Jorge Isauro Rionda Ramírez
Guanajuato, Gto; a 25 de mayo de 2006
La diferencia entre quien cree y quien no cree
radica en que para quien cree un milagro no es necesario,
para quien no cree un milagro no es suficiente.
RESUMEN El presente trabajo trata respecto de la
relevancia de la concepción del Hombre derivada de la acepción y cosmovisión
teológica. Revisa cuatro éticas fundamentales en que se inscriben a grandes
cortes teóricos el pensamiento económico desde el siglo XVIII a la actualidad:
liberalismo, marxismo, keynesianismo y neoliberalismo. Se deja claro que es
imposible separar la teología de la ciencia económica, y que según es el sistema
de valores de una sociedad, se definen funcionalmente la moral con que se hacen
los negocios y las interacciones humanas.
PALABRAS CLAVES; Creencias,
Ciencia, Dios, Teológico,
Liberalismo, Marxismo,
Keynesianismo, Neoliberalismo,
Cosmovisión
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INTRODUCCIÓN
Cuando se estudia la economía política del siglo XVII a la actualidad, lo
destacable es, en especial para los albores de la ciencia, que el tema de Dios
está presente de forma implícita o explícita en los trabajos de los pensadores
economistas. Destacamos trabajos tan importantes como La Riqueza de las Naciones
de Adam Smith, trabajo donde de manera continua y enfática se muestra un
estricto apego a la creencia cristiana occidental propia del siglo XVIII.
No se puede negar que con la caída del imperio romano de occidente en el siglo
IV el periodo de mil años que le sigue comprende el llamado medioevo, mismo que
es vital en la formulación de lo que ahora conocemos como cultura occidental.
Durante el periodo medieval el feudalismo es la fórmula de organización social
del trabajo y la producción donde el servilismo caracteriza principalmente las
relaciones industriales de la época.
Este periodo feudal va sintetizando la cultura occidental que se compone de
entre muchas influencias, principalmente de la cultura romana, hebrea y griega.
Las tres vertientes culturales que en la cosmovisión monoteísta cristiana
católica encuentra la cosmovisión propia de lo que ahora conocemos como cultura
occidental.
Innegable es el hecho de que la religión es una forma de domesticación del
Hombre por si mismo, es su ingreso a la civilidad y a la civilización. Es a su
vez la primera ciencia o intento de saber la verdad.
El ascenso de las mentalidades del Hombre en su historia puede concebirse en una
correlación entre la organización social del trabajo y la producción respecto a
la historia de las creencias y cosmovisiones. Por decir, se pude sustentar que:
• Durante el salvajismo el Hombre es ateo, o bien agnóstico de toda creencia
teológica. Su pensamiento esta en un nivel mágico.
• Durante el barbarismo el Hombre ingresa al sistema de creencias animista
totemista. Sigue en el pensamiento mágico.
• En el esclavismo el Hombre cree en el politeísmo. Inicia la transición entre
lo mágico y lo lógico.
• El feudalismo sintetiza el monoteísmo, se concentra en una sola figura
teológica el sistema de creencias. Esta en del pensamiento lógico
• El capitalismo transita del monoteísmo católico cristiano al pensamiento
iconoclasta. Inicia el pensamiento científico.
• En el socialismo, como en su consecuente, el comunismo, el Hombre no por
ignorancia como en el salvajismo, sino por convicción es ateo.
Estos son los horizontes que se derivan de la evolución del sistema de creencias
de la humanidad. No se niega la íntima relación entre las instituciones
convencionales y de credo que establece una religión con respecto a la fórmula
en que se organiza el trabajo y la producción del momento. Por decir, durante el
feudalismo, la relación servil entre el señor feudal y su siervo se sostiene
bajo el sistema de creencias cristiano católicas, donde las relaciones putativas
son encomiendas de Dios a los Hombres de buena voluntad respecto a los gentiles
ignorante de la buena nueva (el evangelio).
Interesante es también ver cómo el sistema de creencias va de la dispersión y
disolución adversa, caótica y desordenada de los credos, a la formulación de una
única y homologada creencia entre los Hombres. El ascenso de la humanidad del
salvajismo a las formas ulteriores de civilización es a su vez el sincretismo de
las deidades y creencias en un solo cuerpo de pensamiento: la religión. La que
deriva del animismo totémico a su culminación en cuanto sistema de creencias: el
monoteísmo.
El feudalismo causa para la Historia de la humanidad el periodo en el cual se
formula la cultura occidental. Fueron 1000 años lo que requirió la consolidación
de este cuerpo compacto del pensamiento, y del siglo XIV a la actualidad su
universalización, mundialización y globalización ahora se patenta en el
capitalismo regido por la ética luterano calvinista.
Necesariamente esta intimidad entre fe y economía es innegable en el ascenso de
las civilizaciones humanos, por ello es de esperar que la ciencia económica no
pueda ser ajena al pensamiento religioso y cosmovisión que los Hombres tienen
respecto no solo a la forma en que ven el Universo, sino a su forma de vida.
La economía es una ciencia que no escapa el sello que imprime la inspiración
espiritual humana y la sublimación de los distintos estilos de vida y bases de
subsistencia humana. El presente trabajo precisamente trata de establecer esta
relación entre fe y ciencia económica, al menos del siglo XVIII a la actualidad.
Por ello analiza las 4 principales éticas de regulación económica bajo las
normas de la cosmovisión teológica de la que parten durante este periodo: el
liberalismo, el marxismo, el keynesianismo y el neoliberalismo, en su orden de
aparición histórica. Iniciemos con el liberalismo.
EL LIBERALISMO
Es difícil dar una fecha precisa de cuándo puede considerarse nace el
pensamiento liberal. No obstante pueden señalarse los hechos históricos que
patentan su presencia. Tales son la reforma luterano calvinista en Europa o bien
la presencia de textos propios de la ilustración francesa. Lo importante es que
aparecen pensadores tales como John Locke cuyo trabajo resulta trascendental
para el pensamiento de su época. Quien esto escribe sostiene que de hecho John
Locke es el autor que mayormente expresa el pensamiento liberal filosófico más
puro de su momento. Trascendental de él es su concepción de que la liberad es un
derecho inalienable del Hombre.
Jorge Federico Hegel posteriormente delinea el cuerpo filosófico donde la
creencia de Dios es pilar principal para el sostén de toda la cosmovisión
burguesa. El tema de Dios es vital para los pensadores tanto idealista como
liberales del Siglo XVIII y XIX. Adam Smith carga de especial carácter teológico
su principal obra literaria La riqueza de las naciones. Su tan nombrada mano
invisible no es mas que una sutil referencia al orden natural de inspiración
divina que para el significa el capitalismo. La creencia en Dios es inevitable
en la derivación del pensamiento económico en cuanto al Hombre como objeto
económico: le considera un ser racional, moral, sabio y con libertad de elegir:
el homo económicus.
La razón es la única cualidad del ser humano que le separa del reino animal. Y
en cuanto racional moral pues es capaz de diferenciar y discriminar entre un
acto bueno y un acto malo, por su consecuencia tanto para él, en lo individual,
como para la humanidad, en lo social. La libertad es la palabra clave en materia
de que se considera al Hombre como una entidad informada y por ello en libertad
de elegir. Esta libertad es condición imprescindible para que exista la justicia.
En cuanto inteligente e informado y en libertad de elegir. El Hombre es el
artífice de su propio destino. De lo que se deriva inminentemente que en
libertad cada quien tiene lo que se merece, todo es justo.
Asimismo, la creencia en Dios implica concebir el universo como justo, ordenado
y en equilibrio: perfecto. El capitalismo según los liberales es un orden
natural de inspiración divina. En este orden natural, la naturaleza es la única
expresión de Dios ante los Hombres, por lo que es obra de Dios, perfecta,
equilibrada, ordenada y justa.
Los liberales no cuestionan el capitalismo, solo desean saber cómo Dios ordenó
las cosas. En su concepción del origen natural y divino del orden capitalista,
son apologistas del mismo. Su curiosidad es como la del niño que no considera
que el reloj funciones mal, lo abren para conocer el mecanismo que hace se
muevan las manecillas. Similarmente, los clásicos de la economía o liberales
desean conocer los mecanismos por los cuales todo funciona como funciona. El
capitalismo es perfecto, lo inquietante en saber los ingeniosos mecanismos por
los cuales Dios establece la catalixia del sistema, una especie de homeostasis
holística que de lo sencillo y simple compone la complejidad universal (Keynes).
Por ello mismo consideran que el capitalismo, en cuanto orden natural de
inspiración divina, es perfecto por que proviene de Dios, es sublime por su
origen. Por ello: no entorpecer la obra de Dios por que lo que haga el Hombre no
es mejor que lo hecho por Dios. Laisses faire, laisses passer. Ne pas engoudir
lóuvrage de Dieu.
Por ello mismo, en materia de la organización del Hombre como sociedad, existe
una polémica previa al liberalismo que de manera implícita se dio en la
revolución francesa y en el inicio de la Ilustración: la polémica entre los
anarquistas quienes concebían que solo Dios para ordenar las cosas y hacer
justicia, por lo que no debiera haber gobierno entre los Hombres (Estado); y los
institucionalistas quienes pensaban que Dios reina mas no gobierna, por lo que
debe haber gobierno entre los Hombres para hacer justicia a los hombres justos
respecto a los impíos.
De esta controversia del pensamiento de la Ilustración francesa deriva la
concepción del Estado Burgués, y de los institucionalistas derivan los
constitucionalistas y la constitución francesa. Es precisamente en 1776 cuando
se da la Independencia de los Estados Unidos, la nación que de origen se formula
bajo bases liberales, que se publica el texto de Adam Smith La riqueza de las
naciones. Curiosa coincidencia histórica.
El liberalismo es un sistema de creencias cargado de teosofismo. Para ellos la
intervención estatal en la economía no es mas que una torpe intromisión de los
Hombres en la obra de Dios, la que solo viene a entorpecerla. Es por ello que
sugieren la nula intervención del Estado en la economía. Para ellos el papel
económico del Estado debe resumirse a ser un juez que emite las leyes, un
policía que supervisa el apego al orden y cumplimiento de las leyes, y un
gendarme que resguarda a la nación de invasiones o atentados a la soberanía de
la nación por una potencia extranjera.
EL MARXISMO
Contrapartida, a mediados del siglo XIX el pensamiento de Carlos Marx hace
presencia. En abierta contradicción dialéctica con el liberalismo hegeliano, el
marxismo erige su cuerpo de pensamiento en el materialismo histórico, y sobre
todo en la no creencia en la existencia de Dios. Este cuerpo de pensamiento ateo
es el sostén de concebir al Hombre como una entidad enajenada por su historia,
producto de la historia, con una relativa comprensión de su universo que no
puede llegar más allá de lo que le permita el grado de maduración de las fuerzas
productivas y por ello, predestinado por las condiciones reales, objetivas,
materiales que le circunscriben.
El Hombre no es el dueño de su destino ni es libre, esta enajenado por su
realidad histórica y predestinado por la misma. El universo a su vez aparte como
desordenado, caótico, crítico y sobre todo injusto.
Bajo el marxismo la no existencia de Dios es importante para fundamentar su
filosofía. Dios y el socialismo son temas excluyentes. La filosofía económica
parte de la definición del Hombre como libre o como enajenado, y precisamente
concebir al Hombre en ambas concepciones imbrican el tema de Dios. Por ello, los
regímenes socialistas han hecho especial encono en el credo de la no creencia en
la existencia de Dios.
La revolución cultural de China en los años que abarcó de 1966 a 1976 tuvo como
uno de los principales objetivos la aniquilación de la fe religiosa en el pueblo
chino, y la implantación de un nuevo sistema de creencias basado en el
materialismo histórico (Zhensheng).
Inaceptable un régimen socialista conviviendo con un sistema de creencias
teológicas, puesto que entraría en contradicción las creencias populares con la
cultura institucionalizada por el régimen (Kosik).
En el capitalismo la aceptación de la creencia de Dios está implícita en todo
tema de la ciencia burguesa. La admisión de esto fundamenta la ética a nivel de
las personas quienes justifican sus negocios con una moral apropiada para hacer
sus transacciones (Weber).
Se tiene entonces que liberalismo y marxismo son tesis antípodas y excluyentes.
Obviamente su fundamento dialéctico es teológico.
El marxismo representa un parte aguas en la economía política ante la tradición
liberal. El marxismo considera al capitalismo como caótico, imperfecto, injusto.
Lleno de contradicciones donde la fundamental es el carácter social de la
producción que es incompatible con el carácter privado de la apropiación en los
medios de producción. Nada en el capitalismo es consistente, sino
contradictorio, y es mediante las contradicciones de este que se puede
comprender su lógica de desarrollo en la acumulación.
Con Marx la ciencia económica da un gran brinco en la comprensión de la realidad
económica capitalista y sobre todo engendra una teoría del Estado, de la crisis,
de las clases sociales y del propio sistema.
La economía política adquiere un carácter científico desde el punto de vista no
del método materialista en si (materialismo histórico), sino en la formulación
de un cuerpo teórico consistente.
La tradición marxista es muy rica y fuerte en sus fundamentos, los estudios
revisionistas tanto de marxistas ortodoxos, como burgueses heterodoxos, engendra
a la fecha grandes hallazgos y conclusiones que permiten afirma que el marxismo
no ha muerto, sino se reformula, se reinventa día a día y los trabajos que giran
en torno a ello, brinda resultados enriquecedores y de bastante interés para
explicar la realidad socioeconómica.
KEYNESIANISMO
Con el pensamiento de John Maynard Keynes y la publicación de su principal
aportación a la ciencia económica Teoría General de la Ocupación, el Interés y
el Dinero, la ciencia económica rompe con la economía política, tanto liberal
como marxista y nace la teoría económica.
La teoría económica es un enfoque laico, que deja de lado el fundamento
teológico de la existencia de las cosas y más bien parte de propuestas positivas
de tipo instrumentalista: la política económica y la inducción del crecimiento.
Mientras la economía política tanto liberal como marxista parte de juicios de
bondad y de valor para explicar cómo debieran ser las cosas, las idealidades
económicas (ideología), la teoría económica se fundamenta en juicios de verdad
para explicar cómo son las cosas, la realidad o verdad económica (ciencia).
Keynes distancia el interés de los economistas de los fundamentos teológicos de
la existencia de las cosas, y centra su trabajo en cómo incidir en el
crecimiento y el desarrollo. Los temas de la equidad y la eficiencia económica
abren dos corrientes importantes en este enfoque laico: los fiscalistas o
keynesianos en la macroeconomía y la inducción del Estado de la economía, y la
teoría de la utilidad marginal a nivel macroeconómico con temas relativos al
mercado, la determinación de los precios, y la optimización empresarial.
Se tiene una nueva generación de tecnócratas que bajo influencias
neopositivistas sesgan el interés normativo al positivo en regular la economía.
El interés de estos instrumentalistas (econometristas) esta en la generación de
la riqueza y no tanto en el reparto de la misma.
El keynesianismo no obstante tiene conclusiones y hallazgos que se asemejan en
mucho a postulaciones marxistas, especialmente en el tema de la intervención
estatal. Mientras en el socialismo el sistema es tan caótico que requiere un
totalitaria intervención estatal, en el keynesianismo el grado de intervención
es no la totalitaria pero si la necesaria. Y en eso de la necesaria acaba por
ser una álgida intervención.
El sector público en ambas corrientes es bastante representativo en la economía,
sino totalitario como en el socialismo, al menos tan importante que se sabe que
tan solo en Inglaterra y los Estados Unidos de América el sector público tiene
una dimensión que supera el 60% de la economía, y cada vez su participación
viene creciendo (Ayala).
No obstante es manifiesto el desprecio de J. M. Keynes respecto a C. Marx pues
le consideraba no científico sino ideólogo. Los trabajos del primero no obstante
llegan a acercarse en mucho a las conclusiones a las que llega el marxismo.
Quizá si J.M. Keynes parte de un enfoque normativo se hubiera declarado
marxista.
El endogenismo económico propio del Keynesianismo establece estrategias
económicas muy similares a las socialistas. La tesis de la tercera vía para
muchos economistas no es más que la vuelta al keynesianismo. No es interés de
este estudio entrar en esta polémica, sino simplemente velar los la implicación
de la teología ante las posturas científicas e ideológicas de las corrientes del
pensamiento económico.
EL NEOLIBERALISMO
Respecto a la otra corriente que deriva de la teoría económica positiva que abre
el pensamiento keynesiano laico, el marginalismo de la escuela austriaca y
sueca, los trabajos exacerbadamente instrumentalistas implícitamente admiten el
principio liberal del Homo económicus, y aunque no lo desarrollan, pues la
teología no es la finalidad sino la racionalidad económica, los trabajos parten
de postulaciones derivadas de esta concepción del Hombre.
Lo interesante es que el instrumentalismo keynesiano engendra una corriente que
de origen aparenta cierto laicismo pues no se adentra en la polémica de la
existencia o no existencia de Dios. Pero implícitamente en su pensamiento si lo
hace con la aceptación de concebir al Hombre como una entidad conciente,
racional, sabia, moral y con capacidad de elegir con base a su mejor bienestar.
Dos pensadores son importantes: el sueco Leon Walras y el italiano W. Pareto. El
primero propone un fundamento económico importante derivado de la racionalidad
del Homo económicus. Que el egoísmo humano de tipo hedonista es el fundamento
del bienestar social. Cada quien procurando su propio beneficio causa el
beneficio a los demás.
Por dar un ejemplo, si yo estudio para ser un profesionista, mi móvil es
meramente personas, individual y por ello egoísta, no obstante la sociedad se
beneficio con la existencia de un profesional más.
Pareto por otra parte establece el principio de la optimalidad como fundamento
de la racionalidad económica: todos deseamos lo más por lo menos. Derivado del
concepto naturalista y positivista de la Ley del mínimo esfuerzo.
La corriente marginalista se complementa con los trabajos monetaristas de la
escuela de Chicago encabezada por Milton Friedman, con base a la revisión de los
trabajos de J. M. Keynes.
Rose y Milton Friedman, así como otros trabajos de Hayek tratan de enlazar la
moral económica bajo una ética de tipo protestante a la ciencia económica (Guillén).
Es interesante admitir que no existe ninguna tesis sociológica ni económica que
pueda desligarse del tema teológico, no por casualidad la filosofía, madre de
todas las ciencias tiene dos principales directrices: la teología y la ontología.
La ontología que se preocupa por las razones de la existencia, mientras que la
teología por las idealidades del Hombre. Finalmente esto se patenta en las tesis
económicas donde la subsistencia humana (economía) debe tener una misión y un
visión que le de sentido a la existencia del sistema (teología), algo que
necesariamente tiene un carácter subliminal.
En el neoliberalismo no se aborda de forma directa el tema de Dios, se admite
como algo ya resuelto, como un tema subyacente y donde la existencia de Dios no
se cuestiona.
En el neoliberalismo se admite implícitamente que Dios es un componente
sustancial para legitimar la moral de los negocios y las transacciones
económicas de corte capitalista.
CONCLUSIÓN
El presente trabajo observa cómo la economía no puede dejar como tema aparte la
teología. De hecho le es sustancial y de la postura ante la existencia de Dios
se deriva el tipo de sistema económico que se tiene.
La religión es en gran medida una forma de domesticación humana bajo la creación
de valores y conciencia, temor y reprobación social admitida bajo una moral
prevaleciente en el grupo al que se pertenece.
Asimismo, calma conciencias respecto al carácter humano que pesa en las
transacciones de subsistencia entre los Hombres. Por ello, la teología establece
tanto la ética de los negocios y el carácter de las transacciones, como la
legitimación y validación moral de la subsistencia humana en el conflicto entre
el interés egoísta respecto al colectivo. De los superfluo ante lo estricto.
Entre la generación de la riqueza y el tipo de reparto que se hace de esta. De
la admisión de las responsabilidades, sus alcances y compromisos sociales
sentimentales y legales respecto a cómo estimamos o vemos al prójimo.
Llámese como se llame, salvajismo, esclavismo, feudalismo, capitalismo o
socialismo, el carácter y características de las transacciones ingresan a la
categorización y calificación de los valores de los hombres, que su vez se
inscriben en la cosmogonía del Hombre mismo.
La ciencia económica no puede dejar de lado la forma en que los Hombres
comprenden su realidad y su involucramiento con la misma, respecto a sus
intereses de su subsistencia no solo como persona, sino como especie.
La ética de hacer negocios y de transar se inscribe en el espíritu del propio
sistema económico, innegable entonces es el tema de Dios en la moral con que se
resuelve la naturaleza y la condición humana ante no solo su propia existencia,
sino de su subsistencia, persistencia y continuidad. El anhelo es por ello no
una razón necesariamente de realización infrahumana y material, sino de
legitimidad, identidad, involucramiento y compromiso con la sociedad en que se
vive y con los Hombres no como categoría histórica del momento, sino
suprahistórica, con los Hombres de todos los tiempos, geografías, condiciones,
culturas y generaciones.
Imposible entonces separar le teología de la racionalidad económica.
Injustificable por ello tratar de hacerlo, Necesario por ende el tema de Dios en
la ciencia económica.
BIBLIOGRAFÍA
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ciencias sociales. Editorial Esfinge. México.
GUILLÉN Romo, Héctor (2000) La contrarrevolución neoliberal en México. Primera
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de Economía. Folio. Barcelona. España.
KOSIK, Karel, (1967) Dialéctica de lo concreto. Ed. Grijalbo, México.
SMITH. Adam (1996) La riqueza de las naciones. Tomos I, II y III. Revisión y
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WEBER, Max (varios) Ética protestante y el espíritu del capitalismo. Varias
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ZHENSHENG, Li (2003) Soldado rojo de las noticias. Primera edición en español.
Phaidon. New York. USA.
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