Martín Carlos Ramales Osorio
(mramales2000@yahoo.com.mx)
Resumen:
Bajo el Porfiriato, el grupo de los científicos, encabezados por el
aristocrático José Yves de Limantour, estaba compuesto por los hombres de
negocios más prominentes. Como secretario de hacienda Limantour creo la
infraestructura productiva y de comunicaciones necesaria para atraer a los
inversionistas extranjeros. Hoy en día, sucede algo similar: el grupo de los
tecnócratas gubernamentales privilegia, y se alía, a inversionistas nacionales y
extranjeros en detrimento del bienestar de obreros y de campesinos.
Palabras clave: Porfiriato, positivistas, científicos, tecnócratas,
capitalismo liberal, capitalismo neoliberal, neoliberalismo, inversiones
extranjeras, comercio exterior, salinato, zedillato, explotación laboral,
oligarcas, minería, maquiladoras, movimiento zapatista, huelgas, globalización.
Este texto fue presentado como ponencia al
Pulsando aquí
puede solicitar que le enviemos el Informe Completo y Actas Oficiales en CD-ROM Si usted participó en este Encuentro, le enviaremos a la vez su certificado en papel oficial. Vea aquí los resúmenes de otros Encuentros Internacionales como éste VEA AQUÍ LOS PRÓXIMOS ENCUENTROS CONVOCADOS
|
LA REALIDAD DEL MÉXICO DE HOY (1983 a la fecha) guarda muchas similitudes
con el México del Porfiriato (28 de noviembre de 1876 a 25 de mayo de 1911).
Bajo el Porfiriato, el grupo de los científicos, encabezados por el
aristocrático José Yves de Limantour, estaba compuesto por los hombres de
negocios más prominentes.
La fuerza política de los científicos se consolidó gracias a la labor de
Limantour, descendiente de franceses y que despreciaba a los indígenas y a los
mestizos, que como secretario de hacienda saneó las finanzas públicas y creó la
infraestructura productiva y de comunicaciones necesaria para atraer a los
inversionistas extranjeros.
Hoy en día, sucede algo similar: el grupo de los tecnócratas, definido en su
momento por Salinas como un grupo compacto y con valores, postgraduados en
prestigiadas universidades norteamericanas (Yale, Harvard, Stanford, Chicago,
Princeton, Massachussetts), proceden de manera similar: privilegiando, y
aliándose, a inversionistas nacionales y extranjeros en detrimento del bienestar
de obreros y de campesinos.
Bajo el Porfiriato, el impulso económico se logró en gran medida gracias a las
inversiones extranjeras y el desarrollo del país se fundamentó en el capitalismo
liberal (Adam Smith et. al.) introducido por los positivistas, mejor conocidos
en las esferas gubernamentales como “los científicos”.
En el México de la postmodernidad, el escaso crecimiento económico descansa en
el comercio exterior y en las inversiones extranjeras, sobre todo en las
directas ya que el financiamiento de la cuenta corriente con inversiones de
cartera culminaron en el “error de diciembre” de 1994. Y la política económica
del país se sustenta en el capitalismo neoliberal (Milton Friedman y tutti
quianti) introducido por “los tecnócratas”, entre los que destaca el actual
secretario de hacienda, don Francisco Gil Díaz, doctor en economía por la
Universidad de Chicago.
En diciembre de 1905, Limantour informaba que por primera vez el país tenía un
superávit comercial de 13 millones de pesos, que el país contaba ya con 16 mil
630 kilómetros de vías férreas y que la red telegráfica ascendía a mil
kilómetros. Asimismo, en ese año la minería mostró un auge extraordinario:
además de los metales preciosos, aumentó la explotación de metales industriales
como el cobre, el plomo y el hierro, la cual sobrepasó la explotación de oro y
de plata. De esa manera, en 1905 México se posicionaba como el quinto productor
mundial de plomo. No obstante, el progreso económico no beneficiaba a las clases
trabajadoras, cuya situación se hacía cada vez más grave; en consecuencia, las
huelgas se generalizaron en distintas industrias del país.
Hoy en día, Vicente Fox, tal cual moderno Limantour, nos informa que tenemos una
economía muy fuerte, que tiene grasa como para aguantar a alguien con ideas
populistas y demagógicas como Andrés Manuel López Obrador. Y quizás en parte
tiene razón, sólo que la grasa que tiene el país hace más ricos a los ricos
(como a Carlos Slim, el empresario consentido del salinato y de las
administraciones neoliberales subsecuentes) pero que no es capaz de aguantar y
de contener a millones de compatriotas que emigran a los Estados Unidos. El
mejor muro que pueden levantar nuestros gobernantes para evitar que muchos de
nuestros compatriotas emigren, es generar empleos bien remunerados. De nada
sirve que el país sea la séptima potencia exportadora si sólo beneficia a unos
cuantos oligarcas.
Bajo el Porfiriato, a pesar de que la producción minera y petrolera tuvo un auge
importante desde 1901 (en ese año la Mexican Petroleum, con pozos en Tamaulipas
y en Veracruz, alcanzó una producción de 10 mil barriles que comenzaron a
exportarse a Estados Unidos, Inglaterra y Holanda. En tanto, los metales
industriales no ferrosos, como el cobre, el plomo, el antimonio, el mercurio y
el zinc, representaron, entre 1900 y 1901, el 90 por ciento de toda la
producción minera; los combustibles, como el carbón y el petróleo, cerca de 9
por ciento; y el hierro y el grafito, alrededor del 1 por ciento) las
condiciones de vida y de trabajo de los obreros eran deplorables: salarios de
hambre, jornadas de 12 horas y discriminación en favor de privilegios a
trabajadores extranjeros.
En este aspecto el parangón es indiscutible entre el México de hoy y el México
del Porfiriato, y nos remite por fuerza a Grupo México y a la tragedia ocurrida
hace unos días en la mina Pasta de Conchos localizada en San Juan Sabinas,
Coahuila: si bien bajo el Porfiriato “los científicos”, primos hermanos de
nuestros modernos “tecnócratas”, crearon la infraestructura productiva y de
comunicaciones que benefició sobre todo a las grandes compañías extranjeras que
explotaban el petróleo, los recursos minerales del país y la mano de obra de
muchos mexicanos, hoy en día la situación es todavía más grave: “los
tecnócratas” se han aliado directamente, ya sea como directivos, consejeros o
accionistas, con los grandes oligarcas industriales y financieros del país.
En 2001, por ejemplo, Luis Téllez Kuenzler (economista egresado del ITAM y
doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachussets, Secretario de Energía
durante el zedillato) era designado consejero del poderoso consorcio Fomento
Empresarial Mexicano, S. A. (FEMSA), cuyo presidente vitalicio es el
aristocrático empresario regiomontano Eugenio Garza Lagüera.
Hoy en día, Luis Téllez Kuenzler aparece vinculado a Grupo México, dueño de la
mina de Pasta de Conchos, y aparece como accionista del Grupo comandado por
Germán Larrea Mota Velasco, que además de presidente del Consejo de
Administración y Director General de Grupo México funge al mismo tiempo como
integrante del Consejo de Administración de Televisa, presidido a su vez por
Emilio Azcárraga Jean.
Pero no solamente Luis Téllez está aliado al poderoso empresario Germán Larrea
Mota Velasco, sino que también aparecen otros ex funcionarios salinistas y
zedillistas: Carlos Ruiz Sacristán (Secretario de Comunicaciones y Transportes
durante el zedillato), Juan Rebolledo Gout (Subsecretario de Relaciones
Exteriores durante el salinato) y Armando Ortega Gómez (Subsecretario de
Comercio Internacional de la Secretaría de Economía, dependencia encargada
precisamente de regular a los consorcios mineros). ¿Casualidad que ex
secretarios y ex subsecretarios de Estado que ocuparon carteras vinculadas al
sector minero aparezcan ahora como accionistas, consejeros o directivos en el
consorcio minero comandado por Mota Velasco? Esto sin olvidar que Luis Téllez
fue el autor intelectual de la reforma salinista al artículo 27 constitucional,
artículo que paradójicamente establece entre otras cosas lo siguiente: “La
Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las
modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio
social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de
apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza
pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado el país y
el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana...”.
En los hechos letra muerta, pues las riquezas del suelo y del subsuelo en vez de
regularse en aras del beneficio social y a fin de mejorar las condiciones de
vida de la población rural y urbana se regulan pero en beneficio de unos cuantos
oligarcas vinculados al poder. Como en los viejos tiempos del Porfiriato, la
explotación de los mineros por parte de Grupo México es atroz: condiciones
infrahumanas de trabajo, ausencia de medidas de seguridad, ausencia de
prestaciones laborales, pago a destajo en jornadas en que el domingo es un día
más y las horas extras como único recurso para ganar un poquito más. El
resultado de esta expoliación para el Grupo minero: ¡ganancias por poco más de
30 mil millones de pesos al año!
Bajo el Porfiriato, la atroz explotación de los mineros por parte de compañías
norteamericanas desencadenó en la famosa Huelga de Cananea. En junio de 1906 los
mineros de la Cananea Consolidated Koper Company integraron la Unión Liberal
Humanidad para exigir a los patrones estadounidenses salario mínimo, reducción
de la jornada labora y eliminación de los privilegios concedidos a los obreros
extranjeros. Ante la negativa de los patrones, estalló la huelga y cuando los
trabajadores intentaron dialogar con los dueños, fueron recibidos a balazos. Los
líderes del movimiento minero (Esteban Baca Calderón, Manuel M. Diéguez y José
María Ibarra, entre otros) estaban vinculados con los magonistas
revolucionarios.
En el México de hoy, el movimiento zapatista, encabezado por el sub comandante
Marcos, pretende convertirse en el portavoz de los reclamos, inquietudes y
demandas de obreros y de campesinos que escasos o ningún beneficio obtienen del
neoliberalismo y de la globalización.
Bajo el Porfiriato, la prensa crítica y de oposición fue severamente perseguida
y reprimida por simplemente denunciar los excesos del régimen porfirista y por
simplemente proclamar que era necesario y urgente mejorar la calidad de vida de
obreros y de campesinos y de realizar reformas sociales que redundaran en
beneficio de los mismos.
Hoy en día, sucede algo similar. El caso más notable, el ocurrido hace algunos
días: la periodista Lydia Cacho escarmentada por el poder económico
(personificado en el empresario textilero Kamel Nacif Borge) aliado y vinculado
al poder político poblano (en este caso personificado en el gobernador Mario
Marín) por haberse atrevido a denunciar los vínculos del empresario textilero
con una red de pederastas que probablemente opera a nivel internacional.
Pero las cosas con Kamel Nacif no empiezan ni terminan ahí. En las maquiladoras
de pantalón de mezclilla de Nacif la explotación laboral es atroz: jornadas
laborales de más de 12 horas diarias y con sobrecarga de trabajo, ausencia de
prestaciones sociales como el IMSS, descuentos por retardos o faltas
injustificadas, prohibición para conformar sindicatos y despidos injustificados
sin indemnización alguna. Pero Nacif es solamente uno de tantos empresarios que
hace descansar sus ganancias en una intensa explotación laboral. En el Valle de
Tehuacán, Puebla, no es el único que recurre a la explotación de sus
trabajadores.
Lo mismo que en Puebla, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala, Yucatán o Campeche,
el empresariado maquilador recurre a dicha práctica a fin de que las firmas para
las que maquilan (Sun Apparel, Gues, Gap, Levi Strauss, Wrangler, Polo Ralph
Lauren, Tommy Hilfiger y Sara Lee, entre otras ) puedan competir en los
encarnizados mercados globales.
Aquellos que se atreven a denunciar la explotación laboral en las maquiladoras,
se arriesgan a ir a la cárcel. Al respecto, destaca el caso del presidente de la
Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, Martín Barrios
Hernández, que fue detenido y encarcelado en la capital poblana acusado de
chantaje por el maquilador Lucio Gil Zárate, cuyas empresas son subcontratadas
por Kamel Nacif. La verdad es que Barrios Hernández ha denunciado en tribunales
laborales a los empresarios maquiladores que violan las garantías
constitucionales de sus empleados.
Durante el Porfiriato sucedía algo similar: jornadas de 12 horas, con sólo 45
minuto para comer, sin derecho a visitas de familiares y con el cobro de
herramientas rotas durante el trabajo fueron las causas de la huelga de 6 mil
obreros de fábricas textiles en Puebla. En pocos días, la huelga se extendió a
Tlaxcala y Veracruz. Intransigentes, los empresarios anunciaron el cierre de
fábricas en 5 estados del país: significaba el desempleo de más de 30 mil
personas.
No obstante, y quizás hoy como durante el Porfiriato, el movimiento obrero no
busca cambios radicales en la economía, la sociedad o la política, sino sólo el
respeto a los derechos humanos y laborales por la vía legal; pero si la ley de
aplica a favor del empresariado y éste no está dispuesto a compartir con los
trabajadores de manera justa sus beneficios se puede acumular mucha tensión
social que puede estallar de manera violenta, tal como sucedió en 1910. Toda
proporción guardada.
Pulsando aquí puede solicitar que
le enviemos el
Informe Completo en CD-ROM |
Los EVEntos están organizados por el grupo eumed●net de la Universidad de Málaga con el fin de fomentar la crítica de la ciencia económica y la participación creativa más abierta de académicos de España y Latinoamérica.
La organización de estos EVEntos no tiene fines de lucro. Los beneficios (si los hubiere) se destinarán al mantenimiento y desarrollo del sitio web EMVI.
Ver también Cómo colaborar con este sitio web