la arena. Una procesi�n con seres cubiertos con t�nicas y capuchas blancas, y que adem�s llevaban unos cirios ardientes entre sus manos, se detuvieron por fin. El motivo de la procesi�n no era ya el espionaje o la guerra, sino custodiar a la capitana en su despedida. Acrecentando el dolor que acompa�aba al cortejo, el cielo de Monte Alb�n del Futuro luc�a gris, apagado.

A esta ceremonia se unieron los dioses antiguos. Encabezaban al conjunto el dios del Tiempo con la diosa Once Muerte. Los segu�an el dios Jaguar, el dios del Fuego, Pitao Cozobi, el dios Tlacuache, Xipe Totec, Xochiquetzal, la diosa Trece Serpiente, Cinco Flor, la diosa Uno Ca�a; y finalmente el dios Abuelo. Todos llevaban un cirio entre sus manos.

Los representantes del Colegio de Cient�ficos e Ingenieros de Monte Alb�n del Futuro, acompa�ados por Donaj�, Jos� Pablo, el Morrongo, Matacu�s Secundino y Trinquete Segundo encabezaban la comitiva. Destacaban por sus t�nicas y capuchas blancas, y fueron los primeros en dirigirse hacia el cuerpo de Adivina Ruborosa tambi�n cubierto con un ropaje blanco.

Antes de dar culminaci�n a la ceremonia, los binigulazas del ayer, encabezados por sus �abuelos�, solicitaron realizar su ceremonia de despedida, que consist�a en realizar una limpia con ramas y flores al cuerpo de la capitana. Sucesivamente los �Ni�os Venado Cola Blanca�, los �Ni�os �guila y Gavil�n�, los �Ni�os Halc�n�, y finalmente los �Ni�os Jaguar� ejecutaron su antiguo ceremonial, depositando en manos de la capitana sus ofrendas.

El acto culminante fue cuando el representante del Colegio de Cient�ficos e Ingenieros de Monte Alb�n del Futuro, ceremoniosamente, coloc� un arco y una flecha a lo largo del pecho de Adivina Ruborosa, diciendo:

--Por siempre te nombramos �La Capitana del Saber de los Ni�os de la Ciencia�,

que era el m�ximo honor que pod�a tributarse a alguien en Monte Alb�n del Futuro. Al mismo tiempo, el Morrongo solicit� el saludo marcial a sus Ni�os Piratas, pronunciando en voz alta:

--�La Ciencia para Todo, Todos para la Ciencia!,

que se convirti� en el grito un�nime no solo de los Ni�os Corsarios, sino tambi�n de los Rubicundos que se unieron al saludo. Donaj�, pero especialmente Jos� Pablo, contemplaron el suceso con l�grimas en los ojos.

Los participantes se acercaron y con p�talos de flores blancas cubrieron el altar. Finalmente, cada uno de los integrantes del cortejo arroj� su cirio ardiendo hacia el cuerpo de su capitana, el cual, poco a poco comenz� a incendiarse.

Entonces los dioses ordenaron a Jos� Pablo vaciar la Ciencia Antigua, contenida en el cofrecito que la capitana le hab�a heredado, sobre el cuerpo en llamas que comenzaba a desintegrarse.

Para la primera semilla, ordenaron a Xochiquetzal, la diosa de la fertilidad, para que acompa�ara a Jos� Pablo en el ritual. Al caer, la primer semilla en arder fue la de Amaranto, que al quemarse produjo la aparici�n de una planta m�gica de colores, cuyas hojas al moverse produjeron armoniosos sonidos de campanas: todos se sorprendieron cuando al extenderse sobre la superficie de Monte Alb�n del Futuro, aparecieron los �rboles, las plantas, las flores, los r�os, lagos y mares originales del lugar:

--�Esto es maravilloso!, coment� el representante de la Teor�a de Sistemas.

En seguida se le pidi� al Due�o de los Animales que custodiara a Jos� Pablo. La segunda en incinerarse fue la semilla de frijol, que de igual manera produjo la aparici�n de una planta m�gica con muchos ejotes, cuya enredadera se desplazaba hacia el cielo: esta planta era de una luz blanca y brillante, que propici� la aparici�n de la fauna original de Monte Alb�n del Futuro:

--�Bravo!, aplaudieron los presentes, olvid�ndose moment�neamente del dolor provocado por la ausencia de Adivina Ruborosa.

La �ltima semilla en quemarse fue la semilla de ma�z, que de igual manera provoc� la aparici�n de una planta m�gica con muchos elotes, en cada uno de los cuales exist�a un color: esta planta se desintegr�, proporcionando los aspectos naturales de la Armon�a y el Bienestar a los habitantes de Monte Alb�n del Futuro. Quien acompa�� a Jos� Pablo fue el dios del Tiempo.

Los presentes aplaudieron el suceso, pues eran testigos de la recuperaci�n del mundo natural y del Bienestar en ese Universo de las Ciencias:

--��ste era el mensaje de Quetzalc�atl: el objetivo de la Ciencia Antigua y de la Ciencia moderna es la Armon�a y el Bienestar!, aplaud�a emocionada Donaj�.

--Es verdad, Quetzalc�atl nos leg� la Ciencia Antigua para armonizar el desarrollo con el mundo natural, y por lo tanto, para lograr el Bienestar de las personas, los seres vivos y las regiones, reafirm� Jos� Pablo mirando hacia el cielo mientras su rostro reflejaba las cascadas de luz que provocaban las plantas m�gicas que segu�an creciendo hacia el infinito, donde finalmente se perdieron.

Los dioses antiguos se acercaron entonces a Donaj�, orden�ndole que depositara la piedra oscura de Bezelao, el c�dice y la pluma de Quetzalc�atl sobre el cuerpo ardiendo. Donaj� obedeci�, y sucedi� que al incinerarse, estos objetos produjeron una nueva cascada de colores que se transformaron en el Arco Iris de Quetzalc�atl. Como corolario de este feliz prodigio, en la parte m�s alta del mismo apareci� sonriente el dios: �hab�a estado atrapado en la piedra oscura de Bezelao!.

Aprovechando el Arco Iris como escalera, los dioses antiguos se tomaron de la mano para trasladarse al cielo que en ese momento era profundamente azul, donde apareci� una nube con la forma de Adivina Ruborosa. Quetzalc�atl tom� de la mano a la capitana en forma de nube, quien sonriendo se�al� con su espada hacia los presentes diciendo:

--�La Ciencia para Todo, Todos para la Ciencia!.

Ante el asombro de Donaj� y Jos� Pablo, la capitana ahora ten�a las facciones de su amiga Flor de Luna, quien sonriendo se volte� hacia sus amigos despidi�ndose de ellos:

--�No puedo creerlo, algo me dec�a que la capitana era la representaci�n de Flor de Luna en este futuro!, coment� Donaj� con l�grimas de emoci�n. Las l�grimas tambi�n recorr�an el rostro de Jos� Pablo, que emocionado exclam�:

--�Amiga, adi�s!.

Desde el cielo, Quetzalc�atl dijo a los ni�os:

--�Gracias por rescatarme y cooperar con la Ciencia, la moderna y la antigua!, �yo estar� por siempre con ustedes cuando luchen por la Armon�a y el Bienestar de las personas, los seres vivos, de las regiones y ciudades!. Por favor, ahora coman de esta semilla, les orden� el dios enviando desde lo alto del cielo dos semillas en forma de nube, que Donaj� y Jos� Pablo inmediatamente se llevaron a la boca.

Despu�s, Quetzalc�atl tom� de la mano a Flor de Luna, y ambos sonriendo, se perdieron con los dem�s dioses antiguos en el infinito, mientras los Ni�os de la Ciencia gritaban desde el suelo donde se encontraban:

--�La Ciencia para Todo, Todos para la Ciencia!.


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