VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
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El régimen bonapartista era, como se revela en la mayoría de los análisis, una
tendencia de fondo de la sociedad venezolana. Desde mucho, viejas ideas se
remozaban recreándose en la vista de experiencias en otros países, como eran los
casos de Gamal Abdel Nasser en Egipto, Muhamad Kadafi en Libia y Sadam Hussein
en Irak. Compartían el orígen común de Golpes de Estado perpetrados por grupos
de oficiales de mediana graduación de los ejércitos tradicionales que generaron
partidos militaristas aparentemene nacionalistas. Las sociedades de América Latina siempre han parecido reclamar alguna clase de
autoritarismo. Habían emergido las semi-democracias autoritarias del cono sur,
que al final terminaron en férreas dictaduras militares. Solo Venezuela había
resistido con fuerza la tentación del bonapartismo, debido en parte a que
todavía estaba fresco el período de dictaduras militares de los primeros sesenta
años del siglo XX. Las batallas libradas por el gobierno de Rómulo Betancourt
contra la insurrección de izquierdas entre 1960 y 1963, afectó en buena parte al
bonapartismo existente ya en esas izquierdas, que intentaron por demás golpes de
Estado en alianza con oficiales de mediana graduación de las Fuerzas Armadas.
El régimen bonapartista actual se origina igualmente en los golpes de Estado,
pero, infructuosos como fueron, se introducen sus principales dirigentes en la
política electoral, llevados de la mano de viejos líderes políticos variopintos
que de suyo tenían el propósito de acabar con las tendencias socialdemócratas de
Venezuela. Hombres como Rafael Caldera, Luis Miquelena, Uslar Pietri, y otros de
menor rango, podían contarse entre los mas duchos políticos capaces de maniobrar
astutamente y sobre todo de entender el mecanismo del populismo en Venezuela y
el agotamiento de los partidos tradicionales, para diseñar o colaborar con total
éxito en el triunfo electoral de los protagonistas de los golpes de Estado de
1992, entre quienes resultó mas apto Hugo Chavez por la flexible y fácil
moralidad con que empleó la demagogia populista. El proyecto contó además con un
elemento clave cuya consideración no puede ser omitida debido a su curiosidad
histórica: La intervención de filósofos. En efecto, la historia ha ido develando la influencia ejercida por filósofos
como Castro Leiva, Mayz Vallenilla154, pero en especial Kleeber Ramirez, Pedro
Duno y Jose Rafael Nuñez Tenorio. Los tres últimos fueron los ideólogos
marxistas del proyecto bolivariano, a los cuales debe agregarse el nombre de
Douglas Bravo, dirigente polìtico portavoz original de esa idea criollista de
marxismo bolivariano. Curiosamente, los tres ideólogos fallecieron poco tiempo
antes de ver cuajado el éxito político, mientras que Leiva(también fenecido) y
Vallenilla se apartaron cuando predominó en dicho proyecto el sector
militarista. El proyecto de revolución bolivariana habìa sido concebido por filósofos, y por
ello sus planteamientos conservan una elevada estética, pero nunca tuvieron
derecho a pensar estops filósofos que sus ideas podían ejecutarse con una
camarilla militar nacida y criada en el nicho mas privilegiado del Estado que es
el ejército, y esto fue quizá una equivocación política explicable en los
pensadores puros. El punto es, entonces, que si por una parte es verdad que el proyecto original
debía contener elementos bonapartistas o de liderazgo militar, la esencia de sus
planteamientos fundamentales colidiría a la larga con un ejercicio bonapartista
del poder. El proyecto no había sido incunado durante varias décadas para que
fuese conculcado por un grupo dirigente militar, sino que era un proyecto de
toma del poder por las masas y de transferencia hacia la sociedad del poder del
Estado, que planteaba pivotearse inicialmente en las Fuerzas Armadas para
desbloquear el acceso al poder. He aquí un primer momento de la ilegitimidad. Las masas habían percibido fuerza
ética y política del proyecto luego de muchos años de fracasos. Pero las masas
ahora perciben el abismo existente entre el proyecto original y lo que ha
ocurrido en los siete años de ejercicio bonapartista del poder. Las masas
entienden que el régimen es ilegítimo no porque haya realizado un fraude
electoral sino porque ha defraudado el proyecto original de una revolución
socialista pretendidamente nacional a la que se le dió el nombre de
bolivariana para encuadrarla en la tradición histórica mas que por encontrarse
en el pensamiento bolivariano los elementos con los cuales impulsar en tiempo
presente un cambio social de carácter socialista. De ello pueden dar cuenta centenares de dirigentes medios y de base, asi como
docenas de intelectuales originalmente afectos al proyecto, que se encuentran
hoy apartados, molestos, en rebeldìa, por percibir las terribles deformaciones
del régimen bonapartista. La utopía de un gobierno de filósofos, una edad de oro
civilizatoria e igualitaria, feneció en pocos días de realidad política.
Ilegitimidad del período bonapartista
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