DINERO - LA AUTODESTRUCCI�N DEL SER HUMANO
Antonio Morales Berruecos y Edmundo Galindo Gonz�lez
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�El Estado mundial de la infancia 2005� que presenta la UNICEF es un nuevo y pertinente llamado de atenci�n. Una radiograf�a que muestra la precariedad en la que transcurre la vida de millones de ni�os en todo el planeta. El mismo planeta, en donde se celebra sin falta el �D�a del Ni�o�, el �D�a de la Madre� el d�a de los �Reyes Magos� el d�a de �Santa Claus� se celebran fiestas de cumplea�os y muchas m�s, el mismo lugar en donde se celebran guerras sangrientas, reina el SIDA, reinan las drogas, aumentan los ni�os de la calle, las madres solteras, las separaciones de parejas irresponsables con o sin divorcio, los padres y madres viciosos y muchas lacras m�s de la deshumanizaci�n lacerante que nadie ve oye o escucha. Este tema (breve resumen) lo incluimos en �sta parte de nuestro libro con especial inter�s por constituir una visi�n muy real de un crimen organizado, de la peor clase, dise�ado por la estupidez humana en contra de la m�s inocente parte de sus semejantes, cuando estos apenas est�n iniciando su proceso de vida, as� como la participaci�n negativa del dinero.
De entrada, algunas cifras espeluznantes.
Hay dos mil 200 millones de ni�os y ni�as en el mundo. (34.00% de la poblaci�n del mundo) de ellos, mil millones viven en la pobreza. (45.0% de la poblaci�n infantil del mundo) Seiscientos cuarenta millones de ni�os en los pa�ses en desarrollo viven sin una vivienda adecuada, 400 millones no tienen acceso al agua potable y 270 millones no tienen acceso a servicios de salud. M�s de 121 millones en edad escolar primaria no asisten a clases, la mayor�a de ellos, ni�as. Mientras la esperanza de vida de un ni�o nacido en Jap�n es de 82 a�os, en Zambia es solamente de 33. Quince millones de ni�os han quedado hu�rfanos a causa del sida (n�mero superior al de todos los ni�os que viven en el Reino Unido) Desde 1990, 1.6 millones de ni�os han muerto en medio de conflictos armados. Veinte millones han tenido que abandonar sus hogares debido a conflictos o a violaciones a los derechos humanos. En Rwanda durante 90 d�as en 1994 fueron asesinados 300 mil infantes.
Definici�n de la infancia
La infancia es la �poca en la que los ni�os y ni�as tienen que estar en la escuela y en los lugares de recreo, crecer fuertes y seguros de s� mismos y recibir el amor y el est�mulo de sus familias y de una comunidad amplia de adultos. Es una �poca valiosa en la que los ni�os y las ni�as deben vivir sin miedo, seguros frente a la violencia, protegidos contra los malos tratos y la explotaci�n. Como tal, la infancia significa mucho m�s que el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la edad adulta. Se refiere al estado y la condici�n de la vida de un ni�o, a la calidad de esos a�os.
A pesar de numerosos debates intelectuales sobre la definici�n de la infancia y sobre las diferencias culturales acerca de lo que se debe ofrecer a los ni�os y lo que se debe esperar de ellos, siempre ha habido un criterio ampliamente compartido de que la infancia implica un espacio delimitado y seguro, separado de la edad adulta, en el cual los ni�os y las ni�as pueden crecer, jugar y desarrollarse En 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprob� la Convenci�n sobre los Derechos del Ni�o.
La pobreza. Es la causa fundamental de las tasas elevadas de morbilidad y mortalidad en la infancia. Mil millones de ni�os y ni�as �m�s de la mitad de los ni�os y las ni�as de los pa�ses en desarrollo � no pueden disfrutar de sus derechos debido a que carecen de por lo menos uno de los bienes o servicios b�sicos que les permitir�an sobrevivir, desarrollarse y prosperar. En el mundo en desarrollo, m�s de uno de cada tres ni�os no dispone de una vivienda adecuada, uno de cada cinco ni�os no tiene acceso al agua potable, y uno de cada siete carece de acceso a servicios esenciales de salud. M�s de un 16% de los menores de cinco a�os no reciben una nutrici�n adecuada y un 13% de todos los ni�os y las ni�as no han acudido nunca a la escuela.
Conflictos armados. A medida que las contiendas civiles proliferan y los civiles se convierten en sus principales bajas, millones de ni�os y ni�as crecen en familias y comunidades desgarradas por conflictos armados. A muchos se les ha obligado a luchar en el frente de batalla. Desde 1990, los conflictos han costado directamente las vidas de 3,6 millones de personas; tr�gicamente, m�s de un 45% de estos muertos eran ni�os y ni�as. Cientos de miles de menores de edad est�n atrapados en conflictos armados como soldados, se ven obligados a convertirse en refugiados o en personas internamente desplazadas, sufren a causa de la violencia sexual, los malos tratos y la explotaci�n, o son v�ctimas de los restos de explosivos de guerra.
VIH/SIDA. El SIDA es ya la causa principal de mortalidad en todo el mundo para las personas de 15 a 49 a�os; en 2003 solamente, 2,9 millones de personas murieron de SIDA y 4,8 millones de personas contrajeron la enfermedad. M�s del 90% de las personas que viven actualmente con VIH/SIDA se encuentran en los pa�ses en desarrollo, y aunque el problema es m�s grave en esta regi�n, las tasas de incidencia aumentan tambi�n en otras partes del mundo. En �frica sub-sahariana, el VIH/SIDA ha conducido a un aumento de la mortalidad en la infancia, a una grave reducci�n de la esperanza de vida y a la aparici�n de millones de hu�rfanos.
La pobreza, los conflictos armados y el VIH/SIDA no son los �nicos factores que ponen en peligro la infancia, pero se encuentran sin duda entre los m�s importantes, con efectos profundamente da�inos para las posibilidades de supervivencia del ni�o. Los da�os causados por cada una de estas amenazas trascienden los a�os de la infancia y aumentan la posibilidad de que la pr�xima generaci�n de ni�os y ni�as se vea afectada por la misma amenaza. Y por muy perjudiciales que sean estas tres amenazas por s� mismas, cuando coinciden dos, o incluso tres, las repercusiones para las vidas de los ni�os son devastadoras.
La visi�n de la infancia que une los pa�ses y las personas se contradice con la infancia que la mayor�a de los ni�os y ni�as del mundo experimentan en realidad. Por esta brecha que existe entre el ideal y la realidad, entre la Convenci�n y las costumbres, todos los d�as se precipitan las vidas de m�s ni�os y ni�as. Y con cada ni�o o ni�a que cae por este abismo, se pone en peligro un poco m�s el futuro com�n del mundo.
La discriminaci�n de g�nero
El acceso deficiente a la educaci�n, la alimentaci�n o los servicios de salud tiene implicaciones muy especiales para las mujeres y sus hijos. Las grandes diferencias en la mayor�a de las regiones entre el n�mero de ni�as y de ni�os que nunca han acudido a la escuela son una muestra palpable de la discriminaci�n que confrontan las ni�as y las mujeres. En muchos sectores se considera que la discriminaci�n de g�nero es uno de los elementos que contribuyen con m�s fuerza a que los ni�os vivan en situaciones de pobreza. La forma en que se obtienen los recursos, y c�mo se valoran y distribuyen, depende de las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres dentro del hogar y en la propia sociedad.
�La pobreza niega a los ni�os y las ni�as seguridad, dignidad y protecci�n�.
Todos los a�os, decenas de millones de ni�os y ni�as son v�ctimas de la explotaci�n, la violencia y los malos tratos. Hay grupos que los secuestran de sus hogares y sus escuelas para que participen en conflictos armados. Otros grupos los convierten en v�ctimas de la trata y les obligan a trabajar en la prostituci�n y en talleres donde se les explota. Se les priva innecesariamente del cuidado de sus progenitores y se les obliga a casarse de manera prematura. Est�n sujetos a la violencia y los malos tratos en el hogar, la escuela y la comunidad. Los efectos de estos abusos tienen consecuencias duraderas y a largo plazo; privan a los ni�os y las ni�as de su infancia y les impiden lograr su pleno potencial.
La privaci�n material hace que los ni�os y las ni�as sean m�s vulnerables a la trata y a la explotaci�n sexual comercial. Alrededor de 1,2 mill�n de ni�os y ni�as son v�ctimas todos los a�os de la trata; 2 millones de ni�os y ni�as, la mayor�a estas �ltimas, est�n sometidos a la explotaci�n sexual en la industria comercial del sexo, que genera miles de millones de d�lares.
Aunque la pobreza agrava los abusos contra la protecci�n infantil, tambi�n es verdad que el abuso obliga a menudo a los ni�os y las ni�as a sufrir una privaci�n material o empeora la pobreza existente. La violencia y los malos tratos en el hogar pueden obligar a los ni�os y las ni�as a instalarse en las calles, donde es muy probable que su pobreza se vuelva permanente. La discriminaci�n puede ser un obst�culo para el aprendizaje en la escuela y puede conducir al abandono escolar. La explotaci�n genera pobreza al alejar a los ni�os y las ni�as de la escuela, mantenerlos en mal estado de salud y someterlos a un mayor abuso psicol�gico y f�sico.
Ni�os y ni�as atrapados en el conflicto
Los ni�os y las ni�as nunca inician las guerras y, sin embargo, son quienes se encuentran m�s expuestos a sus consecuencias letales. Los grupos armados matan y mutilan a los ni�os y las ni�as, perturban su educaci�n, les impiden el acceso a los servicios esenciales de salud, aumentan la pobreza, la desnutrici�n y la enfermedad. Los conflictos pueden separar tambi�n a los ni�os y las ni�as de sus padres y madres u obligarlos a huir de sus hogares, a ser testigos de atrocidades o incluso a perpetrar ellos mismos cr�menes de guerra.
La destrucci�n que causa la guerra suele dejar a los ni�os y las ni�as sin servicios muy importantes, como la educaci�n y la atenci�n de la salud. La educaci�n del ni�o puede interrumpirse ante la ausencia de maestros o debido a que las minas terrestres y otros restos de explosivos de guerra en el entorno ponen en peligro su seguridad. Las escuelas pueden convertirse en un objetivo directo de un conflicto armado, como ocurri� en septiembre de 2004 durante la crisis de rehenes y la consiguiente batalla calamitosa que se produjo en la ciudad rusa de Besl�n, donde murieron m�s de 150 ni�os y ni�as y un mayor n�mero de adultos. En Aceh, Indonesia, los incendios intencionados causaron la destrucci�n de 460 escuelas solamente durante el mes de mayo de 2003, como resultado del conflicto entre las fuerzas gubernamentales y los grupos rebeldes. En Nepal, la oposici�n al Gobierno utiliza habitualmente las escuelas como centros de propaganda y reclutamiento. Los ataques y los secuestros tanto de maestros como de estudiantes son frecuentes.
Ni�os y ni�as combatientes
Se desconoce el n�mero exacto de ni�os y ni�as que en la actualidad est�n atrapados en conflictos como combatientes, pero es muy probable que alcance los cientos de miles. Los ni�os y las ni�as son v�ctimas del reclutamiento, el secuestro o la incorporaci�n por la fuerza a los grupos armados. No todos ellos participan en los combates, aunque la proliferaci�n de armas ligeras ha facilitado que incluso un ni�o menor de 10 a�os se transforme en un asesino efectivo. A los ni�os y las ni�as se les obliga tambi�n a someterse a la esclavitud sexual y convertirse en trabajadores, cocineros o sirvientes, mensajeros o esp�as. Las ni�as corren un mayor peligro de ser v�ctimas de la explotaci�n sexual, ya sea por un comandante o por toda la tropa. Muchas participan tambi�n con los muchachos en el frente de batalla.
Los grupos armados y, en algunos casos, las fuerzas gubernamentales, utilizan a los ni�os y las ni�as debido a que suele ser mucho m�s f�cil obligarles a cometer asesinatos y a someterse a una obediencia ciega que en el caso de los adultos. Todos estos ni�os, tanto cuando les reclutan por la fuerza, cuando ellos mismos se unen a fin de escapar de la pobreza o el hambre, o cuando se alistan para apoyar de manera activa una causa, lo primero que pierden es su infancia.
Ni�os y ni�as que sufren a causa de la violencia sexual
La violencia sexual es a menudo un arma de guerra que se despliega de manera consciente. Puede incluir la violaci�n, la mutilaci�n, la explotaci�n y el abuso. En los conflictos que estallaron a comienzos de los a�os 1990 en Bosnia y Herzegovina y Croacia, violar a las adolescentes y las mujeres y obligarlas a procrear ni�os y ni�as, denominados a menudo como �hijos del enemigo�, fue una pol�tica deliberada. En otros conflictos m�s recientes, como los de Liberia, la Rep�blica Democr�tica del Congo, Sierra Leona y el Sud�n, se han dado casos de violencia sexual. A menudo, las ni�as adolescentes son el blanco preferido debido a su juventud y a su incapacidad relativa para defenderse, o porque se considera que tienen menos posibilidades de estar infectadas con el VIH. Hay numerosos informes procedentes de las zonas de conflicto que indican que las milicias o los grupos rebeldes secuestran a las ni�as para someterlas a la esclavitud sexual.
El aumento en la violencia sexual que a menudo acompa�a los conflictos no se limita a los cr�menes cometidos por combatientes. El caos y el desorden que produce la guerra socavan el imperio de la ley, y esto deja a los ni�os y las ni�as �especialmente aquellos que est�n separados de sus familias y sus comunidades � mucho m�s vulnerables a la violencia o la explotaci�n sexual. Los campamentos para personas desplazadas pueden ser lugares muy peligrosos para los ni�os y las ni�as debido a que el hacinamiento, la desesperaci�n y una deficiente aplicaci�n de la ley pueden exponerlos al abuso sexual. Adem�s, la pobreza, el hambre y la inseguridad generadas por el conflicto pueden conducir a los ni�os y ni�as a la prostituci�n: en Colombia, por ejemplo, ni�as de solamente 12 a�os se han sometido sexualmente a los grupos armados para garantizar la seguridad de sus familias.
Todos estos factores suelen aumentar la posibilidad de la transmisi�n del VIH en las zonas de conflicto, mientras que la quiebra de los sistemas escolares y de salud dificulta las salvaguardas que podr�an contrarrestar estos riesgos. Adem�s, la desesperanza que surge en una zona afectada por la guerra puede inducir a los j�venes a escoger una conducta sexual arriesgada. Un conflicto en una regi�n con tasas reducidas de VIH no produce por s� solo una explosi�n en las tasas de infecci�n. Pero la ruptura del orden social y la violencia sexual relacionada con el conflicto aumentan siempre la propagaci�n del VIH. Cuando estalla la guerra en una zona que ya est� afectada por el VIH/SIDA, como en Rwanda durante los a�os 1990 y en la regi�n oriental de la Rep�blica Democr�tica del Congo, las consecuencias son catastr�ficas.
Los restos de explosivos de guerra
Incluso despu�s de que ha terminado un conflicto, todo lo que deja detr�s amenaza a los ni�os y las ni�as. Los restos de explosivos de guerra �entre ellos los explosivos y armamentos abandonados, las minas terrestres y los materiales b�licos que no han explotado � matan y hieren todos los a�os a miles de ni�os y ni�as. Los restos de explosivos de guerra pueden impedir a comunidades enteras el acceso a los campos, los pozos, las cl�nicas o las escuelas, algo que provoca privaciones mucho despu�s de que hayan cesado las hostilidades. Las familias pueden tener que estar condenadas a vivir en asentamientos temporales debido a la presencia continua de minas en sus comunidades. Solamente las minas terrestres son responsables de entre 15.000 y 20.000 nuevas v�ctimas al a�o. Cerca de dos terceras partes de los 65 pa�ses donde se produjeron bajas debido a las minas entre 2002 y 2003 no hab�an sufrido un conflicto activo en ese periodo. Un estudio realizado por Human Rights Watch encontr� que la utilizaci�n de municiones de racimo por las fuerzas de la coalici�n en zonas pobladas de Irak fue una de las principales causas de bajas civiles en 2003.
La mayor parte de las v�ctimas de los restos de explosivos de guerra son hombres, a menudo agricultores. Pero los ni�os y las ni�as se encuentran tambi�n en peligro: suelen tener una gran curiosidad y cuando se encuentran con objetos extra�os les atraen los dise�os coloridos de algunas minas mariposa y bombas de racimo. Adem�s, muchos ni�os se encargan del pastoreo de los animales y de buscar agua, lo que exige atravesar amplias zonas del campo donde puede que haya minas terrestres; adem�s, suelen ser menos capaces que los adultos de comprender los signos que se�alan los campos de minas.
Conclusi�n:
Los gobernantes prefieren gastarse millones y sacrificar vidas j�venes (soldados y civiles) en incontables, interminables e in�tiles guerras, que atender con un m�nimo de ese dispendio, las necesidades b�sicas para vivir de millones de ni�os y ni�as, necesidades creadas por su propia insensatez. Con lo que cuesta cualquier guerra se podr�an salvar del infierno a millones de ni�os y ni�as.
�Para los culpables, quienesquiera que �stos sean, no hay castigo suficiente para ese imperdonable crimen organizado contra la ni�ez!
�Peor crimen se antoja imposible de igualar o superar!
Una narraci�n m�s en donde vemos con horror como el dinero sirve para destruir a millones de inocentes de quienes s�lo una organizaci�n como UNICEF y su distinguida Directora Ejecutiva Carol Bellamy, que es una parte importante de la ONU, vela y trabaja permanentemente, con escasos recursos, en ayudar a los ni�os y ni�as pobres y desamparados alrededor del planeta. �Criaturas que en el mejor de los casos no debieran haber nacido!
La UM, con personas como Carol Bellamy, proveer� todo lo necesario para que complete su digna tarea.