TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL
CICLO ECONÓMICO
Nicolas Cachanosky
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De todos los indicadores que suelen utilizarse en economía, el de Producto Bruto Interno (PBI), suele ser uno de los más antiguos e importantes. Este estimador intenta mostrar el tamaño de la economía, tomando de alguna forma u otra los resultados de los procesos productivos de una economía. En resumen, cuál es el tamaño de la economía de un país. Junto con el PBI se forma otra serie de indicadores como el PBI per Cápita, Apertura Económica, Participación en la economía mundial, etc. No se estaría muy alejado al afirmar que el PBI es el más importante de todos los indicadores y estimadores por el significado que intenta transmitir y su participación en el resto de los indicadores. Sin embargo, el mismo posee varias cuestiones que lo vuelven impreciso haciéndole perder representatividad respecto a la verdadera situación de la economía. Veremos dos de ellas que son de las más importantes.
Cuando uno observa una serie histórica de datos, una de las características estadísticas o matemáticas que la misma debe cumplir es ser homogénea para todos sus puntos. Si la metodología de cálculo se altera de año a año, las series dejan de ser comparables perdiendo utilidad práctica, no se pueden sumar “peras con manzanas”, como vimos que sucedía en el caso del precio de las “Canastas de Bienes” en la primer parte . La homogeneidad de las series es un requisito fundamental para poder realizar los distintos estudios estadísticos, matemáticos y comparativos. Sin embargo, incluso cuando el PBI mantiene su metodología de cálculo, la misma pierde representatividad a lo largo del tiempo, dejando de tener la misma relevancia que al inicio de la serie.
Básicamente, para calcular el PBI, se toman en cuenta ciertas actividades de la economía que se utilizan para estimar cuál sería el monto de producción para el resto del mercado. El error se encuentra en suponer que las características de la “población objeto de estudio” no sufren ningún tipo de alteración, por lo que la “muestra” siempre sería representativa, lo cual es absolutamente necesario para este tipo de estudios y la inferencia estadística. Sin embargo, a esta altura ya sabemos que esto no es lo que sucede en el proceso económico.
Si tenemos una sociedad con un único individuo, como puede ser el campesino de Menger, que en el primer año decide dedicarse únicamente a la recolección de granos de trigo, podríamos obtener cual sería su PBI basándose en la cantidad de bolsas que haya logrado recolectar . Ahora bien, si al año siguiente decide cambiar de actividad, como puede ser a la de producción de whisky, entonces se genera un interesante problema sin solución. Si mantenemos la metodología de cálculo del PBI, entonces, el valor del PBI, que además es igual al PBI per Cápita, cae a cero, cuando en realidad el campesino de Menger puede ser más feliz consumiendo whisky que recolectando granos de trigo. Como la “población objeto de estudio” no es de características constantes, sino que varía minuto a minuto, mantener la metodología de cálculo del PBI puede permitirnos realizar distintos cálculos con fines prácticos, pero económicamente hablando, los distintos valores de la serie no son comparables entre sí, por más que mantengan una homogeneidad en su construcción matemática. Si en cambio al año siguiente decidimos cambiar la metodología de cálculo para medir el PBI del campesino según su nueva actividad, tendremos como resultado valores más representativos pero de nula practicidad al no ser matemáticamente homogéneos. No importa lo que hagamos, o el PBI es no representativo, o bien pierde su utilidad práctica.
Cuando la sociedad esta formada por millones de individuos en lugar de un único campesino, difícilmente el PBI pase a ser cero de un año a otro, sin embargo, analíticamente hablando, la imprecisión persiste, porque se sigue suponiendo que la “población objeto de estudio” es un ente inerte sin vida propia. El problema surge con el paso del tiempo, los métodos de producción y la estructura económica se van modificando con el paso del tiempo, al mirar la serie histórica del PBI de un país, no podemos hacer comparaciones entre los valores de distintos años. El PBI de 1950 difícilmente sea comparable con el de fines de milenio, por más que la serie se realice en base a precios constantes en lugar de corrientes. No importa que sean matemática o estadísticamente valores homogéneos, económicamente hablando, no pueden realizarse comparaciones de actividad debido a la continua dinámica y variaciones de la “población objeto de estudio”, que vuelve al estimador no representativo.
Si bien esta es una falencia importante que generalmente suele pasarse por alto, ya que el PBI resultaría ser un indicador sumamente impreciso de la situación económica, en general nos permitiría realizar algún tipo de comparación aproximada entre valores de años próximos.
Sin embargo, hay otro problema que lo vuelve prácticamente inservible desde un punto de vista económico. Otro de los errores fundamentales del PBI, al igual que el acelerador de la inversión, por ejemplo, es observar resultados físicos o tangibles en lugar de resultados económicos.
Al PBI no le importa el valor económico agregado de los procesos productivos, sino la cantidad producida y su precio. No se fija si el retorno sobre el capital invertido es mayor al costo del mismo. Si una fábrica de tractores completa 100 unidades por año, y al siguiente realiza 101, el mismo es reflejado como un aumento en el PBI, por la sencilla razón que se produjo un tractor más. Lo que el PBI realmente debería preguntarse, es si los recursos utilizados para producir el tractor número 101 no hubiesen sido mejor utilizados en algún otro proceso productivo, si al producir el tractor número 101, el productor esta creando capital en lugar de consumirlo. Obviamente, para el PBI, es muy fácil observar la nueva producción física o tangible, y olvidarse de computar todos aquellos proyectos que nunca fueron debido a la mala asignación de recursos. Más útil sería tener el dato del valor económico agregado que genera una economía en lugar de una cantidad física de producción multiplicada por precios no representativos.
Esto nos permite llegar a dos conclusiones interesantes. En primer lugar, el PBI es simplemente un número contable basado en cantidades físicas, pero que al no tener en cuenta el resultado económico no posee ningún tipo de representatividad sobre la verdadera situación de la economía. Por otro lado, esta falencia, genera la irónica situación en la que el consumo de capital se refleje en un aumento del PBI en lugar de una reducción, ya que las cantidades físicas producidas han aumentado.
Es claro ahora, que una expansión monetaria, al fomentar artificialmente proyectos productivos llevan a un aumento del PBI debido al consumo de capitales que se genera, y no a un crecimiento real de la economía. Mientras que durante la recesión, el PBI muestra una abrupta caída debido a su falta de representatividad a la nueva data del mercado y la caída de precios, en la realidad, el proceso productivo se está realineando a la realidad económica y el capital comienza a crearse en lugar de consumirse. Se genera valor económico agregado pero el PBI cae.
Aquí es interesante notar la confusión y la ironía del ciclo económico. Por un lado, los distintos movimientos del ciclo son llamados de forma inversa a lo que realmente esta sucediendo en la economía. Por el otro, la idea del ciclo económico esta basado en una ilusión gráfica al ver como la serie sube y baja, mientras que la economía sigue un trayecto totalmente distinto. Los movimientos del PBI no son necesariamente un reflejo real de los movimientos de la economía.
No es que el PBI sea un estimador “asintóticamente insesgado”, sino que el mismo es directamente sesgado, por lo que no representa fielmente lo que desea mostrar. El caso del PBI es otro ejemplo de como los números sí pueden mentir y de los grasos errores en que se puede caer sino se tiene el debido cuidado. Los errores implícitos en el cálculo del PBI se extienden a todos los estimadores que de una forma u otra lo utilizan o caen en el mismo tipo de errores, motivo por el cual los estimadores económicos poseen dudosa representatividad sobre la verdadera situación histórica que la serie intenta mostrar.