Clemente Arturo Corrales Montaño.
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE MAZATLÁN, SINALOA, MÉXICO.
- Noosfera.
- Breve Reseña
I. ECONOMÍA POLÍTICA O CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍITICA
I.1. Signo, Idea y economía política.
I.2. Economía Política o Teoría Económica.
II. Modo De Producción Capitalista Y Capitalismo o Formación
Económico-Social Capitalista.
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PROLOGO.
Los avances de los instrumentos de observación en las ciencias naturales o
ciencias “duras”, han conducido al desarrollo de lo que se ha dado en llamar
ciencia de lo Complejo. Cómo un ejemplo tenemos los avances de la óptica
aplicada a los microscopios electrónicos, por medio de los que se ha demostrado
que el átomo no es la partícula más pequeña del universo. He ahí el origen de la
crisis de la teoría de Einstein. Hoy se conocen los quazars, los pulzars y los
hoyos negros, como elementos integrantes del universo.
A medida que se ha profundizado en el estudio de la realidad natural, nos hemos
ido dando cuenta de que es compleja, demasiado compleja para ser captada desde
nuestros métodos clásicos simples. Lo mismo nos ocurre en la denominada ciencia
económica. La realidad es tan compleja que no podemos abarcarla desde los
métodos y concepciones al uso y mucho menos desde la óptica de una Teoría
Económica Autista y que padece el síndrome de Alz Heimer, es decir, alejada de
la realidad, encerada en sí misma y desmemoriada, o sea, que se la va el rollo.
Lo que aquí se propone es aprovechar esa experiencia en las diferentes
disciplinas, y provocar un diálogo entre ellas, es decir, a través de ellas, de
ahí lo de denotar a estas Ciencias del Hombre, para hacer progresar a la Ciencia
Económica en su ardua tarea de comprender, explicar e incluso predecir y
orientar la realidad económica, en sus diversos niveles
Para esta aventura, partiremos de la precisión de algunas ideas, pues la
intención es hacer una reflexión colectiva.
INTRODUCCIÓN.
ECONOMÍA Y TRANSDISCIPLINARIEDAD.
Desde sus orígenes, la ciencia económica se ha enfrentado al dilema de definir
su objeto de estudio en términos universalistas o historizados y de sus
relaciones con otros ámbitos de lo social, es decir, se ha debatido entre la
validez universal y eterna o la especificidad temporal y espacial de las teorías
económicas y de su autosuficiencia para explicar los fenómenos económicos, o si
requiere de una visión distinta de totalidad, considerando su articulación con
aspectos bio-antropo-socio-políticos.
Trataré de hacer un intento de esa operación:
En primer lugar, considero necesario hacer mención del medio que estoy
utilizando para darme a entender con ustedes: el lenguaje:
“ El lenguaje es el disco giratorio esencial entre lo biológico, lo humano, lo
cultural y lo social. El lenguaje es una parte de la totalidad humana, pero la
totalidad humana se encuentra contenida en el lenguaje... Nuestro lenguaje es de
doble articulación, pues las frases son analizables en elementos sonoros
(fonemas) desprovistos de significación, los cuales son asociados en entidades
provistas de un sentido (palabras). El sentido de la palabra es definido en
parte por su contexto, es decir, por la frase en la que se inscribe.”
En este sentido, voy a tratar de asociar mis palabras, con la finalidad de
darles a entender cuál es el contexto social en que, según mi opinión, se
encuentra la denominada ciencia económica.
La Noosfera.
Toda sociedad humana engendra su noosfera, es decir, esfera de las cosas de la
mente, saberes, creencias, mitos, leyendas ideas, en la que los seres nacidos de
la mente, genios, dioses, han tomado vida a partir de la creencia y la fe.
Las entidades de la noosfera se reproducen en las mentes vía la educación y se
propagan por medio del proselitismo. Los dioses son emergencias del pensamiento
mitológico. Las ideas se forman a partir del pensamiento racional, pero sólo
adquieren vida cuando, de forma clandestina, resultan dotadas de virtudes
providenciales. A partir de ahí adquieren un poder mayor que los hechos a los
cuales parecen referirse.
Cuando menciono la expresión transdisciplinariedad, hago referencia a la
necesidad ineludible del diálogo de saberes que se requieren para el análisis de
una disciplina tan compleja como la ciencia económica y aún más a la teoría
económica.
Vivimos en una era planetaria, que algunos autores remontan su génesis al
descubrimiento de América, en el siglo XV y otros a partir de 1989, con la caída
del Muro de Berlín. Esta planetarización, al parecer, está propulsada por una
tensión contradictoria y complementaria entre dos hélices. La primera se
desarrolla, en y por la violencia, la destrucción el esclavismo y la explotación
de las Américas y África. Esta primera hélice tiene dentro un cuatrimotor:
ciencia, técnica, industria e interés económico y la segunda hélice integrada
por las ideas humanistas y emancipadoras del hombre.
BREVE RESEÑA.
Las contradicciones sociales, denominada por Marx “lucha de clases”, han marcado
el rumbo de la historia, que no tiene una tendencia lineal, sino que es cíclica
y aleatoria.
Con la intención de ser lo más ilustrativo posible, haré referencia a los
últimos tres siglos.
La Revolución Francesa de 1789, marca el punto de partida de la transición de la
Monarquía a la democracia y del Feudalismo al Capitalismo. Lo que pareciera ser
un movimiento predominantemente político, juega un papel estelar en las
relaciones económicas de esa época.
La consolidación del Estado-nación, y por este medio de la reglamentación de las
relaciones obrero patronales, ha sido el elemento catalizador del capitalismo y
con la revolución keynesiana, y su política de Estado Benefactor, por medio de
la generación de demanda efectiva, ha funcionado como un elemento que
contrarresta la tendencia de la tasa media de ganancia a disminuir.
La correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo han influido sobre el
objeto de estudio de la ciencia económica. El ascenso del movimiento obrero
vinculado al marxismo en el siglo XIX fue determinante para el abandono de la
perspectiva de la economía política clásica. El desprecio o abandono del trabajo
como categoría económica central del análisis económico, por parte de los
marginalistas y neoclásicos, influyó en el ascenso de los partidos y de las
organizaciones obreras.
La Gran Depresión de 1929-33, demostró que el argumento tan socorrido de la mano
invisible, de Adam Smith y la Ley de los Mercados de Jean Baptista Say, llevan
implícita una enorme tara ideológica , en tanto que son el continente o soporte
teórico de la mal denominada ciencia económica, reconceptualizada por George
Soros como Fundamentalismo de Mercado o por algunos autores como Teoría
Económica Autista, por su alejamiento de la realidad y por encerrarse en sí
misma.
La crisis económica de esa época, requirió de una revolución del pensamiento
económico y surgió el keynesianismo, que reconoce que el sistema económico no se
autorregula automáticamente, sino que requiere de un elemento extraeconómico
generador de demanda efectiva, mismo argumento que utiliza George Soros para
explicar la solución a las crisis financieras generadas en Asia.
Con la política económica conocida como Estado del Bienestar, basada en el gasto
público, propuesto por John Maynard Keynes, se vive lo que se conoce como la
época dorada del capitalismo: 1945-70. Con la crisis del Estado del Bienestar,
por el supuesto monopolio del Banco Central de la emisión de circulante y por
tanto causante principal de la inflación y de la crisis económica, resurgen los
neoclásicos, esta vez vestidos de neoliberales, que proponen la jibarización del
Estado en la economía y, otra vez, el abandono del sistema económico a las
fuerzas del mercado. Como se ve, esta ciencia económica no es ni siquiera capaz
de aprender de sus errores, por lo que podríamos decir que además de autista,
padece del mal de Alz Heimer, es decir, se le va el rollo.
A partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, icono de la llamada crisis
mortal del socialismo realmente existente, los ideólogos del capitalismo, que
surge con la mercantilización de las relaciones sociales, comandados por las
empresas transnacionales y sus corifeos del Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, han pretendido la socialización global de las relaciones
mercantiles, a partir de consideraciones como El Fin de la Historia, de Francis
Fukuyama o Un Futuro Perfecto de Micklethwait y Wooldridge.
De la misma manera, la agudización de los conflictos sociales en Europa
occidental y en Estados Unidos, desde finales de los sesenta; la derrota de las
fuerzas aliadas de los movimientos obreros y la llegada del neoliberalismo al
poder de los Estados, son parte de la explicación actual de su importancia en
políticas económicas y en la academia.
La hegemonía de un marco teórico económico dominante, también tiene que ver con
las políticas que inspira. Hacia finales de los años 20’s y principios de los
30’s, la economía neoclásica ya no era un instrumento eficiente para explicar y
guiar las políticas económicas en sociedades en las que los monopolios eran
comunes y la fuerza de los sindicatos imponía regulaciones, salarios o empleo
fuera de las consideraciones de la productividad marginal.
El neoliberalismo aparece en los 80’s como corriente triunfante en el mundo. Las
políticas económicas neoliberales si han permitido disminuir la inflación, pero
se han asociado con problemas de crecimiento, distribución del ingreso o
desempleo.
Ante la amplia difusión del paradigma del equilibrio o Teoría Económica
dominante, es necesario recordar un debate, que parece haber sido olvidado, y
que nos puede permitir analizar el proceso de conocimiento del conocimiento de
la ciencia económica, mediante las reflexiones realizadas desde el paradigma del
conflicto, erróneamente denominado economía política.
I. ECONOMÍA POLÍTICA O CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍITICA
I.1. SIGNO, IDEA Y ECONOMÍA POLÍTICA.
Por signo entendemos, según el Diccionario de la Real Academia Española, la
representación material de una cosa, figura, dibujo o sonido que tiene un
carácter convencional. Y por idea: la representación de una cosa en la mente.
Saussure, en efecto, definió el signo lingüístico como una entidad compuesta de
dos partes, una «unidad de dos caras», el significante y el significado, y
estableció, como axioma de la nueva ciencia la naturaleza arbitraria,
institucional, de la conexión entre ambos componentes del signo lingüístico.
Si bien es cierto que la lingüística moderna ha establecido la convencionalidad
de los lenguajes, la expresión Economía Política ha sido precedida de una
connotación ideológica que la asocia a expresiones como socialismo o comunismo,
cuando en realidad, y a decir de Smith y Ricardo y muchos otros autores, se
trata de todo lo contrario. De esto se deduce que existe una contradicción entre
su sentido semántico (significación) y su sentido epistemológico y una
aberración entre el signo y su significante (manifestación fónica) y su
significado o contenido temático. Esta expresión es un tipo de metáfora, pues en
lugar de su significado real, se le da un sentido apelativo con la pretensión,
al parecer, de influir en el receptor.
Barry Barnes, en su obra sobre Thomas Kuhn, comenta:
" El descubrimiento de los pulsares fue un proceso de cambio cognoscitivo, que
se inició dentro de un pequeño grupo de científicos. Esta es la pauta típica.
Por claras que sean las comunicaciones de la naturaleza, no están codificadas en
nuestro lenguaje: la naturaleza no se describe a sí misma. Somos nosotros
quienes le infundimos significado a sus mensajes determinando cómo deben
amoldarse a los conceptos y creencias vigentes y hasta donde nuestros conceptos
y creencias del momento deben modificarse y extenderse para acomodar estos
mensajes. Dicho de otro modo, no hay diferencia pertinente entre conceptos
"teóricos y fácticos" en la ciencia: ambas clases de conceptos son invenciones
nuestras - "estrella" y "pulsar" tanto como "flogisto" y "oxigeno". Y de esto se
desprende que descubrir" las entidades correspondientes, de cualquier clase,
entraña procesos de reorientación cognoscitiva.”
En su libro, “Las palabras y las Cosas, Michel Foucault comenta:
“ En la época clásica , no existía la vida, ni la ciencia de la vida, ni tampoco
la filología. Pero si una historia natural y una gramática general. Asimismo,
tampoco existía una economía política, ya que, en el orden del saber, no existe
la producción. A la inversa, en los siglos XVII y XVIII existe una noción que ha
seguido siéndonos familiar, aunque haya perdido para nosotros su precisión
esencial… Este dominio, suelo y objeto de la “economía” durante la época clásica
(de mediados del siglo XVII a principios del siglo XIX), es el de la riqueza,..
Así pues, hay que evitar una lectura retrospectiva que sólo prestaría al
análisis clásico de las riquezas la unidad ulterior de una economía política en
vías de constituirse a ciegas. Sin embargo, los historiadores de las ideas
tienen la costumbre de restituir de este modo el nacimiento enigmático de este
saber… Suponen una economía científica a la que una problemática puramente moral
del provecho y de la renta (teoría del precio justo, justificación o condenación
del interés) había convertido en imposible“,
Después de analizar las aportaciones teóricas del mercantilismo y de los
fisiócratas, Foucault concluye:
“ Y así, formada por piezas y trozos, la economía política plantearía
silenciosamente sus temas esenciales, hasta el momento en que, retomando en un
sentido distinto el análisis de la producción, Adam Smith sacara a la luz el
proceso de la creciente división social del trabajo, Ricardo
el papel desempeñado por el capital, J. B. Say algunas de las leyes
fundamentales de la economía de mercado. Desde entonces, habría empezado a
existir la economía política con su objeto propio y su coherencia interior”.
En esta misma obra, Foucault afirma que:
“…saber consiste en referir el lenguaje al lenguaje; en restituir la gran
planicie uniforme de las palabras y de las cosas. Hacer hablar a todo …Lo propio
del saber no es ni ver ni demostrar, sino interpretar… El lenguaje lleva en si
mismo su principio interior de proliferación. [“Hay más que hacer interpretando
las interpretaciones que interpretando las cosas; y más libros sobre libros que
sobre cualquier otro tema; lo único que hacemos es entreglosarnos]”.
En el capítulo III de esta misma obra, Foucault analiza las transformaciones del
lenguaje y por tanto del saber:
“ A principios del siglo XVII el pensamiento deja de moverse dentro del elemento
de la semejanza. La similitud no es ya la forma del saber, sino más bien la
ocasión del error, el peligro al que uno se expone cuando no se examina el lugar
mal iluminado de las confusiones. [“Es un hábito frecuente -dice Descartes en
las primeras líneas de las Regulae -, cuando se han descubierto algunas
semejanzas entre dos cosas, al atribuir a una y a otra, aún en aquellos puntos
en que de hecho son diferentes, lo que se ha reconocido como cierto sólo una de
las dos”]. La época de lo semejante está en vías de cerrarse sobre sí misma. No
deja, detrás de sí, más que juegos. Juegos cuyos poderes de encantamiento surgen
de este nuevo parentesco entre la semejanza y la ilusión; por todas partes se
dibujan las quimeras de la similitud, pero se sabe que son quimeras; es el
tiempo en el que las metáforas, las comparaciones y las alegorías definen el
espacio poético del lenguaje… De ahora en adelante, se olvidarán las bellas
figuras rigurosas y obligatorias de la similitud. Y se tendrá a los signos que
las marcaban por ensueños y encantos de un saber que no llegaba aún a ser
racional”.
En 1620, Francis Bacon publicó su obra Novum Organum y en ella hace una crítica
a la semejanza, en donde analiza los tipos de espíritu y las formas de ilusión a
los que pueden estar sujetos. Con respecto a los espíritus, hace una
clasificación: Muestra que las ilusiones centellean ante los ojos, se desvanecen
cuando uno se acerca y se recomponen en un instante un poco más lejos. Son
ídolos. Los ídolos de la caverna y los del teatro nos hacen creer que las cosas
se asemejan a lo que hemos aprendido y a las teorías en que hemos sido formados;
otros ídolos nos hacen creer que las cosas se asemejan entre sí. El espíritu
humano se inclina naturalmente a suponer en las cosas un orden y una semejanza
mayores de los que en ellas se encuentran, y en tanto que la naturaleza está
llena de excepciones y diferencias, el espíritu ve por doquier armonía, acuerdo
y similitud. De allí, esa ficción acerca de que todos los cuerpos celestes
describen, en su movimiento, círculos perfectos. Tales son los ídolos de la
tribu, ficciones espontáneas del espíritu. A ellos se agregan las confusiones
del lenguaje: un mismo y único nombre se aplica indiferentemente a cosas que no
son de la misma naturaleza. Son los ídolos del foro. Sólo la prudencia del
espíritu puede disiparlos, si renuncia a su prisa y a su ligereza natural para
hacerse penetrante y percibir finalmente las diferencias propias de la
naturaleza”.
Morin interpreta estas aportaciones de Bacon de la siguiente manera:
“ Bacon vio que el conocimiento podía ser influido inconscientemente por los
ídolos de la tribu (propios de la sociedad), los ídolos de la
caverna (propios de la educación), los ídolos del forum (nacidos de las
ilusiones del lenguaje), los ídolos del teatro (nacidos de las tradiciones). En
efecto, tradición, educación, lenguaje son los constituyentes nucleares de la
cultura y juntos forman los ídolos de la sociedad (tribu)”.
Las referencias anteriores nos demuestran que lo que sucede actualmente con la
deformada expresión economía política, pudiera ser explicado por el efecto de
los ídolos del foro, es decir, las confusiones del lenguaje, al utilizar un
mismo nombre para cosas que no son de la misma naturaleza y por los ídolos de la
caverna, propios de la educación, por haber sido domesticados y estar “educando”
a las nuevas generaciones con alegorías, por no coincidir las temáticas
seleccionadas con sus contenidos reales.
Joan Robinson, en una de sus obras menos conocidas, pero no por ello menos
importante, clasifica a los economistas en académicos y marxistas, y comenta:
“ Los académicos ni siquiera pretendían comprender a Marx Parecíame a mi que,
aparte del prejuicio, para ellos constituían una barrera a sus hábitos
metafísicos de pensamiento del siglo diecinueve, ajenos a una generación educada
para investigar el significado del significado. Por consiguiente, traté de
traducir los conceptos de Marx en un lenguaje comprensible para el académico”.
El objetivo de este ensayo es percibir esas diferencias mediante la prudencia
del espíritu, renunciando a la prisa y a la ligereza, tratando de interpretar el
significado de los planteamientos marxistas, sin deformarlos, es decir, sin
prisa, pero sin pausa.
ECONOMÍA POLÍTICA O TEORÍA ECONÓMICA.
Cotidianamente, y de una manera por demás irreflexiva, al denominado paradigma
del conflicto, aquí propuesto como Teoría Económica de la Complejidad y las
Crisis, o Teoría del Ciclo Económico y las Crisis, entiéndase Teoría Económica
Marxista, se le denomina Economía Política. Este infortunio se reproduce de tal
manera que llega a poner en duda mis lecturas al respecto, y esta es la razón de
las siguientes líneas.
“ Señor: La economía Política reducida a un sistema práctico bien combinado, y
sostenido con vigor, es el objeto principal del poder de un ministerio celoso y
amante del bien universal; por consiguiente lo ha de ser de su protección la
investigación de los principios en que aquel sistema se funda, como que es la
ciencia que dirige con sus luces sus aciertos: esta es la obra del Dr. Adam
Smith.”
En esta misma edición, 1985, en el prólogo del traductor, se afirma:
“ De los intereses religiosos y morales tratan las Ciencias sublimes, que no son
del asunto de nuestra Obra; de los puramente civiles habla la Economía Política
y esta es el objeto de nuestra investigación.
No sé si acertaré a explicar la idea que he concebido distinta de la que
vulgarmente suele formarse de esta Economía Política. Por lo común se considera
como cierta cualidad oculta que habilita a unos hombre más que a otros para el
manejo de los intereses públicos y privados, a que suele darse el misterioso
título de don de gobierno, talento, genio industrioso y otros nombres alusivos a
aquella expedición que suele producir en unos mejores efectos que en otros,
tanto en sus negociaciones domésticas como en los reglamentos públicos dirigidos
a que en la sociedad reine la abundancia, el decoro y la conveniencia. Los que
no pueden dar una razón ulterior de estos aciertos se contentan con expresar su
confusa idea con el nombre de Tino Gubernativo, con que caracterizan al que
logra un éxito feliz en el manejo de aquellos intereses: conocen que sin aquel
espíritu económico no puede haber Magistrado, Cabeza de pueblo, ni Jefe de
sociedad capaz de conducirla a su prosperidad, ni aún padres de familia que
puedan traer al seno de la suya aquella frugalidad y parsimonia que la ha de
hacer dichosa en su condición y estado respectivo. Otros, parando su
consideración en lo mecánico, puramente conocen la Economía por sus efectos más
palpables, pero grosera y superficialmente, esto es, advierten, porque no pueden
menos, aquel orden establecido de hecho en la sociedad de los hombres, en que
cada uno procura manejar sus negocios de modo que le rindan mayores utilidades…
últimamente que los más aplicados y expertos procuran mejorar las artes,
inventan medios que faciliten y perfeccionen sus obras, y hacen todos sus
esfuerzos por sacar mayor ganancia con menor trabajo. Todo esto entienden por
Economía, y sin duda es en distintos conceptos objeto y efecto de ella; pero no
pasan al conocimiento de sus causas, a la indagación de sus principios, ni a la
consideración de sus conexiones, relaciones, orden y consecuencias, y aunque son
muchos los que hablan de Economía, son muy pocos los que se halan capaces de
darle una recta definición.”
David Ricardo, publica en 1817 su obra cumbre: Principios de Economía
Política y Tributación, en ella afirma:
“ El producto de la tierra –todo lo que se obtiene de su superficie mediante la
aplicación aunada del trabajo, de la maquinaria y del capital- se reparte entre
tres clases de la comunidad, a saber: el propietario de la tierra, el dueño de
su capital productivo para su cultivo, y los trabajadores por cuya actividad se
cultiva…. La determinación de las leyes que rigen esta distribución es el
problema primordial de la Economía Política. “
Con respecto a la ley de la Oferta y la Demanda o ley de los Mercados de
Say, Ricardo afirma:
“ Es el costo de producción el que debe regular en último término, el precio de
las mercancías y no, como se ha dicho a menudo, la proporción entre la oferta y
la demanda: la proporción entre la oferta y la demanda puede por un tiempo,
ciertamente, afectar el valor de mercado de una mercancía, hasta que esta sea
suministrada con mayor o menor abundancia, conforme la demanda pueda haber
aumentado o disminuido; pero este efecto sólo será de duración temporal… La
opinión de que el precio de las mercancías depende solamente de la proporción
entre oferta y demanda, o entre demanda y oferta, ha venido a ser casi un axioma
en la Economía Política, y ha sido fuente de muchos errores en dicha ciencia.”
Al final del capítulo XXX, Ricardo hace algunas importantes precisiones:
“ Los bienes que están monopolizados por un individuo o por una compañía, varían
de acuerdo con la ley que Lord Lauderdale ha establecido: bajan en la proporción
en que los vendedores aumentan su cantidad y suben en proporción a la avidez con
que los compradores los adquieren; su precio no tiene conexión necesaria con su
valor natural: pero los precios de los bienes que están sujetos a competencia ,
y cuya cantidad puede aumentar en cualquier grado moderado, dependerán, en
último término, no del estado de la demanda y de la oferta, sino del costo
aumentado o disminuido de su producción.”
En 1827, Thomas Robert Malthus publicó “Definiciones en Política Económica”. En
el prefacio afirmaba que “una de las principales causas de las notorias
diferencias de opinión entre los estudiosos de la economía política puede
remontarse a los diferentes significados con que los mismos conceptos han sido
usados por diferentes autores. En el primer capítulo daba cuatro reglas:
primera: cuando empleamos términos que aparecen cada día en la conversación
corriente de las personas cultas, debemos definirlos y aplicarlos de manera que
concuerden con el sentido en que son comprendidos en ese uso ordinario que se
hace de ellos; Segunda: en los casos en que no quepa proceder así, la siguiente
autoridad mayor es la de algunos de los más renombrados autores que hayan
escrito sobre la ciencia, en particular si a uno de ellos se le considera el
principal fundador de ella; Tercera: los cambios de términos o definiciones
deben hacerse sólo cuando sea necesario y útil. Un cambio, que de por sí es
siempre perjudicial, sólo se justifica por su máxima utilidad tomada en el
sentido más amplio; Cuarta: que cualquier nueva definición que se adopte debe
ser congruente con aquellas a las que se permite permanecer, y que los mismos
términos deberían aplicarse siempre en el mismo sentido, salvo cuando la
costumbre inveterada ha establecido diferentes significados de la misma palabra,
en cuyo caso el sentido con que se emplea, si no está señalado por el contexto,
debe ser especificado”
Nassau W. Señor, profesor de economía política en la Universidad de
Oxford, publicó en 1836 su Political Economy y opinaba que:
“ Si los economistas se hubieran enterado de que la ciencia se basa más en la
razón que en la observación, y de que su principal dificultad no estriba en la
averiguación de sus hechos sino en el uso de sus términos, no nos cabe duda de
que hubieran dirigido sus principales esfuerzos a la selección y al uso
coherente de una nomenclatura correcta”.
En su obra “Sobre la Libertad”, publicada en 1859, John Stuart Mill afirma:
“ En la provincia de la economía política, los asuntos y las relaciones de la
vida se constituyen principalmente sobre la base de la propiedad y la
competencia privada”.
Henry Moore, uno de los iniciadores de la economía cuantitativa, a partir
del embrollo lingüístico alrededor de la palabra competencia, opinaba:
“ Los términos económicos, en su desarrollo histórico, parecen pasar por una
serie de etapas que, sin pretensión de rigidez, pueden ser descrita así:
primero, no se ofrece ninguna definición sino que se da por sentado que todo el
mundo tiene una idea lo bastante clara de la materia que hace que toda
definición sea innecesaria; segundo, se intenta dar una definición y se
encuentran un número excepcional de formas; tercero, con el continuo aumento de
datos, cambia la relativa importancia de las diversas formas, se introduce la
confusión en la discusión, y la logomaquia [ ] pasa a ocupar el puesto de la
investigación constructiva; cuarto, se efectúa una clasificación completa de las
formas que abarcaba el término original y se investigan problemas con referencia
a estas clases. La vaguedad desconcertante de la teoría económica se debe en
gran parte a que los términos usados están en todas estas etapas de desarrollo”.
Al final de la introducción de su obra “Semántica Económica”, Fritz Machlup
afirma:
“ Sabemos la diferencia entre necesario y suficiente. La clarificación semántica
es necesaria pero no puede ser suficiente en la búsqueda de conocimientos
mejores”.
Evidentemente que estos puntos de vista pudieran parecernos obsoletos,
por la época en que se editaron, pero veamos a nuestros destacados economistas
contemporáneos.
En su obra “Desarrollo contra Equilibrio”, Ugo Pipitone comenta:
“ .Los términos de la realidad y los términos en que esa realidad se refleja en
la conciencia, representan la base que condiciona y determina cada estructura de
pensamiento. Lo que vale para la economía vale para cualquier otra ciencia”.
Stanley Fischer, vice presidente de Economía del Desarrollo y economista jefe
del Banco Mundial de 1988 a 1990; Director del Departamento de Economía del
Instituto Tecnológico de Massachussets, ex director del Fondo Monetario
Internacional, 1994 – 2001 y actualmente gobernador del Banco Central de Israel
y Rudiger Dornbusch, asesor del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y maestro
de Pedro Aspe Armella, en su mundialmente conocida obra: Economía, comentan:
“ La economía solía llamarse economía política porque los economistas se
dedicaban sobre todo a analizar los efectos de las medidas gubernamentales
reales y propuestas. Los economistas suelen ser, además, los que realizan la
triste pero importante misión de recordar a los políticos que los recursos son
escasos.”
En esta misma obra, los autores reconocen que existen fallas en el mercado, por
lo que se requiere la regulación económica:
“ Los precios constituyen el mecanismo central de asignación en una economía de
mercado. Guían las elecciones de los consumidores entre los distintos bienes y
la asignación de los recursos entre los diferentes sectores. Por lo que se
refiere a la demanda, los precios competitivos reflejan la valoración que dan
los consumidores a una unidad adicional de los bienes. Por lo que se refiere a
la producción, reflejan el costo marginal que tiene una unidad adicional de los
bienes para los productores y la sociedad en su conjunto. .. la competencia
perfecta da lugar a una asignación óptima de los recursos, ya que en todos los
mercados los costos y los beneficios se igualan en el margen.
Pero, es posible, desde luego, que los precios, aunque vacíen el mercado, no
reflejen la valoración marginal de los consumidores o el costo de una unidad
adicional de los productos. En este caso hay un fallo en el mercado que da lugar
a una asignación ineficiente de los recursos. Los argumentos económicos a favor
de la regulación se basan en una o más de ls siguientes fuentes de fallos: El
poder de Monopolio, pues lleva a restringir la producción ya que los vendedores
obtienen más beneficios elevando los precios por encima de los niveles
competitivos; Las Externalidades: algunas actividades relacionadas con la
producción o con el consumo imponen directamente costos o beneficios a los
consumidores o a empresas no involucradas directamente, y La Información
Imperfecta: uno de los supuestos en que se basa el modelo de la competencia
perfecta es que los compradores y los vendedores saben todo lo que necesitan
saber para buscar su propio interés. Desgraciadamente, este supuesto puede ser
falso. Los compradores pueden no ser conscientes de los riesgos que entrañan
ciertos productos y los vendedores tienen escasos incentivos para informarles a
ellos.
El término industria regulada suele evocar servicios públicos como las compañías
de electricidad y teléfonos. Estas industria y otras están sujetas a la
regulación económica , en el sentido de que los organismos públicos fijan sus
precios y establecen con frecuencia quién puede vender cada cosa.. Pero incluso
aunque la mayoría de las industrias no estén reguladas de esta forma, no es
exagerado decir que en Estados Unidos (y en casi todas las demás economías de
mercado desarrolladas) todas las industrias están reguladas.”
En lo referente al tan mencionado axioma de la ley de la oferta y la demanda,
estos autores opinan que:
“ En el presente capítulo veremos cómo determinan los compradores y los
vendedores en el mercado la cantidad de bienes y servicios que se producen y se
venden, así como su precio…. El mercado es cualquier conjunto de mecanismos
mediante los cuales los compradores y los vendedores de un bien entran en
contacto para comerciarlo. A pesar de estas diferencias aparentes, todos los
mercados tienen un núcleo económico básico común. El modelo de oferta y demanda
simplifica la realidad fijándose en estos rasgos clave.”
Con respecto a la utilidad, categoría básica de la Teoría Subjetiva del Valor
o Teoría de la Utilidad Marginal, opinan que:
“ En el siglo XIX algunos economistas creían que existe un indicador numérico
definido de la felicidad o utilidad de cada persona. En este apartado suponemos,
para mayor sencillez, que tenían razón y, por tanto, que cada consumidor tiene,
dentro de su cabeza, un medidor de la utilidad que mide lo feliz que es. Según
este modelo de la conducta de los consumidores, cada consumidor demanda la
cantidad de todos los bienes y servicios que maximizan su utilidad, dados los
límites que impone su renta”
Considerando este supuesto simplificador y vulgarizante, de la felicidad
individual, se pretende establecer el axioma básico de la utilidad marginal,
fundamento de la teoría económica neoclásica o marginalista, al parecer
rescatando la mano invisible de Adam Smith, a pesar de su demostrada
inexistencia.
II.- MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA Y CAPITALISMO O FORMACIÓN ECONÓMICO-SOCIAL
CAPITALISTA.
Desde el prólogo a la primera edición alemana de El Capital, Marx deja muy en
claro su objeto de estudio y sus pretensiones:
“ En Esta obra yo estudio el modo de producción capitalista y las relaciones de
producción y circulación que le corresponden… No hablamos aquí del desarrollo
más o menos completo de los antagonismos sociales que engendran las leyes
naturales de la producción capitalista, sino de las leyes mismas, de las
tendencias que se manifiestan y realizan con férrea necesidad. “
Comúnmente la expresión capitalismo va asociada a Marx, más sin embargo fue
acuñada por un contemporáneo suyo: Werner Sombart, mismo que, en su tiempo,
consideró a los judíos como los representantes del “espíritu del capitalismo”,
expresión retomada posteriormente por Max Weber. La expresión propia de Marx es
Modo de Producción Capitalista, entendido este como un modelo teórico abstracto,
una idealidad, esto es, una idea o conjunto de ideas que tratan de representar
la realidad, tomando en cuentas sus características específicas y elaborando las
categorías correspondientes.
“ Lo que el señor Proudhon no ha sabido ver que los hombres producen también,
con arreglo a sus facultades productivas, las relaciones sociales en que
producen el paño y el lienzo. Y menos aún ha sabido ver que los hombres producen
las relaciones sociales con arreglo a su productividad material, crean también
las ideas y categorías, es decir, las expresiones ideales abstractas de esas
mismas relaciones sociales. Por tanto, estas categorías son tan poco eternas
como las relaciones a que sirven de expresión. Son productos históricos y
transitorios. “
El título mismo de El Capital, Crítica de la Economía Política (1867), es el
punto de partida de la ruptura con la economía política, hoy denominada Teoría
Económica o ciencia económica, y la génesis de uno de los dos grandes paradigmas
dentro de la disciplina denominada economía.
Desde su Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), Marx,
reseñado por Engels, menciona:
“Mi investigación [Escritos económico filosóficos de 1844] desembocaba en el
resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no
pueden comprenderse por si mismas ni por la llamada evolución general del
espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel bajo el nombre de la sociedad
civil, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía
Política.”
En esa misma obra se observa una especie de definición:
“ La economía política es el análisis teórico de la moderna sociedad burguesa y
presupone, por tanto, relaciones burguesas desarrolladas.”
Con respecto al origen de esta nueva ciencia, Engels comenta:
“ Mientras hubiese que luchar contra restos tan ridículamente anticuados de la
Edad Media como los que hasta 1830 obstruían el progreso material burgués de
Alemania, no había que pensar que existiese
una Economía Política Alemana. Hasta la fundación de la Liga aduanera, los
alemanes no se encontraron en condiciones de poder entender, únicamente, la
Economía Política. En efecto, a partir de entonces comienza a importarse la
Economía Política inglesa y francesa, en provecho de la burguesía alemana.”
En el prólogo a la primera edición alemana de El Capital, redactado el 25 de
julio de 1867, Marx plantea una serie de ideas centrales de su discurso, que
hasta el día de hoy constituye uno de los dos grandes paradigmas de la teoría
económica.
“ Por cierto que la economía política analizó el valor y la magnitud del valor,
aunque de manera muy imperfecta. Pero nunca se preguntó por qué el trabajo se
representa en valor y la medición del trabajo por su duración en la magnitud del
valor de los productos.”
En esa misma página, en una nota al pie, Marx comenta:
“ En lo que se refiere al valor en general, la economía política clásica jamás
distingue con claridad, ni de manera expresa, el trabajo representado en el
valor del mismo trabajo en la medida en que se representa en el valor de uso del
producto.”
Para mayor precisión, veamos un párrafo de El Capital:
“ La economía política que como ciencia especial data de la época de las
manufacturas, considera la división social del trabajo en general desde el punto
de vista de la división manufacturera. Sólo ve en ella un modo de producir más
con menos trabajo, y por consiguiente, de hacer bajar el precio de las
mercancías y activar la acumulación de capital.”
A más de esto:
“ En efecto, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista, no
una fase transitoria del progreso histórico, sino la forma absoluta y definitiva
de la producción social, la economía política sólo puede ser una ciencia si la
lucha de clases se mantiene latente o únicamente se manifiesta en fenómenos
aislados y esporádicos.”
Con respecto a Smith y Ricardo, Marx opina que:
“ El período que sigue, de 1820 a 1830, se distingue, en Inglaterra, por una
exhuberancia vital en el dominio de la economía política. Es la época de la
elaboración de la teoría de Ricardo, de su vulgarización y de su lucha contra
todas las otras escuelas nacidas de la doctrina de Adam Smith.”
Para reforzar su posición con respecto a la economía política, Marx opina:
“ La marcha propia de la sociedad alemana excluía, entonces, todo progreso
original de la economía burguesa, pero no de su crítica. En la medida en que
ésta representa a una clase, sólo puede representar a aquella cuya misión
consiste en revolucionar el modo de producción capitalista, y en definitiva
abolir las clases: el proletariado.”
Para Concluir, Engels afirma:
“ Un libro como éste no podía limitarse a criticar sin ilación algunos capítulos
sueltos de la Economía Política, estudiar aisladamente tal o cual problema
económico o litigioso. No; este libro tiende desde el primer momento a una
síntesis sistemática de todo el conjunto de la ciencia económica, a desarrollar
de un modo coherente las leyes de la producción burguesa y del cambio burgués. Y
como los economistas no son más que los intérpretes y apologistas de estas
leyes, el desarrollarlas es, al mismo tiempo, hacer la crítica de toda la
literatura económica.”
Son tantos los argumentos planteados en El Capital, que en sus diferentes
ediciones se hacen comentarios respecto a la temática aquí desarrollada:
“ En efecto, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista, no
una fase transitoria del progreso histórico, sino la forma absoluta y definitiva
de la producción social, la economía política sólo puede ser una ciencia si la
lucha de clases se mantiene latente o únicamente se manifiesta en fenómenos
aislados y esporádicos.”
Con respecto a la crisis de lo que él denomina economía burguesa científica,
Marx comenta:
“ En 1830 estalla la crisis decisiva. En Francia y en Inglaterra la burguesía se
adueña del poder político. A partir de entonces, tanto en la teoría como en la
práctica, la lucha de clases adopta formas cada vez más agudas, cada vez más
amenazadoras. Hace sonar el toque de difuntos de la economía burguesa
científica. En adelante ya no se trata de saber si tal o cuál teorema es cierto,
sino de decidir si suena bien o mal, si es o no agradable para la policía, útil
o nocivo para el capital. La investigación desinteresada deja lugar al pugilato
pagado, la investigación concienzuda a la mala conciencia, a los desdichados
subterfugios de la apologética.”
Analizando los tipos de propiedad, Marx comenta:
“ La economía política trata, en principio, de mantener una confusión de las más
cómodas, entre dos tipos de propiedad privada bien distintos, la que se basa en
el trabajo personal y la basada en el trabajo ajeno., y olvida que ésta no sólo
es la antítesis de aquella, sino que además sólo crece sobre su tumba.”
Uno de los principales problemas en la interpretación de El Capital, ha sido su
aspecto metodológico, y prueba de ello son las diferentes opiniones. El mismo
Marx lo reconoce:
“ El método empleado en El Capital se entendió muy poco, a juzgar por las ideas
contradictorias que se han formado respecto de él.”
Uno de los comentaristas, con el cual Marx tuvo correspondencia es el escritor
ruso Maurice Block, y estos son sus comentarios:
“ A primera vista, si se juzga por la forma exterior de la exposición, Marx es
un idealista consumado, y ello en el sentido alemán, es decir, en el peor
sentido de la palabra… Una sola cosa preocupa a Marx: encontrar la ley de los
fenómenos que estudia. No sólo la que los rige en su forma acabada y en sus
vinculaciones observables durante determinado lapso. No, lo que ante todo le
interesa es la ley de su cambio, de su desarrollo, es decir, la ley de su paso
de una forma a otra, de un orden de vínculos a oto. Una vez descubierta dicha
ley, examina en detalle los efectos con que se manifiesta en la vida social…
Así, pues, Marx sólo se inquieta por una cosa, demostrar por medio de una
investigación de gran rigor científico la necesidad de determinados órdenes de
relaciones sociales, y, en la medida de lo posible, verificar los hechos que le
sirvieron de punto de partida y de apoyo. Para ello le basta con demostrar, al
mismo tiempo que la necesidad de la organización actual, la de otra organización
a la cual es inevitable que pase la primera, crea o no la humanidad en ella,
tenga o no conciencia. Encara el movimiento social como un encadenamiento
natural de fenómenos históricos, sometido a leyes que no sólo son independientes
de la voluntad, la conciencia y las intenciones del hombre, sino que además, y
por el contrario, determinan su voluntad, su conciencia y sus intenciones…
No la idea, sino el fenómeno exterior, puede servirle como punto de partida.
La crítica se limita a comparar, a confrontar un hecho, no con la idea, sino con
otro hecho. Sólo exige que los dos hechos se observen con la mayor exactitud
posible, y que en la realidad sean, uno respecto del otro, dos fases diferentes
de desarrollo. Por sobre todo, exige que la serie de los fenómenos, el orden en
que aparecen como fases de evolución sucesivas, se estudien con no menos rigor.
Pero las leyes generales de la vida económica, se dirá, son siempre las mismas,
se apliquen al presente o al pasado. Precisamente eso es lo que Marx pone en
tela de juicio. Para él no existen leyes abstractas… Por el contrario, cada
período histórico, según él, tiene sus propias leyes… El valor científico
especial de tal estudio consiste en esclarecer las leyes que rigen el
nacimiento, la vida, el crecimiento y la muerte de un organismo social dado, y
su reemplazo por otro superior. Tal es el valor que posee la obra de Marx.”
A manera de conclusión, y para evitar el idealismo (toma de posesión de lo real
por la idea) de la expresión economía política, se cita de nuevo a Marx:
“ Para Hegel, el movimiento del pensamiento, que él encarna con el
nombre de idea, es el demiurgo de la realidad, que no es más que la forma
fenoménica de la idea. Para mí, en cambio, el movimiento del pensamiento es la
reflexión del movimiento real, transportado y traspuesto en el cerebro del
hombre.”
Desde la advertencia al lector, Jorge Veraza, comenta que:
“ La crítica de la Economía Política es, a la vez, la crítica de la teoría
económica y de la realidad que allí se manifiesta. Su construcción cada vez
obliga a preguntar por el pensamiento de los hombres, antes y a la vez de
preguntar, directamente, por la “realidad”.
En el cuerpo de la obra, argumenta la anterior afirmación:
“ La Crítica de la Economía Política es en primer lugar un modo específico de
producir verdades críticas, bien reglamentado y organizado, bien armado para
trabajar con el material cósico-fetiche que ofrecen las relaciones burguesas… La
forma discursiva precisa de la Crítica de la Economía Política estriba
centralmente en su interés por el fundamento real y por la fundamentación
discursiva. Es crítica por cuanto hace valer frente a la Economía Política lo
que ésta acepta acríticamente. El fundamento es el proceso de trabajo inmediato
y la Economía Política lo subsume acríticamente en el proceso de valorización,
en la propiedad capitalista al modo en que el capital lo hace prácticamente”.
Unas páginas más adelante afirma:
“… el punto de partida de la Crítica de la Economía Política postula el
fundamento positivo de la sociedad como premisa básica; la Crítica de la
Economía Política es la forma bajo la que, necesariamente, puede darse la
crítica global del capitalismo, tanto a su teoría como a su práctica”.
Ante estas consideraciones, se considera pertinente desaparecer la separación
entre Teoría Económica y Economía Política, con la finalidad de iniciar un
proceso de reorientación cognoscitiva, en donde sólo se planteé el Área de
Teoría Económica, subdividida en dos grandes sub áreas: Equilibrio y Desarrollo
y Ciclo Económico y Crisis.
En su carta a Annenkov, Marx comenta:
“ Por el momento, convendrá usted conmigo en que un hombre que no ha comprendido
el actual estado de la sociedad menos aún comprenderá el movimiento que tiende a
derrocarla y las expresiones literarias de ese movimiento revolucionario.”
III. CONCLUSIONES:
En primer lugar se propone eliminar el uso de economía política para los
discursos y cursos que hagan alusión directa al desarrollo teórico marxista y se
propone denominarle Teoría Económica del Ciclo y las Crisis
El paradigma del conflicto o Teoría Económica del ciclo y las crisis, debe estar
integrado por dos niveles de análisis:
1.- A Nivel de Modo de Producción Capitalista, que representa una idealidad, es
decir, “modo de existencia necesario de la idea para traducir lo real” ; un
intento por retomar y reconstruir un modelo teórico abstracto, que pretende
interpretar la “realidad” capitalista, y
2,. A nivel de Formación económico-social capitalista o Capitalismo, entendido
este como un proceso histórico, considerando sus aspectos biocronotópicos, es
decir: el Mundo Ambiental (bio), surgido de la conjunción de un biotopo (medio
geofísico) y una y biocenosis (conjunto de interacciones entre los seres que
pueblan el biotopo), en un tiempo y espacio socio-cultural específico, en su
tiempo (cronos) y en su espacio (topos) específicos.
Considero pertinente hacer una aclaración con respecto a la realidad:
“ Seguimos necesitando recurrir a lo real, pero ¿qué es precisamente lo real,
sino aquello que la idea nos designa como tal?... La idea de real es
en sí misma una idea deificada que nos presenta un real demasiado sólido,
demasiado sustancial, demasiado evidente… la idea de que lo concreto está fuera
de la idea es en sí misma una idea que se toma por lo concreto… Las realidades
que conocemos son traducciones en ideas de una realidad que no es ideal. Y, sin
embargo, son las ideas, las teorías, las que nos permiten reconocer las
debilidades y las incertidumbres de lo real. Son las ideas las que nos permiten
concebir las carencias y peligros de la idea… de ahí la paradoja insalvable:
debemos llevar una lucha crucial contra las ideas, pero sólo podemos hacerlo con
la ayuda de las ideas.”
Ahondando en esto,
“ Finalmente, nuestra única realidad inmediata es nuestra representación de la
realidad, y nuestra única realidad concebible es nuestra concepción de la
realidad. De ahí la tentación idealista de dudar de la realidad exterior al
espíritu y de hacer del espíritu la única realidad segura.
Pero, para concebir nuestra representación, nuestra concepción y nuestro
espíritu, necesitamos de nuestro lenguaje que permite formar el concepto de
representación, de concepción y de espíritu, y necesitamos de un ser humano,
viviente y social, dotado de un cerebro, para concebir nuestro lenguaje.
Necesitamos, pues, un mundo cultural, sociológico, antropológico, biológico, que
necesita él mismo un mundo físico: necesitamos, pues, nuestro mundo. De este
modo, nuestras representaciones y concepciones son sin duda traducciones.”
Considerando la interpretación social del lenguaje y del significado, podemos
comentar que:
“ Nuestra experiencia de la realidad nunca es neutra. Observar significa
interpretar; la experiencia se interpreta mediante las pautas de conocimiento y
los sistemas de valores que están contenidos en las culturas y los lenguajes.”
A manera de conclusión, retomo las palabras finales de Joan Robinson, profesora
de economía de la Universidad de Cambridge:
“ Marx, no importa cuán imperfectamente señalara los detalles, se impuso la
tarea de descubrir la ley que mueve al capitalismo y, si existe alguna esperanza
de progreso en la economía, estará en el uso de los métodos académicos para
resolver los problemas planteados por Marx.”
Podemos concluir que: más que preocuparnos del conocimiento del futuro, debemos
interesarnos por el futuro del conocimiento.
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