VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
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¿Se puede desmontar el modelo estado-petróleo-industrial?. Es una pregunta
ingente. El neoliberalismo intentó es la creencia general - infructuosamente
hacerlo en Venezuela bajo el segundo gobierno de Rafael Caldera. Se sirvió en
cierta forma de las experiencias del desmontaje del estado soviético en la
década de los años noventa, aunque los llamados IESAboy´s prefirieron por
cuestiones de estética pequeñoburguesa alegar públicamente otras experiencias
puntuales o eventuales de paises capitalistas como Chile, Argentina, Brasil, o
Mexico. Incluso la actual fervorosa adherencia del neoliberalismo en general a
los cambios operados en China Comunista les resulta más limpia a sus teóricos,
debido a esa pátina de sociedad milenaria cuya sabiduria creen ver pudorosamente
al servicio de las premisas neoliberales. Pero el desmontaje del Estado Soviético fue en el fondo la experiencia soñada de
los teóricos del neoliberalismo. Rauda, focalizada en los nodos fundamentales
que podían determinar el derrumbe pacífico del resto del viejo sistema. Los
teóricos neoliberales engañan cuando atribuyen ese supuesto éxito a la fuerza
explicativa del modelo neoliberal sin reparar siquiera en la correspondencia de
los cambios hechos en la extinta URSS con la viabilidad o aptitud de la
estructura institucional soviética para acomodarse a esos cambios.
En términos marxistas, algo de incompatibilidad entre el desarrollo de las
fuerzas productivas y las características de las relaciones de producción,
existía previamente para obtenerse tan rápido cambio. Mas de setenta años habia
aguardado la sociedad esperando ver convertido el Estado soviético en un
instrumento extraeconómico ya innecesario para la imposición de las relaciones
de producción socialistas y la propiedad colectiva; y percibir en la vida
cotidiana la existencia de una sola clase social en la que aparecieran fundidos
el carácter de propietarios y el carácter de productores directos; y ver
objetivado en la mercancía socialista la síntesis inequívoca de la cualidad
del valor de uso y la cualidad del valor de cambio; y ver que la fuerza de
trabajo desplegase su valor de uso en las formas mas creativas y desarrolladas
siendo remunerada en los exactos equivalentes del valor que aportaba a la
producción. Quienes producían deseaban nada menos que ser los propietarios de los resultados
de su trabajo. Pero el Estado Soviético estaba allí, implicado en la promoción
de un poderoso complejo militar-industrial, implicado en los males del
subdesarrollo de los países que le eran afectos o necesarios para la estrategia
de potencia mundial, lleno de funcionarios que habian dejado de leer a Marx o
Lenin, (lo que hubiera sido lo de menos, ya que en las mentes donde el marxismo
no existe como instancia intelectual adquirida, brota espontáneamente según su
posición de clase). El sistema de reproducción ampliada socialista existía y generaba una brecha
entre los trabajadores y el Estado como dueño de los medios de producción, es
decir generaba una desapropiación creciente de excedente económico que comenzó
quedándose represado en la contabilidad de las empresas y agencias del Estado,
imposible ya de disfrazar por el viejo método de compensación entre ellas y su
consolidación en el fondo nacional de excedente; y luego se dirigió sin rubor a
la satisfación creciente de necesidades suplementarias de quienes manejaban esa
acumulación. La URSS se daba el lujo de exportar capitales represados previamente para evitar
enfermedades económicas que se suponían endémicas en las selvas capitalistas de
cemento. Una exportación que no podìa tener el signo denunciado por Lenín en los
buenos tiempos, sino operada bajo formas semióticas aceptables a la ética del
socialismo, tales como la solidaridad internacional. En su entorno inmediato,
Rusia seguía siendo el poderoso centro económico alrededor del cual giraban las
demás nacionalidades del viejo Imperio Ruso, dependientes de ese centro. A la manera de los paises capitalistas, el Estado Soviético seguía exigiendo a
la sociedad la renuncia del excedente económico en virtud del despliegue de una
pesada superestructura jurídico-polìtica que existía a expensas de la sociedad
productora. Demasiado tiempo habia durado la contradicción. En realidad el desmontaje soviético fue de una simpleza excepcional, y
desconcierta el hecho de que no hubiera ocurrido antes. No es fácil sin embargo
determinar el momento en que la crisis de acumulación socialista devino en
colapso económico. A la muerte de Brezhnev, la agencia KGB se habia convertido
en el más fuerte aparato del Estado, y habia realizado bajo la direcciòn de Yuri
Andropov, un estudio económico determinando que desde 1960 el crecimiento
económico habia disminuído de manera constante, y que llegaria a cero. Y en
efecto, de una tasa promedio interanual de 9.3% en la década de los 50, pasa a
una tasa de 4.2% en los 60, y de 2.1% en los 70, llegando a 0.6% para 1981-
1985. Sin embargo, la URSS era una potencia petrolera, que habia aprovechado las
crisis energéticas de los paises capitalistas y que se habia recuperado de sus
deficiencias a expensas de los precios mundiales del petróleo, y podia seguirlo
haciendo. En un mercado mundial marcado definitivamente por el modelo petrolero
de producciòn energética, la URSS tenia una ventaja natural excepcional con sus
grandes reservas del oro negro. Su crecimiento económico, con una tasa promedio algo superior al 4% en el largo
período, vista desde la perspectiva de nuestro tiempo no parece sin embargo un
fracaso sino un éxito,. Las potencias capitalistas, y sobre todo los paises
capitalistas de la periferia, habian experimentado tasas similares o inferiores
de crecimiento en los mismos lapsos, y sus crisis habian sido palpables. El
problema económico de la URSS no fue tanto la tasa de crecimiento sino la forma
en que dicha tasa era alcanzada, ya que ésta era la síntesis de tasas de fuerzas
productivas muy desigualmente desarrolladas, en forma tal que el elevado
excedente de las unidades económicas de alta rentabilidad localizadas en las
ciudades sagradas industriales y de avanzada tecnología, compensaban los bajos
o nulos excedentes de las unidades mas numerosas de baja rentabilidad
diseminadas en la extensa geografía soviética. A diferencia del modelo
capitalista, donde si bien opera este mismo resultado de financiamiento social,
lo hace a expensas de las grandes mayorías perdidosas y a favor de pocos
ganadores, el modelo comunista exigía, al menos, el intento de una asignación
equitativa del excedente económico, a expensas de los ganadores, es decir de los
mejores productores. Debiendo considerarse, además, la asignación a las
corrientes anuales de solidaridad internacional. El modelo soviético estaba obligado a lidiar con las deficiencias de la
preparación moral de los trabajadores, necesaria para concebir apropiado a la
conciencia social que la desigualdad del desarrollo de las fuerzas productivas
fuese soportada con la asignación del excedente en términos no proporcionales.
Era necesaria la permanente comprensión del programa del PCURSS orientado a la
promoción del desarrollo de las fuerzas productivas en las regiones o lugares
donde no lo estaban, independientemente que desde la lógica de la economìa
polìtica fuese necesario precaverse de inconsistencias técnico-económicas tales
como la carencia de mercados (en términos clásicos) o deblidades de la escala
productiva, etc. Sin embargo, chocaba con la conciencia comunista el hecho del aprovechamiento
del excedente por parte de la superestructura jurídico-polìtica, la cual desde
la concepción marxista original, estaba destinada a desaparecer bajo el
comunismo. Hondos debates se suscitaban año tras año, donde los representantes
de estratos de profesionales, intelectuales, funcionarios, demandaban su derecho
en la sociedad comunista, de recibir conforme su trabajo, y conforme a su
lealtad en la alianza con los obreros y campesinos. En la práctica la sociedad
experimentaba contradicciones sociales de significación, aun cuando para el
XXVII Congreso del PCURSS en 1986, pomposamente se declaraban terminados los
problemas básicos del socialismo, entre otros: 1) Aceptación del papel
transformador de la clase obrera, 2) Aceptación del papel dirigente del PCURSS
como vanguardia de la clase obrera, 3) La sustitución total del capitalismo, 4)
La igualdad de facto y de jure de las nacionalidades, 5) La propiedad de los
medios de producción en manos del pueblo, 6) La alianza inquebrantable
obrero-campesina-intelectualidad, 7) El ejercicio democrático del poder
polìtico, etc. En la realidad estaban lejos de haberse solucionado. La URSS no era una sociedad comunista, sino seguia siendo un Estado de
naturaleza comunista, vale decir un instrumento de realización de la sociedad
comunista, que llegado cierto momento se reveló contrario al desarrollo de ese
proyecto de sociedad. El modelo soviético habia sacado al viejo Imperio Ruso del
atraso monárquico-feudal, llevándolo bajo la bitácora leninista, desde una fase
de modernización democrática a la dictadura del proletariado y su construcción
socialista, con el propósito de llegar a una democracia autogestionaria y
comunista. Habia cumplido con creces la tarea de incorporar las atrasadas
fuerzas productivas a los mayores niveles de crecimiento y desarrollo, habia
hecho de la sociedad soviética una potencia mundial, habia conquistado el mayor
grado de conquistas sociales que población alguna habría obtenido en la historia
bajo el modelo capitalista. Habia hecho al pueblo dueño formal de sus medios de
producción, pero habia arribado al momento en que esa propiedad social estaba
siendo conculcada y esas conquistas disminuídas por obra de una clase dirigente
que obstruía el camino. La sociedad soviética entendió y además quiso, remover
el obstáculo que la separaba de la sociedad autogestionaria y comunista, sin
percatarse lo suficiente de que la tarea estaría mas plagada de riesgos de lo
que debia suponerse. Al impulsar el proceso de reformas que permitieran transferir el poder del
Estado al poder autogestionario de la sociedad, quedó atrapada en la trampa de
la vuelta al pasado porque con absoluta lógica desde la perspectiva teórica del
socialismo, podía confiarse en las leyes objetivas del socialismo, es decir,
esas leyes acerca de las que nos enseñaron, que impulsan a las masas
trabajadoras ya conscientes de su rol transformador, a no desear la opresión ni
la explotación del hombre por el hombre sino la igualdad y el perfeccionamiento
del comunismo. Abandonada la sociedad a las fuerzas invisibles de las leyes objetivas del
socialismo, las antiguas conquistas fueron canibalizadas por la clase dirigente
de la URSS que preferian entregarse al modelo de la mano invisible del
mercado-, a cuya sombra habian germinado nuevos estratos parasitarios de la
sociedad. Los miembros de la clase dirigente estuvieron dispuestos a cambiar el
modelo socialista por el modelo capitalista, pero no a ser cambiados ellos. Inicialmente la reestructuración se concebía como cambios y mejoramientos en el
complejo microeconómico, asi como reorientaciones de la asignación de recursos y
modernización, pero ya antes se habian planteado estas reformas y habian quedado
atrapadas en la esfera del Gosplan. Por ello, la reestructuración es formulada
definitivamente con un carácter polìtico por el propio Gorbachev. El problema
básico era sin embargo una desigualdad elemental, manifestada con una tasa muy
baja o negativa de inversiones de capital; problema definido en términos
clásicos como la desigualdad entre ahorro e inversión. Se detectaba asi mismo
una baja de la productividad, que en términos de la economìa soviética era el
símil de la tasa de ganancia mas que la sola relación producto-capital o
producto-trabajo de la terminología capitalista. Si se examinaba bien, parecia
experimentarse el fenómeno de la tendencia general a la caída de la tasa de
ganancia prevista por Marx para el capitalismo. Los proyectos apuntaban hacia
soluciones ya pensadas para los problemas del estancamiento en el capitalismo,
entre aquellos, la modernización, que en términos sovieticos venia siendo el
equivalente al factor tecnológico o de cambios tecnológicos de la literatura
capitalista, concebido como paradigma impulsor de cambios en las grandes
tendencias macroeconómicas. Los teóricos soviéticos se disputaban por la mejor
asimilación de las soluciones teoricas del capitalismo bajo la idea no muy
extraviada de que el el capitalismo en realidad venia operando a través de la
estructura socialista de la URSS. Grandes empresas monopólicas que imponían
condiciones de mercado, descontrol creciente e históricamente inevitable del
mercado de la economia koljosciana, procesos de iniciativas de pequeños
negocios, prefiguraban una estratificación de naturaleza económica distinta al
esquema de una economìa controlada totalmente por el Estado y también opuesta al
objetivo de una sociedad comunista y autogestionaria. Sin embargo, la versión de que el cambio al modelo de mercado fue producto del
odio de la sociedad hacia la Nomenklatura, fue puesta a circular por la propia
Nomenklatura, vale decir la parte de ella que salió beneficiada. El odio hacia
la Nomenklatura fue la energía que alimentó el poderoso motor de la ambición de
esa misma Nomenklatura para quedarse con el poder económico y polìtico creado en
setenta años de régimen soviético, pero esta vez sin tener que rendir cuenta del
contenido ético socialista de sus actos y sin tener que privarse del goce
abierto de privilegios de clase. Dice el autor argentino Daniel Bengoechea156,
en un artículo titulado El desplome de la URSS y sus consecuencias en el
pensamiento marxista, publicado en el Nº 14 de la Revista electrónica
Solidaridad (julio de 2.001), que:
Los movimientos que barrieron a los regímenes stalinistas de Europa Oriental
fueron motivados por el odio de las masas hacia la burocracia gobernante, sus
privilegios y sus métodos autoritarios de gobierno. Aquellos que participaron en
las huelgas y movilizaciones lo hicieron buscando una mejora en sus condiciones
de vida y una democratización del régimen político. En la actualidad ninguna de
estas aspiraciones ha sido satisfecha. La situación social es desastrosa. El
desempleo alcanza cifras record. No queda nada en pie de los sistemas de salud y
educación, de los esquemas de pensiones, y de los demás beneficios sociales que
antiguamente existían. En definitiva, con la excepción de una ínfima minoría de
nouveaux riches, la mayoría de la población se ha sumergido en la pobreza. El
punto culminante de este proceso es Yugoslavia, que terminó tupacamarizada en
una pesadilla de guerras civiles que están costando cientos de miles de vidas.
En cuanto a la democracia tampoco ha habido grandes progresos. Tanto en Rusia
como en el resto de los ex estados stalinistas el gobierno está ahora en las
manos de antiguos burócratas, quienes han implementado programas privatizadores
destruyendo la antigua propiedad estatal y los beneficios sociales.
Ante estos resultados cabe preguntarse por qué aquellos movimientos
anti-stalinistas acabaron en semejante desastre. La respuesta es sencilla.
Porque las masas que tomaron las calles en 1989 sabían muy bien que era lo que
odiaban, pero no tenían la menor idea de cual era el nuevo orden social que
querían construir. En resumen, no tenían ningún liderazgo político que
representara sus intereses de clase. En este sentido los eventos de 1989 fueron
una respuesta inapelable a aquellos que sostienen que los movimientos
espontáneos de las masas, sin importar su programa y su composición social,
automáticamente toman una dirección progresista, con lo cual la tarea principal
de los socialistas revolucionarios es impulsar las luchas existentes, dejando en
un segundo plano la lucha por el liderazgo político de las masas. La evolución
de los hechos demostró que también estaban equivocados aquellos (entre los
cuales me encontré en aquel momento) que sostenían que, como las masas carecían
de una dirección revolucionaria, correspondía defender los regímenes stalinistas
ante la ofensiva política pro-capitalista, ya que de lo contrario estos serían
reemplazados por regímenes capitalistas salvajes pasando a convertirse los ex
estados stalinistas en nuevos países capitalistas dependientes. Efectivamente,
eso es lo que son ahora la mayoría de ellos. Sin embargo, fueron los propios
stalinistas quienes condujeron esta transformación
Aunque fueron varios los modelos de reforma presentados (por ejemplo, en 1989
por Abalkin (Economía de Estado planificada), en 1990 por Bocharov, Shatalin,
Shemeliev), predominó una combinación más rauda y rapaz, que no diera tiempo a
la sociedad para pensar. Inclusive teóricos del neoliberalismo habian
recomendado la gradualidad en las medidas de destatización, pero en todo caso la
misma resistencia de los grupos ortodoxos del partido comunista impidió que la
sociedad asumiera el proceso, quedando en las pocas manos del propio Estado
Soviético su autodisolución. El trabajo formulado por el autor cubano Juan F.
Benimelli157, que se consigue en el sitio de Internet
http://www.jubilatas.com/, relata el drama del premier soviético en medio de
equipos que a la vieja manera centralista, intentaban diseñar el nuevo modelo de
mercado:
Gorbachev comenzó a organizar comisiones entre sus seguidores para abordar
problemas específicos. Con ayuda de la economista Tatiana Zaslavskaia,
integraría a un buen número de académicos en su círculo de asesores. Zaslavskaia
le había introducido a Abel Aganbegyán, notorio por sus criterios descarnados
sobre la economía soviética; a Leonid Abalkín y Oleg Bogomolov. A este grupo se
sumó luego Georgi Arbatov, el libre-pensador Alexander Yakovlev, el economista
Gavril Popov, el jurista Boris Kurashvili y el sociólogo Vladimir Yadov. El
interés de Gorbachev en las ciencias y las técnicas y la decisión norteamericana
de desarrollar la Defensa Estratégica (la Guerra de las Galaxias) lo puso en
contacto con Yevgeni Velikov, un especialista en computación e informática y con
Roald Sagdeyev, una de las mentes más brillantes en el instituto espacial. Gorbachev utilizaría a la Zaslavskaia en la preparación de las líneas generales
de la reforma. En su argumento, ella exponía que si bien la rígida economía de
plan de Stalin funcionó en la década de los años treinta, fue debido a que la
fuerza de trabajo por aquel entonces era obediente y pobremente educada,
peculiaridades que no se avenían con el mercado laboral de los 1980. Así, la
caracterizó como una economía de mando regida por y para productores, no para
consumidores, en la que el mercado era desconocido y la medida del éxito eran
los volúmenes de producción sin importar la calidad, la selección o los gustos.
Por su parte, Aganbegyán, en su carácter de consejero económico, diagnosticó la
incapacidad de que la fórmula de inversión masiva trajese una constante
expansión de la fuerza laboral y que la simple idea de inyectar tecnología,
maquinaria y fertilizantes no mejoraría la agricultura. Por eso, según
Zaslavskaia, era imposible mejorar el mecanismo de la gerencia económica sólo
con un reemplazo gradual de maquinarias y medios obsoletos.
A finales de 1989, el principal consejero de Gorbachov era el viceprimer
ministro Leonid Abalkin, y su plan para una transición hacia un modelo de
mercado planteaba la adopción de una "economía mixta". Otros asesores habian
recomendado la transferencia rápida a manos privadas ( caso de Abel Aganbegyan). En la Federación Rusa de Yeltsin predominaba una tendencia furiosamente
privatizadora, que elaboró un programa de transición de 500 días que contemplaba
masivas privatizaciones en 100 dìas. Sus autores, Stanislav Shatalin y Grigory
Yavlinski, planteaban además una liberalización inmediata de los precios y el
recorte de los subsidios. Shatalin supuestamente habia alegado ante los líderes del partido que en esos
momentos no se trataba de un asunto para salvar el socialismo, comunismo o
ningún otro ismo, sino una cuestión de salvar el país y pueblo ruso. El
presidente del consejo de ministros de la URSS, Nikolai Ryzhkov, y Leonid
Abalkin, su viceprimer ministro, al propio tiempo intentaban un plan alternativo
y menos agresivo aunque igualmente orientado a una transiciòn al capitalismo.
Moviéndose entre las diversas opciones, el premier Gorbachov asignó a Aganbegyan
la decisión, escogiéndose el plan de los 500 días. Mediante este plan se preveia
un programa de estabilización financiera que conllevara la disminución violenta
o eliminación inmediata de la brecha del déficit presupuestario a cambio de la
legalización de la propiedad privada y la licencia definitiva de operación del
libre mercado. Abalkin habia recomendado una economìa de mercado planificada, sustentada en un
nuevo modelo de propiedad que fue aprobado por el el Soviet Supremo. En dicho
modelo constitucionalizado, se otorgaba el derecho de poseer y heredar la
propiedad, asi como explotar privadamente los recursos naturales y los
servicios, especular con dinero y títulos, etc. La ley no mencionaba
expresamente el término de propiedad privada, para evitar reacciones éticas de
una poblaciòn acostumbrada a pensar en términos del socialismo.
En breve tiempo se llamó al pueblo a recoger vauchers gratuitos de propiedad de
acciones de las empresas. Eran distribuidos a sus trabajadores en las pequeñas
empresas, de acuerdo al nivel. Operó asi mismo la entrega de títulos onerosos de
propiedad, algunos de los cuáles, ya al final, fueron vendidos a empresas
transnacionales. Las principales empresas, como las del petróleo y el gas,
quedaron finalmente en poder de sus jerarcas, afectos a la cúpula dirigida por
Boris Yeltsin. Afianzado el poder sobre las industrias básicas, éstas pasaron a
controlar el resto de las decisiones del Estado en disolución. Con el tiempo han
venido emergiendo las feroces luchas por el poder económico, típicas de estos
procesos. El mas avezado discípulo de Yeltzin, Vladimir Putín, obtuvo el apoyo
de la clase empresarial-militar en el año 2.000, completando la captura de los
principales monopolios, entre éstos, los medios de comunicación social. Hoy
Rusia es una sociedad predominada por feroces monopolios, algunos de los cuáles,
como la Gazprom, se expanden dinámicamente sobre el resto de Europa y el mundo.
El modelo Estado-Petróleo-Industrial de la URSS fue desmontado con mayor
facilidad que el modelo Chino ligado principalmente a las comunas agrícolas,
cuya liberación fue progresiva y lenta, donde además quedaron reservadas al
Estado las industrias básicas o estratégicas.
LA DERROTA GLOBAL DE LOS TRABAJADORES
Se puede desmontar el modelo Estado-Petróleo-Industrial?
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