TEOR�A AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL
CICLO ECON�MICO
Nicolas Cachanosky
Esta p�gina muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP (149 p�ginas, 699 kb) pulsando aqu�
�Temer�a tal vez ofender la ilustraci�n del Honorable Senado, si me detuviera a demostrar que el r�gimen del papel inconvertible es una calamidad para toda la naci�n que lo soporta, es �sta una verdad universalmente sabida y universalmente confirmada por la dolorosa experiencia de todos los pueblos.�
Carlos Pellegrini
El oro y la plata fueron las �nicas monedas que resistieron el paso del tiempo y los gobiernos. Todos los tipos de circulantes en el mercado eran convertibles a oro y plata. Incluso el cobre no tard� en volverse algo simb�lico y de uso reducido. Los distintos circulantes que se manejaban en el mercado pronto se redujeron a estos dos, y su tipo de cambio depend�a de la cantidad de metal precioso que pose�an sus monedas. Cuando los gobiernos comenzaron a querer fijar el tipo de cambio entre ellas aparecieron los sistemas bimet�licos, que cambiaban seg�n el soberano y el territorio. De este modo, el valor de cada circulante depend�a de aquella que se encontraba sobrevaluada. En Inglaterra, por ejemplo, entre 1663 y 1685 el tipo de cambio entre el oro y la plata fluctuaba libremente, hasta que finalmente decidi� fijar el tipo de cambio estableciendo el patr�n oro.
En el caso del oro y la plata, el primero pose�a era bastante m�s valioso que el segundo. Generalmente se utilizaba el oro para grandes transacciones o en el comercio con otros pa�ses, mientras que la plata quedaba para el mercado local o minorista. Han habido otros casos de monedas paralelas como el �t�lero� de Maria Teresa alrededor del Mar Rojo o el d�lar mejicano en el Lejano Oriente, sin embargo, los casos hist�ricos con m�s de una moneda en circulaci�n es sumamente escasa comparada con la historia de las monedas monop�licas de los gobiernos.
�Como tendr�a que proceder un banco privado libre de emitir su propio circulante? Seguramente el banco deber� anunciar la emisi�n de sus propios certificados o notas que a su vez estar� dispuesto a aceptar como dep�sitos. Esta moneda deber� llevar un nombre distintivo, por ejemplo �Ducado� y, ser rescatable (al menos al principio) por otra cantidad de circulantes como euros, d�lares o estar respaldada por los activos del banco, de este modo el banco emisor estar� diciendo al mercado que hay un piso por el cual el poder adquisitivo del nuevo circulante no puede caer. El banco, peri�dicamente deber�a rendir informe de la equivalencia entre su ducado y el resto de los circulantes del mercado, de este modo estar� mostrando a sus clientes la evoluci�n del poder adquisitivo de su moneda. Sin embargo, el banco deber� tener la libertad de poder alterar esta canasta de monedas si alguna de ellas pierde valor o si el banco percibe que su p�blico prefiere utilizar otros circulantes, con el fin que su propia moneda no se deprecie. Ya sea porque una de las monedas de la canasta se deval�a o porque los individuos no est�n interesados en los circulantes que hacen de respaldo. El banco emisor tambi�n podr� aceptar la cancelaci�n de sus deudas con su propio circulante o el valor nominal equivalente en otras monedas.
Los bancos podr�n ofrecer estas notas o certificados en pr�stamos o en ventas por otras monedas. El banco posiblemente venda el Ducado a un valor superior al que pueden ser rescatadas, as� como en las casas de cambio no es lo mismo el precio de venta que el precio de compra. Ahora bien, si las monedas gubernamentales contin�an perdiendo su poder adquisitivo por devaluaciones o inflaciones, recurrentes en la historia, el beneficio de ahorrar en Ducados ir� creciendo, ya que su poder adquisitivo ir� en aumento, increment�ndose su valor de cambio y por lo tanto su demanda. El emisor deber� mantener el valor de su circulante en control si no desea que siga la misma suerte que las gubernamentales. Si la devaluaci�n de las monedas estatales contin�a, o si los individuos comienzan a tener mayores expectativas en el circulante privado, pronto surgir� un mercado competitivo de monedas, cada banco tendr� su propio circulante con su propia denominaci�n.
La venta y el sistema de respaldo por una canasta de monedas gubernamentales ser�a el paso inicial para comenzar la circulaci�n del ducado. Una vez que su uso se vuelva generalizado, su emisi�n depender� de las operaciones bancarias y de los pr�stamos y cr�ditos otorgados, como es actualmente el sistema monetario gubernamental.
Si bien el banco emisor puede comenzar especificando la lista de monedas a las que ser� equivalente el Ducado, no es conveniente que se ate ni a un tipo de cambio ni a la composici�n de la canasta. Si decide fijar el tipo de cambio, el valor del ducado depender� del valor de los circulantes gubernamentales, por lo tanto seguir� su misma suerte. Si decide dejar que el poder adquisitivo de su moneda se fije libremente en el mercado, entonces s� podr� diferenciarse del resto de los circulantes. En cuanto a la composici�n de la canasta inicial del Ducado, la experiencia del mercado y las preferencias de los individuos le indicar�n al banco si es necesario hacer alg�n cambio en las monedas que componen esta canasta. El surgimiento de otros circulantes privados ir� mostrando que canastas prefieren los individuos cada vez que opten por adquirir estas monedas privadas. Estas adaptaciones de la canasta inicial a los deseos de los individuos har�n que el Ducado o sus competidoras se vuelvan m�s populares entre las personas increment�ndose su valor de cambio y por lo tanto su poder adquisitivo. Al no fijar el banco su Ducado a un tipo una canasta espec�fica, finalmente llegar� a un valor constante de su moneda, que no se encuentre arbitrariamente fijado.
Este sistema de circulantes libres sacar�a el monopolio del gobierno sobre la moneda llev�ndolo al �mbito de la empresa privada. La misma amenaza de la p�rdida del negocio que hace que cualquier empresa se esfuerce por mejorar la calidad de sus productos y bajar sus precios, har� que los bancos privados bajen el costo transaccional de sus monedas y aumenten su poder adquisitivo. Sobre todo en un mercado de circulantes, donde la �elasticidad� es mayor, las expectativas de que una moneda se vaya a devaluar pueden tener efectos m�s fuertes y veloces sobre la misma que sobre el general de los bienes en el mercado. Si bien estas expectativas pueden estar equivocadas y luego de pasada la �amenaza� se vuelva a una situaci�n similar a la inicial, una devaluaci�n real del circulante privado la quitar� totalmente del mercado si los individuos pueden optar por otro de mayor valor, a nadie le interesa ahorrar en una moneda que pierde valor d�a a d�a.
El propio inter�s de los bancos privados terminar� siendo un resguardo mucho m�s eficaz que la obligaci�n que pueda asumir cualquier Banco Central de rescatar su moneda por oro u otras divisas. C�mo cualquier monopolio que opta por subir el precio y bajar la calidad de sus productos, el monopolio del circulante hace que su costo aumente disminuyendo su calidad, lo que no sucede en el libre mercado donde las empresas deben competir por el dinero de sus clientes.
Los gobiernos se ven obligados a guardar grandes cantidades de oro y divisas para respaldar sus monedas, ya que de lo contrario no tendr�an valor. En el caso de los bancos privados, estos no necesitan un almacenamiento tan fuerte ya que est� en su propia subsistencia e inter�s mantener el valor de su circulante constante. Un sistema libre de emisi�n de monedas no s�lo dar�a m�s opciones a los individuos para elegir el circulante de sus transacciones sino que sus costos ser�an mucho menores al no necesitar un sistema de respaldo tan fuerte como el de los gobiernos.
Con un sistema de libre moneda, los bancos tendr�n bien en claro que si no quieren sufrir una corrida bancaria que los lleve a la quiebra, sus clientes deber�n estar tranquilos de que el valor de su moneda no se depreciar� y estar� seguro como dep�sito en el banco, lo cu�l obligar� a los emisores a esforzarse por mantener constante el valor de su circulante.
Si bien puede parecer injusto que el banco emisor realice operaciones con una moneda sobre la cu�l puede determinar su valor, su libertad al respecto es bastante acotada, ya que si no logra mantener el valor que los individuos esperan del circulante el proyecto fracasar�. Por otra lado, esta inquietud no deber�a sorprendernos ni asustarnos si pensamos que es lo que vienen haciendo lo bancos centrales durante casi un siglo.