TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL
CICLO ECONÓMICO
Nicolas Cachanosky
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Esta metodología matemática de la canasta de bienes es una de las causas principales por la cual se confunde el concepto de inflación. Prácticamente cualquier manual de economía define la inflación como un alza sostenida del nivel de precios. El mal de la inflación, se argumenta, se encuentra en que el nivel de precios sube constantemente.
Sin embargo, como esta definición se basa en el concepto de “nivel de precios”, lleva implícito que el alza de los mismos no altera los precios relativos entre los bienes, la única preocupación de estos esquemas es como varían los precios entre Pt y Pt+i, en lugar de preguntarse que sucede con los precios “dentro” de cada Pt. No sólo se confunde cual es el problema de la inflación, sino que además, aquellos manuales que utilizan el concepto de “nivel de precios”, definen incorrectamente su idea de inflación.
Es cierto que una inflación de la base monetaria implica una tendencia a que los precios suban en “general”, sin embargo, deducir que la inflación es un alza sostenida de los precios es fruto del esquema mecánico bajo el cuál están planteados. Esta metodología estudia la economía de a “partes”, pero olvidándose que el proceso económico es uno solo y las distintas “partes” se afectan entre sí. En la realidad económica, la inflación puede estar presente tanto en precios que suben como en precios “constantes” o que están descendiendo. Si junto con la inflación, otro fenómeno económico lleva a una baja de precios, puede suceder que el nivel de precios se mantenga constante o incluso disminuya si el primer efecto es lo suficientemente fuerte. Del mismo modo, puede suceder que la inflación coexista con otro fenómeno económico que lleve a una suba de precios. En ambos casos, el nivel de precios es superior a lo que debería haber sido sin la presencia del efecto inflacionario. Puede ser que el nivel de precios haya descendido, sin embargo, la presencia de la inflación hizo que descendiesen menos de lo que deberían haberlo hecho. En el segundo caso, la presencia de la inflación lleva a que los precios suban más de lo debido, e incluso puede darse el caso de un alza de precios no inflacionario. Lo que estos manuales deberían hacer, siguiendo su propia idea, es definir inflación como una situación que hace que el “nivel de precios” se encuentre por encima de lo que el libre mercado hubiese indicado.
Como podemos ver, intentar definir la inflación como un alza del nivel de precios es una forma imprecisa de plantear el problema. La información estadística puede decir si el “nivel de precios” subió o bajo, pero nunca puede decir qué fue lo que produjo ese movimiento, que es lo importante a la hora de determinar si hay o no inflación. Que halla un alza, sostenida o no, en el nivel de precios no permite deducir que la economía se encuentre necesariamente en un proceso inflacionario. Un alza del nivel de precios puede producirse si los individuos desean desprenderse de sus tenencias de dinero en efectivo, llevando a un aumento de la demanda. Del mismo modo, que el nivel de precios se mantenga nivelado o se encuentre descendiendo no permite concluir que la economía está libre de inflación. Si un país se encuentra abierto al mundo con un régimen de convertibilidad o patrón oro con tipo de cambio fijo y, este país se endeuda, no se detectará ningún problema con la estructura de precios. Gracias a la confusión sobre la inflación y su imprecisa definición, la estadística y la economía matemática observarán únicamente el nivel de precios, cuando en realidad la misma se encuentra compensada por un efecto que impide que los precios suban. La apertura comercial y el endeudamiento permite a los residentes de ese país adquirir nuevos bienes y servicios sin ofrecer nada a cambio, es decir, pueden importar sin tener que exportar, por lo que el “nivel de precios no sube”. Se estará observando el indicador incorrecto, en este caso, la inflación no se manifiesta a través de un alza del “nivel de precios”, sino a través de un déficit en la balanza comercial. La confusión surge por definir incorrectamente el concepto de inflación. El alza de precios es una de las manifestaciones de la presencia de inflación, pero no es la inflación en sí. Lo que se infla no son los precios, analíticamente hablando no tiene sentido hablar de un nivel de precios, lo que se infla es la base monetaria. No es que la estadística o la economía matemática no fuesen a tener en cuenta el régimen monetario del país y su endeudamiento, sino que su imprecisa definición de inflación los lleva a concluir que la misma se encuentra ausente, cuando en realidad se encuentra camuflada en el complejo proceso económico.
Sin embargo, el verdadero problema de la inflación no se encuentra en un alza del “nivel de precios” y en saber qué indicador observar para detectarlo. Si todos los precios suben en la misma proporción en el mismo momento y, además, la nueva cantidad de dinero se distribuye proporcionalmente entre la población, como suponen implícitamente los “modelos” de canastas de bienes y “niveles de precios”, entonces tenemos un alza de precios pero ningún mal económico. Como todos los precios se movieron juntos y proporcionalmente, la estructura de precios relativos no se altera y por lo tanto las rentabilidades siguen siendo las mismas. El proceso económico sigue el mismo camino que venía transitando antes del alza en el “nivel de precios”. Claramente, esto no es lo que sucede en la realidad. Los precios no cambian solamente entre Pt y Pt+i, sino que lo hacen dentro de cada Pt. Cuando el nuevo dinero ingresa al mercado, no lo hace de forma proporcional para todos los individuos como si el Arcángel San Gabriel se hubiese encargado de hacerlo milagrosamente, sino que entra a través de ciertos sectores de la economía. Esas personas se ven beneficiadas, ya que se encuentran en una situación en la que aún los precios no han sufrido el efecto inflacionario y por lo tanto pueden incrementar sus demandas sin incrementar sus ofertas. A medida que el nuevo dinero se va expandiendo a lo largo del mercado, la estructura de precios se va alterando, de modo que el último en la fila en recibir el dinero se encuentra en una situación en la que ha tenido que vender a precios menores de los que debe comprar hoy. Se produce una transferencia de ingresos.
Cuando el nuevo dinero entra al mercado, es imposible saber cuándo, en qué magnitud y qué precios se verán afectados primeros y cuales después. Este fenómeno, obviamente altera la estructura de precios dando la falsa impresión de rentabilidades donde en realidad no las hay. Se confunden ingresos nominales con ingresos reales.