VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
Esta página muestra parte del texto pero sin formato,
gráficos, tablas ni notas.
Puede bajarse el libro
completo en PDF comprimido ZIP (320 páginas, 1809 Kb) pulsando aquí
Los grupos leninistas de la izquierda venezolana habían aceptado de mucho
tiempo, que ante un ambiente de oposición violenta a los cambios sociales,
podían tomarse elementos de la experiencia de la revolución leninista. Lenin
antes y después de 1917 se consideró a si mismo como el mejor interprete de Marx
en el punto crucial, muy discutido en el movimiento socialista internacional, de
la violencia revolucionaria y en especial de la llamada dictadura del
proletariado. En el libro La Revolución proletaria y el renegado Kaustky,
Vladimir Ilich coloca el acento en una premisa fundamental sin la cual es
imposible convenir en una tesis de violencia revolucionaria: La llamada
dictadura del proletariado no es una forma de gobierno, sino una expresión
social según la cual las fuerzas productivas y las formas políticas y
culturales, se dirigen de consuno hacia una nueva sociedad donde las masas
autodeterminan su vida y su destino. Es el fenómeno de una sociedad cuyo devenir
pasa ser determinado por las clases trabajadoras. La dictadura del proletariado
no podia ser una forma de gobierno. Para el marxismo, nada escapa a la consideración del trabajo como el factor
capaz de influenciar todos los resultados de la sociedad. Es mediante el trabajo
no alienado que la especie humana obtendrá su definitiva realización, que
consiste en su liberación material, intelectual, moral. He aquí el espíritu de
la teoría marxista. Pero en unas sociedades alienadas, habituadas a
estratificaciones sociales derivadas de relaciones sociales donde las de
produccción ocupan una posición aparentemente secundaria, con predominio del
derecho subjetivo de propiedad en condiciones de apropiación cada vez mas
privada del producto social y la riqueza, el cambio hacia formas de apropiación
diferentes es un impacto absolutamente intenso que es percibido como violencia
por las clases parasitarias de la sociedad, incluyendo aquellas masas marginales
numerosas que viven de las dádivas y migajas del Estado. En tales condiciones se
ve casi imposible que no aparezca el sometimiento de la fuerza de trabajo o
parte de ella, a las nuevas condiciones. La parte mayoritaria no puede eludir la
coerción que entraña imposición de las nuevas condiciones productivas..
Esto es absolutamente diferente a la violencia desde el Estado por parte de
camarillas o vanguardias presuntamente representativas del pueblo.
Precisamente lo que hace ver Lenin es la indudable definición de Marx y Engels
acerca de que no solamente se procura el cambio social, sino que debe ser un
cambio inmediato, que desmonte los mecanismos del Estado y sean las masas
quienes generen sus formas de autogobierno, en cuyo proceso es muy probable que
aparezca la confrontación entre grupos y clases de la misma población, llamado
eufemísticamente guerra civil, aunque generalmente no es tan civil pero
tampoco guerra estrictamente. Ningún marxista auténtico podría imaginar que el
movimiento revolucionario tome el poder para sustituirse en el rol de los
anteriores dominadores, ejerciendo la misma violencia y terrorismo sobre masas
igualmente desprovistas de control sobre su vida y su destino, que es lo
experimentado en ya demasiados ejemplos de revoluciones presuntamente de
inspiración marxista que degeneraron rápida o paulatinamente en formas de
gobierno despóticos y militaristas, y que es el mismo decurso, iniciado al
menos, por la llamada revolución bolivariana. Ahora bien, si a un marxista de estos tiempos se le pregunta si el modelo
leninista esperable de violencia podría haber evolucionado teóricamente con el
tiempo, puede contestar que si. En efecto, a estas alturas ha sido posible
concebir el desarrollo pacífico de nuevas relaciones productivas dominantes, si
la sociedad ya moderna y adaptada a regímenes de derecho, resulta convencida de
estar autodirigiendo su destino hacia una sociedad de igualdad y justicia
social, en grado tal que las manifestaciones de imposición mas o menos forzosa
de las nuevas relaciones sociales sean prácticamente irrelevantes, de un
carácter mas bien ordinario de fricción entre grupos de intereses. La única
condición esencial es que sean las masas las que generen su autogobierno y que
se verifique un cambio económico estructural y concreto. El régimen de Hugo Chavez, sin embargo, como no ha cambiado nada, tampoco puede
cambiar la forma tradicional de gobierno. Ayer, grupos de la burguesía
utilizaban los partidos populares en el poder, para obtener el mayor beneficio y
la garantía de protección de sus intereses. Hoy nuevos grupos, incluso los
mismos grupos, quienes apoyen el régimen, siguen detentando el privilegio de
acceso a las claves del poder que les permiten obtener nuevos y crecientes
beneficios egoistas, amparados con el mismo o un peor ejercicio de coerción
desde el Estado.
Seis años de inútil violencia de Estado
Volver al índice de VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCION
Volver a la BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales