Por el Doctor
D. Manuel Colmeiro
Catedrático de la Universidad de Madrid
Alojado en "Textos selectos de Economía"
http://www.eumed.net/cursecon/textos/
PARTE TERCERA. - De la distribución de la riqueza.
CAPÍTULO X. - De las ganancias del empresario
Hemos visto en los precedentes capítulos que hay diversos productores llamados sabios, obreros, capitalistas y propietarios. Todos contribuyen con su trabajo presente ó pasado á la creacion de la riqueza; pero falta el vínculo que debe unir sus voluntades y sus fuerzas para lograr el comun deseo. El sabio pide su recompensa, el obrero su salario, el capitalista sus intereses y el propietario su renta; y la persona intermedia que junta los distintos elementos de la produccion y realiza el producto bruto de una especulacion cualquiera para distribuir la suma total de valores producidos entre tantos productores, es el empresario de industria.
En la infancia de los pueblos cada uno trabaja por satisfacer sus propias necesidades, de modo que la producción y el consumo pasan en familia. Con el tiempo empieza á organizarse el sistema de los cambios, y los hombres activos y diligentes producen con toda la seguridad de hallar pronto y buen despacho á sus mercaderías. Más tarde, cuando hay libertad de trabajo, facilidad en las transacciones, abundancia de capitales y crédito, aparece el empresario de industria que paga á los sabios, obreros, capitalistas y propietarios, y produce á todo riesgo y ventura, tomando para sí el producto líquido de la empresa, como premio debido á su solicitud y cuidado y justa compensacion de los peligros que arrostra.
Enefecto, el empresario trueca lo cierto por lo dudoso, porque se obliga á satisfacer los gastos de la produccion que corre por su cuenta y riesgo: sus ganancias son inciertas y variables. Los demás productores no participan directamente de su próspera ó adversa fortuna.
Discurren los economistas con variedad al determinar la naturaleza de las ganancias del empresario de industria, porque unos pretenden que son una especie de salario, otros el interés de un capital, y otros en fin las consideran como una renta sui generis que nace de la union íntima y del concurso de aquellos dos elementos de la produccion.
Los primeros dicen que quien dirige las operaciones industriales necesita consagrarles su tiempo y su trabajo, dar grandes muestras de habilidad y asiduidad, y que todo esto exige una remuneracion proporcionada á la obra de direccion y administracion. Además, lanzándose el empresario á los negocios por su propia cuenta, expone el capital que maneja á una pérdida total ó parcial, y muchas veces las probabilidades de ganar son muy dudosas. El mayor ó menor riesgo reclama una compensacion, porque sin ella nadie correria el peligro de arruinarse, ó empobrecerse, ó fatigarse en balde. Sin embargo, aun eliminada la prima del seguro, las ganancias del empresario se diferencian del salario comun en que no tienen cuota fija, sino que constituyen una remuneracion variable y eventual, y en que no se anticipan, pues no se cobran mientras no se reembolse el capital.
Tampoco pueden equipararse al interés, porque el interés forma parte, pero no es el todo de las ganancias del empresario. Para determinarlas segun conviene, es preciso deducir los intereses del capital fijo, como edificios, tierras, máquinas, etc, que suelen pertenecer al empresario, y los del capital circulante que será suyo ó ajeno; y en cualquier caso no debe confundirse la renta del capitalista y la del empresario de industria, aunque una sola persona reuna ambos caractéres. La cuota de las ganancias y la de los intereses no tienen ninguna conexion necesaria: son efectos de muy distintas causas.
Separando, pues, la parte de valores producidos que absorben los salarios, y la otra parte destinada á satisfacer los intereses del capital, la utilidad líquida remanente forma las ganancias del empresario de industria en remuneracion de su accion personal y direccion inteligente, y como una indemnizacion de los riesgos á que se expone.
En efecto, el empresario concurre á la obra de la produccion con un trabajo superior tanto más importante, cuanto son más raras las cualidades personales que exige. Necesita granjearse la confianza de los capitalistas, el afecto de los obreros y la estimacion de los consumidores; necesita gran conocimiento del mercado para distinguir las necesidades presentes y adivinar las futuras: necesita adquirir fama de versado en los negocios, porque no basta la buena fé para inspirar crédito, si no va acompañada de la opinion de capacidad, serenidad de ánimo, perseverancia y economía. Estas y otras dotes ya morales, ya facultativas, juntamente con el sacrificio de su fortuna, si ocurriese algun desastre, son el título con que un empresario de industria solicita entrar á la parte en la distribucion de la riqueza.
La diversa cuota de las ganancias de los empresarios de industria procede de causas análogas á las que influyen en la variedad de los intereses y salarios. La escasez ó abundancia de las cualidades morales y facultativas, la facilidad ó dificultad de poseerlas y adquirirlas, lo agradable ó desagradable del trabajo tomando en cuenta la fatiga corporal, el cansancio del espíritu, la consideracion de las gentes, la salubridad del ejercicio, la moralidad del empleo, y sobre todo la prima del seguro, son las circunstancias que comunmente hacen subir ó bajar la remuneracion de los empresarios de industria.
La cuota de las ganancias propende hácia la igualdad, porque desde el punto que un linaje de especulacion promete beneficios extraordinarios, se aviva la concurrencia, y todas se acercan á un nivel. Sin embargo, conviene no llevar la doctrina de Ricardo y su escuela al extremo de convertir esta ley económica en regla matemática. La tendencia al equilibrio rige en principio el movimiento de los salarios, de los intereses y las ganancias; pero no produce efectos necesarios é inmediatos. Fuera de las causas de una desigualdad aparente, y no real, que se explican por la diferencia de los negocios y el mayor ó menor riesgo de la especulacion, hay otras que nacen de la ley, la opinion y la costumbre. Para que la propension al equilibrio sea una fuerza viva, es preciso partir de la hipótesis de la absoluta libertad de concurrencia. Cualesquiera obstáculos físicos ó morales á la concurrencia libre, ya procedan de instituciones viciosas, ya de hábitos comunes, de la inercia de los pueblos, de circunstancias locales ó de otras fuentes parecidas, turban el órden constante de los fenómenos económicos, y la ciencia no responde del resultado.
Cuando crecen los riesgos de la empresa, crece naturalmente la remuneracion del empresario. Así sucede que todas las especulaciones aleatorias ó muy aventuradas prometen ganancias exorbitantes, sin cuyo cebo no se despertaria la codicia. De esto tenemos un claro ejemplo en la trata de negros. Por el contrario, un buen sistema de seguros, disminuyendo la responsabilidad de los siniestros, modera la cuota regular de las ganancias.