Actualizaciones para el Management y el
Desarrollo Organizacional
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PRÓLOGO
El emprendimiento, las metas y los sueños, una necesidad de
las organizaciones, una aventura de vida de las personas?
Christian Rasmussen D.*
Jefe Unidad Técnica de Aseguramiento de la Calidad
y Académico Universidad de Viña del Mar
Evaluador para Universidades y Carreras de Ingeniería
Comisión Nacional de Acreditación, Chile
Las crecientes demandas de los contextos locales y globales del mundo de hoy por
mayor eficiencia y eficacia en la vida diaria de las organizaciones,
cualesquiera que sea su naturaleza y propósitos, plantea algunas cuestiones a mi
juicio profundas, fundamentales. La dinámica de un desarrollo global, el
carácter transcultural que han ido adquiriendo nuestras culturas locales, una
tecnología que todo lo invade, los mercados globales cada vez mas exigentes,
sino intransigentes, son algunas de las características de un mundo que presiona
a dichas organizaciones y a nosotros por participar en un sistema cada vez mas
sistémico pero impersonal, cada vez mas relacionado pero menos amistoso con la
persona humana.
En este contexto cabe hacerse entonces la siguiente pregunta: ¿Qué dimensión
debemos considerar a esa fuerza que nace del interior del ser humano, que tiene
que ver con su esencia física y espiritual, qué dimensión debemos considerar al
emprendimiento, a la capacidad por avanzar siempre mas allá con un sentido
profundo de superación?
Sin lugar a dudas que el emprendimiento tiene hoy por hoy muchas definiciones y
condiciones especializadas para un mundo con los rasgos ya señalados. La
planificación estratégica, las distintas técnicas y métodos que las empresas
utilizan para tener éxito en sus desarrollos, tienen y se plantean precisa y
necesariamente con ese carácter: técnico, metodológico. Sin embargo, hay una
condición que muchas veces o se olvida, o por la premura no hay tiempo para
considerarla: la persona, las personas, nosotros los que formamos esas
organizaciones, los que debiéramos ser las organizaciones.
En verdad puedo sostener por experiencia propia que no existen las
organizaciones, no existen las técnicas y los métodos, existimos las personas.
Un antiguo profesor me decía que él nunca había visto subirse a un bus a un plan
de desarrollo. Lo que quiero decir es que somos nosotros con nuestras cualidades
más que defectos quienes debemos dar vida a las organizaciones, a la
globalización, al desarrollo de las ciencias, las tecnologías, las empresas, las
sociedades. Somos nosotros con nuestros sentimientos, con nuestros entusiasmos,
con nuestros sueños, con nuestras capacidades para por lo menos tratar de llegar
siempre más lejos y más alto los que estamos llamados a impulsar desde
nuestros lugares de trabajo un verdadero desarrollo y crecimiento para nuestras
empresas, nuestras sociedades.
En este sentido quiero señalar desde mi experiencia de vida, tanto académica
como personal, que el emprendimiento surge de dos cualidades de verdad
trascendentes de todos nosotros, una cualidad que por la presión del mundo
actual, muchas veces olvidamos: la capacidad de soñar, de soñar con objetivos y
metas de vida que nos permitan sentir el sabor del desafío por llegar mas alto y
mas lejos, de mejorar con un sentido profundo y trascendente nuestro caminar por
la vida. Otra cualidad que la velocidad de este mundo actual no da tiempo para
exteriorizarla: compartir esos sueños, compartir los logros personales con el
mismo entusiasmo con que hayan surgido sus sueños originales. Es en este
contexto en que todo lo demás que necesariamente debe acompañar a ese espíritu
de emprendimiento viene casi por agregado.
El liderazgo, la planificación, el riesgo, la disciplina y el orden, los métodos
que requieren cualquier proyecto para ser llevado a cabo, fluyen casi
naturalmente desde su génesis hasta una conclusión, aunque deban tener
dimensiones formales técnicas especializadas, como se da por ejemplo en las
grandes organizaciones, en las grandes empresas que se mueven en este mundo.
Así como los científicos hablan del sabor del Saber, los artistas alcanzan el
éxtasis con alguna obra de su creación, cada uno de nosotros como
individualidades y como parte de una organización puede también experimentar el
sabor de la vida como una aventura. Si todos así lo sintiéramos y lo
exteriorizáramos, podríamos sentir también en forma colectiva el sabor de la
aventura del emprendimiento en la organización en que nos corresponde
desempeñarnos.
* El autor de este prólogo ha practicado por más de treinta años el montañismo,
registrando cuatro expediciones a la cordillera de los Himalayas (Nepal y Tibet)
y una a la cordillera del Karakorum en Pakistán.
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