BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


DINERO - LA AUTODESTRUCCIÓN DEL SER HUMANO

Antonio Morales Berruecos y Edmundo Galindo González



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Errores acerca del dinero

Una razón determinante de por qué nos resulta tan difícil comprender el impacto real del mecanismo de intereses en nuestro sistema económico es que éste funciona de manera oculta. La mayoría de nosotros supone que sólo pagamos intereses cuando pedimos prestado dinero. Por tanto, si lo que queremos es no pagar intereses, basta con no pedir dinero prestado. Lo que la gente no sabe es que casi todos los precios de las cosas que compramos contienen una cierta cantidad de interés. La proporción exacta varía de acuerdo a la relación entre el trabajo y los costos del capital incluidos en los bienes y servicios que compramos.

Otro error extendido en relación con nuestro sistema capitalista es el siguiente: Puesto que todo el mundo paga intereses cuando pide dinero prestado, y recibe intereses cuando lo presta, todos recibimos el mismo trato dentro de este sistema.

De nuevo, lo anterior es en la práctica falso. De hecho la diferencia entre los que se benefician del sistema y los que salen perjudicados es muy grande. Vemos que el 80% de la población paga más intereses que los que recibe, el 10% recibe un poco más de lo que paga, y el restante 10% reciben más del doble de lo que pagan, cantidad que por supuesto ha perdido el 80% restante. Esta situación resulta ser una de las razones fundamentales de por qué los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Los mismos resultados se obtendrían en los demás países. En otras palabras, con nuestro actual sistema monetario estamos permitiendo que opere un mecanismo oculto de redistribución que constantemente mueve dinero de aquellos que tienen menos a aquellos que tienen más que lo que necesitan. De esta manera, por una parte grandes cantidades de dinero se concentran en manos de cada vez menos personas y grandes compañías multinacionales y, por otra, los países del “Tercer Mundo” nunca serán capaces de desprenderse de la deuda, ya que lo que tienen que pagar supera en varias veces la cantidad de dinero que se les ha prestado.

El mecanismo de interés e interés compuesto no sólo lleva a un crecimiento económico de carácter patológico, sino que atenta además contra derechos constitucionales de los individuos presentes en todas las democracias. Si la constitución de un país garantiza un acceso igualitario de todo individuo a los servicios gubernamentales -y el sistema monetario se puede considerar uno de estos servicios-, entonces sería ilegal contar con un sistema en el que un 10% de la gente continuamente recibe más que lo que pagan por dicho servicio, mientras que un 80% recibe menos de lo que paga.

Muchos de los grandes líderes religiosos y políticos, como Moisés, Mahoma, Lutero, Gandi, y la mayoría de las iglesias y grupos espirituales a lo largo de la historia han intentado reducir esta injusticia social prohibiendo el pago de intereses. Ellos comprendieron que este pago era una de las principales causas de injusticia social. Sin embargo, no supieron dar con una solución práctica para mantener el dinero en circulación, y este defecto del sistema nunca se corrigió. La prohibición del pago de intereses entre los cristianos, establecida en Europa por ciertos papas durante la Edad Media, se limitó a desplazar el problema a los judíos. Y aunque los judíos tampoco podían pedirse intereses unos a otros, sí que podían hacerlo con los gentiles. En los casos en que sí aceptaban intereses de otros judíos, tenían la obligación de saldar deudas cada siete años.

Los bancos islámicos, que siguen la ley musulmana, no pueden pedir intereses a sus clientes. En su lugar se hacen socios en los negocios a los que prestan dinero. Que esto sea una solución mejor o no, depende de los socios, pero lo cierto es que crea un lazo más directo entre el acreedor y el deudor.

“Feliz el que alejado de negocios, como en remotos tiempos los mortales, maternos campos con sus bueyes ara y no rinde a la usura vasallaje”

Conclusión.

El Premio Pulitzer concedido a John C. Bersia por sus artículos denunciando las prácticas prestamistas en Florida, EE.UU. donde algunas entidades crediticias concedían créditos a los pobres y a aquellos que no gozaban de una sólida reputación, pide por tanto que se declaren ilegales ya que los intereses que exigen son claramente usureros; esta denuncia debe ser seguida por todos los pueblos que a lo largo de su historia han sido vilmente explotados.

No hay banco o institución de crédito, que no practique la usura. Son los “grandes usureros” que desde tiempos remotos han explotado y suscitado la ira de la gente; entonces cabe preguntarse si su labor es acaso fundamental para la sociedad.

Los gobiernos constituidos para dar libertad económica a sus ciudadanos en contubernio con estas instituciones, apoyan e incorporan este ilícito, cuando es su obligación, proteger la economía de sus pobladores y prohibir los prestamos usureros

El pago de intereses usureros [sistema creado por los financieros internacionales], ha provocado en el mundo el mayor holocausto del siglo XX, solo que a este no se le hace ninguna publicidad.

“La usura y la especulación deben ser tratadas como delitos y castigarse como tales”

Las fronteras políticas son la tapadera del liberalismo que explota al Tercer Mundo [que abarca las ¾ partes del planeta] sin ofrecer a este, ninguna de las compensaciones sociales arduamente conquistadas en el primer mundo

Por si fuera poco, después de desposeerlos de todo mediante la colonización y el liberalismo, se sigue ejerciendo ahora por la vía de la usura económica, mantener el control sobre ellos en lugar de reconocer sus derechos más elementales, buscando retribuirles un poco de todo aquello que se les robo impunemente. Tratándolos además duramente para proteger el fruto de la usura.

Exigir el pago de la deuda externa a unos estados que explotan a una población que no ha recibido nada de esos préstamos es seguir cometiendo un genocidio, condenar a la mayoría abrumadora de los habitantes del planeta a la pobreza, al hambre, a la esclavitud, a la miseria...

Todas las tradiciones han mantenido la prohibición de la usura como algo ineludible, hasta que ha llegado la modernidad, que se ampara en la idea de la libertad para justificar la explotación indiscriminada de personas y recursos.

La Unión Mundial establece como única solución, un remedio radical para la cura de este cáncer que hace sufrir a la hu¬manidad, esto se logrará, mediante la eliminación del dinero y la usura. Esta eliminación, significa la única posible y definitiva liberación del trabajo productivo, a la subordinación de las potencias del dinero que dominan secretamente el orbe.

La eliminación de la servidumbre al interés usurero, significa la restauración de la libre personalidad, de la salvación del hombre a seguir esclavizado y también a evitar la fascinación mágica en que su alma fue enredada por el consumismo que obligan al deudor a vivir apenas para pagar el interés del interés

Se pretende cambiar el valor dinero, por el valor del trabajo y la colaboración. Una solución simple, como el huevo de Colón.

“De ninguna manera se le puede seguir confiriendo al dinero mediante el interés de la usura, un poder sobrenatural de crecer por si mismo a costa del trabajo productivo”


 

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