VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
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A finales del año 2.001 se había concentrado una gran crisis política y
económica. Las organizaciones partidistas tradicionales habían sido golpeadas
sistemáticamente desde el poder del Estado, pero los partidos afectos al régimen
no pasaron a representar una alternativa de las mayorías populares, por lo cual
grupos de ultraderecha hacen planes para abalanzarse sobre el poder,
ofreciéndose en alianza a partidos y organizaciones tradicionales. Pero dos
actores principales Fedecámaras y la Confederación de Trabajadores de
Venezuela- conciben un diseño de acción política destinada a lograr la renuncia
del Presidente Hugo Chávez. En su base teórica, consideran que los partidos
políticos tradicionales carecen de fuerza y legitimidad para enfrentar al
régimen de Chavez, dado el desprestigio al que han estado sometidos durante los
últimos diez años. Diseñan una alianza de inspiración presuntuosa, basada en la
significación de los sectores productivos: Capital y Trabajo.
Esta base teórica suponía el reconocimiento de la clases antagónicas en la
sociedad, y su común oposición específica al Estado en la coyuntura histórica
determinada, lo cual en realidad no es una elaboración teórica aceptada por gran
parte de esa dirigencia. En realidad debía suponerse, además, que se concebía
una clase trabajadora en y para el capitalismo, sin reparar adecuadamente en
la gran cuota de trabajadores al servicio del propio Estado, y mas aún, en la
significación tanto objetiva como subjetiva del Estado en la vida del venezolano
y las proyecciones de los viejos y nuevos programas partidistas de control del
Estado por las clases trabajadoras. Como mínimo objetivo se establece forzar la renuncia del Presidente. Entre los
visibles acuerdos de ambas organizaciones no figura realmente un golpe militar.
En los grupos que motorizan el movimiento táctico, se encuentran jóvenes
empresarios y profesionales que nacieron y crecieron en los últimos cuarenta
años bajo el régimen democrático representativo y participan de una formación
ideológica heterodoxa, donde por igual coexisten fundamentos liberaloides
tradicionales como aquellos mejor elaborados y orientados hacia la tecnocracia o
la tecnoestructura capitalista. En el trasfondo de su participación, estos
jóvenes en su mayoría desconocidos para el público general, se evidencia el
impulso de la idiosincracia venezolana en lo que respecta al protagonismo
político, con su carga de aventurerismo, arrojo, y valentía personal. Después se
sabría que junto a los dirigentes obreros y empresariales, se sentaban jóvenes
empresarios, abogados, periodistas, líderes sindicales incipientes, militares,
etc. La estrategia consistía en intensificar la presión social mediante
concentraciones de masas que pedían la renuncia del Presidente, en medio de una
paralización progresiva de la producción de bienes y servicios, concertada entre
sindicalistas y patrones, la cual finalmente dio resultados. En efecto, en diciembre del 2.001 se convoca el paro cívico por Fedecámaras y la
CTV, y durante los meses de enero, febrero y marzo del 2.002 aumenta el número y
concentración de las manifestaciones públicas. Comenzando el mes de abril, la
CTV encabezada por su Presidente Carlos Ortega, emite ultimatum al Presidente de
la República para que renuncie, mientras el gobierno por boca de su
Vicepresidente Diosdado Cabello se manifiesta dispuesto a resistir el paro y la
presión de masas. En la trastienda, sin embargo, se tejen tácticas menos notorias, una de las
cuales es el autogolpe del gobierno, diseñado para develar los actores que
dentro de la Fuerza Armada estuviesen dispuestos al alzamiento armado y que a
esas alturas ya han hecho contacto con las organizaciones civiles que vienen
pidiendo la renuncia del Presidente Chavez. En los dos días previos al once de abril del 2.002, es convocada una gran marcha
que debia llegar hasta la sede presidencial de Miraflores, y aunque a última
hora dicho propósito fue revocado por los dirigentes, existía como consigna
generalizada imposible de regresar. Y asi fue como luego de un pequeño trayecto
por el este de la ciudad, decenas de voces incontroladas se alzaron en tarimas
improvisadas para llamar a continuar la marcha hasta el palacio presidencial de
Miraflores. Una masa humana superior a las acostumbradas se dirigió a pedir la
renuncia del Presidente. El trayecto suponía unas dos horas de camino, durante
las cuales fueron organizados grupos armados que a pocas cuadras de la sede
presidencial emboscaron y dispararon contra la masa de personas, con un saldo
trágico de muertes y lesiones, lo cual agudizó mucho mas a una crisis terminal.
Chavez llegó a un momento extremo de debilidad y se entregó a los representantes
de la Fuerza Armada que se suponía debian tomar el control finalmente para
evitar el desbordamiento popular y el enfrentamiento entre facciones civiles. La estrategia de los polìticos habia dado sus frutos, pero sin embargo las
acciones siguientes dejan por fuera una gran parte de los actores que venían
dirigiéndola, entre ellos la CTV. El Presidente de la CTV, Carlos Ortega, dirigente sindical petrolero, venia
enfrentando con éxito al Presidente Chavez, ya que habia derrotado sus presiones
y las maniobras que buscaban controlar o eliminar el movimiento sindical. Habia
convocado un paro petrolero por la firma del contrato colectivo, y habia
convocado con éxito el paro general, a lo que se sumó el paro de la fase final
iniciado por los propios gerentes medios y trabajadores de la empresa estatal
PDVSA. Sin embargo, el Presidente de Fedecámaras habia sido seleccionado por el
Alto Mando militar para encabezar un gobierno de transición ajeno a las
disposiciones constitucionales. Se habia planteado que el Presidente Chavez
renunciaría, destituyendo al VicePresidente, y en tal situación debía ser
convocada la Asamblea Nacional para que proveyese un Presidente provisional,
como solución constitucional a la que ya estaban dispuestos la mayoría de los
diputados incluyendo una numerosa facción del gobierno dirigida por Luis
Miquilena. El Presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona, no alcanza a controlar
este cambio pacífico, y por el contrario, a su lado actúa un grupo de jóvenes
dispuestos a tomar el poder de una vez. Alli se ve destacar entre otros, a Isaac
Perez Recao, jóven empresario que proviene de familias reconocidas en el campo
de la producción y de la política, descendiente en línea directa o colateral de
personajes como Juan Pablo Perez Alfonso, fundador de la OPEP, y de la familia
Alfonso Rivas, dueña de un importante monopolio del sector de alimentos. Actúan
militares de mediana edad de alta graduación, Actúan juristas reconocidos como
Allan Brewer Carias, miembro de la Academia de Ciencias Políticas, y jóvenes
abogados como Daniel Romero, quien asiste Carmona en su acto de
autojuramentación. Y actúan hasta personajes de la televisión, como el actor
Orlando Urdaneta. En versiones periodísticas posteriores se relatan reuniones entre el Presidente
de la CTV Carlos Ortega, el Presidente de Fedecámaras Pedro Carmona, y Perez
Recao, realizadas en las semanas previas al once de abril del 2.002, y aunque es
muy pronto para hacer juicios históricos de esos hechos, no es menos cierto que
el mito y la magia de la historia política venezolana -que ha consagrado la
audacia, el arrojo, y la valentía personal, como elemento clave del acceso al
poder- aparecen en toda su dimensión con la intervención de estos personajes que
al igual que otros en diferentes tiempos, como los del 18 de octubre de 1945,
como los jóvenes revolucionarios de los años sesenta, y como los militares
medios que en 1992 encabezó el propio Hugo Chavez, intentaron asaltar el poder.
Fue un Impulso pequeñoburgués de intelectuales, empresarios, militares, que en
diferentes tiempos pudieron estar o no equivocados, pero muy característico de
la historia política venezolana. De estos actiores polìticos que se asomaron a
la historia en esos días del 2.002, incluso hoy poco se conoce, sobre todo en
sus perfiles personales e ideológicos, y el tiempo nos dirá si la historia les
permitirá aparecer nuevamente. Ni en documentos o versiones previas ni en las pocas horas transcurridas al
frente del gobierno, se evidencia un programa político determinado. La rebelión
civil encabezada por la CTV, se habia convertido en un golpe de Estado contra
ella. El gobierno transitorio de Pedro Carmona suspende la Constitución
Nacional, lo cual no debió pasar de la declaratoria de un estado de excepción
sin desconocerse como se hizo, su vigencia formal. La CTV le retiró su apoyo a
Carmona y seguidamente lo hicieron el comandante del ejército General Vázquez y
el Inspector de la Guardia Nacional, General Carlos Alfonzo Martinez. Los demás
Generales del golpe en su mayoría eran militares sin mando ni ubicación que
habian sido inmovilizados de distintas formas por el Presidente Chavez meses
antes. Ello dio fuerza a la intervención en el contragolpe del General Isaías
Baduel, y el General Garcia Carneiro, comandantes de las principales brigadas
del ejército en Caracas y la zona central del país. Sin embargo, debe decirse que el golpe a la Constitución se entiende porque a
pesar de que el Presidente Chavez renunció ante el Alto Mando militar con
mediación de varios obispos de la Iglesia Católica, y que destituyó al
VicePresidente, la gestión de la renuncia estuvo en manos de Generales que
pugnaban unos con otros por el botín de una guerra donde los muertos los habia
puesto la sociedad civil. Han desaparecido de la publicidad pruebas, como videos
y grabaciones de audio hechas públicas en los días vecinos al 11 de abril, donde
parece testimoniarse que el gobierno en trance de ser derrocado ofreció o dio
altísimas sumas de dinero para distraer la renuncia y acceder a rehabilitar al
Presidente Chavez en el poder. Las consecuencias que por demás han enfrentado
los golpistas no fueron tan graves, ya que el juicio ante el Tribunal Supremo de
Justicia, controlado por el gobierno, concluyó que dicha intervención no
configuró delito de rebelión militar. Hoy día habría que deducir que no obstante
el posible compromiso de algunos militares con un golpe, el grueso del Alto
Mando militar y el Generalato intervino para obtener provecho de la situación y
anular el movimiento de masas que no solo hizo renunciar al Presidente sino
abandonarse a sus compañeros de armas en la sede del poder militar. El contenido del Decreto que suspendió la Constitución Nacional, fue un grupo de
medidas arbitrarias. Pero si se examina la raíz de ellas, podríamos arribar a
conclusiones sorprendentes. Se disolvió la Asamblea Nacional, por ejemplo, y si
nos preguntamos qué se disolvió, no podemos sino concluir, hoy día, que por
otros medios legales- habría que haber disuelto hace mucho tiempo aquella
Asamblea donde la mayoría de diputados de gobierno y oposición demostraron ser
funcionarios corruptos que han saqueado el erario público por medio de
testaferros y prestanombres, al grado de que tanto gobierno como oposición
convocaron la revocatoria de gestión de muchos parlamentarios, denunciándose
mutuamente como corruptos, incompetentes, inmorales, etc. Se destituyó al
Contralor General de la República, y el tiempo ha demostrado que dicho
funcionario practicamente no ha existido en los últimos cuatro años, silenciado
frente a miles de denuncias de corrupción administrativa. Se destituyó al Fiscal
General de la República y al Defensor del Pueblo, ambos funcionarios que han
demostrado el mas alto nivel de ineptitud para enfrentar los abundantes hechos
de corrupción, delincuencia común, violación de derechos humanos y de la
Constitución Nacional. Se destituyeron los miembros del Tribunal Supremo de
Justicia, y el tiempo solo ha demostró que el mismo régimen de Hugo Chavez llevó
a la picota pública a muchos de esos miembros, tachándolos de inmorales,
exhibiendo pruebas de su inmoralidad, procurando su destitución y finalmente
designándoles magistrados adicionales para nulificarlos. Estas medidas, que
fueron las mas arbitrarias del Decreto de Pedro Carmona, vistas desde la
perspectiva actual, parecerían justificadas, por muy inconstitucionales que
hayan sido en su momento. La diferencia es de procedimiento, pero la raíz es la
misma: No otra que la inmoralidad vivida en los órganos del poder público. El golpe de Estado dio paso al contragolpe iniciado por los mismos militares. Si
el primer acto de la comedia fue protagonizada por Generales, el segundo acto
fue protagonizado también por Generales. El régimen viene presentando como una
epopeya griega la rehabilitación de Chávez en el poder, cuando en verdad, de la
misma forma que el pueblo opositor, el pueblo afecto al régimen no tuvo una
participación decisoria. Los Generales del golpe dieron paso a los Generales del
contragolpe, para evitar confrontarse y matarse entre ellos. En todo fue clave
la trastada de haber suspendido Pedro Carmona la Constitución Nacional, lo que
ocasionó el desconocimiento de la comunidad internacional. Al final lo que quedó
fue la evidencia inconstrastable de que en Venezuela el poder es un poder
militar tradicional, no civil, por ahora.
La crisis de abril del 2.002
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