El capital social es una variable determinante del desarrollo relativamente nueva en su inclusión y tratamiento dentro del análisis económico y las demás ciencias sociales, pues es sólo a partir de la década de los sesenta que se perfila su conceptualización y se percibe su importancia. Se ha definido el capital social con relación a la capacidad que tienen los individuos de una sociedad, especialmente en el ámbito territorial local, de: cooperar entre sí, formar nexos de solidaridad y confianza, fomentar las virtudes cívicas y los valores. Se supone que la existencia de un alto nivel de capital social tiene un efecto colateral positivo en el crecimiento económico y en el desarrollo de una sociedad cualquiera.
En términos de análisis económico, en algunos modelos de crecimiento se ha comenzado a incorporar el capital social junto a los factores productivos convencionales: trabajo y capital (físico y humano) con el objeto de medir el impacto que esta variable tiene en la productividad total de los factores. Desde un punto de vista sociológico, se ha indentificado con la formación de redes sociales y comunitarias cuya presencia o ausencia hunde sus raíces en los procesos históricos, las condiciones culturales y las instituciones que moldearon y moldean las actividades sociales, políticas y económicas de una comunidad. A partir de trabajos empíricos se han encontrado que existen importantes diferencias en cuanto a capital social entre países e incluso entre regiones y localidades de un mismo país.
Un trabajo pionero sobre capital social: Making Democracy Work de Robert Putnam y sus colaboradores, publicado en 1991, mostraba que una tradición más profunda en cuanto a virtudes cívicas en las ciudades del norte italiano con respecto a las del sur había tenido importantes efectos sobre el desempeño político y la capacidad de respuesta de las gestiones locales a la solución de problemas, por lo cual la regíón del norte exhibía un mayor desarrollo que la del sur. Desde la perspectiva de la confianza, una variable determinante de la capacidad de hacer negocios dentro de una sociedad, el estudio de Francis Fukuyama: Trust, publicado en 1995, mostraba que existen diferentes niveles de confianza para el emprendimiento y la posibilidad de desarrollar empresas en diferentes partes del mundo. En apariencia, las sociedades que conforman los países del Este Asiático exhiben unos niveles de confianza mucho mayores que los correspondientes a países como Francia, por lo cual han logrado generar un tejido empresarial más imbuido de relaciones familiares y solidarias. El capital social es un concepto en plena evolución y su capacidad instrumental como variable explicativa del desarrollo apenas comienza a ser explorada.