VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
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Hemos asignado un nombre a un fenómeno que igual puede ser identificado en otras
formas, y de hecho lo ha sido por autores diversos. No esperamos que se
interprete como una categoría política.188 Entre la fuerza de trabajo y el
antiestado existe sin embargo una relación teórica. La primera es una categoría
económica que no define necesariamente la lucha contra el Estado dominante,
mientras que el antiestado es una fuerza social históricamente definida en la
lucha contra el Estado con la finalidad de organizar, la fuerza de trabajo, su
propio modo de producción. Es debatible en cualquier momento la determinación de
la clase social que pueda estar en un proceso de ascenso, relativo o no al
ascenso de otra clase, y por ello el antiestado no es necesariamente la clase
que se encuentra en posición inmediata de apropiación de sus condiciones de
producción sino puede ser que se encuentre en posición de coincidir con el
proceso de apropiación de las condiciones de producción de otras clases
minoritarias y, sin embargo, existir dentro de un proceso de establecimiento de
relaciones sociales antagónicas a las relaciones dominantes. En una sociedad
cuyo Estado refleja dicha dominación, éstas son las relaciones mas concretas
contra las cuales opera la fuerza antiestado, identificada con la fuerza de
trabajo, vale decir con las clases trabajadoras manuales e intelectuales, no así
cuando el Estado tiende a ser determinado por las relaciones simples
antagónicas, en cuyo caso el antiestado es un fenómeno que se identifica con las
capacidades del sistema de absorber las relaciones antagónicas dentro del
proceso de reproducción de las relaciones sociales dominantes, que se confunden
con el proceso político dado. El dato empírico nos induce a pensar la verificación de que la fuerza de trabajo
en Venezuela ha estado estrechamente vinculada al proceso político, en razón de
que la base social de los movimientos políticos pugnó en cada momento por la
reorganización de modelos productivos propios. La lucha subyacente de la
sociedad oprimida se ha identificado, sin embargo, con variados diseños tales
como la nacionalidad, la democracia representativa, la solidaridad
latinoamericana, el antiimperialismo, la libertad económica, la revolución
bolivariana, etc. El proceso de concreción del ser social de la sociedad
oprimida, ha transitado la historia convertida en una fuerza política secular
definida en la lucha contra el Estado, hasta que el desarrollo de la democracia
representativa y el pluralismo político alcanzó un alto grado de absorción de
las relaciones sociales subyacentes, menos concretas, dentro de un Estado
susceptible de organizar las fuerzas productivas con el extraordinario dominio
que posee sobre los Medios Productivos mas importantes y fundamentales.
La primera fase de absorción de las relaciones sociales subyacentes de la
sociedad oprimida se caracterizó por un proceso político pluralista cuya
estrategia básica fue detener el dominio de una clase dominante sobre el Estado;
y una segunda fase pudiera estar caracterizándose hoy día, en un proceso algo
estrepitoso de renovación de un pluralismo político desplazado más a la
izquierda, más compulsado a acceder al establecimiento de nuevas relaciones
sociales de producción, animado por la reinserción del modelo genérico del
socialismo, no solo en Venezuela sino en el resto de la América Latina, pero
enfrentado a las profundas contradicciones del sistema económico capitalista
periférico predominado por el proceso de globalización; con la tarea de asumir
un Estado cuyo crecimiento excedió las estrategias pluralistas de la primera
fase trayendo como consecuencia la crisis y desorientación de la pequeña
burguesía de los estratos dirigentes; y con la tarea también de impedir la
distracción de las ventajas del modelo real alcanzadas hasta ahora, admitiendo
como insumos positivos disponibles, el capitalismo de Estado, el control de las
empresas básicas y estratégicas, el desarrollo político democrático, la elevada
capacidad organizativa de las clases populares, la institucionalidad jurídica
proporcionalmente inquisitiva, dispositiva y participativa, la estructura
educativa en manos del Estado, la concentración de tierras públicas, etc. En
resumen, la primera fase del pluralismo ha dejado un valioso acervo material y
político. No ha muerto entre fracasos como a veces se cree porque es la idea que
la clase dominante pretende imponer para provocar el odio a la historia, sino
que se encuentra en un punto de inflexión histórica.
Conclusiones de Apéndice I
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