VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
Esta página muestra parte del texto pero sin formato,
gráficos, tablas ni notas.
Puede bajarse el libro
completo en PDF comprimido ZIP (320 páginas, 1809 Kb) pulsando aquí
El gobierno de Lusinchi intenta conservar la identidad histórica del Estado. Era
un propósito pragmático al menos, y en ello estaba implicado el intento de ligar
más estrechamente los comandos partidistas con la gestión del Estado. La campaña
interna de Lusinchi para obtener la candidatura presidencial, se presentó como
el poder de la base. Al comenzar el gobierno, designa como gobernadores de
estados a los secretarios generales del partido en las regiones o seccionales,
que estarían a la cabeza del proceso de planificación económica y social. Estos
gobernadores debían llamar, y efectivamente llamaron en este proceso, a
numerosos grupos de actores locales. La desarticulación del Estado, y el
descrédito en que éste se encuentra tras la crisis económica que explotó en
febrero de 1983, se detiene mágicamente. El Presidente Lusinchi suscita desde el
primer día una confianza extrema de los actores económicos. La manifestación
popular implícita en el triunfo lusinchista no genera temores similares a los
del triunfo de Carlos Andrés Pérez en 1973, en los sectores de la burguesía, a
pesar del discurso o compromiso populista conocido por todos. Las indómitas
fuerzas sociales que parecían querer desatarse diez años antes aparecen ahora
domeñadas. El shock del control de cambios implementado en 1983 ya ha disminuido
sus efectos sicológicos en febrero de 1984. Vigente aún la divisa controlada,
los ingresos externos aumentan, de Bs. 81.163 millones en 1983 a Bs. 118.904
millones en 1984, es decir un incremento de 46,5%, en términos reales.145 A
partir de 1983 se produce un estancamiento del PIB que permanece hasta 1985,
pero si tomamos en cuenta que la formación bruta de capital disminuye en el
mismo lapso, podemos afirmar que las actividades se realizaron con una mayor
productividad, lo cual se refleja en el indicador de la productividad del
capital en 1984 y 1985, que se expresa en 11,95 y 10,55 respectivamente (ver
cuadro C 14).146 A pesar de que los subsidios disminuyen, e incluso se eliminan
organismos de subsidios como la Corporación de Mercadeo Agrícola, las ganancias
empresariales aumentan y también el volumen global de remuneración de los
trabajadores, que conllevó un incremento sustancial del consumo de la población,
disminuyendo las filtraciones de la demanda al experimentarse una disminución
del volumen de impuesto sobre la renta, quizá por los efectos de una relación
entre gastos e ingresos empresariales que arrojara como resultado una menor tasa
de ganancia, un sacrificio que los empresarios concedieron bajo la presión del
recuerdo de la crisis de 1983. El ahorro nacional es absorbido por la inversión
en un alto nivel superior al 94%, promedio para la serie 1984-88, contrastando
con el período anterior cuando el promedio es del 84%, con la ventaja adicional
de que el ahorro aumenta considerablemente. Sin embargo, continúa la tendencia
del crecimiento de los pagos externos a la propiedad y la empresa. Curiosamente, no obstante que la política económica del gobierno de Luis Herrera
Campins anterior se había fundado en ideas neoliberales, en ese tiempo el
ambiente económico en general fue opresivo. La población no percibió como
libertad económica la liberalización de ciertos mecanismos económicos, porque
los primeros efectos del shock fueron la quiebra de empresas y el desempleo, y
porque el concepto de libertad económica en Venezuela implica así mismo el
derecho de libertad de usar individualmente en cierta proporción los elevados
recursos públicos. Caso contrario el ambiente en 1984 después de asumir Lusinchi
la presidencia, cuando dándose la importante apertura de la liberación de
precios de los productos agrícolas, se genera un incremento de actividades
agropecuarias que conducen a un aumento de la oferta agrícola que impide un alza
intolerante de precios, algunos rubros de presencia común en la mesa familiar
disminuyen de precios, se induce la absorción de trabajadores en actividades
agropecuarias, buena parte de los cuales son grupos urbanos que se desplazan al
campo, en un ejemplo numéricamente insignificante pero poco común de reversión
de la migración tradicionalmente esperable del campo a las urbes; y, además,
mientras se daban algunos efectos positivos de mecanismos de liberación
económica, por otra no se permitía el mensaje de querer desmontar los
instrumentos estatales que pudieran ser útiles a la colectividad para aprovechar
recursos públicos; y en general no se percibía en el discurso oficial una letra
antiestatal; todo lo cual era una libertad económica con mejores horizontes para
la mentalidad el venezolano. Sin embargo, la gestión de Lusinchi tiene dos tramos diferenciados, uno de los
cuales, el segundo, que corre entre 1986 y 1988, se ve condicionado al
refinanciamiento de la deuda externa en condiciones desventajosas. A partir de
1986, se pronuncia la adquisición de activos financieros en el exterior a costa
de pasivos, fenómeno ya iniciado en el anterior quinquenio, los ingresos
externos no son suficientes para pagar los egresos al mundo, principalmente por
una creciente fuga de excedente neto al exterior como producto de los pagos por
renta de la propiedad y de la empresa extranjera. De 1986 en adelante se
incurrirá en un déficit externo creciente, por transacciones corrientes y por
transacciones de capital, de manera que es posible que las importaciones de
bienes y servicios fuesen hechas por grandes grupos cuyos intereses principales
estaban el exterior, en forma tal que las ganancias obtenidas en el territorio
eran transferidas subsiguientemente al exterior, derivando además los beneficios
de una tasa controlada de cambios para los bienes y servicios esenciales, lo
cual si bien podía decirse que significaba un inevitable costo del esfuerzo por
llevar al venezolano sus productos básicos a precios tolerables, equivalía tanto
como poner en las manos de ciertos grupos el gran negocio que venía significando
ayudar a los pobres. En 1986 se experimenta una caída aproximada del 30% en los ingresos fiscales
provenientes del petróleo, aunque logra compensarse parcialmente con un
incremento de alrededor del 28% en los ingresos no petroleros. Fundado en las
expectativas favorables, el gobierno juega a la confianza del entorno, y diseña
un ambicioso plan trienal de inversiones sobre la base de la expansión del gasto
fiscal, y ataca fundamentalmente la situación cambiaria. Desde la crisis de 1983
venía funcionando un excesivo diferencial cambiario que pesaba sobre el
presupuesto y originaba grandes negocios, ya que los subsidios del Estado a
sectores considerados estratégicos eran difíciles de controlar en un país
acostumbrado a evadir las leyes y sus controles. El dólar subsidiado de Bs. 7,50
se establece en Bs. 14,5, excepto las operaciones del petróleo, el hierro y los
productos esenciales y sus servicios. Las divisas generadas por los exportadores
serían cambiadas a Bs. 14,5/$, para estimular exportaciones no tradicionales. La
devaluación coloca la deuda pública en bolívares, en un nivel final superior a
los trescientos millardos, a lo cual se une que las descompensaciones del
ingreso se ajustan con la emisión de títulos de deuda destinada al
financiamiento del plan trienal. Todo ello hace aparecer un déficit fiscal
aproximado a los 1.700 millones de bolívares, lo cual era compatible con una
política económica de promoción, diametralmente opuesta al estancamiento del
quinquenio anterior que se corespondió con la política neoliberal deflacionista.
Los componentes principales del incremento del gasto fueron, sin embargo, los
gastos de inversión, que a precios corrientes crecieron un 27,6%, y el servicio
de la deuda, que aumentó en un 32,9%. Los pagos de la deuda sumaron 45,4
millardos de bolívares, de los cuales 28 millardos correspondieron a capital y
17,3 a intereses, aunque la mayor amortización ocurre para cancelar la cuota
inicial acordada en el refinanciamiento de la deuda externa, mientras que la
mayor parte de los intereses fue dirigida a la deuda interna. No obstante que se
logran importantes créditos externos para obras como la etapa final de El Guri,
Los Pijiguaos, el Programa de Crédito Agropecuario e Industrial, el Metro de
Caracas, y otros, se persigue cautivar los capitales de venezolanos mediante
títulos de deuda interna, la cual asciende alrededor del 25%. Ello era, en
cierta forma, un intento de revertir la exportación de ahorro observada en el
quinquenio anterior, intentándose disminuir la ya aguda dependencia del crédito
externo, que aumenta en 1986 un 4,3%. Al final del gobierno, el costo externo de la gestión presentó una acumulación
dramática. Las reservas internacionales se encontraron altamente comprometidas
frente al creciente déficit financiero, y continuó vigente el control de cambios
para impedir una devaluación más aguda de la moneda.El Estado está aquí todavía
Volver al índice de VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCION
Volver a la BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales