Antonio Morales Berruecos
Edmundo Galindo González
egalindog2002@yahoo.com.mx
Vivimos en un mundo que tiene una preocupación obsesiva por el presente. Nos comportamos hoy como si en el futuro no hubiera ya niños. Estamos absurdamente, perdiendo nuestro sentido de responsabilidad con las generaciones futuras.
En todas partes, los padres parecieran estar preocupados por sus hijos; empeñándose en asegurar una vida mejor para ellos, invierten en educación y atención médica. No obstante, y a menos que asumamos ahora nuestra responsabilidad sobre la evolución actual de la economía mundial, las inversiones a corto plazo que hagamos para el futuro de nuestros hijos pueden no tener mucho efecto, ya que nuestro principal legado para ellos será un mundo donde la ecología se deteriora, la economía declina y las sociedades se desintegran.
Estamos creando una sociedad floja, enfermiza, apática infeliz, solitaria, físicamente fea y deforme, obesa, y con infinidad de malestares relacionados con la calidad de vida; mal alimentada y en donde su único interés es vivir “falsamente y fuera de la realidad”.
Estamos creando una supuesta prosperidad, ubicando al ser humano en cárceles de lujo y miserables centros de producción, lugares donde se ejerce la explotación de las personas libres, matando su espíritu, su creatividad y generando su achicamiento moral, e infelicidad, sin la libertad de ser o hacer porque estarán siempre sujetos a la voluntad de quien les paga. Convirtiéndose de hecho en esclavos modernos y quien no este dispuesto a ello será desechado.
Pero como creadores de este sistema social, donde el dinero ha obsesionado y obnubilado al ser humano, donde el dinero corriente ha dejado de cumplir su principal función como medio de cambio, donde el dinero se ha convertido en el creador de violencia, corrupción, avasallamiento, y atesoramiento, entonces, nosotros en igual forma podemos y debemos cambiarlo, aunque esto represente un cambio dramático, y una ruptura colosal con el sistema económico que emprendimos hace miles de años; estando obligados a realizar este cambio, pues de no hacerlo así, pondremos en serio peligro la vida del planeta y nuestra propia vida.
La construcción de una economía mundial ambientalmente sustentable, dependerá de un esfuerzo global cooperativo. Ningún país que actúe solo podrá estabilizar su clima. Ningún país, actuando solo, puede resguardar la diversidad de la vida en la Tierra. Ningún país que actúe solo podrá proteger los recursos piscícolas del mar. Esas metas sólo podrán lograrse con la cooperación mundial, reconociendo su interdependencia.