TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL
CICLO ECONÓMICO
Nicolas Cachanosky
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“Las leyes sobre salarios mínimos constituyen uno de los engaños más crueles del débil y del pobre. No elevan sus salarios: simplemente los excluyen del mercado de trabajo.”
Arthur Shenfield
El trabajo es un factor escaso de producción, por lo tanto se “vende y compra” en el mercado. Para el productor, el trabajo es un factor de producción similar a cualquier otro y por lo tanto lo trata como tal. El productor debe lidiar con el trabajo de la misma manera que lo hace con sus otros factores de producción. El costo del trabajo, el salario que deberá pagarse, se determina de la misma manera que el precio de los otros factores productivos, los salarios no son otra cosa más que precios.
Nuevamente, debemos tener en cuenta que si bien nos referimos al “trabajo” de forma general, las distintas líneas de producción requieren diferentes aptitudes del mismo, es decir, no todos los individuos realizan la misma tarea, y cada uno recibe una remuneración según su aporte marginal al proceso productivo. Como los salarios son precios y los mismos dependen de las valuaciones de los individuos, los individuos determinarán el monto de los mismos al comprar y dejar de comprar los bienes finales. En última instancia, los salarios, igual que los precios del resto de los factores de producción, dependerán de lo que los individuos estén dispuestos a pagar por los bienes finales.
Del mismo modo que los precios, los salarios se determinan en el mercado, y así como no existen precios fuera del mercado, tampoco existen salarios fuera del mercado. Como con cualquier otro factor de producción, los empresarios estarán dispuestos a adquirir trabajo al menor costo posible, sin embargo, en su búsqueda deberán ofrecer un precio lo suficientemente alto como para atraer personas de otros procesos productivos. De modo similar, el productor no podrá ofrecer salarios superiores a lo que supone que se pagará por sus bienes finales. En otras palabras, el productor no puede pagar, en el largo plazo, por el trabajo menos ni más que su rendimiento marginal. Si paga menos, otros productores le quitarán el trabajo ofreciendo mejores salarios, si paga más, sufrirá pérdidas. Del mismo modo que es incorrecto hablar de precios fuera del mercado, lo es hablar de salarios fuera del mercado.
Algunas corrientes u opiniones sostienen que los salarios no se determinan de modo similar al resto de los precios en el mercado debido a un monopolio de demanda por parte del “sector empresario” o productor. Sin embargo, los productores se encuentran en la misma situación frente a los oferentes de trabajo que con el resto de los oferentes de los otros factores de producción. Si no pagan lo suficiente, no podrán producir. Si pagan demasiado, sufrirán pérdidas. En ambos casos, a la larga, debe salir del mercado. Si por algún motivo, todos los empresarios y productores se ponen de acuerdo para ofrecer salarios mas bajos a los del mercado, deberán gozar de la protección gubernamental para que sus medidas tengan efecto. La única manera de que estos precios permanezcan por debajo de su nivel de mercado es que el estado impida la entrada a nuevos competidores. Dada una situación donde todos los empresarios paguen un salario menor al del mercado en una especie de confabulación contra el trabajador, el resultado inmediato es un importante margen de ganancias el cual servirá de incentivo para que nuevos productores intenten competir aún pagando salarios más cercanos al de mercado. Incluso cabría la posibilidad, que dentro de este cartel protegido por el estado, alguno de ellos comience a quitar trabajo de sus competidores ofreciendo salarios superiores a los acordados. Sin embargo, en un libre mercado, estos acuerdos no tienen éxito, y la remuneración de todos los factores de producción tiende a los niveles de equilibrio.
Una de las bases de estas argumentaciones también suele ser que el individuo debe aceptar lo que el empresario desee pagarle por sus servicios ya que no posee el mismo “poder de negociación”. Las personas sólo poseen su trabajo como método de subsistencia y no pueden esperar una “buena oferta”, por lo que se ven obligados a aceptar el salario que le ofrecen, por más bajo que sea. El empresario puede esperar más tiempo que el individuo que necesita trabajar. Lo que se encuentra detrás de estas argumentaciones, es que el empresario se queda con la diferencia entre el salario de mercado y lo que realmente paga a sus empleados. Sin embargo, como vendedores, el mercado los llevará a través de la competencia a incrementar su producción y bajar sus precios. Si los productores se embolsaran “la diferencia entre el precio y los salarios”, las ganancias atraerán nuevos competidores al mercado. En última instancia, la diferencia quedaría en manos de los consumidores, no de los productores. La única manera de lograr que los productores se queden con la diferencia por la reducción de salarios es que halla un monopolio (de facto) general en todos los procesos productivos de mercado. El error esta en asumir que es una empresa frente a muchos trabajadores la que decide cuándo y bajo que condiciones tomar nuevos empleados, cuando en realidad son muchas empresas las que deben competir por los individuos que están buscando empleo, corriendo el riesgo de perder personal capacitado sino los toman rápidamente y con salarios competitivos. El trabajo es el factor de producción más escaso y menos especifico, cualquier productor que decida disminuir sus salarios puede perder sus empleados por mejores salarios en cualquier otro proceso productivo de cualquier otra actividad.
Muchas de estas confusiones surgen de tratar el trabajo como algo no específico y general. Sin embargo, lo que se demanda y ofrece son ciertas cantidades de ciertos tipo de trabajo con determinadas cualidades particulares. Cualquier productor que se encuentra buscando trabajo, debe quitarlo de otros procesos productivos o del desempleo voluntario en el que se encuentren las personas, el único medio que tiene para lograrlo es ofrecer mejores salarios y condiciones de trabajo. Exactamente lo mismo que sucede con cualquiera de sus factores de producción.
La determinación de los salarios sigue el mismo camino que la determinación de los precios. En los precios de los bienes y servicios finales no sólo se encuentran implícitos los pagos a los factores físicos de producción, también se encuentra implícito el salario del trabajo que se requiere para su producción.