DINERO - LA AUTODESTRUCCIÓN DEL SER HUMANO
Antonio Morales Berruecos y Edmundo Galindo González
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• DEUDA EXTERNA
“Lo sorprendente no es el aumento constante de una deuda externa impagable, sino el que aún exista tal aberración”
La llamada deuda externa que los países en desarrollo tienen con los países ricos es una calamidad, llaga, pesadilla, lastre, carga, usura para los deudores, es decir para los 113 países que al cierre del año 2003 adeudaban al exterior de sus fronteras, en monedas extranjeras, la fantástica cantidad de $2.6 trillones de dólares, casi exactamente la riqueza de las 691 personas más ricas del mundo, los billonarios, dueños de $2.2 trillones de dólares al cierre del año 2004, así como casi la misma cifra del presupuesto de EE. UU. para el año fiscal 2005 de $2.5 trillones que incluye $443 billones para gastos de defensa y armamento. Otra cifra similar es el total de reservas en moneda extranjera de 10 países exportadores que al cierre del 2003 eran de $2.1 trillones que les alcanza para cubrir en algunos países hasta 17 meses de importaciones ¡Coincidencias dramáticas e históricas!
Esta deuda externa aumentó entre los años 1990 y 2003 (13 años) un 91% y el número de deudores aumentaron en 24 países o sea un incremento del 27 %.
Estas deudas conllevan naturalmente intereses, mismos que son rigurosamente pagados a su vencimiento por los deudores para no caer en moratoria la cual es fuertemente castigada.
Toda esta deuda de los países en desarrollo es con bancos en el extranjero, en su mayoría con el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, (instituciones gemelas) quienes mantienen un riguroso control sobre los deudores al grado de monitorear e imponer prácticas fiscales y económicas y de otro tipo dictadas por ellos como condición al otorgamiento de nuevos préstamos, ampliación de plazos, de montos, renovaciones etc. Además de que las compras de los bienes o servicios requeridos se hacen en los territorios de los ricos, de tal manera que el dinero da la vuelta con intereses más utilidades de las corporaciones que son favorecidas. Pero el capital permanece fijo, no se paga casi nunca y así la deuda crece y también los intereses y también la pobreza.
El destino de los préstamos son: proyectos de inversión, pago de otras deudas, crecimiento, educación, alimentos, armas, guerras entre vecinos, guerrillas internas, gasto corriente y muchos más. Sin embargo, la corrupción se lleva gran parte de esta fuente de ingresos en dinero extranjero que tienen gobiernos ya corruptos o en vías de corromperse con pleno conocimiento de los prestatarios. Los corruptos gastan naturalmente sus mal habidos fondos en los países ricos por lo que aún así el dinero regresa aunque la deuda permanezca.
En la lista de deudores hay 9 países que dominan la escena: Argentina, México, Brasil que junto con China, India, Indonesia, Polonia, Rusia y Turquía son los que más deben, juntos adeudan $1.4 trillones de dólares o el 54 % de la deuda total de los 113 países juntos.
Algunos de estos países, ricos por naturaleza, como México, Brasil y Argentina no debieran estar ahí, se han endeudado pésimas administraciones, mala educación, poco trabajo, baja productividad, gran corrupción, pésima planeación, crecimiento de la población sin control, paternalismo persistente, religión avasallante, pérdida enorme de tiempo y de generaciones enteras, desperdicio criminal de bienes naturales, etc. etc. la lista es larga pero los males que padecen son en mayor medida resultante directo de sus propias acciones e ineptitudes.
La deuda de los tres grandes de Latinoamérica tienen calificaciones del Banco Mundial de “S” “severamente endeudados” para Argentina y Brasil ya que sus deudas son el 117% y 54% de sus respectivos PIB y el 533% y 330% de sus exportaciones, México se salva de la “S” pues tiene clasificación “L” de “menos endeudado” al tener porcentajes de 25% y 88% respectivamente de su PIB y de sus exportaciones. Obviamente hay muchos países con clasificación “S” en esta negra lista.
Todo esto es una realidad que, cuando se piensa despacio, resulta sobrecogedora. Ver una lista de deudores de esta magnitud es impactante si se lee con cuidado, es una serie de nombres, no de personas , sino de países detrás de los cuales hay millones de habitantes que sin duda no tienen la menor idea de que el nombre de su patria forma parte de la lista de la ignominia, al lado hay números grandes que no representan fechas memorables de esos países sino de valores en dólares americanos en cantidades inimaginables, pues se trata de miles de millones de ésa moneda que significan deudas que los países señalados a la izquierda de esos montos, deben a los países ricos, principalmente Estados Unidos, que esos países ya se gastaron y que tardaran mucho tiempo en poder pagar o que no pagarán nunca, salvo tal vez los intereses de por vida.
Recientemente, en la junta de los 8 en Escocia (Jul 2005) se acordó una ayuda de 50 mil millones de dólares a 10 años para los países pobres de África aunado a un perdón de 70 mil millones de dólares de deudas a 18 países que nunca pagaran y que de seguro entre la corrupción y mala administración fueron gastados en los países ricos. Estas medidas son una vez más migajas de los ricos a los pobres, mal recibidas y que no solucionan gran cosa.
Según estudios de la ONU el flujo de miles de millones que suben de los países pobres a los países ricos es cinco veces más grande que las ayudas que los países ricos envían a los países pobres. Parece increíble. Pero es real. Por ejemplo, en 1995, el Sur transfirió al Norte, por el pago de deuda, 257,800 millones de dólares, exactamente cinco veces más de lo que el Norte dedicó ese año a ayuda oficial al desarrollo. Esto quiere decir que no son los ricos los que ayudan a los pobres de la tierra, sino que son los pobres los que están financiando a los ricos.
El problema humano más fuerte no está en lo que Europa y EE.UU. están sacando ahora mismo de África o América Latina. Lo más grave es lo que han expoliado, durante siglos a esos dos continentes, arruinándolos a fuerza de rapiñas inconfesables. Lo sorprendente no es el aumento constante de una deuda externa, impagable, sino el que aún exista una aberración histórica entre conquistadores y conquistados ahora llamados ricos y pobres, los que ahora tienen mucho es en gran medida a lo poco o nada que tienen otros y por añadidura los segundos deben mucho dinero a los primeros.
Cuando en 1493, el Papa Alejandro VI concedió a los Reyes Católicos la bula Inter Caeterea, por la que les donaba todo lo que Cristóbal Colón había descubierto y todo lo que pudiera descubrir, el mismo Papa añadía que en el lote entraban el “oro, los aromas y otras muchísimas cosas preciosas de diverso género y de diversa cualidad”. Luego vino la colonización de cuatrocientos años, el saqueo de lo mejor que allí se encontró; más tarde el comercio de esclavos, el negocio más importante de los europeos durante los siglos XVI al XVIII, a eso se unió la colonización de África, donde lo peor no ha sido el latrocinio y el genocidio, sino algo mucho más grave, el etnocidio, porque, lo más grave que Europa ha causado en África ha sido “la muerte de su alma, de su cultura, de su identidad”. ¿Que esperanza le queda a ese continente hambriento, enfermo, asustado y sin futuro?
Los hombres del Primer Mundo pueden sentirse orgullosos de su poder y de su cultura. Y además tener la desfachatez de decirles a los pueblos del Tercer Mundo que ellos son los que tienen que pagarles la deuda que les deben. ¿Se puede llegar a un cinismo mayor?
Conclusión:
La “deuda externa” debiera revertirse en su totalidad y en su lugar diseñarse una “deuda externa” nueva, en la cual los países ricos pasarían a ser los deudores a favor de los países pobres que sufrieron toda clase de “daños en propiedad ajena” por definirlos de alguna forma sencilla y general, que en principio se antoja absolutamente incalculable, más nada es imposible, ¡salvo morir y tratar de ir al trabajo al día siguiente!
Citaremos lo expresado por Adolfo Pérez Esquivel premio Nóbel de la Paz 1980
“Nosotros, los pueblos del sur no debemos, somos en realidad, los verdaderos acreedores de una deuda histórica, social y ecológica”.
Se desprende de lo anterior que la idea de pasarles la factura a los países ricos por todos los males infligidos a los países conquistados, siendo estos aún sojuzgados económicamente, es soportada y apoyada por el premio Nóbel Pérez Esquivel.
Lo anterior suena muy atractivo a simple vista en aras de la justicia, sin embargo, dentro de los objetivos de la UM no se considera que esta organización actúe como el vengador de daños históricos causados por algunos países poderosos a otros países débiles.
La corrosiva y usurera costumbre, de uso corriente en nuestros días, de prestar dinero con intereses y con un sin fin de ataduras o requerimientos abusivos que en realidad han sido invasiones económicas para millones de gentes sojuzgadas. Estas acciones injustas llegarán a su fin con la UM.
Durante la era de la UM los préstamos entre países no se harán ya más y será misión básica de todos los países el valerse por si mismos para lo cual los países merecedores de ayuda financiera; contaran con la que les será proporcionada exclusivamente por la UM a través de sus Resguardos. Así mismo, las deudas de países pobres a favor de países ricos que se encuentren vigentes en la fecha de entrada del punto a la economía mundial serán anuladas en su totalidad.
De esta manera, los países “pobres” dejarán de serlo, al ser motivados y ayudados por la UM para cambiar su status para siempre en beneficio de sus millones de habitantes.