TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL
CICLO ECONÓMICO
Nicolas Cachanosky
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“La [...] inestabilidad de la economía de mercado es la consecuencia de la exclusión del regulador más importante del mecanismo de mercado -la moneda- [...]”
Friedrich A. von Hayek
Una de las cosas fundamentales que debemos aclarar es “que es” y “que no es” moneda. Suele aceptarse como moneda a aquella generalmente tomada como medio de pago o cambio. Sin embargo, esta definición no implica que sólo deba existir una única moneda dentro de un país, territorio o comunidad, tranquilamente podría haber dos o más bienes de uso generalizado como medio de intercambio. En muchas zonas fronterizas o turísticas suelen aceptarse otras monedas como medio de pago además de la “oficial” o de gobierno local. Ahora, si bien estos individuos pueden aceptar distintas monedas como medio de cambio pueden tener preferencias especiales para llevar sus cuentas o en las cuales ahorrar.
Si bien todos podemos distinguir a grandes rasgos que es y que no es moneda, cuando observamos más detenidamente ciertos casos, esa evidencia desaparece. En la frontera del norte de Estados Unidos con Canadá, ¿es el dólar es canadiense moneda en el mismo sentido qué lo es el dólar americano? Desde un punto de vista más “cercano” vemos que lo que realmente hay es una serie de bienes y monedas con distintos grados de aceptabilidad, cuyos valores y “grados de aceptabilidad” fluctúan libremente. Actualmente entendemos el término “moneda” como si fuese un sustantivo, cuando en realidad es una propiedad (adjetivo) de los bienes. Sería más apropiado hablar de “circulante”, o de la “moneidad” de los bienes, ya que los distintos bienes pueden circular con distinta intensidad o en distintas regiones.
En economía, los objetos y sus cualidades no se diferencian tajantemente, sino que sus diferencias se diluyen en un mar de pequeñas diferencias entrecruzadas que hacen al conjunto de la economía. No se puede trazar una línea dividiendo lo que es de lo que no es, ya que siempre habrá bienes no sólo al borde de esta división, sino sobre la misma línea divisoria. Por otro lado, estas características que hacen que un objeto sea aceptado como medio de cambio generalizado, más allá de las características propias que debe tener, depende de si los individuos la toman como moneda o no. Por lo tanto los distintos bienes no se encontrarán estáticos dentro de sus definiciones sino que se irán moviendo según el libre actuar de los individuos pudiendo cruzar las líneas divisorias una y otra vez. La importancia o características económicas de los bienes no dependen de los bienes mismos, sino de las diferentes apreciaciones que los individuos tienen sobre esos bienes.
Dividir los bienes en “reproducibles” y “no reproducibles”, “moneda” y “no moneda”, “perecederos” y “no perecederos”, “de uso” y “de consumo”, no es más que una simplificación que puede llevar a graves errores teóricos en economía. Si bien estos conceptos y diferencias son claras para todos, ello no implica que se pueda dividir la realidad tan claramente como si sus partes fuesen mensurables.
Es bastante común en economía intentar llevar las teorías al plano de la estadística, pero para ello es necesario hacer estas divisiones de los bienes a estudiar. Sin embargo, la introducción de estas divisiones que no existen en el mundo real con el fin de poder aplicar las matemáticas y la estadística a la economía, no hacen a las teorías más científicas ni más precisas, todo lo contrario, al desvirtuar las características de la realidad, la teoría pierde precisión pudiendo llegar a conclusiones imprecisas. La economía es una ciencia social y por lo tanto se preocupa por las consecuencias del acto humano. Si bien la estadística y las matemáticas pueden ser muy útiles e importantes para ciertos estudios prácticos, la economía debe tratarse con otro tipo de cuidado.
Esta idea que puede dividirse claramente entre lo que es y no es moneda, se ha introducido también en el ámbito legal, llegando a abogados y jueces. Ahora es claro que ante un fallo o una ley, se debe pagar en lo que legalmente se considera como moneda sin importar su depreciación, lo que lleva al problema de que se utilizará como moneda legal o legalizada. Los jueces ya no tienen el problema de determinar con que se deben saldar las deudas. La respuesta inmediata es la moneda del gobierno. La ficción es que si hay algún objeto que claramente puede diferenciarse del resto y ser considerado moneda, entonces debe ser emitido por el gobierno, si la justicia debe obligar un pago, entonces debe existir un medio legal de pago, y el único ente capaz de decidir que es legal o ilegal es el gobierno.
Ya vimos que sería más apropiado hablar de circulantes en vez de monedas, ya que el primer término está implicando una cierta propiedad de los bienes a los que se hace mención. Por ejemplo, los cheques u otros documentos poseen cierta circulación, por lo tanto tienen un cierto grado de moneidad, pero si nos atamos al término moneda estos papeles quedarían fuera de la clasificación por más que nos permitiesen adquirir bienes y servicios.
Ahora bien, mientras buscábamos una definición de moneda, llegamos a la conclusión de que no sólo no existe una distinción tan clara de que es y que no es moneda, sino que dicha definición es irrelevante. En definitiva, estamos tratando con un “espectro” de objetos que poseen cierto grado de moneidad, que este grado de circulación les está dado por el libre actuar y las distintas apreciaciones de los individuos, por lo tanto no es necesario dar una definición tajante de moneda. Lo importante a recalcar es que lo que se utilice como circulante y lo que no se utilice como circulante depende de lo que los individuos desean como medio de ahorro y para representar los precios en el mercado. Más allá de cualquier definición que se pueda dar, la última palabra al respecto siempre la tienen los individuos.