“Pobre México, tan lejos de Dios
y tan cerca de los Estados Unidos”
-Porfirio Díaz-
CARLOS NAHUEL ODDONE
LEONARDO GRANATO
Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo mostrar la posición del gobierno de
México respecto a la eventual conformación de un área de libre comercio en el
continente americano (ALCA) , idea que surge bajo el “paraguas” de la Iniciativa
para las Américas , presentada por el gobierno estadounidense de George Bush
padre.
La aproximación se hace desde lo que se ha denominado “historia actual” , es a
partir de la historia cercana y presente del TLCAN que nos dedicamos a estudiar
el ALCA. Ya han sido muchos los autores que han sostenido que el único punto de
partida es el presente .
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Para entender la postura de México es necesario conocer el modelo económico que
ha incidido de manera fundamental tanto en la economía del país, como en la
actividad empresarial, política y social del mismo. Específicamente, no debe
perderse de vista que la economía mexicana sufrió un cambio estructural a
mediados de la década de los ochenta del siglo pasado que la llevó a
configurarse como una de las más abiertas del mundo y, sin duda, la que mayores
acuerdos de libre comercio tiene establecidos con las naciones del orbe (12
instrumentos con 43 países).
El más importante de éstos es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés) que se constituyó en el epicentro de la
política comercial mexicana y al cual es necesario aproximarse para una mejor
comprensión de las implicancias del libre comercio para el país.
Descripción del trabajo
En el primer apartado se ofrece una somera descripción del proceso de apertura
comercial así como un breve balance de lo que la asociación comercial entre
Canadá, Estados Unidos y México ha significado para este último.
A partir de ello la red de acuerdos de libre comercio firmados con la mayoría de
las economías del continente revistió una estrategia gubernamental que
pretendía, por un lado, complementar el proceso productivo que se gestaría en
México a partir de tales asociaciones y, por el otro, desarrollar el objetivo de
diversificar las relaciones comerciales del país con otras regiones, obtener
mayores volúmenes de comercio y de montos en las transacciones comerciales, así
como incrementar el nivel de vida de la población.
En el segundo punto se presenta una breve descripción del proceso que el
proyecto para un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ha tenido,
enfatizando el compromiso de México con dicho proceso en donde sobresale el
hecho de ser país sede de la Secretaría del ALCA durante el periodo 2003-2005.
De forma sucinta se describen aquellos capítulos en los que México tiene
particular interés, sin ignorar el hecho que con la mayoría de las economías del
Continente se tienen suscritos acuerdos de libre comercio. Ello no debe
interpretarse como un acceso preferencial a los mayores mercados porque, a modo
de ejemplo, la vinculación económica con MERCOSUR, uno de los principales socios
comerciales en América de México, se encuentra en proceso de revisión pues ambas
partes pretenden consolidar una asociación estratégica que incluya la
liberalización del comercio, la inversión y los servicios.
Sin perder de vista que México tiene con Estados Unidos y Canadá una asociación
del tipo de la que pretende alcanzar mediante el ALCA al nivel continental, y la
cual ya tiene más de diez años de existencia, en el tercer capítulo se presentan
las que podrían considerarse ventajas y desventajas del acuerdo hemisférico para
el país.
También es necesario analizar algunos de los temas que no fueron abordados en la
negociación con América del Norte o ciertos desequilibrios que la dinámica
propia del NAFTA y que pueden tomarse como referencia para la posición mexicana
en las negociaciones del ALCA.
Finalmente, a manera de conclusión, se presenta un balance general de la
posición de México frente al ALCA, luego de conocer su estado actual en comercio
exterior, las prioridades en la materia y la fuerte incidencia que la asociación
con Estados Unidos y Canadá tiene para la actividad económica del país, así como
los retos que el país debe afrontar en un entorno internacional de geoespacios
económicos, asociaciones regionales y apertura de sectores de la producción a
escala global.
Aspectos relevantes del comercio exterior mexicano desde la perspectiva de la
integración
El entorno internacional caracterizado por la formación de espacios económicos,
el fin del mundo bipolar y la “revolución informática y tecnológica” ,
particularmente en los procesos productivos, reconfiguraron al comercio
internacional en las postrimerías del siglo XX, motivando al gobierno mexicano a
hacer de la apertura económica el eje sobre el cual se centraría el desarrollo
nacional; y por tanto, su política exterior consecuente. Es justamente con estas
bases que nació el modelo denominado “de desarrollo hacia fuera” .
En este marco, la intensa tradición comercial con Norteamérica, la geografía y
la necesidad de otorgar certidumbre a una asociación que existía de facto,
llevaron a que en 1990 los tres países del área (Canadá, Estados Unidos y
México) iniciaran las negociaciones para establecer una zona de libre comercio
que a la postre se convertiría en la piedra angular de la vinculación comercial
de México con la comunidad internacional. El 17 de diciembre de 1992 se suscribe
el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN o NAFTA), que entra
en vigor el 1 de enero de 1994 .
El acceso preferencial que otorga el TLCAN para la región de América del Norte;
el andamiaje jurídico que constituye; y por tanto la “teórica” certidumbre
jurídica que el mismo implica, ubicaron a México como una puerta de entrada a
dicha región para terceros países . Los costos de producción, la ubicación
geográfica y los estándares de producción de las manufacturas mexicanas,
contribuyeron a ampliar el comercio de México con otras regiones del mundo .
La vinculación comercial internacional continuó y también contemplaba la
asociación con Centro y Sudamérica, zonas de pertenencia cultural y de
influencia recíproca. En 1991 se firma un Acuerdo de Complementación Económica
(ACE) con Chile mismo que entra en vigor en 1992. Debido a que este instrumento
sólo consideraba la liberalización del comercio de bienes y luego del favorable
desempeño que tuvo, ambos países deciden establecer un acuerdo de libre comercio
que incluyera a los servicios, la inversión, la solución de controversias, las
compras gubernamentales y la propiedad intelectual. En 1999 entra en vigor el
TLC México-Chile.
Durante la administración del presidente Ernesto Zedillo (1994/2000) se continúa
y avanza con la suscripción de este tipo de acuerdos, consolidando la estrategia
de integración a la economía mundial.
En 1995 se suscriben TLC’s con: Colombia y Venezuela (Grupo de los Tres); con
Bolivia; y con Costa Rica. En 1998 se suscribe un TLC con Nicaragua; en el 2000
con Israel y la Unión Europea. En el 2000 también se concluyeron las
negociaciones para el establecimiento de un TLC con Guatemala, Honduras y El
Salvador (Triángulo del Norte); de igual manera se finalizaron las negociaciones
para un TLC con los países miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio
(Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza).
En el ámbito multilateral, particular atención merecen tres hechos en la
estrategia mexicana de apertura comercial y de vinculación a la economía
mundial: la membresía en 1993 al Mecanismo de Cooperación Asia-Pacifico (APEC);
el ingreso en 1994 a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE); y la suscripción en el 2000 del Acuerdo de Asociación
Económica, Concertación Política y Cooperación con la Unión Europea que incluye
un Tratado de Libre Comercio.
Impacto económico del TLCAN
Sin embargo, los procesos de integración no pueden ser considerados positivos a
priori La entrada en vigor del TLCAN también ha impactado de manera negativa a
algunos sectores económicos. Prueba de ello es la situación que atraviesa el
sector agropecuario en México. Si bien su principal característica es que en él
se concentra gran parte de la pobreza del país, el abandono de la fuerza laboral
y de su menor contribución al PIB es cada vez más evidente conforme transcurre
el tiempo. A pesar de ello, desde la entrada en vigor del TLCAN, las
exportaciones agropecuarias han crecido 170%, y en 2003 México exportó más de
8.6 mil millones de dólares en este rubro.
Parte de esa fuerza laboral perdida en el campo se ha trasladado al sector
servicios pero en su gran mayoría se ha sumado al sector informal de la economía
que, por cierto, se ha convertido en un fenómeno estructural del comportamiento
económico mexicano. Basta mencionar que en el 2001 el subempleo constituyó 12.5%
del PIB y generó cerca de 12 millones de puestos de trabajo.
En la medida que las relaciones comerciales se profundizan e intensifican, es
natural que surjan controversias. Por ello, un segundo aspecto importante para
evaluar la utilidad del TLCAN es el marco institucional con el que está dotado.
El trabajo diario del Tratado se lleva a cabo en comités y grupos de trabajo
creados dentro de dicho marco institucional. Estos grupos de trabajo están
compuestos por técnicos de los tres países, y tienen mandatos específicos en
función de los sectores que atienden.
Los principales socios comerciales del país realizan esta actividad a través de
acuerdos de libre comercio. Por mencionar sólo algunos ejemplos de lo que estos
instrumentos han significado para las exportaciones e importaciones nacionales
basta decir que desde la entrada en vigor del TLCAN, las exportaciones totales
de México se han triplicado, alcanzando en el 2003 los 165 mil millones de
dólares (esto representa que entre los tres países se comercian U$S 1.2 millones
de dólares por minuto) de ellos, cerca de 147 mil millones son producto de las
ventas a Estados Unidos. En materia de importaciones, previo al TLCAN, el monto
de éstas era de 45 mil millones de dólares, y en la actualidad se sitúan en más
de 105 mil millones de dólares. En resumen, la balanza comercial bilateral pasó
de 98.000 mil millones de dólares a más de 250 mil millones de dólares.
Con la Unión Europea el valor de las exportaciones pasó de 2.788 millones de
dólares en 1993 a 5.591 millones en el 2003; mientras que el de las
importaciones fue de 7.798 millones de dólares a 17.861 millones, durante el
periodo de referencia Con Centroamérica, las exportaciones pasaron de 502 a
1.504 millones de dólares, al tiempo que las importaciones representan 867
millones de dólares cuando antes de suscribir acuerdos preferenciales de
comercio éstas significaban 119 millones. Respecto a América Latina, México
exporta cerca de 4.253 millones de dólares e importa alrededor de 7.432
millones. De este monto, 2.394 millones son destinados a países miembros de la
ALADI, siendo el principal socio el Mercosur y Brasil en específico con 418
millones de dólares. De igual manera, el primer proveedor desde el Mercosur es
Brasil con 3.267 millones de dólares. En el 2004 México y Japón concluyeron las
negociaciones para establecer un Tratado de Libre Comercio con el que se espera
potenciar el comercio bilateral que actualmente asciende a 7.200 millones de
dólares.
Antecedentes y avances en las Negociaciones del ALCA: La participación mexicana
En el año 1990 el Presidente George Bush padre anunció la Iniciativa para las
Américas (IPA) como un punto de apoyo en la lucha comercial con Japón y frente
al constante progreso de la Unión Europea, abriendo una agenda de discusión para
avanzar en la liberalización del comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego .
No obstante la iniciativa propuesta por el Bush padre nos e concretizaría, aún
se debería esperar hasta la propuesta del ALCA en 1994, ya bajo la primera
presidencia de William Clinton. De todas maneras, si bien no logró concretizarse
la IPA constituyó la primera declaración política económica de Estados Unidos
hacia América Latina desde la Alianza para el Progreso de John Kennedy, y al
igual que la propuesta de Kennedy la iniciativa tuvo una reacción favorable en
la subregión .
En la Primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami en el mes de diciembre
de 1994, los Jefes de Estado y el Gobierno de las 34 Naciones democráticas del
Hemisferio Occidental acordaron el establecimiento del ALCA en donde se
eliminaría, progresivamente, las barreras al comercio y a la inversión. Hasta la
fecha, se han celebrado dos Cumbres más: en abril de 1998 en Santiago de Chile y
en abril de 2001 en Québec.
En el marco del ALCA, se han discutido los siguientes temas:
• Preservar y fortalecer la democracia representativa indispensable para la
estabilidad, la paz y el desarrollo de la región.
• Promover la prosperidad a través de la creciente integración económica y el
libre comercio entre los países del Hemisferio, como factores claves para elevar
el nivel de vida, mejorar las condiciones de trabajo de los pueblos de las
Américas y proteger el medio ambiente.
• Establecer un área de libre comercio en la que serán progresivamente
eliminadas las barreras al comercio de bienes y servicios y la inversión,
concluyendo las negociaciones a más tardar en el año 2005 y alcanzando avances
concretos hacia el logro de ese objetivo para el final de este siglo.
• Maximizar la apertura de los mercados mediante altos niveles de disciplina a
través de un acuerdo balanceado y comprensivo.
• Proporcionar oportunidades para facilitar la integración de las economías más
pequeñas en el proceso del ALCA, con el fin de concretar sus oportunidades y
aumentar su nivel de desarrollo.
• Procurar que nuestras políticas ambientales y de liberalización comercial se
apoyen mutuamente, tomando en cuenta los esfuerzos emprendidos por la OMC y
otras organizaciones internacionales.
• Asegurar, de conformidad con nuestras respectivas leyes y reglamentos, la
observancia y promoción de los derechos laborales renovando nuestro compromiso
de respetar las normas fundamentales del trabajo internacionalmente reconocidas,
y reconociendo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es la entidad
competente para establecer y ocuparse de esas normas fundamentales del trabajo .
Cabe destacar que para llevar a cabo las negociaciones se ha establecido un
órgano al nivel ministerial; un Comité de Negociaciones Comerciales (CNC), al
nivel Viceministerial; y doce grupos de trabajo.
En este marco, México participa y se involucra en las negociaciones a través de
funcionarios de la Secretaría de Economía que participan directamente en los
grupos de trabajo o en otras entidades del ALCA, con el apoyo de las restantes
instituciones gubernamentales.
En ciertos casos, dependencias del Ejecutivo Federal hacen partícipe a los
sectores productivos y a la sociedad civil en su conjunto a fin de construir
consensos en los diferentes temas que se exponen y debaten dentro del mismo
proceso de negociación. Es un derecho de estos sectores de la sociedad acercarse
a las diferentes organizaciones industriales, agropecuarias, de servicios, para
dar a conocer sus intereses.
Una modalidad interesante, además de esta vía de consultas se celebran distintos
tipos de seminarios con el fin de propiciar un diálogo constructivo. Asimismo,
México ha reiterado su interés en la celebración de reuniones temáticas, brindó
su apoyo a la realización de la primera reunión temática sobre agricultura en
Sao Paulo, el 25 de junio de 2003; y en la segunda sobre servicios, realizada en
Santiago de Chile.
Por último, otro de los canales de comunicación con la sociedad civil ha sido
las reuniones periódicas de composición abierta y con diálogos directos entre
representantes gubernamentales y representantes de organismos empresariales y no
gubernamentales así como el sector académico.
Durante este proceso negociador, el ALCA ha tenido tres sedes: Miami, de mayo de
1998 a febrero de 2001; Panamá, de marzo de 2001 al 2003; y Puebla del 2003
hasta enero de 2005. México, además de ser sede de la fase final del proceso de
negociación, participa activamente en él sin menoscabo de sus esfuerzos en otros
ámbitos comerciales.
No obstante esta participación del gobierno México en el proceso de negociación
ALCA, la población mexicana se presenta indiferente ante el acuerdo,
persistiendo las preocupaciones de la agenda bilateral con Estados Unidos.
No debe perderse de vista que el debate en México sobre el tema ALCA no ha
alcanzado el mismo nivel que el que puede verificarse en otras regiones de
América (Brasil, Venezuela, Argentina por ejemplo) y ello obedece principalmente
a dos factores: en primer lugar la liberalización comercial de México con un
buen número de naciones americanas; y en segundo, la asociación con Estados
Unidos, primer socio comercial y de inversión, le representa alrededor del 90%
de su comercio exterior.
Ventajas y Desventajas de un ALCA para México
En el primer apartado, observamos la importante actividad comercial de México y
la importancia de dicha actividad comercial para el propio país en particular,
la consolidación de sus TLC´s, ha preparado al gobierno de México para llevar a
cabo el tipo de negociación que estamos abordando en el ALCA
Es cierto que México competiría favorablemente en esos mercados con países como
Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador, Perú, Panamá, República Dominicana y el
grupo CARICOM, que son los países con quienes México no tiene, hasta el momento,
un Tratado de Libre Comercio; ya que, con el ALCA se eliminarían los aranceles
aduaneros, que ahora protegen tanto a los productores internos de esos países
como a los de sus socios comerciales que gozan preferencias comerciales.
Argentina y Brasil, por ejemplo, aplican a México un arancel promedio del 16%
frente a uno del 5% a sus socios . Con un ALCA los productores mexicanos podrán
asimismo competir igualitariamente en las compras del sector público de esos
países. También siendo México el principal inversionista latinoamericano, el
ALCA daría a las empresas de este país la seguridad jurídica necesaria y que
“teóricamente” hoy carecen en algunos países del continente.
En el marco del ALCA, las importaciones de México procedentes de países como
Argentina (país agrario en su mayoría) también se incrementaran; sin embargo es
de considerar que en los productos sensibles el proceso de liberalización
comercial es a largo plazo, y que los productores mexicanos podrán así abrir su
oferta productiva a precios y calidades internacionales, en otras palabras, la
apertura comercial que presenta un ALCA, permitirá a México promover la
inversión en la tecnología y el desarrollo, de manera que sus bienes y servicios
sean competitivos en el mercado internacional, incorporando un mayor valor
nacional a las exportaciones, adicionando a más PYMES a las corrientes de
comercio e inversión y generando empleos mejor remunerados.
No debemos olvidar también que uno de los temas que más controversias ha
generado en el proceso de negociación del ALCA y que ha ocasionado una
“parálisis negociadora” es el de la liberalización en materia agropecuaria. Al
respecto, las mayores divergencias están dadas entre Estados Unidos y Brasil,
las cuales muy probablemente terminen solucionándose en el ámbito multilateral
de la OMC y no en las discusiones hemisféricas.
De todas maneras debemos dejar en claro que en lo referido a la relación con
Estados Unidos: “Es muy diferente la integración entre iguales que la unión
entre el país más poderoso del planeta con un grupo de estados débiles y del
Tercer Mundo. Estados Unidos tiene un PBI 6,3 veces mayor que todos los estados
sudamericanos y más de 5 veces mayor que todos los latinoamericanos. Además de
una abismal brecha científico tecnológica, de infraestructura financiera,
comercial, etc. Según datos de 2000, las tres Américas (Norte, Centro y Sur)
contaban 750 millones de habitantes y tenían un Producto Bruto Interno (PBI)
total de 11 billones de dólares, con un peso relativo de las economías
extremadamente desigual: EE.UU., Brasil, Canadá y México acaparan
respectivamente 75,7%; 6,7%; 5,3% y 3,9% de ese PBI, y los 31 países restantes
el 8,4%. De manera que economías como las de Nicaragua o Haití representan
respectivamente el 0,002 % y el 0,003 % del PBI del continente. Los datos del
PBI en función de la población confirman esa asimetría: EE.UU. está primero con
30.600 dólares por habitante, seguido de Canadá (19.320), Argentina (7.600),
Uruguay (5.900), Brasil (4.420) y México (4.400). En el otro extremo, Nicaragua
y Haití cuentan respectivamente con 430 y 460 dólares por habitante, es decir,
70 veces menos que EE.UU. Valores que expresan tanta desigualdad como los
anteriores jamás pueden constituirse en base para una integración entre iguales”
.
En este orden de ideas, el prof. Rionda Ramírez expresa que: “México es una
nación en vías de desarrollo. El bajo nivel de ingreso comparativo a sus
principales socios comerciales, que se traduce en un mayor grado de
insuficiencia de ahorro nacional, conjugado con déficit perentorios fiscales y
comerciales, así como una de las deudas externas más grandes de las naciones
latinoamericanas (la segunda después de la de Brasil), son otros de los causales
que explican que México observe tasas de inflación más altas que las de sus
socios comerciales” .
El problema de la emigración en la agenda bilateral Estados Unidos- México
De la agenda bilateral México-Estados Unidos, hay dos grandes temas a resolver:
el problema migratorio y el problema ambiental. Por cuestiones espaciales de
este trabajo nos dedicamos a estudiar el primero, pecando con dejar el segundo
de lado. De todas maneras parece ser, por distintas razones entre las que
contamos la propia posición de la potencia hegemónica frente al tema ambiental,
el rechazo a los Protocolos de Kyoto, entre otras, que el tema problema
principal de la agenda bilateral es el tema migratorio , no sin reconocer que
muchas veces estas malas condiciones laborales contribuyen a la problemática
ambiental.
En el marco de estas consideraciones preliminares que estamos haciendo antes del
estudio propiamente dicho de uno de los temas, debemos sostener que ambas
cuestiones están altamente relacionadas con el sistema de producción de maquila
y las particularidades que el mismo genera . La maquila centraliza la industria
en la zona fronteriza binacional donde encontramos las peores condiciones
ambientales y asimismo las peores condiciones de trabajo, también geoespacio
fronterizo donde se produce la penetración mexicana a los Estados Unidos.
El gobierno mexicano parece excusarse en lo que ha denominado “la segunda
articulación de la maquila”, etapa que aún no se ha logrado, caracterizada por
la falta de transferencia de tecnología, la baja inversión en IyD y por no
generar la necesaria transferencia a las industrias locales, familiares o pymes,
pensando que al resolver estas cuestiones se resolverá uno de los mayores
problemas estructurales del relacionamiento Estados Unidos-México.
A lo largo de la historia de la emigración México- Estados Unidos se han
establecido multiplicidad de convenios entre ambos países para regular el flujo
migratorio de mexicanos hacia el vecino país del norte.
Con anterioridad a 1990, los acuerdos migratorios eran en cierta medida
beneficiosos para las crecientes oleadas de inmigrantes mexicanos que prestaban
su fuerza de trabajo. Uno de los programas más importantes y flexibles que se
han implantado es el Programa Bracero (1946-1964) establecido para subsanar las
emergencias debidas a la escasez de mano de obra durante los primeros años de la
Segunda Guerra Mundial (ILSEN, 2002). Este programa se centró principalmente en
la contratación de trabajadores agrícolas temporales mediante la concesión de
permisos de trabajo eventuales, política que permitió una sustancial reducción
de la migración ilegal .
En 1986 el Congreso estadounidense aprobó la Ley para la Reforma y el Control de
la Inmigración normativa que, al favorecer la legalización provocó el aumento de
la población mexicana en ese país durante los años posteriores a su aprobación.
Se estima que a partir de 1987, aproximadamente 1.7 millones de migrantes no
autorizados que habían llegado años antes y 1.3 millones adicionales de
trabajadores agrícolas especiales solicitaron su legalización bajo las
disposiciones de amnistía de dicha ley.
En 1996 aumentan los controles fronterizos bajo la nueva Ley de Reforma de la
Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante que incluía medidas
“filtro” para la obtención de la residencia en Estados Unidos.
A partir de la década de los noventa, las acciones para detener los flujos
migratorios se intensificaron por parte de las autoridades estadounidenses. Esta
década, de entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con el cual se
pretendía la modernización de la base productiva en México, la promoción del
comercio regulado entre Estados Unidos, Canadá y México y el establecimiento de
un cuadro legal propicio para la creación de acuerdos comerciales. Sin embargo,
el Tratado se limitaba a establecer un marco para el libre movimiento de
mercancías y de capital pero no para la mano de obra .
Como consecuencia del TLC se suscitaron cambios en los sistemas de producción y
del mercado laboral mexicanos que todavía no se han traducido en una mejora de
los salarios reales de los mexicanos ni de reducción del desempleo. Como señala
una autora se debe tener en cuenta que las nuevas modalidades migratorias tienen
su origen en las estrategias de reestructuración productiva y flexibilidad que
estos países han seguido. Este proceso se manifiesta, en una creciente
polarización y segmentación de los mercados que estas transformaciones han
generado en el lado estadounidense, así como por la precarización y
empobrecimiento de las condiciones de empleo y reproducción de la fuerza de
trabajo, en el lado mexicano .
La población nacida en México residente en los Estados Unidos aumentó
sistemáticamente desde los años 60. Según datos del Consejo Nacional de
Población, (CONAPO) se estima que el flujo neto anual aumentó de 30 mil
emigrantes por año a lo largo de de los 60, a 360 mil por año durante el segundo
quinquenio de los noventa .
En 1970 el total de mexicanos no nacionalizados en Estados Unidos ascendía 0,8
millones, en 1980 2,2 millones, y 4,3 en 1990. Asimismo los movimientos
migratorios se intensificaron a partir de la década de los noventa, elevándose
el número de mexicanos que se fueron a vivir a los Estados Unidos hasta casi 4.9
millones de personas, cifra que representa el 5.2% del total de la población
mexicana para el año 2000.
Según el CONAPO, en la actualidad cerca de 4 millones de hogares mexicanos
(alrededor de 18% del total) tienen familiares directos en Estados Unidos,
miembros con antecedentes migratorios en Estados Unidos, o bien que reciben
dinero de ese país, además que ésta proporción varía ampliamente según la región
de residencia.
Los Estados que aportan mayor número de emigrantes, son Aguascalientes, Baja
California, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San
Luis Potosí y Zacatecas, todos estos Estados pertenecientes a la zona
tradicional y fronteriza .
En los últimos tiempos, la “urbanización” de la migración como se denomina por
algunos autores, es uno de los fenómenos más notorios en las más recientes
oleadas de flujos migratorios de México a Estados Unidos. En algunos estudios
recientes se plantea que a lo largo de la última década el volumen de emigrantes
de procedencia urbana ha llegado incluso a igualar a los de procedencia rural.
A ésta “urbanización” se atribuyen tres interpretaciones; por un lado se
argumenta que es expresión del proceso de modernización que ha vivido la
sociedad mexicana durante las últimas dos décadas.
Se plantea también que las crisis recurrentes de la economía mexicana de los
ochenta y principios de los noventa, golpearon con mayor rigor a la población de
las ciudades mexicanas, lo que promovió una migración internacional masiva desde
las áreas urbanas. Finalmente se argumenta que la mayor migración ha sido
motivada por los procesos de incorporación de la economía y sociedad mexicanas
al mercado mundial.
A estos procesos de incorporación se atribuyen los principales cambios que han
modificado el modelo de desarrollo del país, los cuales se componen de, el paso
de políticas intervensionistas a la liberalización de la economía como un medio
para orientarla hacia el exterior, dentro de esta liberalización comercial
destaca el TLCAN, las reformas que se plantearon al entrar en vigor este Tratado
incluyeron: la supresión de los controles de precios, la abolición y reducción
de los subsidios, la venta o liquidación de la mayor parte de las empresas del
sector público entre otras; estos procesos de incorporación a la globalización
han tenido efectos directos en la migración México-Estados Unidos.
Otros autores señalan que el modelo de desarrollo económico que México ha
adoptado, orientado fundamentalmente a las exportaciones, ha alterado la
distribución espacial de la economía mexicana, y en contraste con lo que ocurría
en el pasado ha disminuido la oferta de trabajos estables y bien remunerados en
las grandes zonas metropolitanas mexicanas (Roberts, 1998). La volatilidad de
los mercados se ha intensificado con la globalización económica, lo que
indirectamente podría estar promoviendo la migración hacia los Estados Unidos (Yúñez,2000).
De todas maneras debemos tomar en cuenta que, como sostiene Rionda Ramírez: “El
desarrollo urbano mexicano más característicos por la suburbanización y
marginación de las áreas periurbanas de sus grandes ciudades al margen de un
desarrollo industrial desarticulado y desordenado, que responde más a la demanda
de los mercados internacionales que al estómago del mexicano. El problema sigue
siendo estructural y no funcional, debemos encontrar la raíz de nuestros
problemas en el carácter que toma históricamente el reparto económico del orbe
occidental y a la especialización internacional del trabajo que trae consigo el
reparto económico mundial, que establece sus polos de desarrollo, centros
gravitacionales y metropolitanos que van a establecer tanto la direccionalidad
de los flujos migratorios, como la propia distribución espacial de la población
en todo ámbito, de acuerdo a la lógica inherente en la dinámica de acumulación
capitalista actual” .
Conclusiones
La posición de México frente al ALCA podríamos caracterizarla a partir de la
relativa falta de interés de la sociedad civil mexicano y de un relativo interés
por parte del gobierno mexicano.
México, en cuento actor estatal, cuenta con acuerdos de Libre Comercio con la
mayoría de los países de la región, a excepción de los miembros plenos del
Mercosur, pero con quienes se encuentra actualmente en negociación. El Mercosur
es un destino por demás interesantes para las exportaciones de México, pero a su
vez aumenta su autonomía en términos políticos vis-á-vis la creación de un grupo
de “potencias emergentes” latinoamericanas como en la década del setenta.
México tiene garantizado el acceso directo a los mercados americano y
canadiense, y no tiene una economía competitiva con los grandes del Norte, más
aún, su economía se presenta como complementaria y no compite en términos
agrícolas con la norteamericana.
México a partir de los contenidos y forma de negociación del NAFTA ha sentado el
precedente para los futuros mecanismos que se aplicarán en el ALCA. Aún quedan
dos temas importantes sin resolver en el marco del primero: la problemática
ambiental y la problemática migratoria. Presentándose ésta última como un tema
crucial en la agenda bilateral entre Estados Unidos y México, como ha quedado
demostrado en este trabajo.
En términos económicos, necesita pasar a una segunda fase dentro del proceso de
maquila, fase que implica la transferencia directa de tecnología, aumentando los
niveles de cooperación científico tecnológica y de inversión en Investigación y
Desarrollo (I+D).
El escenario ALCA, probablemente no provoque grandes cambios en la economía
mexicana, maximizará sus beneficios, y constituirá un punto más en su estrategia
de desarrollo hacha afuera. No obstante, los costos de no tener un desarrollo
autocentrados pueden ser amplios. El deseo de ser un Estado comerciante o Estado
virtual (como los Estados del Siglo XXI) puede empeñar la verdadera constante
histórica de la globalización: sólo logran un desarrollo sostenible todos
aquellos países que participan de la globalización a partir de procesos
autocentrados y no exo-orientados. Siempre es uno mismo la mayor referencia para
lograr el desarrollo en un mundo verdaderamente global.
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