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TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL CICLO ECONÓMICO

Nicolas Cachanosky

 

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PARTE TERCERA. LA SOLUCIÓN

EL TEOREMA DE LA REGRESIÓN Y EL PODER ADQUISITIVO DEL DINERO

En la medida en que un bien económico es demandado, no sólo para consumo o producción, sino también para utilizarlo como medio de intercambio, la demanda agregada de este bien se incrementa. Surge una nueva utilidad o función para el bien que lo vuelve más valioso e importante. Del mismo modo que sucede con cualquier otro bien económico, este aumento en su demanda incrementa su valor de cambio. La cantidad de otros bienes económicos que pueden recibirse a cambio de este se incrementa debido a que los otros individuos también comienzan a demandarlo como bien de intercambio. Si por el contrario, la demanda del bien económico como medio de intercambio desaparece siendo buscado únicamente para consumo o producción, entonces su precio cae al nivel que corresponde únicamente a su demanda para fines productivos o de consumo.

Por lo tanto, la demanda de cualquier bien económico se compone de dos elementos. Por un lado la demanda del bien con fines productivos o de consumo, y por el otro, la intención de utilizarla en un intercambio, es decir, venderla. La utilidad del bien económico como medio de intercambio compite con su utilidad productiva o de uso personal (valor de uso). El valor de cambio de este bien económico, es decir, su poder adquisitivo, se formará con estos dos componentes. Ya sea que el bien se vuelva más importante para los procesos productivos o para utilizarlo como medio de intercambio, en ambos casos será mayor la cantidad de otros bienes que se podrán recibir a cambio, lo cual implica un aumento en el poder adquisitivo del bien.

Ahora bien, aquí parecería haber un grave inconveniente, ya que la parte de la demanda de este bien que corresponde a su utilización como medio de cambio, depende de su valor de cambio. Es decir, que la demanda dependería del poder adquisitivo del dinero, y el poder adquisitivo del dinero dependería de su demanda. Parecería ser que los conceptos de poder adquisitivo y demanda del dinero se encuentran encerrados en un razonamiento circular. Sin embargo, este problema es aparente y es el Teorema de la Regresión el que permite evadir el problema a la vez que fundamenta la Teoría del Origen del Dinero como resultado del orden espontáneo del mercado, teoría que debemos a Carl Menger.

En realidad, el poder adquisitivo que surge de la demanda del bien económico, no es el mismo poder adquisitivo que determinó el nivel de su demanda. Se deben separar los distintos sucesos temporalmente, en lugar de pensar la relación entre demanda de dinero y poder adquisitivo como si todo sucediese atemporal o simultáneamente. La demanda del bien económico dependerá del poder adquisitivo que poseía en el pasado inmediato, y el efecto de esta demanda se ve en el poder adquisitivo del bien en el futuro próximo. Es decir, en otro momento temporal. Estos dos conceptos no se relacionan de forma estática como puede verse en los modelos monetarios del tipo matemático. El poder adquisitivo del pasado inmediato explica la demanda actual del bien económico o moneda que determinará el poder adquisitivo del futuro inmediatamente posterior, y así sucesivamente.

Sin embargo, también podría argumentarse que de este modo no se soluciona el problema, sino que simplemente se lo traslada a otro período. Algo así como decir que el mundo esta sostenido por una tortuga gigante, que a su vez esta sostenida por otra tortuga gigante. Se traslada el problema, pero no se da una solución al mismo, ya que siempre se explicaría la demanda del dinero por el poder adquisitivo de ayer o viceversa. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre el ejemplo de la tortuga gigante y el caso del poder adquisitivo del dinero. En el primer caso, se podría hacer una regresión al infinito, ya que siempre aparecerá una nueva tortuga para solucionarnos el problema. En el caso de la moneda, dicha regresión no se extiende hasta el infinito, sino que posee un punto a partir del cual se inicia el proceso descrito.

A medida que llevamos este razonamiento sobre la demanda de dinero hacia atrás en el tiempo, veremos que la misma se compone por el componente productivo o de consumo por un lado y por su poder adquisitivo por el otro. Sin embargo, llega un momento en que dicha demanda sólo es explicada por el componente no monetario del bien, momento en el que el bien aún no es utilizado como medio de intercambio. Si vamos paso a paso hacia atrás, llegaremos indefectiblemente a un punto donde podrá explicarse su precio únicamente por su valor como bien de consumo y fines productivos, pero no como medio de intercambio. En este punto, el motivo por el cual este bien comienza a ser demandado como medio de intercambio se debe a que puede ser revendido dada su utilidad en procesos productivos o para consumo personal.

El Teorema de la Regresión no sólo explica satisfactoriamente la relación entre demanda de dinero y su poder adquisitivo, sino que además brinda un fundamento praxeológico sobre la teoría del surgimiento de la moneda. La moneda nace espontáneamente en el proceso de mercado, donde los bienes que se utilizaban en varios procesos productivos o que eran de “consumo masivo”, comenzaron a ser demandados para utilizarlos como medio de intercambio, incrementando así su demanda y su precio o poder adquisitivo.

El Teorema de la Regresión tampoco implica que el poder adquisitivo del dinero alcanzará niveles infinitos, por más que un aumento de la demanda de dinero lleve a un incremente de su poder adquisitivo fomentando aún más su demanda. Del mismo modo que con cualquier otro bien, el precio y poder adquisitivo del dinero dependerá de su demanda y oferta (stock) en el mercado. El incremento en la demanda del bien que es utilizado como medio de intercambio hace subir su precio, lo que también fomenta una mayor producción del mismo. De este modo, el dinero también poseerá un precio o poder adquisitivo de equilibrio según la demanda y oferta del mismo. Basta con pensar en las películas del “Far West” y la “fiebre del oro” para darse cuenta que los bienes económicos utilizados como moneda también pueden estar sujetos a procesos productivos o de extracción, que culminarán en una situación de equilibrio.

Cuando un nuevo bien o servicio es ofrecido al mercado, el mismo no posee un precio previo a su existencia. Lo que motiva a los productores a embarcarse en este tipo de proyectos es la creencia de que los individuos estarán dispuestos a pagar por este nuevo bien o servicio lo suficiente como para cubrir sus costos de oportunidad. El individuo, por su parte, debe decidir si adquirir el nuevo bien o servicio podrá compensar la pérdida de utilidad por aquellos otros bienes o servicios que deberá dejar de lado para poder adquirir el bien en cuestión. Los precios monetarios del pasado reciente es la información que los productores tienen en cuenta para saber si embarcarse o no en este tipo de proyectos y los individuos para decidir si vale la pena o no adquirir la novedad del mercado. Si por algún motivo, se borrase por completo el conocimiento sobre los precios del pasado reciente pero no el bien utilizado como moneda, los individuos seguirán actuando según sus preferencias y valores por lo que el sistema de precios se reestablecerá naturalmente, ya que los individuos seguirán manteniendo sus valuaciones respecto al bien económico. Si por el contrario, lo que desaparece es el bien económico utilizado como medio de intercambio o moneda, entonces todo un nuevo proceso de selección y fijación de precios deberá iniciarse nuevamente. La diferencia entre el primer caso y el segundo, es que en el último deben volver a establecerse las valuaciones y poder adquisitivo para la nueva moneda, mientras que en el primero simplemente hay un desconocimiento de los precios del pasado reciente, pero el bien utilizado como moneda sigue existiendo y es sujeto a valuación en el mercado. Lo importante de este ejemplo, es que en el surgimiento de una nueva moneda, el bien a utilizar como medio de intercambio debe poseer cierta utilidad no monetaria sobre la cuál los individuos realizarán sus valuaciones y decidirán si emplearla en procesos productivos y consumirla o utilizarla como bien de intercambio. Antes de comenzar a ser utilizado como moneda, el bien en cuestión debe poseer una demanda no monetaria, motivo por el cual se pone de manifiesto el error todas aquellas teorías que intentan explicar el nacimiento de la moneda de la mano de algún decreto o como fruto de algún genio inventor. La moneda es una creación espontáneo del mercado, no un invento.

Dada una cantidad de dinero, el poder adquisitivo del mismo en el pasado reciente determinará su oferta y demanda presentes o inmediatamente posteriores. Aquel individuo que desea incrementar su cantidad de efectivo disponible restringe sus compras e incrementa sus ventas, por lo que genera una tendencia a una baja de precios e incrementar el poder adquisitivo del dinero. Aquel que desee hacer lo contrario, llevará a un aumento de precios y a una baja en el poder adquisitivo del dinero. Por lo tanto, los cambios en el poder adquisitivo del dinero deben generar cambios en la disponibilidad de bienes y servicios por parte de los individuos y los productores.

De este modo, las tenencias de efectivo disponible más los movimientos de los precios llevarán al poder adquisitivo del dinero y la “cantidad de dinero en el mercado” a una situación de equilibrio.

Ahora bien, con la explicación del Teorema de la Regresión y la Teoría del Origen del Dinero se nos abre un nuevo interrogante. En primer lugar, es evidente que la cantidad de dinero no es algo fijo y eterno en el mercado. Es decir, si existe una cantidad dada de dinero, y la misma no debería modificarse, ¿cómo es que dicha cantidad llego a existir en primer lugar? Por lo tanto, la cantidad de dinero debería fluctuar del mismo modo que la cantidad ofrecida de cualquier otro bien. Si las preferencias de los individuos indican que desean una menor cantidad de dinero, los cambios en el poder adquisitivo del dinero derivados de una caída en su demanda harán disminuir la oferta de dinero aumentando el uso no monetario del bien económico o bien a través de la estructura de precios. Si por el contrario, los individuos desean una mayor cantidad de dinero, el incremente en la demanda hará subir su poder adquisitivo incentivando un incremento en la oferta de dinero o una caída de los precios equilibrando la situación; donde al bien utilizado como moneda se le da un mayor énfasis en su rol monetario relegando su utilidad como bien de uso, dado que ahora lo primero es más rentable. Es decir que cuando el dinero es administrado por el mercado, su oferta o cantidad se va ajustando y sigue las distintas indicaciones de los individuos. A través del mercado, los productores de bienes que además son utilizados como medio de cambio, poseen las indicaciones e incentivos necesarios para equilibrar la producción de dicho bien. Sin embargo, cuando la producción o administración de la moneda está en manos de monopolios regionales, como son los Bancos Centrales, los mismos carecen de la información e incentivos necesarios para saber cuándo, cuánto y cómo modificar la cantidad de dinero, por lo que indefectiblemente estarán alterando el mercado. Mantener la cantidad de dinero constante cuando el mercado indica que la misma debe descender, tiene efectos similares que expandir la oferta monetaria cuando la misma debe mantenerse inalterada. Dada esta situación, los Bancos Centrales son como barcos sin brújula ni mapa, los mismos no pueden determinar correctamente cuando deben expandir, contraer o mantener inalterada la cantidad de dinero, manteniendo el problema del ciclo económico de forma constante e implícita en todo momento. Lo que veremos en esta última tercer parte, es que sucedería en un mercado donde reina una libre competencia de banco emisores en lugar de monopolios regionales de Bancos Centrales.


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