Andr� G�rald Destinobles
Universidad Aut�noma de Chihuahua
Escuela de Econom�a Internacional
Resumen
En este trabajo se recalca la trascendencia que reviste el capital humano, en la
Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos, en la Declaraci�n de Hamburgo
(1997) y en los organismos internacionales. Para familiarizarnos con el marco
te�rico en el cual se analiza el crecimiento econ�mico y el capital humano en
las teor�as del crecimiento, se presenta el modelo de Solow (1956) por ser la
referencia de las primeras modelizaciones del capital humano en el proceso de
crecimiento econ�mico y por el papel que juega en el programa de investigaci�n
neocl�sico. Por otra parte, se presenta la Teor�a del Capital Humano, resaltando
la especificaci�n de Mincer (1974), de igual forma, se presenta uno de los
modelos emp�ricos de crecimiento con capital humano m�s notable actualmente
dentro del programa de investigaci�n neocl�sico: el Modelo Ampliado de Solow, el
cual explica anal�ticamente los hechos estilizados del crecimiento y
convergencia de una econom�a, modelo tambi�n llamado Modelo de N. Gregory Mankiw,
David Romer y David N. Weil (1990) (Modelo MRW). Este modelo constituye la
piedra angular del resurgimiento del modelo neocl�sico en los 90 a pesar de los
numerosos cuestionamientos al que fue sometido por quienes buscaban y siguen
buscando, a partir de sus modelos y sus nuevos sondeos te�ricos, una explicaci�n
end�gena del crecimiento efectivo. Adem�s, se presentan algunas de las cr�ticas
hechas a este modelo y c�mo ha sido utilizado por otros autores para aplicarlo
al estudio de otras econom�as. Por �ltimo, sin pretender ser exhaustivo, se
presenta una breve revisi�n de algunos trabajos emp�ricos sobre capital humano
presentados desde finales de los a�os 70 hasta la d�cada de los 90, del siglo XX.
Parte II
Trascendencia del Capital Humano en la Literatura Econ�mica
Parte III
Modelos de Crecimiento Ex�geno
La Teor�a Neocl�sica de Crecimiento:
El Modelo de Solow (1956)
Parte IV
Teor�a del Capital Humano
Especificaci�n Econom�trica de la Teor�a del Capital Humano
Modelo de Mankiw, Romer y Weil (MRW) (1990, 1992)
Parte V
Una Breve Revisi�n de Ciertos Trabajos Emp�ricos sobre Capital Humano
presentados desde finales de los a�os 70 hasta la d�cada de los 90.
Este texto fue presentado como ponencia al
Pulsando aqu�
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PARTE I
INTRODUCCI�N
El t�rmino capital humano inventado por Theodore Schultz y popularizado por Gary
Stanley Becker, reviste m�ltiples facetas en la literatura econ�mica y abarca
diferentes tipos de inversi�n -en salud, alimentaci�n- en recursos humanos
(educaci�n) en las teor�as de crecimiento y desarrollo econ�mico basadas sobre
el ser humano.
En la literatura econ�mica sobre capital humano, generalmente se pone mayor
�nfasis en la educaci�n y se suele distinguir tres fases distintas a lo largo de
la vida para acumular capital humano por parte de un individuo:
1) El capital humano adquirido en el hogar
2) El capital humano acumulado por experiencia o (sobre el terreno), y
3) El capital humano adquirido en la educaci�n formal.
Estos tres tipos de capital humano tienen como efecto incrementar la
productividad econ�mica de los individuos y, por consiguiente, la producci�n de
las naciones.
En la literatura econ�mica y conexas se enumeran ocho teor�as relativas a la
educaci�n y a la formaci�n:
a) Teor�a de las Actitudes
b) Teor�a del Filtro
c) Modelo de Arbitraje (entre rendimiento y riesgo)
d) Teor�a de la Reproducci�n
e) Teor�a de la Se�al
f) Modelos de Competencia
g) Teor�a Sociol�gica del Individuo Racional
h) Teor�a del Capital Humano
De acuerdo con la teor�a del capital humano, la educaci�n es fuente de
crecimiento y de bienestar. Definido como el conjunto de conocimientos y de
competencias que poseen los individuos, el capital humano ha venido ocupando un
lugar privilegiado dentro de la literatura econ�mica: en la mayor�a de las veces
es objeto de an�lisis en conferencias mundiales, por ejemplo, La Conferencia
Mundial sobre la Educaci�n para Todos, llevada a cabo en 1990 en Jomtien,
Tailandia, y La Quinta Conferencia Internacional sobre la Educaci�n de los
Adultos, llevada a cabo del 14 al 18 de julio de 1997 en Hamburgo, Alemania.
Asimismo, el papel del capital humano se encuentra en innumerables foros, por
ejemplo, el Foro Mundial sobre la Educaci�n llevado a cabo en Dakar (2000) en
donde asistieron m�s de 1000 participantes de 164 pa�ses entre docentes,
ministros, universitarios, dirigentes de organizaciones internacionales,
pol�ticos, economistas.
Esos acontecimientos, son prueba de la contundencia del tema capital humano y,
por lo tanto, los problemas relacionados requieren ser analizados
cient�ficamente, as� como medir el impacto sobre el crecimiento econ�mico de las
naciones, como lo han hecho muchos autores, acad�micos y economistas.
Por todo lo anterior, organizamos este trabajo de la siguiente manera: en la
parte II se recalca la trascendencia que reviste el capital humano, en la
Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos, en la Declaraci�n de Hamburgo
(1997) y en los organismos internacionales. Para familiarizarnos con el marco
te�rico en el cual se analiza el crecimiento econ�mico y el capital humano en
las teor�as del crecimiento, en la parte III, se presenta el modelo de Solow
(1956) por ser la referencia de las primeras modelizaciones del capital humano
en el proceso de crecimiento econ�mico y por el papel que juega en el programa
de investigaci�n neocl�sico. En este modelo se estipula la hip�tesis de un
t�rmino de eficiencia incorporado al insumo trabajo. La conjunci�n de esos dos
t�rminos se equipara al capital humano. La parte IV, trata de la Teor�a del
Capital Humano, resaltando la especificaci�n de Mincer (1974), en ese mismo
cap�tulo se presenta uno de los modelos emp�ricos de crecimiento con capital
humano m�s notable actualmente dentro del programa de investigaci�n neocl�sico:
el Modelo Ampliado de Solow, el cual explica anal�ticamente los hechos
estilizados del crecimiento y convergencia de una econom�a, modelo tambi�n
llamado Modelo de N. Gregory Mankiw, David Romer y David N. Weil (1990) (Modelo
MRW). Este modelo constituye la piedra angular del resurgimiento del modelo
neocl�sico en los 90 a pesar de los numerosos cuestionamientos al que fue
sometido por quienes buscaban y siguen buscando, a partir de sus modelos y sus
nuevos sondeos te�ricos, una explicaci�n end�gena del crecimiento efectivo. Por
ello, es importante entender sus caracter�sticas, predicciones, propiedades, el
rol atribuido al capital humano, as� como la revisi�n de ciertas aprobaciones y
cr�ticas de las cuales ha sido objeto.
Inicialmente, se presenta el modelo en cuesti�n, su estructura b�sica,
hip�tesis, formulaci�n matem�tica, su resoluci�n, se describe la din�mica de las
variables. Posteriormente, se presentan y analizan los resultados emp�ricos de
estimaci�n del Modelo de Mankiw et alii (1990) para 3 subgrupos de pa�ses.
Finalmente, se comentan algunas de las cr�ticas hechas a este modelo y c�mo ha
sido utilizado por otros autores para aplicarlo al estudio de otras econom�as.
En la parte V se presenta una breve revisi�n de ciertos trabajos emp�ricos sobre
capital humano presentados desde finales de los a�os 70 hasta la d�cada de los
90.
Grosso modo, el objetivo de este trabajo es estudiar tanto de manera te�rica
como emp�rica el papel del capital humano -en su beta de educaci�n formal- en el
desarrollo y el crecimiento econ�mico de los pa�ses. Mas precisamente, veremos
en qu� medida la existencia de una gran cantidad de proxys del capital humano y
de metodolog�as diferentes apuntan en la direcci�n de que, en general, la
educaci�n tiene un impacto positivo sobre el crecimiento econ�mico.
PARTE II
TRASCENDENCIA DEL CAPITAL HUMANO EN LA LITERATURA ECON�MICA
En 1948, la Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos en su resoluci�n
217A(3), art�culo 26 apartado 1 y 2 de la carta , subrayaba respectivamente que
�toda persona tiene derecho a la educaci�n. La educaci�n debe ser gratuita al
menos en lo que concierne a la educaci�n elemental y fundamental. La instrucci�n
elemental ser� obligatoria. La instrucci�n t�cnica y profesional habr� de ser
generalizada; el acceso a los estudios superiores ser� igual para todos (...) La
educaci�n tendr� por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales; favorecer� la comprensi�n, la tolerancia y la amistad entre todas
las naciones y todos los grupos �tnicos o religiosos; y promover� el desarrollo
de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz�.
Espec�ficamente, en la Declaraci�n de Hamburgo (1997) sobre la educaci�n de los
adultos, la trascendencia de la educaci�n fue recalcada en estas palabras:
�La educaci�n de los adultos ya es m�s que un derecho; es la llave para el siglo
21 � Se trata de un concepto propio para contribuir poderosamente a la
instauraci�n de un desarrollo � cient�fico, social y econ�mico��
Por otra parte, desde un punto de vista econ�mico, en esa misma declaraci�n se
subrayan �un financiamiento insuficiente en el pasado, el reconocimiento
creciente de las ventajas a largo plazo de la inversi�n en la educaci�n de los
adultos, la diversificaci�n de los modos de financiamiento y el n�mero de
contribuyentes, el papel de las organizaciones multilaterales, el impacto de los
programas de ajuste estructural y la entrada de la educaci�n de los adultos en
los circuitos comerciales cuentan entre los aspectos econ�micos cruciales de ese
tipo de educaci�n. El costo de �sta debe ser evaluado con respecto a las
ventajas que genera al mejorar la competencia de los adultos. Los m�todos
utilizados en los an�lisis costo-beneficio y costo-eficiencia deber�an hacer
justicia a la multiplicidad de sus efectos sobre la sociedad. La educaci�n de
los adultos contribuye a su autosuficiencia y a su autonom�a personal, al
ejercicio de los derechos fundamentales y al mejoramiento de la productividad y
de la eficacia del trabajo. Adem�s, tiene externalidades positivas para las
generaciones siguientes que ser�n m�s educadas y pr�speras.
Asimismo, dada su importancia �sobre todo para el crecimiento econ�mico- en 1967
se cre� en el seno de la OCDE el Centro para la Investigaci�n e Innovaci�n
Educativa (CERI). Hoy en d�a encontramos que existen en ese organismo cinco
programas que tratan el tema de educaci�n: a) el Comit� de la Educaci�n, b) el
Programa del CERI, c) el Programa sobre la Gesti�n de los Establecimientos de
Ense�anza Superior, d) el Programa sobre las Construcciones Escolares, y e) el
Programa de Investigaci�n sobre el Resultado de los Alumnos.
Grosso modo, el estudio del capital humano no solamente esclarece las cuestiones
relativas de orden pol�tico, social, humano, sino tambi�n las de los factores de
crecimiento, de desarrollo y de la asignaci�n de los recursos a las cuales son
confrontados los pol�ticos y los agentes en todos los pa�ses del mundo. El
capital humano aparece pues, como un concepto para el estudio del desarrollo y
el crecimiento econ�mico dado que engloba e integra las diferentes esferas
pol�ticas, sociales y econ�micas de un pa�s y de un grupo de pa�ses.
PARTE III
MODELOS DE CRECIMIENTO EX�GENO
LA TEOR�A NEOCL�SICA1 DE CRECIMIENTO: EL MODELO DE SOLOW (1956)2
�La th�orie n�oclassique de la croissance d�rive du mod�le de Harrod, ne serait-ce
que dans un esprit de n�gation dialectique. Elle n�existait pas Auparavant�.
Josef Steindl.
En su modelo, Solow trata de demostrar que si se descarta la hip�tesis seg�n la
cual la producci�n se da en condiciones de proporciones fijas tal como Harrod
plantea en su modelo, el crecimiento regular no ser�a inestable sino al
contrario, estable. Para llegar a la conclusi�n de un crecimiento regular
estable Solow formul� un modelo de equilibrio general en el cual modific� un
aspecto del Modelo de Harrod: admiti� una funci�n de producci�n que permite la
sustituci�n de factores (es decir, capital y trabajo).
En el modelo, Solow incorpora el equilibrio macroecon�mico entre ahorro e
inversi�n; al capital como un activo acumulable y a la mano de obra como
reproducible; al ahorro real como funci�n del ingreso; la tasa de depreciaci�n y
el crecimiento poblacional.
De manera general podemos decir que el Modelo de Solow o el Modelo de la
S�ntesis Cl�sico-Keynesiana se construy� de la siguiente manera:
a) Del Keynesianismo retom� las siguientes hip�tesis:
En el mercado de bienes: El ahorro es funci�n del ingreso. La relaci�n entre
ahorro y la tasa de inter�s del enfoque neocl�sico no ha sido considerada;
conserv� la ley psicol�gica fundamental de Keynes.
En el mercado de trabajo: rechaz� la teor�a neocl�sica, en el sentido de que la
oferta de trabajo es independiente del salario real.
b) De la �ptica cl�sica o neocl�sica retom�:
La funci�n de producci�n con factores sustitutivos.
Todo el ahorro es invertido, por consiguiente necesariamente hay equilibrio en
el mercado de los productos por lo que no existe problema de salida o de
demanda.
SUPUESTOS DEL MODELO DE SOLOW (versi�n sin progreso t�cnico).
Funci�n de Producci�n. Una vez descartada la hip�tesis de un coeficiente de
capital constante, Solow plantea una funci�n de producci�n que permite
sustituci�n entre los factores de manera que dicha funci�n puede ser expresada
de la siguiente manera:
(1)
Donde: K corresponde al capital, L al trabajo e Y al producto.
Esta ecuaci�n representa el lado de la oferta de una econom�a simplificada y
se�ala que el producto producido est� en funci�n del acervo de capital y el
monto de mano de obra.
La funci�n de producci�n describe rendimientos constantes a escala, es decir, si
se aumentan (o disminuyen) los factores de producci�n en determinada proporci�n,
por ejemplo (A), el producto aumentar�a (o disminuir�a) en la misma proporci�n,
o sea, (A). De ah� que la funci�n de producci�n pueda ser reescrita de la
siguiente manera:
(2)
El supuesto de rendimientos constantes a escala permite trabajar con la funci�n
de producci�n en su forma intensiva, o, dicho de otra manera, permite escribir
la funci�n de producci�n en t�rminos per c�pita. Si , la funci�n descrita ser�:
(3)
Donde:
, cantidad de capital por unidad de trabajo.
producci�n por unidad de trabajo.
La ecuaci�n (3) expresa el producto por unidad de trabajo como una funci�n del
capital por unidad de trabajo solamente. Para entender la intuici�n de esta
ecuaci�n, supongamos un aumento en la escala de operaciones mediante un aumento
proporcional en L y K; el producto por trabajador no cambiar�a, es decir,
mientras que la raz�n permanezca igual, la ecuaci�n (3) seguir� siendo la misma
pues la funci�n de producci�n tiene rendimientos constantes a escala.
De manera que la producci�n por trabajador no depende del tama�o total de la
econom�a sino, como ya planteamos, de la cantidad de capital por trabajador o de
capital por persona activa.
Como es sabido, la teor�a de la producci�n se centra en los niveles de empleo de
cualquier factor de producci�n para los que el producto marginal es positivo
pero decreciente, de manera que para nuestra funci�n de producci�n representada
en la ecuaci�n (3) tenemos:
Donde: es el producto marginal del capital, y la segunda derivada nos indica que
f(k) es c�ncava (tiene un m�ximo).
Gr�ficamente:
f(k)
k
Figura III.1 Funci�n de producci�n
Otras condiciones que debe satisfacer la funci�n de producci�n [ecuaci�n (3)]
son las condiciones de INADA, es decir:
Esas tres condiciones (rendimientos constantes, producto marginal positivo pero
decreciente y las condiciones de INADA) que cumple la funci�n de producci�n
(ecuaci�n 3) garantizan la no-divergencia de la econom�a de manera que se llega
a un equilibrio estacionario �nico.
I. FUNCI�N DE PRODUCCI�N Cobb-Douglas
Generalmente se considera a la funci�n Cobb-Douglas como un ejemplo espec�fico
de una funci�n de producci�n neocl�sica, es decir, que es homog�nea de grado uno
o linealmente homog�nea, con rendimientos constantes a escala y adem�s con
rendimientos marginales (productividades marginales) de cada uno de los factores
positivos y decrecientes, por lo tanto, la ecuaci�n (1) puede ser reescrita de
la siguiente manera:
con (4)
Esta funci�n es homog�nea de grado uno s�, para cualquier n�mero positivo
arbitrario A, tenemos:
Para encontrar la forma intensiva hacemos , as� tenemos:
(5)
La productividad marginal del capital (k) es positiva;
,
La segunda derivada es negativa:
,
Las condiciones de INADA correspondientes son:
, es decir,
, es decir,
II. CRECIMIENTO DE LA POBLACI�N
Para evitar las cuestiones relativas al desempleo, Solow considera que toda la
poblaci�n est� empleada.
Al igual que en el Modelo de H-D, Solow considera que la poblaci�n total est�
empleada y adem�s que esa fuerza de trabajo crece a una tasa constante
determinada ex�genamente. Su forma funcional es:
(6)
III. EVOLUCI�N DEL CAPITAL (K) Y TASA DE AHORRO.
En este modelo simple, Solow asume que la tasa de ahorro (s) est� dada y es una
parte constante de la renta.
, (7)
Esta parte preestablecida y constante de la tasa de ahorro, viola el supuesto de
maximizaci�n (optimizaci�n) de los agentes econ�micos, adem�s, determina el
nivel de consumo:
(8)
donde C es el consumo.
A pesar de lo anterior, Solow (1956) en su modelo utiliz� este supuesto para
simplificar el an�lisis.
Adem�s, a�ade una ecuaci�n para representar la evoluci�n del proceso de
acumulaci�n de capital (stock de k):
Sin depreciaci�n
� (9)
Con depreciaci�n
�
El capital, K, no est� ajustado. K es la cantidad de capital por trabajador o
relaci�n capital-trabajo. es la depreciaci�n que es constante. .
Con esa descripci�n de los supuestos del Modelo Simple de Solow, podemos iniciar
el estudio de la din�mica de este modelo. Recu�rdese, que visto que la poblaci�n
o la fuerza de trabajo crece a una tasa constante , determinada ex�genamente,
el insumo que se analizar� es la cantidad de capital por trabajo (k):
Sin depreciaci�n:
(10)
Con depreciaci�n:
(11)
Podemos expresar las ecuaciones (10) y (11) al especificar la funci�n de
producci�n Cobb-Douglas de rendimientos constantes a escala:
(10.1)
Ahora dividiendo entre k:
(10.2)
(11.1)
Ahora dividiendo nuevamente entre k:
(11.2)
El miembro izquierdo de la ecuaci�n (11.2) representa la tasa de crecimiento del
capital per c�pita y es igual a la diferencia entre (curva de ahorro) y (curva
de depreciaci�n). La soluci�n gr�fica de esta ecuaci�n se puede apreciar en la
siguiente figura:
P
ko k* k1 k
Figura III.2 La Din�mica de Transici�n del Modelo de Solow
La curva de ahorro es decreciente, tiende a cero cuando k se aproxima a infinito
y se aproxima a infinito cuando k se acerca a cero (CONDICIONES de INADA).
En cuanto a la curva de depreciaci�n, es horizontal, es decir, es independiente
de k. Considerando que �sta es estrictamente positiva y la curva toma valores
entre cero e infinito, las dos funciones (curvas) se cruzan una sola vez en la
gr�fica (punto P) y la k* correspondiente que representa a este punto es el
capital per c�pita que existe en el estado estacionario.
En ausencia de tecnolog�a, cuando la econom�a empieza muy por debajo del estado
estacionario (k*), es decir en k0, se dice que la econom�a parte de una reducida
raz�n capital-trabajo y los ahorros sirven para pagar el nuevo capital (despu�s
de la amortizaci�n). En raz�n de la disminuci�n del rendimiento del capital
marginal, el producto marginal del capital baja a medida que la raz�n
capital-trabajo aumenta. Adem�s, en el Modelo de Solow la tasa de ahorro es
ex�gena y representa una fracci�n constante del ingreso. Por consiguiente, cada
nueva unidad de capital produce menor ingreso y menos ahorro, lo que deja menos
ingreso para la acumulaci�n de capital. A largo plazo (en k*), la raz�n
capital-trabajo alcanza un nivel de rendimiento de capital que corresponde a su
amortizaci�n, es decir, los ahorros nada m�s alcanzan para pagar la amortizaci�n
del capital f�sico. No hay incentivo para invertir en el nuevo capital. Por lo
tanto, la acumulaci�n del capital y el crecimiento se detienen, la econom�a
alcanza un estado estacionario (un estado de equilibrio a largo plazo).
Si la econom�a se encuentra en k1, su comportamiento es sim�trico, es decir, la
econom�a termina por alcanzar el estado estacionario. De manera resumida podemos
decir que cualesquiera que sean las rutas iniciales de la econom�a, �sta
terminar� en el estado estacionario. Por lo tanto, el sistema es estable y all�
Y, K, L crecen a la tasa n, es decir, .
Estos resultados que observamos en el estado estacionario -que es una
construcci�n te�rica- no concuerdan con los hechos estilizados del crecimiento.
En un estado de la vida real, tanto el capital como el producto tienden a crecer
a la misma tasa, pero con mayor velocidad que L, es decir,
Para paliar esta diferencia, el Modelo Neocl�sico (versi�n Solow) introduce el
progreso t�cnico (A). �ste constituye un factor ex�geno que crece a un ritmo
constante () y es esencial para el crecimiento econ�mico a largo plazo. El
progreso tecnol�gico mejora la productividad del trabajo, impidiendo la baja del
producto marginal del capital cuando la raz�n capital-trabajo aumenta.
A largo plazo, el capital, el producto y AL crecen a la tasa , donde AL es la
fuerza de trabajo eficiente. Este progreso t�cnico es ex�geno por lo que no
tiene sentido proceder a su an�lisis econ�mico.
El Modelo de Solow con progreso t�cnico puede ser representado a trav�s de la
siguiente funci�n de producci�n:
El mismo an�lisis que hemos hecho para el caso del modelo simple es tambi�n
v�lido aqu�, no obstante, dado lo se�alado en el p�rrafo anterior:
Este caso est� m�s de acuerdo con los hechos estilizados de la realidad
econ�mica.
El progreso t�cnico constituye un factor ex�geno que crece a un ritmo constante
y es esencial para el crecimiento econ�mico a largo plazo. El progreso t�cnico
mejora la productividad del trabajo, impidiendo la baja del producto marginal
del capital cuando la raz�n aumenta. Considerando que a largo plazo el
crecimiento de la tecnolog�a nunca llega al l�mite, a un tope, como tampoco la
productividad del trabajo, se tiene que la tasa de crecimiento del ingreso real
per c�pita no puede ser reducida a cero.
Para el contexto de este modelo, el crecimiento econ�mico es durable, pero los
factores que explican la tasa de crecimiento de largo plazo son analizados y
tomados ex�genamente (tasa de crecimiento de la poblaci�n, tasa de crecimiento
del progreso t�cnico).
Esta concepci�n del progreso t�cnico es relativamente d�bil: en efecto, la
naturaleza de este progreso t�cnico no es especificada, su ritmo es determinado
fuera de la esfera econ�mica.
Para contrarrestar la inestabilidad del crecimiento observado en el Modelo de
Harrod-Domar, originado a ra�z de una funci�n de producci�n que no permite
sustituci�n entre los factores, Solow en su modelo incluye la posibilidad de
sustituir los factores de producci�n, adem�s incluye de manera ex�gena al
progreso t�cnico. De tal manera que existen fuerzas capaces de llevar a la
econom�a a una situaci�n de estados estacionarios.
A pesar de que el modelo te�rico de Solow (1956), presentado brevemente arriba,
constitu�a una enmienda al Modelo de Harrod (1939), resalta otras importantes
preocupaciones de la teor�a del crecimiento, surgidas a principio de los a�os
sesenta, tales como: 1) definir y calcular el crecimiento �ptimo para responder
a las necesidades de la planificaci�n; 2)calcular correctamente la participaci�n
de los factores en el crecimiento econ�mico para comprender el funcionamiento
intertemporal de las econom�as de mercado.
Ante ciertos hechos emp�ricos de perfiles de crecimiento de la econom�a de
Estados Unidos, Solow en 1957 �a partir del m�todo de contabilidad de
crecimiento- se di� a la tarea de contrastar su modelo te�rico. Encontr� que el
residual explicaba m�s del 80% del crecimiento del producto per c�pita de los
Estados Unidos durante el periodo 1909-1949. Otros autores, partiendo de la
metodolog�a de contabilidad de crecimiento, encontraron resultados similares,
por ejemplo, Denison no pudo explicar una parte del crecimiento de los Estados
Unidos para (1950-1962): ingreso nacional = 2.15, total de los inputs = 0.75 y
residuo = 1.36. Berthet, Carr�, Dubois y Malinvaud, tampoco pudieron explicar la
mitad del crecimiento de la econom�a francesa (de 1949 a 1965). Abramovitz, ante
el tama�o del residual, lo consideraba como la medida de la ignorancia de las
causas del crecimiento econ�mico.
Al calor de los debates para determinar el origen del residual y entender lo que
tiene atr�s, algunos autores sugirieron entenderlo de diferentes maneras, por
ejemplo como un progreso t�cnico neutro, que puede ser integrado al:
- conjunto de la funci�n de producci�n (neutralidad del progreso t�cnico en el
sentido de Hicks);
- factor trabajo (neutralidad del progreso t�cnico en el sentido de Harrod);
- factor capital (neutralidad del progreso t�cnico en el sentido de Solow).
Efectivamente, permite cambiar la eficacia de ciertos insumos de producci�n pero
deja sin cambio a otros o si modifica a todos los hace en una proporci�n
constante. Dado lo anterior se ha considerado que el progreso t�cnico ser�
positivo pero insuficiente.
Hicks, consider� que los supuestos sobre los cuales se basa el Modelo de Solow,
tales como, rendimientos de escala constante, pago a los factores de acuerdo a
su productividad marginal, progreso t�cnico neutro y rendimientos decrecientes
en el capital pesan y son determinantes en los ejercicios de contabilidad, por
ello considera que hay que rechazar esos supuestos.
Por su parte Schultz (1961) y Jorgenson y Griliches (1967)consideran que los
insumos de producci�n hab�an sido medidos de manera incorrecta, es decir, el
n�mero de horas trabajadas utilizado es una variable cuantitativa, no toma en
cuenta el mejoramiento de la calidad del trabajo, derivado de la formaci�n y de
una mejor salud.
RECOPILACI�N DE ALGUNAS CR�TICAS A LOS AN�LISIS DEL CRECIMIENTO TRADICIONALES.
El modelo neocl�sico de crecimiento de Solow, en particular, ha recibido un sin
fin de cr�ticas por su versi�n habitual, en el sentido de que la tasa de
crecimiento de largo plazo depende de la tasa de la poblaci�n activa y de los
beneficios ex�genos de productividad. A continuaci�n presentaremos algunas
cr�ticas de ciertas autoridades en el tema de crecimiento econ�mico refiri�ndose
a esa versi�n habitual.
Paul Romer (1987)
La tasa de crecimiento es ex�gena y no depende ni de los comportamientos de los
agentes (inversi�n, investigaci�n, ahorro, ...) ni del fisco, lo que no es
convincente.
Barro, Sala-I-Martin (1990)
Esa especificaci�n del crecimiento no permite dar cuenta de las diferencias
entre pa�ses o entre regiones.
Quah D. (1990)
A�n cuando hay reducci�n de las diferencias entre tasa de crecimiento, las
diferencias entre niveles se agravan (empeoran).
Lucas (1990)
Esa manera de definir el crecimiento por parte del modelo neocl�sico del
crecimiento no explica las razones por las cuales el capital no se desplaza de
los pa�ses ricos hacia los pa�ses pobres, en donde la productividad marginal del
capital, m�s reducida, deber�a ser superior.
Christiano (1989) y Barro (1987)
Algunos neocl�sicos creyeron resolver el problema de no convergencia, al decir
que se ha observado una din�mica de transici�n hacia el crecimiento equilibrado
y que las diferencias entre pa�ses eran debido a las diferencias entre los
puntos de arranque del crecimiento. Esta tesis no es satisfactoria: las tasas de
inter�s reales no tienen el nivel coherente con la recuperaci�n; los pa�ses con
bajos ingresos no alcanzan a los otros pa�ses (King-Rebelo [1989], Summers,
Heston [1984]).
Al respecto, parece importante detenernos y recalcar que en el seno de los
pa�ses de la OCDE, algunos fen�menos de convergencia han sido observados desde
la Segunda Guerra Mundial. Seg�n Maddison (1991), la productividad del trabajo
del promedio de los 15 pa�ses m�s desarrollados (excluyendo Estados Unidos) era
en 1990 la mitad de la productividad del trabajo en Estados Unidos; en 1973
dicha productividad representaba 2/3 partes de la de Estados Unidos y en 1980
representaba 4/5 partes de la de Estados Unidos. Aparte de esos pa�ses, parece
que tambi�n los pa�ses del sudeste asi�tico son tambi�n ejemplos de
convergencia. Sin embargo, hay numerosos pa�ses que son prisioneros de trampas
de pobreza, es decir, situaciones estructuradas que le impiden a esas econom�as
salir del letargo en que se encuentran y poder desarrollarse con un crecimiento
positivo permanente.
Para Jorgenson-Gollos-Fraumeni (1987), Baumol (1986), De Long (1988) y Baumol-Wolf
(1988): la introducci�n de generaciones de capital o la incorporaci�n del
progreso t�cnico al capital, no permite un mejor entendimiento de las
diferencias de crecimiento entre los pa�ses.
En efecto, como ya se ha mencionado, el progreso t�cnico es, en el Modelo
Neocl�sico de Solow, ex�geno. Su tasa de crecimiento es tambi�n considerada como
constante a lo largo del tiempo. Desde la mitad de los a�os 1970 se ha observado
una reducci�n de la productividad a nivel mundial, lo que deja entender que el
progreso t�cnico depende de valores econ�micos, es decir que no es ex�geno.
Seg�n algunos militantes de las nuevas teor�as del crecimiento, para obtener una
explicaci�n emp�rica convincente del crecimiento real, hay que introducir
(adem�s de la progresi�n del capital y del trabajo que aparece en el modelo
neocl�sico usual):
1) El nivel de capital humano (Barro [1989], Becker, Murphy [1988])
2) La existencia de rendimientos crecientes que resultan de la difusi�n del
conocimiento (Romer [1986], Adams [1990])
3) El hecho de que hay aprendizaje (learning by doing) y que la eficacia crece
con la experiencia (Stockey, 1988)
4) La endogeneidad del progreso t�cnico que crece con la investigaci�n, el
capital humano, los gastos p�blicos (Barro, 1988).
Grosso modo, podemos decir que la hip�tesis central de la teor�a del crecimiento
end�geno es que: la productividad marginal del capital no decrece cuando el
stock de capital aumenta.
En suma, a pesar de sus aportes importantes, la �ptica neocl�sica del
crecimiento o la s�ntesis keynesiano-cl�sica, presentan grandes l�mites: uno de
esos l�mites es presentado bajo los tintes de Paul Romer, en el sentido de que
no es convincente el Modelo de Solow. El tema del ahorro merece una atenci�n
especial. Juega un papel clave en la teor�a neocl�sica: para alcanzar la edad de
oro es inevitable tener cierta tasa de ahorro. Pero una vez alcanzado la edad de
oro, cualquier aumento del ahorro es in�til, es nocivo en la medida que reduce
el consumo per c�pita. Un aumento del ahorro puede aumentar el nivel de ahorro
per c�pita y, por lo tanto, el consumo per c�pita, pero no puede contribuir de
manera durable al ahorro de la tasa de crecimiento.
En tal sentido, como hemos podido observar del modelo te�rico de Solow, el
equilibrio en el estado estacionario es �nico y estable. No obstante, a pesar de
esta aportaci�n de Solow, su modelo no respond�a a algunas preguntas relevantes
de la teor�a del crecimiento. A saber:
�De d�nde se origina el residual?
�Cu�les son las razones econ�micas que explican que las familias ahorran una
parte constante de su renta?, es decir, la tasa de ahorro se determina
ex�genamente.
Esta �ltima pregunta es tratada por el Modelo de Ramsey-Cass-Koopmans -aporte
te�rico crucial en las teor�as de crecimiento-, modelo que por cierto no s
trabajado en este documento.
PARTE IV
TEOR�A DEL CAPITAL HUMANO.
La Teor�a del Capital Humano, concepci�n nueva del insumo trabajo, ha sido
desarrollada principalmente por Gary Stanley Becker en el libro Capital Human
publicado en 1964.
En esencia, la idea b�sica es considerar a la educaci�n y la formaci�n como
inversiones que realizan individuos racionales, con el fin de incrementar su
eficiencia productiva y sus ingresos.
La Teor�a del Capital Humano, haciendo uso de microfundamentos, considera que el
agente econ�mico (individuo) en el momento que toma la decisi�n de invertir o no
en su educaci�n (seguir estudiando o no) arbitra, entre los beneficios que
obtendr� en el futuro si sigue form�ndose y los costos de la inversi�n (por
ejemplo, el costo de oportunidad -salario que deja de percibir por estar
estudiando- y los costos directos -gastos de estudios). Seguir� estudiando si el
valor actualizado neto de los costos y de las ventajas es positivo. En efecto,
como se puede apreciar la Teor�a del Capital Humano considera que el agente
econ�mico tiene un comportamiento racional, invierte para s� mismo y esa
inversi�n se realiza en base a un c�lculo.
Por otra parte, esta teor�a permite distinguir entre formaci�n general y
formaci�n espec�fica. La primera es adquirida en el sistema educativo como
alumno y tiene por objeto incrementar la productividad del o los individuos.
Esos individuos, por �ltimo, incrementar�n la productividad media y marginal en
la econom�a. El financiamiento de esa formaci�n lo realizan los individuos, las
empresas no tienen incentivos algunos para financiar ese gasto dado que ese
capital humano no tiene colateral, o dicho de otra manera, los empresarios no
tienen la certidumbre de que si lleva a cabo ese gasto de formaci�n despu�s los
trabajadores utilizar�n todos sus conocimientos adquiridos al servicio de la
empresa o abandonar�n la empresa para hacer valer sus conocimientos en otra(s)
empresa(s) dispuestas a remunerarlos con mejores salarios. Dado este problema de
informaci�n asim�trica, la compra de educaci�n en ese nivel de formaci�n deber�a
ser financiado por el individuo o por alg�n organismo p�blico. Ahora bien, en
cuanto a si la formaci�n espec�fica tiene sentido en el caso de una relaci�n de
trabajo durable entre el trabajador y el empresario, se presentan dos
posibilidades: el empresario financia la inversi�n o lo comparte con el
trabajador.
ESPECIFICACI�N ECONOM�TRICA DE LA TEOR�A DEL CAPITAL HUMANO
La especificaci�n generalmente utilizada para medir el rendimiento de la
educaci�n se expresa de la siguiente manera:
Donde:
W es el salario del trabajador.
ES es la escolaridad medible en a�os de estudio terminado.
EP es la experiencia laboral.
X es el conjunto de otros factores individuales.
U es el t�rmino de error que refleja la variaci�n de los ln-salarios que no
est�n correlacionados con las variables �ES�, �EP�, �X�.
El par�metro b1 mide el porcentaje de incremento en el salario debido a un a�o
suplementario de escolaridad. N�tese que b1 es supuestamente independiente del
nivel de escolaridad, por lo tanto, se le puede interpretar como la tasa de
rendimientos de la escolaridad.
Si muchos autores han demostrado lo acertado de esa especificaci�n con los datos
de diferentes econom�as �por ejemplo: Heckman (1979), Willis y Rosen (1979),
Heckman, Lochner y Todd (2001)- ese aumento del salario debido al rendimiento de
un a�o de escolaridad se cumple si se verifican las siguientes condiciones: (1)
la productividad marginal y el salario real son proporcionales, (2) que el
incremento de productividad debido a un a�o m�s de escolaridad sea efectivamente
derivado del sistema educativo.
En palabras de Philippe Aghion y de Elie Cohen:
�Generalmente, la primera condici�n se satisface a la vez en los modelos
competitivos del mercado de trabajo y en los modelos de negociaci�n bilateral y
a�n en los modelos de monopsonio, bajo la condici�n de que el poder de mercado
ejercido por los trabajadores o los empresarios se ejercen casi uniformemente
sobre la escala de los salarios�
En cuanto a la segunda, los autores consideran que es menos evidente que se d�,
dado que consideran que por lo menos la educaci�n cumple dos funciones: una
funci�n de trasmisi�n de los conocimientos y una funci�n de se�al. Consideran
que esta �ltima implica que el rendimiento de la educaci�n si se mide por el
impacto de un a�o m�s de estudio sobre el salario, tender� a estar sobrestimado:
en efecto si la capacidad para aprender de un individuo est� positivamente
correlacionada con las competencias requeridas en el mercado de trabajo, los
individuos m�s dotados ser�n aquellos que tengan mayor inter�s en seguir sus
estudios, de manera que el incremento de salario observado remunerar� en parte
ese incremento de talentos intr�nsecos.
Si bien es cierto que la especificaci�n anterior permite entender las decisiones
de inversi�n de los agentes econ�micos en capital humano y contempla otros
proxys de inversiones en capital humano, como por ejemplo: la experiencia
laboral y otras variables, sin embargo, la hip�tesis de competencia perfecta del
mercado de capital subyacente en esa teor�a no permite resaltar los diferentes
tipos de externalidades posibles, tales como: las externalidades de
conocimientos entre individuos que forman parte de un mismo grupo o de una misma
generaci�n; aqu�llas que se dan a trav�s del progreso t�cnico; tampoco permite
esclarecer ciertos aspectos relacionados con las motivaciones reales de los
individuos, no abordan los aspectos pasionales que es parte de nuestra
naturaleza y que dicta a veces comportamientos no racionales, el capital humano
queda como un concepto pobre que es dif�cil de interpretar, en palabras de M.
Blaug los datos emp�ricos proporcionados para apoyar la teor�a del capital
humano es insuficiente, adem�s recalca que esa teor�a no esclarece sobre la
elecci�n de la profesi�n.
Otras teor�as importantes que rechazan la teor�a del capital humano son:
1) La Teor�a del Filtro. �sta considera que dado que los tests emp�ricos
demostraron que la Teor�a del Capital Humano explica en poco los hechos,
considera que la educaci�n sirve para identificar las capacidades con el fin de
poder filtrarlas, es decir, para los empleadores que buscan trabajadores
calificados �y dada la falta de informaci�n que disponen sobre la calificaci�n
de los individuos- el nivel educativo (t�tulos acad�micos) desempe�a el papel de
filtro.
Arrow (1973), uno de los estipuladores de esa teor�a, reconoce que si bien es
cierto un mayor nivel de educaci�n puede generar mayores salarios y
productividad pero no constituye su causa.
2) Los Modelos de Competencia. �stas consideran que la productividad es parte
del puesto de trabajo y no generado por el trabajador.
3) La Teor�a de las Actitudes. Esta teor�a considera que la escuela tiene una
doble visi�n: formar al proletariado para el aparato productivo y proporciona a
la �lite las ense�anzas requeridas para los puestos de creaci�n.
4) El Modelo de Arbitraje. Este modelo considera que antes de cursar una
profesi�n, los individuos llevan a cabo un c�lculo costo-beneficio ponderado por
la probabilidad del logro.
5) La Teor�a de Se�alizaci�n. �sta, por su parte, considera que el diploma es
una se�al para los empresarios potenciales.
6) La Teor�a Sociol�gica del Individuo Racional. �sta considera que a lo largo
de su carrera escolar los individuos proceden a c�lculos costos-beneficios en
funci�n de los costos materiales y bajo influencia de datos sociol�gicos.
Retomando las cr�ticas mencionadas arriba se ha considerado que en la teor�a del
capital humano, la escuela es considerada como una caja negra. El capital humano
es asimilado como un flujo o como un stock de conocimientos con un valor
mercantil. Para algunos autores esa concepci�n del capital humano es preocupante
por el hecho de que la mayor�a de los modelos macroecon�micos con capital humano
que pretenden explicar y describir la aportaci�n del capital humano sobre el
crecimiento econ�mico retoman como tela de fondo a ese enfoque microecon�mico
del capital humano y adem�s, ese enfoque constituye el leitmotiv sobre el cual
se basan muchas pol�ticas relacionadas con la educaci�n que formulan algunas
instituciones internacionales, como por ejemplo la OCDE.
EL MODELO DE MANKIW, ROMER Y WEIL (1992)
En el marco del programa de investigaci�n neocl�sico , el modelo ampliado de
Solow, o Modelo de N. Gregory Mankiw, David Romer y David N. Weil (1992)
(conocido generalmente como modelo MRW) constituye uno de los modelos de
crecimiento emp�ricos m�s notable hoy en d�a para explicar anal�ticamente los
hechos estilizados del crecimiento de una econom�a y de convergencia.
Independientemente de que estemos a favor o en contra, este modelo constituye la
piedra angular del resurgimiento del modelo neocl�sico en los 90 �tras los
numerosos cuestionamientos al que fue sometido por aquellos que buscaban o
siguen buscando a partir de sus modelos construidos y/o sus nuevos sondeos
te�ricos, una explicaci�n end�gena del crecimiento efectivo- como marco de
referencia en los estudios sobre crecimiento econ�mico y convergencia econ�mica.
Por ello, es importante entender sus caracter�sticas, sus predicciones y sus
propiedades y revisar ciertas aprobaciones y cr�ticas a las cuales ha sido
objeto.
I ) Estructura de base del Modelo de Mankiw, Romer y Weil (MRW) (1992)
El modelo desarrollado por Mankiw y alii (1992) considera una econom�a cerrada
que tiene un solo sector de producci�n, utiliza el capital f�sico, el trabajo y
el capital humano como principales factores de producci�n. Cabe se�alar aqu�,
que ese capital humano es asimilable a capacidades, competencias y conocimientos
de los trabajadores individuales. Bajo esa �ptica, se considera al capital
humano como un bien exclusivo y competitivo.
Adem�s, cabe recalcar que este modelo de Mankiw y alii (1992) es una ampliaci�n
del modelo Solow-Swan (1956), por lo tanto, hace suya tambi�n la hip�tesis de
rendimientos constantes a escala, hace uso tambi�n de la funci�n de producci�n
Cobb-Douglas; despu�s de la contrastaci�n del modelo de Solow-Swan realizado por
ellos en torno a qu� variables y en qu� sentido influir�an en el crecimiento y
del sesgo al alza observado en las estimaciones, recomendaron incluir la
variable capital humano para mejorar la calidad de los resultados del modelo
Solow-Swan (1956).
De tal manera que el modelo Mankiw y alii (1992) considera:
I. la siguiente funci�n de producci�n
, ,
Donde:
es la producci�n, es decir, el PIB.
representa al stock de capital f�sico y es acumulable a trav�s de la
II. Inversi�n en bienes de capital: ,
es la fracci�n de la producci�n asignada al capital f�sico
representa al stock de capital humano, y es acumulable a trav�s de la
III. Inversi�n en educaci�n: ,
es la fracci�n de la producci�n asignada al capital humano
Grosso modo, el ahorro se divide en formaci�n de capital humano y formaci�n de
capital f�sico, y las:
IV. Depreciaci�n del capital f�sico: ,
V. Depreciaci�n del capital humano: ,
son, respectivamente, las tasas de depreciaci�n del capital f�sico y del
capital humano.
VI. Ecuaci�n de acumulaci�n del capital f�sico :
VII. Ecuaci�n de acumulaci�n del capital humano:
Al igual que en el modelo de Solow-Swan (1956), el progreso t�cnico y el trabajo
crecen, respectivamente, a las tasas constantes y ex�genas , es decir,
es un �ndice de productividad total de los factores, resume el estado actual
del conocimiento te�rico o tambi�n llamado progreso t�cnico.
Su tasa de crecimiento es una constante ex�gena:
VIII. �
Es la fuerza laboral o el trabajo.
Su tasa de crecimiento es una constante ex�gena:
IX. �
La funci�n de producci�n es COBB-DOUGLAS, el modelo Mankiw y alii (1992) supone
rendimientos constantes a escala.
X. Define: Como producto por unidad de trabajo eficiente
XI. Define: Como capital f�sico por unidad de trabajo eficiente
XII. Define: Como capital humano por unidad de trabajo eficiente.
SOLUCI�N DEL MODELO
La funci�n de producci�n:
puede escribirse
(1)
El producto por unidad de trabajo eficiente es:
(2)
La tasa de crecimiento del stock de capital f�sico es:
(3)
La tasa de crecimiento del stock de capital humano es:
(4)
La tasa de crecimiento del stock de capital f�sico por unidad de trabajo
eficiente es:
(5)
La tasa de crecimiento del stock de capital humano por unidad de trabajo
eficiente es:
(6)
Las ecuaciones (5) y (6) forman un sistema de ecuaciones diferenciales de primer
orden en k y h.
Ahora bien, en el estado estacionario tanto como son iguales a cero.
(5.1)
(6.1)
Igualando (5.1) y (6.1), tenemos:
(6.2)
Ahora, sustituyendo (6.2) en (5.1), obtenemos:
(7)
que es el valor de k en el estado estacionario, es decir, la econom�a converge
hacia , que define un equilibrio estable.
(6.2) se puede escribir as�:
reemplazando esta �ltima ecuaci�n en (6.1), tenemos:
(8)
que es el valor de h en el estado estacionario.
La representaci�n gr�fica del sistema formado por las ecuaciones (5) y (6) � (7)
y (8) se puede visualizar a partir del siguiente diagrama de fases.
h H
K
E
h*
K
H
0
k* k
En efecto, a la izquierda (derecha) de la curva KK, es negativo (positivo). Un
an�lisis similar para el capital humano nos revela que por debajo (por encima)
de la curva HH, es negativo (positivo).
Ahora, reemplazando (7) y (8) en (2), tenemos:
Entonces, el producto por unidad de trabajo eficiente en el estado estacionario
es:
(9)
Ahora, tomando el logaritmo de la ecuaci�n 9, tenemos:
Suponiendo que la tasa de depreciaci�n es igual para ambos tipos de capital:
(10)
Esa misma expresi�n obtenida en el modelo Solow-Swan (1956) con es:
Ahora bien, dado que el producto por unidad de trabajo eficiente no es
observable, conviene reescribir la ecuaci�n (10), �nicamente en t�rminos de
producto por trabajador:
considerando que
(10�)
Esta expresi�n, nos indica que en el sendero de crecimiento equilibrado, el
nivel de la productividad:
1) est� en funci�n de .
2) depende negativamente de las tasas de crecimiento de la poblaci�n, del
progreso t�cnico y de la depreciaci�n (tasas expresadas en el siguiente t�rmino:
)
3) depende positivamente de las tasas de inversi�n de capital humano , del
capital f�sico y del stock de conocimientos cient�ficos b�sicos que existe .
Este �ltimo, est� expresado en el segundo t�rmino de la parte derecha de la
ecuaci�n (10�). De manera general, se considera que dicho t�rmino afecta de
manera positiva a la productividad.
Ahora, retomando las ecuaciones (5) y (6), y si se considera que la econom�a a�n
no ha alcanzado el estado estacionario pero, que no est� muy lejos de hacerlo,
entonces, se puede obtener el crecimiento de la productividad entre dos periodos
(t y t+w). Para ello, se construye una aproximaci�n log-lineal al sistema
formado por (5) y (6) en torno al estado de equilibrio. Esa hip�tesis
restrictiva de una proximidad del equilibrio estacionario nos llevar� m�s
adelante a analizar el car�cter poco convincente, en el largo plazo, del modelo
de Mankiw y alii (1992).
Comenzamos por definir algunas variables:
Dadas las expresiones anteriores podemos reescribir (5) y (6) de las siguientes
maneras:
(5�)
(6�)
Al igualar y a cero, observamos que en el estado estacionario ha de cumplirse
que:
(11)
Calculemos las derivadas parciales de las dos expresiones extremas de la
ecuaci�n (11) con respecto a y , respectivamente:
(11.1)
(11.2)
(11.3)
(11.4)
De las ecuaciones anteriores, podemos derivar las siguientes expresiones:
Ahora, haciendo uso de la f�rmula de Taylor para aproximar y en torno al punto y
, y dado que
Donde: , e representa la desviaci�n de y con respecto a su estado estable .
De las expresiones anteriores, tenemos:
Ahora se obtienen:
(12)
(13)
Considerando este sistema, resulta sencillo analizar la evoluci�n del producto
por unidad de trabajo eficiente.
Dado que , tenemos la siguiente expresi�n:
y, reemplazando las ecuaciones (12) y (13) en esta �ltima obtenemos:
�
(14)
donde :
, y constituye la velocidad de ajuste.
Dado que (14) es una ecuaci�n lineal, su soluci�n es r�pida, si se considera el
periodo t a t + w, el valor al final del periodo de y estar� determinado por una
media ponderada de sus valores de principio de periodo y estacionario , con
ponderaciones determinadas por el valor de b. Y, la ecuaci�n que relaciona la
derivada de la renta per c�pita con su nivel en el estado estacionario y en el
momento (t) es:
(15)
y, reemplazando la ecuaci�n (10) en la (15), obtenemos:
(15�)
Esta ecuaci�n nos indica que el producto por unidad de trabajo eficiente
converge asint�ticamente a su valor estacionario a una tasa exponencial (b) que
est� determinada por el grado de rendimientos a escala en los factores
acumulables y las tasas de crecimiento de la poblaci�n, del progreso t�cnico y
de la depreciaci�n .
Ahora, considerando que esta ecuaci�n (15�), al igual que la ecuaci�n (10), est�
escrita en t�rminos de una variable (producto por unidad de trabajo eficiente)
que no es observable directamente, es conveniente escribirla en t�rminos por
trabajador, es decir (producto por unidad de trabajo):
Para ello, recu�rdese que:
y aplicando logaritmo, tenemos:
de all�, se obtiene:
y sustrayendo en ambos lados, obtenemos la ecuaci�n de convergencia condicional
del modelo de Mankiw y alii (1992):
(16)
Ahora bien, cabe aclarar que las ecuaciones (10�) y (16) son similares a las que
utilizan Mankiw y alii (1992) y son aqu�llas que se utilizan en caso de que el
indicador que se dispone para evaluar el capital humano refleja un flujo (por
ejemplo, ratio de frecuentaci�n o de inscripci�n). En caso contrario, es decir,
si el indicador que se dispone para evaluar el capital humano representa un
stock (por ejemplo, tasas de alfabetizaci�n), las ecuaciones (10�) y (16) se
escriben de manera diferente.
En el caso del modelo de Mankiw y alii (1992), que aqu� nos interesa, las
ecuaciones utilizadas son las (10�) y la (16), es decir, se utiliza una proxy
-(porcentaje de personas en edad de trabajar que est�n matriculadas en educaci�n
secundaria)- que representa un flujo de capital humano.
Adem�s, Mankiw y alii (1992) parten del siguiente valor: ; de la consideraci�n
de una tasa de progreso t�cnico com�n para todos los pa�ses de la muestra
considerada, es decir, de un t�rmino id�ntico a todos los pa�ses en el nivel
inicial de la tecnolog�a y por otro idiosincr�sico aut�nomo de las variables
independientes (m�s adelante analizaremos este punto); de la hip�tesis de
rendimientos constantes a escala; de rendimientos decrecientes tanto en el
capital f�sico como en el capital humano; se refieren a estimaciones
cross-secci�n (secci�n transversal) para sus diferentes muestras.
II ) Resultados emp�ricos de estimaci�n del modelo de Mankiw y alii (1992).
Algunos de los resultados emp�ricos de las estimaciones de Mankiw y alii (1992)
se pueden observar a partir de los siguientes cuadros:
Cuadro 1. Estimaci�n del modelo de Solow y del modelo de Solow ampliado
Var. Dependiente: Log PIB por persona en edad de trabajar en 1985.
Categor�as Pa�ses
no
petroleros Pa�ses
Intermediarios Pa�ses
de la
OCDE
Observaciones: 98 75 22
Ln (I/PIB) 1.42 (0.14)
[0.69(0.13)] 1.31(0.17)
[0.70(0.15)] 0.50(0.43)
[0.28(0.39)]
Ln (n + g + ) - 1.97 (0.56)
[-1.73(0.41)] -2-01(0.53)
[-1.50(0.40)] -0.76(0.84)
[-1.07(0.75)]
Ln (School) [0.66(0.07)] [0.73(0.10)] [0.76(0.29)
R2 0.59 [0.78] 0.59[0.77] 0.01[0.24]
Restricted
Regression:
Ln (I/PIB) �
Ln (n + g + )
1.48(0.12)
[0-73(0.12)]
1.43(0.14)
[0.71(0.14)]
0.56(0.36)
[0.29(0.33)]
Ln (School) �
Ln (n + g + )
[0.67(0.07)]
[0.74(0.09)]
[0.76(0.28)]
R2
0.59
[0.78] 0.59
[0.77] 0.06
[0.28]
0.60(0.02)
[0.31(0.04)]
[0.28(0.03)]
0.59(0.02)
[0.29(0.05)]
[0.30(0.04)] 0.36(0.15)
[0.14(0.15)]
[0.37(0.12)]
Los valores entre [ ] se refieren al modelo de Solow ampliado y las ( ) a los
errores est�ndar.
FUENTE: MANKIW y alii (1990).
Cuadro 2. Test For Conditional Convergence [Tests for Conditional Convergence
Restricted Regresi�n].
Variable dependiente: log PIB por persona en edad de trabajar (1960-1985)
Categor�as Pa�ses
no
petroleros Pa�ses
Intermediarios Pa�ses
De la
OCDE
Observaciones: 98 75 22
Ln (Y60) -0.289(0.062)
[-0.299(0.061)] -0.366(0.067)
[-0.372(0.067)] -0.39(0.70)
[-0.402(0.069)]
Implied
0.0137(0.0019)
[0.0142(0.0019)] 0.0182(0.0020)
[0.0186(0.0019)] 0.0203(0.0020)
[0.0206(0.0020)]
Implied
[0.48(0.07)] [0.44(0.07)] [0.38(0.13)]
Implied
[0.23(0.05)] [0.23(0.06)] [0.23(0.11)]
Los valores entre [ ] se refieren al modelo de Solow ampliado y las ( ) a los
errores est�ndar.
FUENTE: MANKIW y alii (1990).
Primero y antes que nada, Mankiw y alii (1992) �partiendo de los �Penn Tables�
construidos por Summers y Heston- proceden a estimar el modelo simple de Solow-Swan
(1956) para tres subgrupos de pa�ses: 1) 98 pa�ses no petroleros, 2) 75 pa�ses
intermediarios y 3) 22 pa�ses de la OCDE.
En el caso de los pa�ses de la OCDE los resultados nos muestran un valor de
(0.5) para el coeficiente estimado del capital f�sico (es decir, la elasticidad
de largo plazo del producto per c�pita con respecto a s), un coeficiente de
determinaci�n del orden de (0.06) y una participaci�n del capital f�sico de
(0.36) (Ver Cuadro 1).
En lo que respecta a los subgrupos de los 98 pa�ses no petroleros y los 75
pa�ses intermediarios, la participaci�n del capital f�sico en el producto es
id�ntica (0.6). Este valor es ligeramente mayor, respecto al valor �que bajo los
supuestos de competencia perfecta, de ausencia de externalidades y con
rendimientos constantes a escala- de 1/3 que parece ser compatible con las
estimaciones emp�ricas, es decir, la observaci�n de que en los pa�ses, la parte
del producto pagado al capital es de aproximadamente 1/3.
Ahora, en el caso de los pa�ses de la OCDE, los resultados obtenidos a partir
del modelo Solow-Swan simple de Mankiw y alii (1992) no son del todo v�lidos,
dado que los hechos estilizados en torno a la hip�tesis de convergencia entre
los pa�ses industrializados nos indica una velocidad de convergencia del orden
de 2% y no de aproximadamente de 4.5%, como se obtiene al considerar un de
aproximadamente 1/3. En efecto, para hacer compatible el modelo neocl�sico con
el hecho de que la velocidad de convergencia es del orden del 2% y, por lo
tanto, considerar una participaci�n del capital en el producto mayor �al 1/3 que
predice el modelo neocl�sico tradicional-, comprendido en un tenedor de
(0.75-0.80), en la literatura sobre crecimiento econ�mico y convergencia hay dos
mecanismos disponibles. La primera -retomada por Romer (1987)-, considera la
posibilidad de importantes externalidades positivas asociadas con la acumulaci�n
del capital. La segunda, considera la posibilidad de incluir otras variables a
la regresi�n, como por ejemplo, capital humano y tecnol�gico, y as�, argumentar
a favor de un capital relevante cuya participaci�n en el producto resultara
mayor que la participaci�n del simple capital f�sico.
Aqu�, en este trabajo, consideramos el segundo mecanismo, dado que Mankiw y alii
(1992) incluyeron la variable capital humano como una variable adicional al
modelo de Solow-Swan con el fin de acercar los valores de los coeficientes y las
participaciones del capital f�sico con aquellos valores que predice la teor�a
�es decir, reducir la sobreestimaci�n del rendimiento del capital f�sico en el
caso de los subgrupos de pa�ses: no petroleros e intermediarios, y procurar
aproximar alrededor de 0.75 la participaci�n del capital relevante- y mejorar
a�n m�s la capacidad explicativa del modelo.
Efectivamente, al incluir la variable capital humano en el modelo de Solow-Swan
(1956) (Ver Cuadro 1) se hicieron coherentes las pruebas con la conclusi�n
inicial de Solow-Swan y de ciertos trabajos emp�ricos en torno al rendimiento
del capital f�sico que se evidencia en una tercera parte del producto. La
introducci�n del capital humano es significativa y su tama�o (coeficiente) es de
0.76, adem�s, mejora el ajuste del modelo de Solow-Swan que ahora es igual a
0.28 para el caso de los pa�ses de la OCDE.
Los resultados son a�n m�s sorprendentes para el caso de los pa�ses
intermediarios y los pa�ses no petroleros; el coeficiente del capital humano es
de 0.6 y 0.7, respectivamente; el rendimiento del capital f�sico es de 0.31 y
0.29, respectivamente (recu�rdese que antes era de 0.60); por su parte, la
capacidad explicativa es de 0.78 y 0.77, respectivamente.
Otro aspecto relevante que hay que rescatar con la introducci�n del capital
humano es el relacionado con la convergencia econ�mica. En efecto, de acuerdo a
la evidencia emp�rica que sustenta la hip�tesis de convergencia se estima una
velocidad de convergencia que se encuentra en un tenedor de (0.015 - 0.03) y,
por lo tanto, de una participaci�n del capital relevante alrededor de 0.7 y 0.8.
De manera general, podemos decir que las estimaciones de Mankiw y alii (1992)
son coherentes con las predicciones anteriores dado que las elasticidades de los
factores de producci�n son: = 0.23 y comprendido entre (0.38 y 0.48). (Ver
Cuadro 2).
La participaci�n del capital relevante, representado por la sumatoria ( + )
est� entre (0.6 y 0.7), y el valor promedio de la tasa de convergencia, es
decir, la tasa de convergencia del subgrupo compuesto de 98 pa�ses, hacia su
sendero de crecimiento es de 1.4%. Adem�s, el coeficiente del ingreso per c�pita
inicial es negativo (-0.29) y estad�sticamente significativo. Esos mismos
resultados se observan en los otros subgrupos de pa�ses. En el caso de los
pa�ses de la OCDE la convergencia se realiza al ritmo de 2% anual.
En suma, la concordancia de los resultados del modelo Mankiw y alii (1992) con
los hechos estilizados sobre crecimiento y convergencia econ�mica sugieren que
un modelo que adopta una definici�n amplia del capital de tal suerte que su
participaci�n es de alrededor de 0.7 �en vez de �nicamente el capital f�sico,
como se procede en el modelo simple Solow-Swan (1956)- y que adem�s hace suya la
hip�tesis de rendimientos decrecientes del capital, parece proporcionar una
buena aproximaci�n de los datos de corte transversal y nos deja ver bien claro
que el capital humano tiene un lugar leg�timo en la funci�n de producci�n
agregada y que, adem�s, su contabilizaci�n conjunta con el capital f�sico nos
esclarece en torno a las grandes diferencias en los niveles de ingreso
observados en corte entre los pa�ses. Este �ltimo punto se puede ilustrar muy
f�cilmente: si consideramos las siguientes elasticidades: = 0.36 y = 0.42 y
si partimos de la ecuaci�n (10�) esos valores implican que las elasticidades de
la producci�n con respecto a y ser�n de 1.6 y 1.9, respectivamente. En el caso
del modelo Solow-Swan (1956) donde no hay capital humano, si = 0.36, la
elasticidad de la producci�n con respecto a sK ser�a de 0.56. Dados esos
resultados se puede considerar que el modelo de Mankiw y alii (1992) est� mejor
dotado, como hab�amos mencionado antes, que el modelo de Solow-Swan (1956).
Sin embargo, a pesar de los resultados Mankiw y alii (1992) analizados, dicho
modelo ha estado sujeto a muchos cuestionamientos ya que no ha podido explicar
muchos hechos estilizados, tales como por ejemplo: -si bien el modelo hace suyo
la hip�tesis de rendimientos marginales decrecientes en el capital f�sico y
humano, lo que por consiguiente, como ya se sabe, debe implicar un menor
rendimiento del capital f�sico y humano en los pa�ses ricos con respecto a los
pa�ses pobres- �por qu� el capital no se dirige hacia los pa�ses del sur?. Otro
problema fuerte del modelo para algunos consiste en su robusticidad y la
sesgabilidad de sus coeficientes.
III ) Algunos trabajos y resultados emp�ricos inspirados a partir de
Mankiw y alii (1992)
En lo que sigue analizaremos algunos trabajos en los cuales se ponen a prueba y
se analizan las fallas del modelo Mankiw y alii (1992).
Kauffmann( 2002) utiliza una especificaci�n id�ntica a la que utiliza Mankiw y
alii (1992), con algunas modificaciones importantes: 1) utiliza dos bases de
datos alternativos: una que principia en 1880 y que se restringe a los pa�ses
desarrollados y la otra base de datos incorpora a los pa�ses de Am�rica Latina,
pero principia a partir de 1920; 2) analiza a 10 pa�ses de la OCDE en panel
sobre un periodo de 100 a�os, es decir, 1880-1980. Recu�rdese que en el caso de
Mankiw y alii (1992) se utiliza un periodo de 25 a�os con una estimaci�n de
secci�n transversal respecto a 22 pa�ses de la OCDE; 3) utiliza como variable
end�gena la tasa de crecimiento dividida entre la poblaci�n total; en el caso de
Mankiw y alii (1992) se utiliz� tasa de crecimiento dividida entre la poblaci�n
activa; y 4) utiliza como capital humano una tasa de escolarizaci�n en la
primaria y en la secundaria; en el caso de Mankiw y alii (1992) se utiliz� el
porcentaje de los estudiantes del nivel de secundaria en la poblaci�n activa.
A continuaci�n, reportamos algunos resultados de regresiones que figuran en el
trabajo de este autor.
Cuadro 3. Especificaci�n de Mankiw, Romer y Weil (1992)
Aplicada a la base 1880-1980
Ln(escol. act) Ln (escol. 10) Aplicada a la base 1920-1980
H: Ln(escol. H: Ln(escol. 10)
actual)
Ln (y) 0.020** (0.004) -0.024**(0.005) -0.042**(0.011) -0.055**(0.013)
Ln (Inv) -0.01 (0.004) 0.01(0.004)
Ln(escol.) 0.12* (0.007) 0.018**(0.007)
Ln(n +0.05) -0.229**(0.084) -0.294**(0.089) 0.278**(0.075) 0.308**(0.074)
H -0.035(0.008) -0.018**(0.008)
R2 -0.255 0.270 0.362 0.444
Numero de observs.
810
710
912
722
Variable dependiente: Ln yi,t+1 � Ln yi t ; Ln y: ingreso inicial per c�pita; Ln
(Inv): Log de la inversi�n; Ln (School): Log de la educaci�n; n: tasa de
crecimiento demogr�fica; 0.05: a proxy de la suma de la tasa de depreciaci�n y
del progreso t�cnico; H: Log de la educaci�n; desviaci�n est�ndar entre
par�ntesis; significatividad de los coeficientes a 5% (**) y 10% (*); Ln (escol.
Actual): Log de escolarizaci�n actual como indicador del capital humano; Ln (escol.
10): Log de escolarizaci�n retardada de 10 a�os.
FUENTE: Kauffmann (2002).
En efecto, a ra�z de las modificaciones mencionadas arriba �reconocidas por el
autor- no es posible hacer una comparaci�n de n�mero a n�mero; sin embargo, se
pueden apreciar y hacer algunas interesantes observaciones:
Un reducido efecto de la variable capital humano en los resultados de este
autor, en comparaci�n a los resultados obtenidos en la estimaci�n de Mankiw y
alii (1992). Si bien es cierto que el coeficiente del capital humano, en la
muestra relativa a los 10 pa�ses de la OCDE utilizada por Kauffmann (2002), es
positivo y significativo, pero es muy reducido en comparaci�n al valor obtenido
en Mankiw y alii (1992). Este resultado es interesante dado que contradice la
mayor�a de los resultados de los estudios realizados sobre datos de panel �que
en algunos casos arrojan una falta de significatividad del capital humano en las
ecuaciones sobre crecimiento econ�mico y en otros casos arrojan una relaci�n
significativa pero negativa entre el capital humano y el crecimiento-. Ese
extra�o resultado contradictorio podr�a deberse al hecho de que la muestra de
los 10 pa�ses de la OCDE est� compuesta por pa�ses relativamente homog�neos (al
contrario de los dem�s estudios sobre datos de panel que suelen incluir grandes
cantidades de pa�ses heterog�neos en sus muestras), que se ubican en una regi�n
espec�fica, que tienen los mismos comportamientos de acumulaci�n, por lo tanto,
las diferencias observadas se traducir�an por los distintos niveles de
crecimiento en torno al stock de capital humano o en torno a la inversi�n en
capital humano.
Esa diferencia entre los resultados de esas dos estimaciones sugiere un impacto
de secci�n cruzada de la variable educaci�n mayor que el efecto temporal
obtenido, es decir, el capital humano permite clasificar mejor a los pa�ses
entre s�, en vez de explicar sus evoluciones temporales.
El efecto negativo del capital humano sobre el crecimiento econ�mico y el
efecto positivo sobre el crecimiento de la sumatoria entre .
Las razones de esos cambios pueden deberse a diferentes motivos:
1) por incluir pa�ses heterog�neos (pa�ses de Am�rica Latina) a la muestra
2) por optar por un modelo con efectos fijos, en vez del Modelo de M�nimo
Cuadrado Ordinario
3) por no incluir a la variable inversi�n, y por reducir el periodo analizado,
que es de 60 a�os (1920-1980). Ese cambio y esa omisi�n (sobre todo) es debido a
la ausencia de datos sobre inversi�n para el caso de los pa�ses de Am�rica
Latina antes del a�o de 1920 y de los malos resultados obtenidos respecto de la
variable inversi�n para el caso de los pa�ses de la OCDE y de la demostraci�n
del car�cter indolor de la variable inversi�n en el seno del modelo (que excluye
a los pa�ses de Am�rica Latina) -es decir, el modelo estimado previamente-, para
el periodo de 1880-1980.
Para Kauffmann (2002), tal parecer�a que no es la agregaci�n de los pa�ses de
Am�rica Latina que explican esos resultados -porque si tal fuese el caso, su no
inclusi�n en una estimaci�n en un modelo sobre un periodo similar (1920-1980) no
deber�a producir los mismos resultados; groso modo Kauffmann (2002) nos dice que
parece que con o sin los pa�ses de Am�rica Latina los resultados son id�nticos-
m�s bien lo que parece explicar esas divergencias de resultados es la reducci�n
de la dimensi�n temporal.
Es a partir de esas estimaciones que Kauffmann (2002) subraya el car�cter poco
convincente a largo plazo del modelo de Mankiw y alii (1992). Concluye
considerando que la robustez de dicho modelo se verifica principalmente sobre el
periodo de post-guerra (1960-1985) y que la reducci�n del horizonte temporal de
la base de datos, con la agregaci�n de los pa�ses de Am�rica Latina conducen a
resultados sorprendentes. Adem�s, considera que a esa falta de robustez se a�ade
(lo que ya hab�amos mencionado anteriormente) la restricci�n de proximidad de
los pa�ses, de su estado estacionario, lo que es muy inc�moda y cre�ble en el
caso de un estudio a largo plazo.
�ngel de la Fuente y Juan Francisco J. Serrano (1999), partiendo de una muestra
de 110 pa�ses para el periodo (1960-1985), con datos retomados de Summers y
Heston realizaron dos ejercicios interesantes.
En el primer caso, reestimaron el modelo de Mankiw y alii (1992) �anex�ndole la
variable school construidos por ellos- con datos de secci�n transversal y
utilizando, tanto el m�todo de m�nimo cuadrado ordinario como el m�todo de
m�nimos cuadrados no lineales, y llegaron a la conclusi�n de que los valores
estimados de los par�metros �de sus resultados- son razonables y son parecidos a
los (resultados) de Mankiw y alii (1992). Entre otros, destacaron:
- el papel importante en el crecimiento del capital f�sico y humano
- la significatividad y la negatividad del coeficiente de la renta inicial, lo
que, por lo tanto, sostiene la hip�tesis de convergencia condicional
- la capacidad del modelo para explicar, de manera razonable, la magnitud
observada de las diferencias de renta entre pa�ses.
En el segundo caso, reestimaron el modelo de Mankiw y alii (1992) �anex�ndole la
tasa de escolarizaci�n secundaria, retomada de Barro y Wolf (1989)- con datos de
panel y desagregando la muestra en dos sub-periodos: 1960-1975 y 1975-1985. Los
resultados a los cuales llegaron, ahora son muy diferentes:
- una tasa de convergencia por debajo de la obtenida con los datos de secci�n
transversal
- valor del coeficiente del capital f�sico muy superior al sugerido por las
estimaciones emp�ricas
- la p�rdida de significatividad del capital humano.
A ra�z de los resultados anteriores, De la Fuente y al (1999) subrayaron al
menos dos aspectos en los que el modelo de Mankiw y alii (1992) no resulta
satisfactorio:
�El primero es su incapacidad para explicar la variaci�n en el tiempo de la tasa
de crecimiento. Puesto que la inversi�n en capital f�sico no ha variado
demasiado y las tasas medias de escolarizaci�n han aumentado considerablemente,
la ralentizaci�n del crecimiento en la segunda mitad del periodo muestral ha de
atribuirse a alg�n factor no recogido por el modelo (...) En segundo lugar, ...
La falta de significatividad de esta variable [capital humano] ... parece
deberse a que la tendencia positiva de los niveles de escolarizaci�n recoge la
ca�da de la tasa de crecimiento. Una vez se introduce una variable ficticia para
controlar este efecto, la inversi�n en capital humano vuelve a entrar en la
ecuaci�n con el signo esperado.� (De la Fuente y al, 1999: 99-100)
A manera de conclusi�n se tiene que para De la Fuente y al (1999) la no
satisfacci�n del modelo de Mankiw y alii (1992) es debido a la omisi�n de
variables relevantes en el modelo.
Grossman y Helpman (1991, 1994) criticaron el modelo de Mankiw y alii (1992) por
considerar una tasa de progreso t�cnico com�n a todos los pa�ses. Consideran que
si el progreso t�cnico no es com�n a todos los pa�ses y adem�s sus variaciones
son tratadas como formando parte del t�rmino estoc�stico no observado, entonces
el uso de los m�nimos cuadrados ordinarios para estimar las ecuaciones dar� por
resultados estimaciones sesgadas cuando hay correlaci�n entre las razones
inversi�n/PIB y el crecimiento econ�mico de cada pa�s espec�fico. De manera
peculiar, consideran que si son elevadas las tasas de inversi�n cuando se
incrementa la productividad, el coeficiente de la variable de inversi�n tomar�
una parte de la variaci�n que es debido a sus experiencias distintas de progreso
t�cnico. Adem�s, consideran que la inversi�n ser�a m�s alta all� donde el
incremento de la productividad es mayor.
Lo anterior implica que las estimaciones obtenidas por Mankiw y alii (1992) en
torno al efecto de la variable inversi�n est�n sobreestimadas. De acuerdo con
Pierre Richard Agenor (2000), a pesar de que el tama�o de ese sesgo a�n no ha
sido evaluado de manera precisa, se considera que est� relacionado con la
capacidad del modelo para explicar las diferencias de cortes de los niveles de
ingreso y no las diferencias de las tasas de crecimiento.
Adolfo Guti�rrez de Gandarilla Salda�a y Ana L�pez Mart�nez (1998), estilizando
la especificaci�n de Mankiw y alii (1992) para una muestra de 9 pa�ses de la
Uni�n Europea (UE) para dos periodos: (1960-1990) y (1960-1995) con datos
obtenidos de los Statistics Direction National Accounts de la OCDE, de Eurostat
y de los Statistical Yearbook de Naciones Unidas y de la UNESCO, consideran que
los valores resultantes de sus regresiones se mantienen en la misma l�nea de los
valores estimados a partir del modelo de Mankiw y alii (1992), por lo
consiguiente, se�alan que cuando se incluye un horizonte temporal m�s amplio no
se pierden los atributos explicativos imputados al capital humano.
Barro, Mankiw y Sala-I-Martin (1995) hicieron una cr�tica a nivel conceptual del
modelo de Mankiw y alii (1992) y lo reestimaron al incluirle una movilidad
parcial del capital f�sico y al suponer que parte del stock de capital f�sico es
utilizado como colateral de los pr�stamos en los mercados internacionales de
capitales. A ra�z de esa modificaci�n obtuvieron la siguiente f�rmula de tasa de
convergencia:
Islam Nazrul (1995), partiendo de la hip�tesis de una tasa de progreso t�cnico
com�n (id�ntico) a todos los pa�ses, de un enfoque en t�rminos de datos de panel
al modelo de Solow y utilizando las mismas regresiones de Mankiw y alii (1992)
sobre otras muestras, obtuvieron resultados muy diferentes a aquellos obtenidos
por Mankiw y alii (1992). Su metodolog�a permite:
1) obtener par�metros de la funci�n de producci�n diferentes de un pa�s a otro.
2) �obtener estimaciones de las diferencias en la productividad total de los
factores que har�an que un modelo de Solow ... diera cuenta de las diferencias
internacionales observadas en los niveles de ingreso y las tasas de
crecimiento�. (Ros, Jaime, 2001: 14)
3) �... (por comparaci�n) de eliminar el efecto de la variable inobservable
[eficiencia inicial t�cnica]�. (Philippe Aghion, Peter Howitt, 1998: 37)
Este tercer punto es importante, dado que la eliminaci�n (por comparaci�n) del
efecto de la variable inobservable cambia dr�sticamente los resultados que se
acostumbra obtener respecto a la convergencia.
Otro resultado importante del modelo de Islam (1995), es que ahora la
productividad total de los factores capta lo que era atribuido al capital humano
en el modelo de Mankiw y alii (1992) .
Klenow P. y A. Rodr�guez-Clare (1997b) , a partir de una metodolog�a basada en
Mincer para medir el capital humano, reexaminaron la metodolog�a que utilizaron
Mankiw y alii (1992) para descomponer los factores que determinan el
crecimiento. Adem�s, para medir el capital humano, utilizan las matrices en
educaci�n primaria, secundaria y universitaria �se recordar� que Mankiw y alii
(1992) �nicamente utilizaron la educaci�n secundaria.
Encontraron, al igual que Easterly y Levine (2000) �como veremos a
continuaci�n-, que las diferencias en los residuos (productividad total de los
factores) �para una muestra de 98 pa�ses en el periodo 1960-1995- explicaron
alrededor del 90% de las diferencias en el producto por habitante .
Easterly y Levine (2001) , partiendo de los supuestos de: 1) funci�n de
producci�n Cobb-Douglas; 2) elasticidad capital-producto constante (fijada a
0.4); 3) rendimientos constantes a escala; 4) progreso t�cnico Hicks neutral; y
5) tecnolog�as diferentes entre los pa�ses y utilizando una de las
especificaciones de Mankiw y alii (1992) cuantifican para unos pa�ses los
papeles respectivos de la productividad total de los factores y del capital. Los
resultados de su examen destacan la importancia del rol fundamental de los
residuos de la productividad para explicar los logros econ�micos. Adem�s
consideran que el modelo neocl�sico no explica de manera adecuada la complejidad
de los hechos estilizados del proceso de crecimiento econ�mico, salvo en las
econom�as industrializadas.
Benhabid J. y Spiegel M. M. (1994) haciendo uso, especialmente de los a�os
medios de escolarizaci�n como proxy del capital humano, de los datos de Kyriacou
(1991) y modificando ligeramente la cl�sica funci�n de producci�n Cobb-Douglas
�generalmente presentada en cuestiones de crecimiento con capital humano- con
informaci�n de secci�n transversal para m�s de 70 pa�ses, terminaron por
concluir:
- que los pa�ses que m�s han acumulado capital humano durante el periodo
(1965-1985) no tuvieron por ello un crecimiento m�s r�pido y que no se han
observado pruebas de alg�n efecto directo de la acumulaci�n del capital humano
sobre la productividad. Sus resultados indican ��nicamente- que la tasa de
crecimiento est� relacionada con el nivel inicial de la proxy del capital
humano.
Esas conclusiones de los autores dejan muchas dudas sobre la robustez del modelo
de Mankiw y alii (1992) y sugiere que �a la excepci�n de los pa�ses
desarrollados� se deber�a, en las muestras utilizadas en los modelos, distinguir
grupos de pa�ses con tecnolog�as diferentes o comportamientos disimilares.
Kyriacou (1991), Romer (1989a), Lee, Pesaran y Smith (1996), Cho y Graham
(1996), Berth�lemy, Dessus, Varoudakis (1997), en sus trabajos emp�ricos, de
cierta manera, apoyan la tesis anterior en el sentido de que no se ha observado
�como sucede en el modelo de Mankiw y alii (1992)- un efecto directo de la
acumulaci�n de la proxy del capital humano sobre el crecimiento econ�mico.
Levine y Renelt (1992). A ra�z de la amplia gama de estudios sobre crecimiento
econ�mico (que abarcan grandes cantidades de pa�ses sobre diferentes periodos,
incluyendo un sin fin de variables explicativas, con el fin de ver su
correlaci�n con el crecimiento y que adem�s brillan por una ausencia de base
te�ricos expl�citos y, por lo consiguiente, de grandes cantidades de
conclusiones dispares), se ha tornado extremadamente dif�cil generalizar o tomar
como viable y fiable alg�n o algunos estudios en particular. Por ello, Levine y
su coautor (1992) realizaron una revisi�n metodol�gica y conceptual con el fin
de averiguar la robustez estad�stica de las correlaciones �entre esas grandes
cantidades de variables explicativas, y el crecimiento- que figuran en esa
literatura.
Para llevar acabo su cometido, utilizaron la metodolog�a de �l�mites extremos�
recomendado por Leamer (1983, 1985). Dentro de sus hallazgos encontraron que,
salvo la tasa de inversi�n en capital f�sico, el PIB inicial y la inversi�n en
capital humano, la correlaci�n parcial de las dem�s variables con el crecimiento
econ�mico no era robusta a cambios de especificaciones. Adem�s, recalcaron que
la robustez de la correlaci�n entre crecimiento econ�mico y la proxy del capital
humano (es decir, la escolarizaci�n secundaria) se manten�a, siempre y cuando no
se integraban otros regresores en la regresi�n.
Grosso modo, esos hallazgos de Levine y Renelt (1992) b�sicamente nos indicaban
un escenario no prometedor y adem�s, que estuvi�semos lejos de obtener
resultados viable y fiables de los par�metros claves de las distintas
especificaciones en los modelos que figuran en el programa de investigaci�n
neocl�sico . Utilizamos el pasado simple dado que �de manera t�mida y a�n no
concluyente como lo apunta P. R. Agenor (2000))- la literatura reciente ha
destacado que:
- Tanto la inversi�n en educaci�n como el capital humano permite adquirir
competencia que aumente la eficacia e incremente el ritmo de la intensidad del
uso de las tecnolog�as existentes.
- Un nivel inicial de educaci�n es un determinante relevante para el crecimiento
futuro.
- Una mejor educaci�n y un mayor gasto p�blico en educaci�n, como porcentaje del
PIB, eran favorables al crecimiento.
- La calidad de la educaci�n era importante para el crecimiento.
Algunas Consideraciones
A pesar de las cr�ticas a las cuales fue sometido el modelo de Mankiw y alii
(1992) �como pudimos apreciar en el sucinto seguimiento de algunos trabajos
publicados durante la d�cada 90 y en el amanecer de este siglo, examinados
arriba- se debe considerar que dichos trabajos cr�ticos son muy dispares: no se
constituyen sobre hechos de observaci�n derivados de periodos de tiempo
homog�neos entre s�; se constituyen sobre grandes diferencias conceptuales y
bases de datos agregados que disfrazan buena parte de la realidad; su elecci�n
de buenos indicadores es un rompecabezas no resuelto; sus resultados emp�ricos
no son definitivos; sus conclusiones no permiten elaborar un mensaje global; no
forman un bloque s�lido; carecen de una herramienta metodol�gica estad�stica
(econom�trica) que hacen la unanimidad entre los autores; grosso modo, no son
universalmente concluyentes, y no constituyen aportes revolucionarios en
cuestiones de crecimiento en el seno del programa de investigaci�n neocl�sico.
Por lo consiguiente, es dif�cil considerar que pueden invalidar emp�ricamente el
modelo neocl�sico en la versi�n Mankiw y alii (1992) dado que este modelo
introduce inteligibilidades en la disciplina econ�mica. M�s bien creemos que
deben ser considerados como aportes evolucionarios y que tambi�n introducen
ciertas inteligibilidades en la ciencia econ�mica.
Consideramos lo mencionado arriba, por el simple hecho que si miramos
minuciosamente de cerca la historia de los modelos de crecimiento del programa
de investigaci�n neocl�sico, no siempre se han considerado las desmentidas de
los hechos estilizados. Adem�s, podemos se�alar �sin temor a equivocarnos- que
han evolucionado (por lo menos hasta cierto punto) gracias a esa negligencia.
Para ilustrar lo dicho anteriormente, basta recordar lo que sucedi� entre
1985-1990 en nuestra disciplina con la llegada de los nuevos modelos de la
teor�a del crecimiento end�geno que postulaba el supuesto de rendimientos
crecientes y constantes y que dio lugar a ponerlo en tela de juicio y a una
sensaci�n de rechazo del modelo neocl�sico a la Solow-Swan (1956) por postular
el supuesto de rendimientos decrecientes en el capital y la tesis de
convergencia convencional absoluta entre los pa�ses. Sorpresivamente, en el
momento en que se manifestaba esa sensaci�n de rechazo del modelo de Solow-Swan
(1956), cuatro trabajos de algunos ilustres economistas (Young (1994), Barro
(1991), Barro y Sala-I-Martin (1992) y Mankiw y alii (1992)) lo rescataron, lo
hicieron evolucionar. Incluso, el mismo Romer -quien principi� con esas cr�ticas
y que no consideraba a la hip�tesis de convergencia como un hecho de
observaci�n, recomend� reemplazar el supuesto de rendimientos decrecientes por
el de rendimientos crecientes- vio debilitar ese �ltimo supuesto o por lo menos
ponerlo en tela de juicio, dado que otros autores han considerado que con este
supuesto, las econom�as con grandes stocks de capital deber�an experimentar un
crecimiento explosivo, hecho que por supuesto no se ha observado .
Grosso modo, nos queda recalcar que si bien las disputas en nuestro gremio entre
los diferentes modelos de crecimiento nos dejan la sensaci�n que son
antag�nicos, creemos que esos modelos deben considerarse como parciales,
complementarios y evolutivos, que permiten ciertas inteligibilidades en ese tema
tan complejo como es el determinar los diferentes factores que explican el
proceso de crecimiento econ�mico, y que a�n siguen persistiendo muchas preguntas
sin respuestas, las cuales dejan un gran lugar en la agenda de la investigaci�n
econ�mica para futuros trabajos sobre crecimiento econ�mico y convergencia, en
el seno del Programa de Investigaci�n Neocl�sico.
PARTE V
UNA BREVE REVISI�N DE ALGUNOS TRABAJOS EMP�RICOS SOBRE
CAPITAL HUMANO PRESENTADOS DESDE FINALES
DE LOS A�OS 70 HASTA LA D�CADA DE LOS 90.
Desde la publicaci�n en 1976 de Education and Economic Growth: New Evidence por
Assaf Razin, una abundante literatura de car�cter emp�rico ha aparecido sobre
este tema, tratando de estimar el efecto tanto directo como indirecto que tiene
el capital humano sobre el crecimiento econ�mico.
En un intento de rastrear esa relaci�n directa, y siguiendo a Dumont (1999), los
trabajos �en los cuales se mide la cantidad de la educaci�n y no la calidad- que
resumiremos abajo son ordenados de la siguiente manera: de un lado, trabajos en
los cuales el capital humano es aproximado como una variable flujo, y por otro
lado, trabajos en los cuales el capital humano es aproximado como una variable
stock.
A) Trabajos en los cuales el capital humano es aproximado como variable flujo.
Razin (1976)
Razin (1976), partiendo de un conjunto de 11 pa�ses desarrollados, entre el
per�odo 1953-1965 y de una estimaci�n de corte transversal de la din�mica anual
del PIB per c�pita, encontr� que la tasa de escolarizaci�n del nivel secundaria
tiene un impacto positivo sobre la tasa de crecimiento anual del PIB per c�pita.
Con el fin de controlar el sesgo de causalidad entre el crecimiento y la
educaci�n, Razin se dio a la tarea de estimar un modelo de ecuaciones
simult�neas; el resultado comentado arriba no se contradijo.
Hicks (1979)
Hicks en su trabajo considera una muestra de 69 pa�ses en desarrollo sobre el
periodo 1960 y 1973. Encontr�, a partir de una estimaci�n de corte transversal,
que tanto la tasa de alfabetizaci�n inicial como la tasa de escolarizaci�n
primaria inicial tienen un efecto positivo sobre la din�mica del producto per
c�pita.
Weeler (1980)
Weeler en un estudio emp�rico, para un conjunto de 88 pa�ses sobre el per�odo
1960-1977, estim� un modelo con ecuaciones simult�neas en el cual las variables
estimadas son los porcentajes de cambios instant�neos del producto, del estado
nutricional. El autor encontr� que las variaciones de la tasa de alfabetizaci�n
ten�an un efecto positivo.
Daniel Landau (1986)
En 1986, Landau trabaj� sobre una muestra de 65 pa�ses para el periodo 1960-1980
y con una estimaci�n del crecimiento del PIB per c�pita anual o en panel sobre
per�odos de 4 y de 7 a�os. El autor encontr� que tanto el indicador compuesto
promedio de escolarizaci�n como los gastos p�blicos de educaci�n ten�an un
efecto positivo sobre el crecimiento del PIB per c�pita. Cabe a�adir que si bien
es cierto que el efecto del gasto p�blico de educaci�n es positivo, no obstante
es no significativo. Adem�s, en ese estudio el autor prob� 38 variables.
Didier Blanchet (1988)
Partiendo de una estimaci�n de corte transversal sobre subperiodos decenales
para una muestra de m�s de 75 pa�ses entre el periodo 1960-1980, encontr� que la
tasa de escolarizaci�n al principio del periodo ten�a un efecto positivo sobre
el crecimiento econ�mico.
P. Romer (1989)
A partir de una muestra de 94 pa�ses para el periodo 1965-1985 y de una
estimaci�n de corte transversal de la din�mica del ingreso per c�pita, encontr�
un efecto positivo de la tasa de alfabetizaci�n 1960.
Otani y Ernesto Villanueva (1990)
Estimaron en corte transversal que la proporci�n de los gastos p�blicos
asignados a la educaci�n eran significativos y ten�a un efecto positivo sobre la
tasa de crecimiento del PIB per c�pita, de 55 pa�ses en desarrollo para el
per�odo 1970-1985.
En ese mismo trabajo, los autores descomponen la muestra en 3 subgrupos: pa�ses
con ingreso reducido, intermedio y elevado. Encontraron que los gastos de
educaci�n son mucho m�s significativos para los pa�ses de ingreso intermedio y
para nada para los pa�ses m�s ricos.
Otro estudio importante para medir el impacto del capital humano sobre la
din�mica del ingreso per c�pita es el de R. Barro (1991).
Robert Barro (1991)
En su trabajo retoma a 98 pa�ses sobre el periodo 1960-1985, para una estimaci�n
en corte transversal de la tasa de crecimiento del ingreso per c�pita.
Ahora bien, en cuanto al capital humano, utiliza 3 �ndices, a saber:
2. La tasa de escolarizaci�n primaria y secundaria iniciales, cuyos efectos son
positivos
3. La tasa de alfabetizaci�n en 1960, cuyo efecto es positivo, cuando no se
incluyen otras variables en la regresi�n
4. La tasa de encuadramiento (proxy inversa de la calidad del servicio escolar)
cuyo efecto es negativo en el caso del nivel primario y no significativo en el
caso del nivel secundario.
Jos� De Gr�gorio (1991)
Las estimaciones en panel de De Gr�gorio sobre 5 subperiodos de 6 a�os y uno de
5 a�os derivadas del trabajo de Gregorio, para 12 pa�ses de Am�rica Latina sobre
el periodo 1950-1985 arrojan los siguientes resultados:
1. La tasa de alfabetizaci�n tiene un efecto positivo
2. La tasa de escolarizaci�n primaria y secundaria es no significativa
3. La tasa de escolarizaci�n en formaciones cient�ficas y t�cnicas es no
significativa
Barlow (1992)
En el trabajo publicado por Barlow en 1992, en el cual consider� una muestra de
85 pa�ses sobre la base 1968-1982, para una estimaci�n en panel de la tasa de
crecimiento del ingreso per c�pita sobre subperiodos de 6 a�os, el autor
encontr� que el impacto del incremento de la din�mica de la escolarizaci�n
secundaria rezagado de un periodo es positivo y ocasionalmente significativo.
Knight, Loayza y Villanueva (1992)
Knight y ali al referirse a una estimaci�n en panel por subperiodos quinquenales
respecto a 98 pa�ses sobre el periodo 1960-1985 prueban 3 modelos: el Modelo de
Solow, el Modelo de MRW y el Modelo de MRW aumentado con variables relacionadas
con la apertura.
El efecto del porcentaje de personas en edad de trabajar escolarizado en la
secundaria es positivo en corte transversal y negativo en panel en el seno del
Modelo de MRW.
En el seno del Modelo MRW aumentado, el efecto del porcentaje de personas en
edad de trabajar escolarizado en la secundaria, tambi�n es positivo.
D. Cohen (1993)
Partiendo de una estimaci�n en panel de la din�mica del ingreso por activo por
subperiodos de 8 a�os por un procedimiento SUR o con efectos fijos individuales,
para una muestra de 90 pa�ses sobre el periodo 1966-1987, Cohen encontr� que el
porcentaje de personas en edad de trabajar, escolarizados en el nivel secundaria
para una especificaci�n a la MRW ten�a un efecto positivo y significativo en el
caso en que no hay efecto pa�s, y un efecto negativo y significativo en caso
contrario.
P. Romer (1993)
En un estudio �inspirado de MRW- publicado en 1993, en el cual P. Romer propone
una estimaci�n de la din�mica de crecimiento per c�pita anual medio para una
muestra de 76 pa�ses en desarrollo entre 1960 y 1989, observ� que el porcentaje
de personas en edad de trabajar escolarizadas en la secundaria en 1960 ten�a un
efecto positivo.
Berth�lemy y Varoudakis (1994)
Berth�lemy y Varoudakis mostraron en 1994 que entre 1960 y 1985 �a partir de una
estimaci�n en panel para 91 pa�ses- la tasa de escolarizaci�n secundaria dentro
de la poblaci�n de 12 a 17 a�os ten�a un efecto positivo sobre la din�mica del
PIB per c�pita y, adem�s, era significativa.
Cabe mencionar que los autores resaltaron la presencia de puntos de ruptura en
el proceso de crecimiento asociados sea con el desarrollo del sistema bancario o
sea con el nivel de educaci�n inicial.
HadjiMichael, Ghura, Muhleisen, Nord y Ucer (1994)
Seg�n estos autores entre 1986 y 1992, la tasa de escolarizaci�n secundaria en
1970 �sobre una muestra de 39 pa�ses africanos subsahariana en corte
transversal- ten�a un impacto positivo sobre la tasa de crecimiento per c�pita.
Birdsall, Ross y Sabot (1995)
Utilizan datos para 100 pa�ses para el periodo 1960-1985. En su trabajo, los
autores estimaron en corte transversal el papel directo de la educaci�n sobre el
crecimiento del ingreso per c�pita de esos pa�ses.
Equiparando la educaci�n con la tasa de escolarizaci�n primaria en 1960
observaron que este �ltimo afecta de manera positiva al ingreso per c�pita, y es
significativo.
Por otra parte, equiparando la educaci�n con la tasa de escolarizaci�n
secundaria en 1960, tambi�n encontraron que afectaba positivamente al ingreso
per c�pita y, adem�s, es significativo.
Cashin (1995)
Cashin, partiendo de una estimaci�n en panel de la din�mica anual medio del
ingreso per c�pita sobre 3 subperiodos de 5 a�os y una de 3 a�os durante el
periodo 1971-1988 para 23 pa�ses desarrollados encontr� que la tasa de
escolarizaci�n secundaria promedio sobre el periodo considerado era no
significativa.
Ghura y HadjiMichael (1995)
En Growth in Sub-Sahara �frica (1995), Ghura y al se propusieron estimar con
datos de panel para 29 pa�ses africanos entre 1981 y 1982 el efecto del capital
humano sobre la din�mica promedio anual del ingreso per c�pita sobre 6
subperiodos de 3 a�os.
Constataron que las tasas de escolarizaci�n primaria y secundaria ten�an efectos
positivos y significativos sobre el ingreso per c�pita, adem�s argumentaron que
esas tasas estaban altamente correlacionadas con la esperanza de vida.
Gould y Ruffin (1995)
En Human Capital, Trade and Economic Growth (1995), Gould y Ruffin estimaron
�para 98 pa�ses entre 1960 y 1988- en corte transversal el efecto que tiene el
capital humano sobre el crecimiento econ�mico del PIB.
Sus pruebas concluyeron que la tasa de alfabetizaci�n en 1960 ten�a un efecto
positivo sobre la tasa de crecimiento del PIB y, adem�s, era significativo.
Por otra parte, consideraron �en el marco del Modelo MRW (1992)- que el
porcentaje de personas en edad de trabajar escolarizadas en la secundaria ten�an
tambi�n un efecto positivo y era significativo, pero siempre y cuando se imponga
la igualdad de los rendimientos con el capital f�sico.
Savvides (1995)
En Economic Growth in �frica (1995), Savvides se di� a la tarea de estimar en
panel sobre el periodo 1960-1987 para 28 pa�ses africanos y 3 pa�ses de Magreb
la din�mica promedio anual del ingreso per c�pita por periodos de 7 a�os con
efectos fijos individuales y temporales.
De sus resultados se puede apreciar que el efecto de la tasa de escolarizaci�n
secundaria al principio del periodo es no significativo.
Nonneman y Vanhoudt (1996)
En A Further Augmentation of the Solow Model and the Empirics of Economics
Growth for the OECD Countries de 1996, inscrito en la l�nea del trabajo de MRW
(1992), Nonneman y Vanhoudt estimaron en corte transversal para 22 pa�ses de la
OCDE sobre el periodo 1960-1985, el efecto que tiene el porcentaje de personas
en edad de trabajar, escolarizadas en el nivel secundario sobre la tasa de
crecimiento por activo.
Concluyeron diciendo que la presencia de I-D en el modelo hace que desaparezca
el efecto relacionado con la educaci�n.
B) Trabajos en los cuales el capital humano es aproximado como una variable
stock.
Kyriacou G. (1991)
En el a�o 1991, Kyriacou G. construy� unas bases de datos de stock de capital
humano y elabor� en Level and Growth Effects of Human Capital: A Cross-Country
Study of the Convergence Hip�tesis, un modelo te�rico y emp�rico inspirado en
una funci�n de producci�n Cobb-Douglas con capital humano, en el cual contrasta
y clarifica en qu� medida el capital humano contribuye al crecimiento econ�mico
de las naciones.
En una primera instancia, consider� 3 muestras de pa�ses: 80, 39 y 40 sobre 2
subperiodos (1965-1985 y 1970-1985) y la siguiente funci�n de producci�n
Cobb-Douglas: , con Y el nivel de output, L la fuerza de trabajo, K el stock de
capital f�sico, H a�os totales de escolarizaci�n como proxy o �ndice del stock
de capital humano.
Calculando los log-diferenciales de la ecuaci�n anterior tenemos:
Esta ecuaci�n expresa la tasa del PIB per c�pita como una funci�n lineal de la
din�mica del conocimiento tecnol�gico, de la tasa de crecimiento del trabajo,
del stock de capital f�sico y de la del capital humano.
Los resultados econom�tricos de las estimaciones obtenidos por Kyriacou (1991)
se pueden apreciar en el cuadro 4.
El impacto del capital humano en la regresi�n correspondiente a la muestra de 80
pa�ses es negativo, y positivo en la correspondiente a las otras 2 muestras,
pero el stock de capital humano no es significativo en ninguna de las tres
estimaciones.
Los resultados obtenidos sobre las bases (1965-1985) y (1970-1985) para muestras
corregidas de pa�ses m�s peque�os y homog�neos y con mayor n�mero de a�os de
escolarizaci�n son m�s satisfactorios.
En efecto, recordemos que hasta aqu� los trabajos que se han analizado destacan
un impacto positivo del capital humano sobre el crecimiento. Pero, esos
resultados analizados arriba, derivados del trabajo de Kyriacou contradicen esa
relaci�n positiva entre capital humano y crecimiento econ�mico.
Cuadro 4 Estimaci�n del Modelo de Kyriacou (1991)
OLS Results, using growth rates, Depr.. = 8%
Dependent variable: growth of total output
Hederoskedasticity-consistent covariance matrices
Sample excludes OPEC members
Variable
Coefficient 1970-1985
whole sample
(1) 1965-1985
sample
(2) 1970-1985
ILO sample
(3)
C 0.0009
(0.27) 0.0099
(2.52) 0.0023
(0.54)
K growth
0.5548
(9.41) 0.4620
(7.08) 0.5220
(6.89)
L growth 0.3428
(0.90) -0.0347
(-0.13)
-
L growth
-
- 0.1896
(1.80)
H growth
-0.1122
(-1.29) 0.1535
(1.10) 0.0659
(0.78)
Obs. 80 39 40
R2 0.6278 0.6061 0.7831
- statistics in parentheses
FUENTE: Kyriacou, George A. (1991), Level and Growth Effects of Human Capital: A
Cross-Country Study of the Convergence Hypothesis, Economic Research Reports,
paper # 91-26, p. 10.
En opini�n del autor, eso podr�a deberse a dos explicaciones:
1) que los niveles del capital humano no son retomados o no figuran en la
funci�n de producci�n Cobb-Douglas;
2) que no est� presente la calidad de la educaci�n en la funci�n de producci�n.
En la primera explicaci�n caben dos posibilidades:
a) una mayor efectividad del capital humano cuando es mayor su nivel medio, es
decir, hay un umbral a partir del cual la educaci�n tiene mayor productividad;
b) tomar el nivel inicial del stock de capital humano como un proxy del cambio
tecnol�gico.
Esas consideraciones llevaron a Kyriacou a contrastar dos nuevas funciones de
producci�n:
(1)
(2)
donde h refleja los a�os promedio de escolarizaci�n.
Observ� que la elasticidad del producto no era constante y depende del nivel de
h en las dos funciones de producci�n. Adem�s, en vista de la ausencia de
transacciones para peque�os cambios, Kyriacou consider� mejor hacer uso de
ecuaciones en diferencia entre el periodo inicial y el final.
De tal manera que obtuvo resultados robustos que indican una relaci�n positiva
de la elasticidad de H con respecto a su nivel inicial, un positivo y
significativo, lo cual, efectivamente, significa que un nivel educativo inicial
menor contribuye de manera negativa al crecimiento.
Cuadro 5 Nueva estimaci�n de Kyriacou (1991).
Various formulations of the production function, OLS regressions, dpr. = 8%
Dependent variable: growth rates of total output, 1970-1985
Heteroskedasticity-consist covariance matrices
Sample excludes OPEC members
Variable Coefficient (1) (2) (3) (4)
Constant -0.0066
(-1.36) -0.0041
(-1.07) -0.0063
(-1.37) -0.0032
(-0.87)
K7085
0.5346
(10.12) 0.5339
(10.04) 0.5331
(10.14) 0.5363
(9.98)
L7085
0.1579
(0.52) 0.3297
(1.18) 0.0684
(0.22) 0.3488
(1.25)
H7085
-0.0224
(-0.23) -0.1237
(-1.45) -0.0431
(-0.46) -0.1730
(-1.99)
0.0200
(2.90)
0.0249
(3.27)
0.0654
(3.06)
H85-h70
0.0735
(2.98)
Obs. 80 80 80 80
R2 0.6630 0.6702 0.6681 0.6677
- statistics in parentheses
FUENTE: Kyriacou, George A. (1991), Level and Growth Effects of Human Capital: A
Cross-Country Study of the Convergence Hypothesis, Economic Research Reports,
paper # 91-26, p. 15.
Un resultado interesante de este trabajo tiene que ver con la fuerza de trabajo:
sigue no significativo. Por ello, el autor consider� que el capital humano
recoge parte de su efecto. O, considerar como otros (Romer, 1990, Romer y
Rivera-B�tiz, 1991) que el crecimiento depende del cambio t�cnico y que este
�ltimo, por su parte, depende del nivel inicial del capital humano.
Grosso modo, en este trabajo de Kyriacou se resalta que a partir de cierto nivel
del capital humano, dicho capital humano es significativo para el crecimiento.
Asimismo, que la educaci�n incide sobre el crecimiento econ�mico a trav�s de su
efecto sobre el progreso tecnol�gico.
Modelo de Benhabid y Spiegel (1994)
En este trabajo, el capital humano tiene dos grandes impactos. De un lado
aparece como la fuerza potencial del crecimiento econ�mico y, del otro, como
vector de catch-up tecnol�gico.
Para dar cuenta de esos efectos del capital humano en su trabajo, los autores
parten de la funci�n de producci�n Cobb-Douglas:
(1)
Donde:
Yit = nivel de producci�n
Ait = productividad total de los factores
Kit = capital f�sico
Lit = trabajo
Hit = nivel de capital humano
Al calcular los log-diferencias de la ecuaci�n (1), se obtiene la siguiente
expresi�n:
(2)
Dicha expresi�n es utilizada para distintas sub-muestras y especificaciones y en
todas ellas el coeficiente de los log-diferencias de capital humano (DH) resulta
negativo o no significativo.
Dados esos resultados insatisfactorios, los autores, inspir�ndose en las nuevas
teor�as del crecimiento end�geno recurrieron a la siguiente funci�n de
producci�n:
(3)
Al calcular los log-diferencias tenemos la siguiente expresi�n:
(4)
en la cual, la tasa de crecimiento del PIB de (t-1) a (t) es funci�n de la
variaci�n del capital f�sico, del trabajo y del cambio tecnol�gico o de la
productividad de los factores.
Los autores, bas�ndose en �como dir�a Aghion y al (2003)- una visi�n
desarrollada por Nelson y Phelps (1966) y en la nueva teor�a del crecimiento
end�geno definen al crecimiento de la tecnolog�a como la suma de dos factores:
Hit (el nivel del capital humano y representa el desarrollo tecnol�gico que
refleja la acumulaci�n dom�stica del capital humano o dicho de otra manera,
refleja el efecto de una innovaci�n dom�stica). Hit, como dijimos anteriormente,
es retomada de las nuevas teor�as del crecimiento end�geno, en donde se estipula
que los diferentes niveles de capital humano generan diferentes ritmos de
acumulaci�n tecnol�gica, lo que por su parte genera focos de crecimiento
divergentes, y de una variable interactiva que representa el nivel de capital
humano y el atraso tecnol�gico de un pa�s queriendo ser l�der, y captura el
efecto acercamiento (el efecto cath-up), es decir, ese t�rmino interactivo
representa la desviaci�n tecnol�gica entre pa�ses �amplifi� por el capital
humano:
(5)
De acuerdo con Celine Kauffmann �la intuici�n econ�mica detr�s de esa
especificaci�n, retomada de Nelson y Phelps (1966) es la siguiente: la
acumulaci�n de tecnolog�as... depende de la desviaci�n entre el nivel de saber
alcanzado por el pa�s y la frontera de conocimientos mundial, siendo la
velocidad de acercamiento (catch-up) funci�n directa del nivel de capital humano
alcanzado por la econom�a. As�, m�s lejos est� un pa�s del nivel de conocimiento
acumulado en el plano mundial, m�s f�cil le ser� aumentar su propio stock de
conocimientos, seg�n la regla de los rendimientos decrecientes. Sin embargo, la
velocidad de esa acumulaci�n ser� determinada por el nivel de educaci�n de la
poblaci�n, una mano de obra calificada permitiendo una absorci�n m�s r�pida de
las nuevas tecnolog�as�.
Despu�s de algunas manifestaciones matem�ticas, los autores arriban a la
siguiente expresi�n:
(6)
Los resultados econom�tricos obtenidos a partir de esta ecuaci�n se muestran en
el siguiente cuadro:
Cuadro 6. Estimaci�n del Modelo de Benhabid y Spiegel
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Constante 0.162
(0.114) -0.226
(0.282) 0.052
(0.224) 0.232
(0.248)
H -0.013
(0.014) 0.043
(0.022) -0.0003
(0.036) -0.073
(0.058)
H(Ymax/Y) 0.001
(0.0002) 0.003
(0.0009) -0.0001
(0.0009) 0.001
(0.0003)
DK 0.472
(0.071) 0.507
(0.094) 0.551
(0.122) 0.523
(0.143)
DL 0.188
(0.164) 0.172
(0.232) 0.538
(0.388) 0.290
(0.506)
R2 45.245 9.778 11.136 18.471
Obs 78 26 26 26
Retomado del trabajo de Benhabid & Spiegel (1994)
Las cantidades entre par�ntesis corresponden a los errores est�ndar
Como podemos apreciar, para la muestra que incluye pa�ses ricos, medios y pobres
(en total 78 pa�ses), de un lado, y la muestra de los pa�ses pobres del otro
lado, el efecto acercamiento tecnol�gico es positivo y significativo; esto es,
como dijimos arriba, la v�a por la que el crecimiento recibe la contribuci�n del
capital humano.
En el caso de los pa�ses medios y ricos no es significativo el efecto catch-up
tecnol�gico.
Grosso modo, de las pruebas realizadas por Benhabid y Spiegel (1992, 1994)
podemos entender que el nivel de capital humano afecta el crecimiento cuando se
le considera en t�rminos de productividad y, por lo tanto, su contribuci�n al
crecimiento econ�mico se da v�a innovaci�n del pa�s y v�a la velocidad de
adopci�n de tecnolog�a del resto del mundo.
Lau, Jamison, Liu y Rivkin (1993)
En Education and Economic Growth. Some Cross Sectorial Evidence from Brasil en
1993, Lau y alii llevaron a cabo una estimaci�n para 25 estados de Brasil sobre
el periodo 1970-1980. Encontraron que el n�mero promedio de a�os de
escolarizaci�n para la poblaci�n activa incide positivamente en la tasa de
crecimiento anual promedio por periodos decenales.
Adem�s, muestran que existe un efecto de nivel en la relaci�n entre crecimiento
econ�mico y educaci�n que se encuentra alrededor de 3 a 4 a�os de
escolarizaci�n.
Robert Barro (1994)
En 1994, Barro elabor� un modelo en el cual demostr�, para 100 pa�ses sobre el
per�odo 1965-1990, que el n�mero promedio de a�os de estudio en la secundaria y
el nivel superior por sexo, medido al principio del periodo eran
significativamente positivo para los hombres y significativamente negativo para
las mujeres.
Asimismo, encontr� que parte de los gastos p�blicos de educaci�n como proporci�n
del PIB ten�a un efecto positivo y era poco significativo.
Bhalla (1995)
El trabajo de Bhalla consiste en una estimaci�n en corte transversal del
crecimiento del PIB per c�pita para 90 pa�ses sobre el periodo 1973-1990. El
autor encontr� que el n�mero promedio de a�os de escolarizaci�n al principio del
periodo, era no significativo.
Bloom y Mahal (1995)
Por su lado, Bloom y Mahal (1995) estimaron en corte transversal la tasa de
crecimiento per c�pita para 51 pa�ses sobre los periodos: 1980-1992 y 1987-1992.
Por una parte, encontraron que el n�mero promedio de a�os de escolarizaci�n al
principio del periodo ten�a un efecto no significativo; y, por otra parte, que
la proporci�n de los gastos p�blicos en educaci�n como proporci�n del PIB ten�a
un efecto positivo y, adem�s, era significativo.
Islam (1995)
Islam (1995), en Growth Empirics: A Panel Data Approach, estim� en panel para
tres muestras respectivas de 90, 75 y 22 pa�ses el logaritmo del PIB per c�pita.
Sobre el periodo 1960-1985 encontr� que el n�mero de a�os de estudios para los
mayores de 25 a�os, en regresi�n gross-secci�n, era: significativo y ten�a un
efecto positivo para la muestra de los 98 pa�ses, ten�a un efecto positivo pero
no significativo para la muestra de los 75 pa�ses, y efecto negativo y no
significativo para los 22 pa�ses de la OCDE.
En regresi�n en pooling, el autor encontr� un efecto positivo pero no
significativo para los 98 pa�ses; en el caso de los 75 pa�ses el efecto es
negativo y no significativo, y en el caso de los 22 pa�ses de la OCDE, el efecto
es similar al caso anterior.
Ahora, haciendo uso de regresi�n con efectos fijos, Islam encontr� un efecto
positivo no significativo para los 98 pa�ses, un efecto positivo no
significativo para los 75 pa�ses y para los 22 pa�ses de la OCDE, un efecto
negativo no significativo.
Dessus y Herrera (1996)
En 1996, Dessus y Herrera en un estudio, llevaron a cabo una estimaci�n en panel
sobre 28 pa�ses en desarrollo entre 1981 y 1991. Encontraron que el n�mero de
a�os de escolarizaci�n por habitante entre la poblaci�n activa ten�a un efecto
positivo no significativo en las estimaciones de base. En ese mismo trabajo, los
autores probaron un modelo de ecuaciones simult�neas y encontraron que el
capital humano es d�bilmente significativo en la ecuaci�n del ingreso.
Easterly y Levine (1997)
En un art�culo publicado en 1997, en el cual Easterly y Levine estimaron en
panel �para 96 pa�ses no petroleros entre 1960 y 1980- la tasa de crecimiento
del ingreso per c�pita sobre tres periodos decenales a partir de un modelo de
tipo SUR. Hallaron un efecto positivo y significativo del n�mero promedio de
a�os de escolarizaci�n en todas las estimaciones. En ese mismo trabajo, los
autores constataron que la diversidad �tnica afecta de manera negativa a la
acumulaci�n de capital humano.
CONSIDERACIONES FINALES
� En este trabajo nos hemos concentrado b�sicamente en la parte de la literatura
econ�mica �visi�n ex�gena- m�s en voga, en torno a la relaci�n macrodin�mica
capital humano/crecimiento. Dicha literatura asimila el capital humano a la
educaci�n formal (learning or doing), es decir, considera que el conocimiento
que genera capital humano es propiciado a partir de la educaci�n formal, sin
embargo, cabe resaltar que existen otros enfoques, como por ejemplo, los
evolucionistas, los endogeneistas, los neoschumpeterianos y otros que consideran
que la adquisici�n de conocimientos, competencias, por parte de un individuo
pueden derivarse:
1) de la educaci�n informal, es decir, conocimientos adquiridos en el seno
familiar o el conocimiento adquirido v�a autoaprendizaje (libros, revistas,
peri�dicos, noticias en radio y televisi�n, documentales, internet, etc.). Cabe
resaltar que si bien es cierto que ese tipo de conocimiento ha sido objeto de
mucha teorizaci�n, a�n no se le ha podido cuantificar.
2) de la experiencia (learning by doing), es decir, conocimientos acumulados
adquiridos mediante las vivencias de un individuo. Por su imprecisi�n, dicho
conocimiento tampoco se ha podido cuantificar.
Esos nuevos enfoques tambi�n contemplan el capital humano innato que incluyen
las aptitudes f�sicas e intelectuales y consideran que las condiciones de
salubridad, alojamiento y alimentaci�n pueden afectar dichas aptitudes f�sicas e
intelectuales de un individuo.
Esos enfoques �no analizados aqu�- hoy en d�a son temas de investigaci�n tanto
te�rica como emp�rica en el campo econ�mico.
� Si bien es cierto que en la teor�a econ�mica el capital humano es uno de los
determinantes cruciales para explicar el crecimiento, sin embargo, en los
modelos te�ricos y emp�ricos esgrimidos aqu�, se observa un desencuentro entre
los economistas a la hora de conceptualizar, definir y medir el capital humano.
De igual manera, las especificaciones utilizadas para observar su impacto en el
crecimiento econ�mico se diferencian. Muchos de ellos consideran que
cient�ficamente hablando esto ha generado, muy a menudo, resultados parad�jicos
y distorsionantes en torno a la relaci�n macrodin�mica capital
humano/crecimiento econ�mico, por ejemplo, como ilustraci�n de lo anterior
podemos se�alar: los resultados derivados de los estudios sobre datos de panel
hacen hincapi� en una relaci�n negativa o inexistente entre capital humano y el
crecimiento econ�mico.
A ra�z de esos desencuentros, hoy en d�a, otros autores abrieron otra l�nea de
investigaci�n prometedora en la cual se interesan por la complementariedad que
existe entre capital humano y apertura comercial y tratan de probar el impacto
de esa interacci�n sobre el crecimiento, por ejemplo, Pissarides (1997)
considera que la apertura econ�mica puede ser el marco econ�mico m�s apropiado
para permitir una reasignaci�n del capital humano hacia las actividades m�s
productivas, dado que esa apertura permite tener acceso a las nuevas tecnolog�as
y de este modo emplear al capital humano.
Otros trabajos interesantes en esa misma vertiente son los de:
- Gould y Ruffin (1995)
- Levin y Raut (1997)
- Berth�lemy, Dessus y Varoudakis (1998)
- Kauffmann C. (2002)
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