VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y
REVOLUCIÓN
Edgardo González Medina
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La historia venezolana no ha pasado vanamente. Entre 1945 y 1960 se verificó una
extraordinaria evolución de la conciencia social. Los años de la democracia
formal parecen haber servido a la dispersión de la ideología revolucionaria,
pero no es un triunfo ideológico lo que se buscaba, sino el mejoramiento de la
posición histórica de las clases mayoritarias al verificarse un crecimiento
material que permitiera nuevas y mas valiosas posibilidades de desarrollo de la
conciencia revolucionaria. Desde 1960 hasta 1975 pasaron quince años de oposición continua entre la
organización económica de la sociedad y las clases explotadas, sintetizándose
las tensiones en la organización política de la sociedad. El poder cae en crisis
a partir de 1974, porque el crecimiento deseable del Estado adviene casi
sorpresivamente y las masas excitan una emergencia electoralista. Los grupos de
la Burguesía toman conciencia de que no controlan el poder y trata de imponer
los más rápidos juegos que conjuren toda desviación del Estado hacia más
avanzados fines. Se revela una corriente de dirigentes medios y de base de los
partidos, especialmente los que provienen de AD, que permanece en contacto
directo con las mayorías trabajadoras y que se ha organizado progresivamente
adquiriendo dominio sobre las relaciones de poder. Cuenta esta vertiente,
además, con numerosos estratos profesionales y técnicos que no teme ya asumir
los retos de la administración de los cuantiosos recursos del Estado. Adquiere
un mejor perfil esa especie de contra-poder. Un poder que existe como sociedad
virtual. Son grandes masas concentradas y con una mejor posición histórica que
se ilustra en el hecho de que en 1941 la población urbana era de 1.207.000, en
1961 de 4.704.000, y en 1975 de 8.919.000; los alumnos inscritos en educación
media llegan en 1975 a mas de 800.000 mientras en 1960 alcanzaban 150.000; los
inscritos en educación superior llegan a 222.000 en 1975 contra 23.000 al inicio
de la democracia formal; el porcentaje de profesionales y técnicos dentro de la
población económicamente activa alcanza un 8,5% en 1974; etc. En las últimas décadas al menos desde 1980 se ha venido intentando, sin
embargo, acabar desde las posiciones del Estado con toda política económica, es
decir que se ha tratado de liquidar toda posibilidad de las fuerzas productivas
de influir en el desarrollo de un modelo productivo cuyas características
iniciales, que se corresponden con el grado de conciencia social, son de mercado
capitalista y escalas productivas pequeñas y medianas, y se sigue tratando de
asegurar el predominio de monopolios y roscas coaligadas con el poder del
Estado. Tales intentos como veremos son signos no solamente de una burguesía
abiertamente definida, sino de grupos polìticos cuya aventura termina en el
enriquecimiento de dineros públicos mal habidos. Estos intentos de desmontar el poder económico del Estado presentaron diversas
formas, entre ellas la descapitalización, la desnacionalización, la quiebra de
la mediana y pequeña empresa, la expansión de la demanda especulativa en el
mercado de dinero, la depauperación de la fuerza laboral y la proletarización de
los estratos sociales medios, entre otras señales.LA ESTRATEGIA DE DESMONTAR EL ESTADO
Descapitalización y desnacionalización.
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